¡Feliz y próspero 2010!
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El Sueño del Perro: la Novela (des) esperada
De cómo LOS AUTORES indagan desde sus novelas y su oficio literario sobre el fenómeno del crimen y sus perversiones latentes en el LADO MAS OSCURO de la sociedad y el individuo.
La nueva página nace como "plataforma digital donde se recogen noticias, entrevistas, críticas y opiniones" sobre este género literario.
Seis años después, la editorial barcelonesa impulsó el Premio Internacional de Novela Negra RBA, que desde entonces han ganado grandes especialistas del género como el español Francisco González Ledesma, el italiano Andrea Camilleri y el británico Philip Kerr. La nueva página web nace, según RBA, como "plataforma digital donde se recogen noticias, entrevistas, críticas y opiniones para saber más sobre la novela negra". Será también un espacio para descubrir nuevas joyas del género y compartir la opinión con otros lectores. Anik Lapointe ha explicado que esta página web confirma la apuesta de RBA por el género, "una apuesta que comenzó hace más de diez años con la publicación del primer libro de la Serie Negra, Black and Blue de Ian Rankin, y desde entonces hemos publicado más de 120 títulos". Aunque en primera instancia la web se alimentará con el fondo editorial de RBA, "nuestra intención es que todos los amantes de la novela negra participen en este proyecto y por eso abrimos nuestras puertas a todos aquellos apasionados del género que quieran colaborar hablándonos de sus lecturas y de sus descubrimientos", ha dicho Lapointe.
La editora ha revelado que "además de información sobre autores y títulos del género, clásicos o actuales, incluiremos las críticas más destacadas que han recibido cada uno de ellos, las noticias más relevantes de interés para el lector, entrevistas, enlaces, festivales de novela y cine negro, la programación televisiva y cinematográfica especializada, y reportajes especiales dedicados a los apasionados de la novela negra.
La exitosa autora de novela negra Donna Leon arremete contra el escritor sueco
La autora confiesa que no llegó a terminar el primer libro de la trilogía Millenium: "Por la repugnancia que me producía. No hay calidez humana, los sentimientos son ajenos a mí". La escritora se refiere al éxito del sueco ("Sé que se le considera un genio, que ha vendido más libros de los que yo venderé en mi vida y siento mucho que haya muerto tan joven; seguro que era un buen hombre") en un rotundo: "No lo entiendo. Bueno, sí. Y ese éxito me asusta".
Dejando a un lado la saga más vendida del momento, Leon cree que estamos en "un momento muy rico para la novela negra". Es bueno porque los ingleses y americanos ya no dominan el género y "autores de otros países están demostrando lo buenos que pueden llegar a ser". Una calidad que encuentran, asegura la autora, porque el género da a la gente lo que no tiene en su vida: "Les explica por qué pasan las cosas, por qué suceden los crímenes y éstos se resuelven. Se descubre quién lo hizo, quién es el responsable, y la persona es castigada. Y eso no ocurre en la vida".
No obstante, afirma que ahora las obras reflejan que, a veces, el culpable es pillado, pero penado: "Antes, el malo siempre iba a prisión, como en Agatha Christie. Hoy, sin embargo, frecuentemente el malo es descubierto aunque no castigado. Los grandes no van a la cárcel; los pequeños, sí".
La dama de la novela negra y social, como se le llama, afincada en Venecia, no está contenta con la adaptación que la televisión alemana ha hecho de las aventuras de Brunetti. "He visto dos capítulos y en un momento aparece una viejecita dulce de 90 años que viene de la residencia de jugar al bridge", que resulta ser la madre de Brunetti. "¡Pero si la última vez que la vi era una loca con alzhéimer!". Sin embargo, es posible que confíe de nuevo en la pequeña pantalla y deja caer: "La BBC está rascando la puerta". Y aunque acaba de publicar La otra cara de la verdad, ya piensa en la nueva entrega.
fuente: elpais.comEl hombre inquieto es, según anunció Henning Mankell, la entrega final de la serie novelística protagonizada por el inspector Wallander. Con su combinación de narrativa de enigma y policial negro, es una digna despedida sembrada de interrogantes
En "El problema final", el doctor Watson narra cómo Sherlock Holmes y su inexorable enemigo, el profesor Moriarty, se enfrentan en lo que será la última batalla: ambos caen desde lo alto de la catarata de Reichenbach, en los Alpes suizos. Arthur Conan Doyle estaba harto del personaje que había creado y decidió matarlo en ese cuento. Pero sus innumerables lectores no aceptaron esa muerte: mediante cartas al propio Conan Doyle y a su editor manifestaron públicamente la protesta, por lo que el escritor no tuvo más remedio que "resucitar" a su héroe; en el cuento "La casa vacía" reaparece con las ropas de un viejo deforme y le cuenta al sorprendido Watson que sólo Moriarty había muerto en aquella caída.
El sueco Henning Mankell ha creado al inspector Kurt Wallander, lo convirtió en protagonista de nueve novelas y anunció que la décima, El hombre inquieto, será definitivamente la última. Sus lectores vieron en esa promesa la muerte anunciada del personaje y presumieron que su creador lo mataría. Fueron temores innecesarios: en esta última novela, Wallander no pierde la vida, pero sus sesenta años lo castigan sin piedad: debe tomar ocho diferentes pastillas por día (presión y colesterol altos, entre otras dolencias) e inyectarse insulina para su reciente diabetes. El mal de Alzheimer lo aguarda a la vuelta de cualquier esquina: es capaz de olvidar su arma reglamentaria sobre la mesa de un viejo bar donde había ido a beber unas copas. No se ha caído desde lo alto de la catarata de Reichenbach, pero no se puede decir que esté en el mejor de los mundos. Mona, la ex esposa de Wallander, persiste en su problema con el alcohol y a Baiba, la mujer que quiere, le quedan apenas dos meses de vida. En medio de tantos sinsabores, Linda, su hija, le anuncia que será abuelo. A partir del nacimiento de su nieta Klara el orden familiar parece encarrilarse: conoce a Hans, el padre de Klara y pareja de Linda, y acepta viajar a Estocolmo para conocer a Louise y Hákan von Enke, los progenitores de Hans. Ambos son la viva imagen de una pareja sueca de clase media alta y conforman un matrimonio intachable. Ella es una mujer de trato esmerado; él ha sido capitán de submarinos.
Ese equilibrio se quiebra el día en que el capitán Von Enke no regresa a casa. Había salido a cumplir con su caminata diaria, y a partir de ahí le perdieron definitivamente el rastro. Linda pide ayuda a su padre. Esa inexplicable desaparición se convertirá en el disparador de una nueva aventura y de un nuevo conflicto para Wallander: una vez más deberá enfrentarse a los oscuros entramados que se ocultan detrás de lo que aparentaba ser una armónica pareja. Algunos días después también desaparece Louise. Encuentran su cadáver poco tiempo más tarde. Las primeras pericias forenses hablan de un suicidio.
Las cartas están echadas y Wallander decide jugarlas. En primer término, tiene la certeza de que a Louise la han asesinado, pero aún ignora quién y por qué. A poco de investigar descubre que la desaparición de Hákan von Enke y la muerte de Louise trascienden los límites de un drama familiar para proyectarse en un asunto de alto contenido político, con participación de la ex URSS, Alemania, Estados Unidos, la CIA y la OTAN. En la cartera de Louise han encontrado unos microfilms con material ultrasecreto del gobierno de Suecia. Es un juego peligroso, pero Wallander lo jugará hasta las últimas consecuencias.
Tal vez su constante mutación sea una de las razones que hacen que el género policial se mantenga con la vitalidad de sus primeros días. De los cuentos y novelas de enigma -resolver ese enigma eran su razón de ser- se pasó al policial duro, donde ya no importa quién ha matado a quién sino la violencia, de hechos y palabras, que hay detrás de ese crimen. Ahora y desde Suecia se ofrece un nuevo modo de narrar el crimen. La exitosa trilogía Millennium de Stieg Larsson puede ser un acabado ejemplo. Las diez novelas que constituyen la serie del inspector Wallander y Antes de que hiele, la obra que protagoniza su hija Linda, resultan la prueba definitiva. Esta moderna forma del género se nutre tanto del policial clásico como del policial negro, pero en ninguno de los dos casos sigue las pautas que cada forma exige. Propone el enigma, pero no es ese enigma la razón esencial del texto. Ofrece la violencia del policial negro, es cierto, pero lo hace mediante una escritura que en lugar de ser cortante y violenta se demora, con buen tono, en morosas descripciones.
En El hombre inquieto nos encontramos frente a un enigma a resolver -¿por qué desapareció el capitán Hákan von Enke?-, pero en lugar de brindarnos una respuesta el relato se bifurca en nuevos interrogantes: ¿Por qué el matrimonio mantuvo oculta a los ojos del mundo a su hija minusválida? ¿Por qué se suicida su esposa Louise? ¿Fue suicidio o asesinato? Mankell es quien tiene las respuestas, y nos las brindará en las últimas páginas del libro. Junto con la resolución del enigma, anuncia: "El relato de Kurt Wallander termina ahí, irrevocablemente. Los años que le queden por vivir, diez o quizas algunos más, le pertenecen a él, a él y a Linda, a él y a Klara. Y a nadie más". Cuesta aceptar esa decisión. Íntimamente el lector apuesta a que tarde o temprano el autor pondrá nuevamente en escena al inspector. Tal vez en su morral Wallander cargue una docena de diferentes remedios para mantenerse en pie, de seguro en más de una ocasión perderá la memoria, pero estamos convencidos de que finalmente, porque es Mankell quien conduce la nave, llegará a buen puerto.
© LA NACION/Vicente Battista
Eva Gabrielsson, pareja del autor sueco, rechaza una oferta oficial y millonaria de la familia para compartir la herencia. El legado sigue en manos del padre y del hermano.
La mujer, que a lo largo de 2010 publicará un libro contando el calvario que ha vivido desde la repentina muerte de Larsson, esperó hasta las seis de la tarde del jueves, día en el que finalizaba el ofrecimiento, para rechazarlo. Su entorno asegura que ella no quiere nada de las ganancias de los libros (20 millones de copias vendidas sólo en Europa), pero sí tener el control absoluto de cómo se gestiona la obra del autor.
A su entender, como ha dicho a este periódico en varias ocasiones, no se está respetando la memoria de Larsson, con el que nunca se casó por miedo a que la ultraderecha tuviera acceso a los datos personales del escritor, siempre combativo con los xenófobos. Para Gabrielsson, tanto Joakim como Erland tenían que haber renunciado a la herencia ("Stieg no tenía apenas contacto con ellos desde que se fue de casa") y dejarle a ella, quien mejor lo conocía, manejar lo que dejó escrito Larsson antes de morir.
Para desenredar el entuerto, cansados ya de ser retratados como los malos de la película, los Larsson propusieron el 2 de noviembre este último acuerdo, a través de un artículo publicado en el periódico sueco Svenska Dagbladet. "Queremos que Eva tenga una vida confortable y que viva holgadamente", explica Joakim Larsson por teléfono desde Umeå, al norte de Suecia. "Estoy triste, pensé que ella iba a aceptar. La oferta es muy buena: una cantidad de dinero considerable y formar parte de la empresa con mi padre y conmigo. Todos saldríamos beneficiados. Nosotros queremos acabar con este drama de una vez", añade.
La abogada de Gabrielsson, Sara Pers-Krause, dijo entonces, después de ver publicado el artículo, que su clienta no tenía la intención de resolver el problema a través de los medios de comunicación. Los Larsson formalizaron después la propuesta con los abogados, pero meses después todo ha quedado en nada.
La vida de los Larsson, a pesar de la gran fortuna que han acumulado últimamente, es sencilla y austera. Joakim, el hermano, vive en un chalé adosado a las afueras de la ciudad de Umeå, cerca del Círculo Polar Ártico. Trabajó hasta verano como oficinista. El padre, Erland, reside en un barrio de jubilados junto a la pareja que tiene tras la muerte de la madre de Stieg, en 1992, y sigue usando su viejo coche. "No necesito el dinero. No me gustan los lujos", dice Erland. "Pero no voy a consentir que ella se quede con los derechos y que nosotros no podamos opinar de nada. Ni pensarlo".
La posibilidad de un acuerdo ha llenado páginas de la prensa sueca, impactada por el enorme éxito mundial que han tenido las novelas de Stieg Larsson y el barullo generado con su inesperada muerte. Una y otra parte han especulado ahora con acabar de la mejor manera el año, aunque todo se ha ido al traste. El jueves, los amigos de Gabrielsson, ante el silencio de ella, pensaban que al día siguiente, viernes, anunciaría un sí definitivo. Creían que sencillamente estaba esperando a que pasase la resaca de los premios Nobel.
La obra de Stieg Larsson, traducida a más de 30 idiomas, ha causado un gran revuelo en el mundo literario. Él se quedó sin conocer su propio éxito y apenas queda el recuerdo de verle paseando, camino de la editorial, con los manuscritos bajo el brazo, vestido con unos pantalones vaqueros gastados y una chaqueta de pana.
Un mes antes de que Stieg sufriese el ataque al corazón, el jubilado Lasse Bergström, antiguo jefe de la editorial Norstedst, estuvo varios días enfrascado en el manuscrito de Larsson. Los colegas de Bergström confiaban aún en su olfato de viejo cazatalentos y le hacían llegar a casa los borradores de algunos escritores primerizos. Fue leer la última palabra de la pila de papeles, y Bergström se acercó de inmediato al ordenador para escribir su opinión sobre lo que acababa de devorar: "He pasado tres días en cama con Stieg Larsson III, y sólo me he levantado para preparar la comida y ver el fútbol en la tele. [...] En otras palabras, Stieg Larsson, con su casi increíble capacidad de sostener una gran narración dramática en el género de novelas de intriga, lo ha hecho otra vez, y mucho mejor que la media".
Kurdo Baksi, amigo íntimo de Larsson, siente mucho que la historia de la herencia no haya tocado su fin: "Era bueno para Eva, era bueno para todos. Me cuesta entender por qué dice que no. El conflicto dura ya cinco años y cada vez se hace más grande. Es una pena". Baksi está convencido de que si él lograse sentar a Joakim, Erland y Eva en una misma mesa, sin abogados de por medio, se podría llegar a un acuerdo. Entonces, el alma de Stieg Larsson descansaría para siempre.
fuente: elpais.comRecuperamos, por el aniversario del escritor, un fragmento de la entrevista que le realizó Blanca Berasátegui y que se recoge en el libro Gente de palabra
fuente: El Cultural.es
Enigmas y efectismos
Backlist edita dos novelas de misterio del detective francés
Gaston Leroux (1868-1927) ha pasado a la historia de la literatura por hacer de la Ópera Garnier de París un vasto laberinto de trampillas y subterráneos. Colocó dentro a un lírico monstruo, Erik, el espectro enamorado que ensaya al órgano su 'Don Juan Triunfante'. Savater llamó al autor de 'El fantasma de la ópera' "folletinista prodigioso".
Segundo en celebridad, y parejo al anterior relato en prodigio y folletín, estaría el 'El misterio del cuarto amarillo'. Ahora Backlist lo edita junto con su continuación, 'El perfume de la Dama de Negro'. En el pabellón apartado de un viejo palacete, entre encinas y hojarasca, está el cuarto amarillo, un casillero donde todo un aparatoso cluedo da el pistoletazo de salida. Los periódicos hacen crónica con los interrogantes (que son muchos) y el juez de instrucción abre el caso, por hacer algo.
El inspector Maigret, de Simenon, encontró muchas turbiedades en la provincia, fuera de París. También Joseph Joséphin, alias "Rouletabille", de Leroux, deja las aceras capitalinas alentado por aromas de intriga local y toma un tren para Corbeil. Como en las encrucijadas absurdas de Chesterton, la presentación se impone por su propia estética (estética de crimen). Una estancia sin salidas, un pañuelo manchado de sangre, la señorita Stangerson desfalleciente, y el arma hipotética: un hueso de cordero con usos de piqueta. Después igual todo es postizo, igual alguien miente.
El escenario sin escape para el malo ya se aborda en relatos de Dupin ('Los crímenes de la calle Morgue') y de Holmes ('La aventura de la banda de lunares'). Pero en ambos casos Poe y Conan Doyle se valen de la intervención de animales. El autor parece cubrirse las espaldas de eventuales trucos zoológicos:
"...no vienen a revelar ningún pasadizo practicable, no sólo para un ser humano, sino para cualquier otro ser, si el techo no tiene agujeros, si el suelo no oculta algún subterráneo, ¡habrá que creer en el diablo!"
Así, el enigma del “cuarto maldito”, puede recordar más a 'Los crímenes de la viuda roja', de Dickson Carr. Si bien las pesquisas llevan el asunto más allá del escenario. Al entrar por la verja del castillo de Glandier, “Rouletabille”, detective aficionado, acepta un duelo de prestigio con con el investigador Frédéric Larsan. El acopio de minucias y las pistas, tan crípticas, están para los dos clarividentes, el resto del cuerpo policial está dormido, ausente de aquellos mágicos jardines de los Stangerson.
Los personajes son el inventario esóterico de una noche de Walpurgis. Un gato del tamaño de un basset maúlla por todas las noches en el bosque, donde, se dice, está la tumba de Santa Genoveva. Lo llaman "El animalito de Dios". Se habla de fantasmas, se detectan fingimientos, pero para "Rouletabille", reportero y detective, los alcances de su thriller no van más allá de una motita de polvo, una huella de zapato fino junto al estanque con nenúfares, o alguna palabra a destiempo.
Leroux se despliega, al estilo Wilkie Collins, en varios puntos de vista. Se dice que en la resolución, en un tribunal de Versalles, las muchedumbres se agolpan para escuchar al detective como a un oráculo. Le llaman "Rouletabille" por su cabeza redonda y pequeña. Es joven, implacable, racional, y un poco insípido. Volviendo a Savater, dijo de éste que prefigura a Tintín.
Suele ocurrir que el esclarecimiento de los crímenes resulta menos asombroso que su propuesta primera, de ahí que los detectives tengan algo de antipáticos, aguafiestas de lo paranormal. Es el caso. Sobre 'El misterio del cuarto amarillo' pende la congoja de un pasado (¡tan insistente, el pasado!), de un barullo de secretos que sólo se dicen a media voz, ya avanzada la trama. En 'El perfume de la Dama de Negro', la secuela, la autobiografía del reportero de 'Le Matin' cobra más peso, adquiere todo trazas de auténtico melodrama. Decir más sería destripar la fórmula del folletín que se abre con la verja del castillo de Glandier, al abrigo del encinar, con arrullos efectistas de gato místico.
'El misterio del cuarto amarillo', y 'El perfume de la Dama de Negro', de Gaston Leroux. Backlist, 2009. Traducción: J. L. Samo. 432 páginas. 24, 50 euros.
fuente. elmundo.esEl detective debutó en 1939 en El sueño eterno y se despidió en Playback.El personaje es tierno, honesto, escéptico, melancólico y desencantado
Las internas de la cárcel de Brieva (Ávila) dedican su tiempo libre a leer novelas de autores a los que luego someterán, en vivo y en directo, a un interrogatorio sobre su obra. Con preguntas directas y sin coartada. En uno de estos encuentros, una interna un tanto indignada le pide una aclaración al escritor Juan Madrid: "¿Por qué a la novela de detectives se la llama negra?". Ella es negra y no le gusta que se utilice el color de su piel para denominar a los libros de crímenes. El interrogado trata de darle una explicación: "La culpa la tuvo el editor francés Gallimard, quien decidió publicar una colección de novela policiaca cuya característica era la portada de color negro".
Tampoco Raymond Chandler, el gran padre de la novela policiaca moderna, estaría de acuerdo en catalogar a su obra como negra y ante el adjetivo, "pondría una cara de espanto que detendría a un reloj", utilizando una frase de su célebre detective privado, Philip Marlowe.
Pero como lo importante para un autor es seguir vivo una vez ha alcanzado los bares celestiales, a ser posible con las estanterías llenas de botellas de bourbon, la editorial RBA acaba de publicar 'Todo Marlowe', un solo volumen que contiene siete novelas ('El sueño eterno', 'Adiós muñeca', 'La ventana alta', 'La dama del lago', 'La hermana pequeña', 'El largo adiós' y 'Playback') y dos cuentos, 'El confidente' y 'El lápiz', las nueve obras con las que Chandler y su detective pernoctaron su desencanto por los submundos brutales y sórdidos de California, en los que la vida tenía la música de una esquela sin rima.
Raymond Chandler nació el 22 de julio de 1888 en Chicago, y estudió letras clásicas y modernas en su largo periplo europeo por Inglaterra, Francia y Alemania. Cuando volvió a los Estados Unidos, llevaba en su maleta experiencias como reportero y un primer relato, 'The Rose Leaf Romance'. Todo escritor de novelas policiacas sabe que el ejercicio periodístico es fundamental para dar realismo a una ficción dedicada a desenmascarar los porqués de los males de una sociedad. Los crímenes son la guinda de un pastel relleno de corrupción.
Chandler, autor minucioso, escribió su primera novela, 'El sueño eterno', en 1939, tras varios relatos que valieron para pulir su estilo y definir al personaje que le haría famoso. Había necesitado 51 años, el resguardo maternal de su mujer Pearl Cecily Bowen, 18 años mayor que él, y el ronroneo de sus gatos para encontrar el valor de darse a conocer con la primera aventura larga protagonizada por Philip Marlowe.
Con Joseph Conrad y Dashiell Hammett como modelos, es explicable que el salto a la literatura profesional viniera precedido de un cierto vértigo. La publicación de 'El sueño eterno', supuso para Chandler el hermanamiento decisivo con Marlowe, al que concedió un nido en su árbol genealógico. Al fin Chandler había encontrado un álter ego con el que protegerse de sí mismo: "Soy sensible y hasta tímido, y soy cáustico y belicoso, y unas veces extremo y otras sentimental. El término medio nunca me satisface, ni en la gente, ni en ninguna otra cosa". Quizás esa mente con claros síntomas de falta de litio le dieron la fama de asocial. A la muerte de su esposa en 1954, su idilio con el alcohol trocó en una apasionada y tormentosa historia de amor.
Como todo buen tímido, Chandler era un romántico a su pesar. Philip Marlowe también. El detective es solitario, melancólico, escéptico, tierno, cínico, desencantado y honesto, siete características que marcan las siete novelas. Como un poeta con una coraza de cuero, el detective es capaz de no caer bajo el influjo de los cantos de sirena de las femme fatale, víboras indispensables en toda novela policiaca. De mantener el tipo ante los reyes despiadados del hampa sin impartir la ley del ojo por ojo diente por diente. "Tantas pistolas rodando por la ciudad y tan pocos cerebros", dijo Marlowe. De no mantener su idealismo a salvo de los impuestos de una sociedad enferma, ni el detective ni Chandler hubieran dormido tranquilos.
La última novela de la saga, 'Playback' (1954) demuestra el desmoronamiento del detective y su creador. "Dejé la copa en una mesita baja sin tan siquiera probarla. El alcohol no era la solución. Nada era la solución, excepto tener un corazón endurecido que no pidiera nada a nadie". Una frase de la novela que resuena como un eco de tragedia o un largo adiós. Raymond Chandler, cirrótico y autodestructivo, entró en el sueño eterno el 26 de mayo de 1959 en La Joya, dejando como legado novelas y relatos legendarios y un cuento póstumo: 'El lápiz'.
Y para demostrar que Chandler tiene miles de hijos repartidos por los continentes de la tierra quemada, RBA devuelve al escritor con una suntuosidad a la francesa, con honores de gloria digna de reposar en el Panteón de París, un volumen de 1.391 páginas, aunque traicionando a Gallimard y a sus portadas negras.
El famoso detective belga creado por la escritora de misterio regresa a luego de más de 30 años
Luego de más de 30 años, el famoso detective belga creado por la escritora de misterio Agatha Christie, Hercule Poirot, regresará a Estados Unidos la próxima semana.
La revista Strand Magazine anunció que publicará el relato de 5.000 palabras llamado 'The Incident of the Dog's Ball', que fue hallado en el ático de la hija de la autora en el 2004. El cuento fue publicado en el Reino Unido en septiembre. "Es una típica novela policíaca de Agatha Christie", dijo en una entrevista telefónica Andrew Gulli, editor de Strand, y luego agregó que contiene un montón de sorpresas.
Gulli dijo que el relato será la primera aparición de Hercule Poirot en el mundo de la ficción desde 1975 en Estados Unidos. Strand Magazine se considera a sí misma como la reencarnación de la revista que apareció a fines del siglo XIX en Inglaterra y publicó las primeras novelas cortas de Sherlock Holmes. La revista cerró en 1950, pero fue revivida en Estados Unidos una década atrás como una publicación trimestral. El relato de Poirot se incluirá en la edición del décimo aniversario de la publicación.
fuente: Reuters
Unos años antes de que los franceses y los ingleses inauguraran con la figura del detective el relato policial clásico, los románticos alemanes dieron forma a la narración criminal más preocupada por la naturaleza del delito y los avatares sociales del criminal.
Se sabe que los alemanes piensan distinto. Hasta en las cosas más básicas podemos encontrar diferencias admirables que revelan un determinado pensamiento, una forma de contar historias con un particular sentido de la observación, y la minuciosidad que a la hora de resolver un crimen será fundamental y eficiente. O sea, un modo de ver que constituye una mirada específica hacia los crímenes y misterios que se relatan en este libro.
En la introducción del libro, escrita por Miguel Vedda, leemos: “La narración de crimen y misterio constituye la modalidad específica que adoptó en los países de lengua alemana, ya desde mediados del siglo XVIII, el género policial”. Acostumbrados a leer los clásicos policiales que dieron nacimiento a los detectives como Auguste Dupin de Poe o Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, “la postulación de una variedad alemana del policial provocará, quizás, extrañeza”. Pero –puede agregarse– al mismo tiempo admiración y asombro por la capacidad que estos narradores poseen para describir las pasiones, intrigas y miserias humanas.
Cuentos de crimen y misterio comienza con Narración criminal de August Gottlieb Meißner (1753-1807) centrado en la figura del delincuente que ha pensado minuciosamente todos los detalles de su crimen “perfecto”, pero fracasa por la irrupción de un imprevisto sobrenatural. Meißner fue profesor de estética en Praga y se podría conjeturar que supo tomar de esa mágica ciudad relatos fantásticos que incorporaría en la resolución de su historia criminal.
El libro prosigue con Marianne L. Una historia verídica de 1788, del actor y escritor Cristian Heinrich Spieß (1755-1799), texto de una particular crudeza en las descripciones del cadáver de la protagonista que tiene como fin, según Vedda, “excitar la fascinación de los lectores hacia lo patético y lo sangriento”. Además, se presenta en esta selección un relato admirable del escritor Heinrich von Kleist (1777-1811). El duelo es una narración policial de verdadero corte filosófico, en donde Von Kleist profundiza en la desesperación de unos personajes que luchan por afirmar sus valores morales dentro de una sociedad que se empeña en desplazarlos y excluirlos.
El volumen continúa con la novela corta Un duelo, del escritor jurista Jacob Donatus Hubertus Temme (1798-1881). “Hay que ser un verdadero demonio para gobernar el mundo”, se lee en el relato que con el trasfondo de las revueltas sociales de 1848 da forma a un personaje (“¿verdugo o asesino?”), representante de la relación emergente entre crimen y capitalismo.
Por último nos encontramos con un final sinfónico: Liese Mazapán, del escritor y prefecto de la Biblioteca de Viena, Friedrich Halm (1806-1871). Si Temme intuía el cinismo y la crueldad moderna, Halm presenta en la figura de Liese el auténtico representante de un nuevo sujeto capitalista especulador que busca la acumulación de riqueza como un fin en sí mismo y que necesita vivir simulando su verdadera identidad al estilo de lo que será más tarde Mr. Ripley de Patricia Highsmith.
En definitiva estamos en presencia de un libro curioso, no sólo por la selección de autores sino también por la particular forma que éstos tienen de construir y presentar la trama policial. De un lado, un crudo objetivismo, que aproxima el relato al estilo del archivo policial y lo asimila a la no ficción; del otro, un aprovechamiento de motivos mágicos y sobrenaturales próximo al cuento de fantasmas o a la novela corta fantástica. Todo esto hace de la Kriminalgeschichte –la narración o historia criminal– un texto más afín a los relatos de Kafka y Dostoievski que a los clásicos policiales ingleses y franceses con resolución de enigmas.
Cuentos de crimen y misterio
Selección, traducción, introducción y notas: Miguel Vedda
VV. AA.
Unsam / Editorial Biblos
207 páginas
fuente: pagina12.com.ar
Un total de 64 obras originales optan a la cuarta edición de este premio internacional
Copenhague. (EFE).- El padre y el hermano del escritor sueco Stieg Larsson, autor de la trilogía Millenium, ofrecen a la compañera de éste 20 millones de coronas suecas (algo menos de 2 millones de euros) para zanjar la disputa por la herencia del fallecido autor.
Erland y Joakim Larsson, padre y hermano del escritor, lanzaron la propuesta en una entrevista que publica el periódico sueco Svenska Dagbladet con el propósito de acabar con el enfrentamiento que las dos partes han protagonizado en los últimos cinco años. Larsson murió en 2004, antes de la publicación del primer libro de la trilogía, Los hombres que odian a las mujeres, sin haber escrito un testamento ni haberse casado con Eva Gabrielsson, su compañera durante 30 años y que no ha recibido ningún ingreso por el éxito de los libros y de las películas de Millenium.
"Han pasado casi cinco años desde que Stieg murió, hemos esperado para contactar con Eva. Pero no soportaríamos otros cinco años más, ahora tenemos que seguir hacia adelante. Siempre hemos querido llegar a un acuerdo, pero ella ha rechazado hablar con nosotros en todos estos años", afirma Erland Larsson en el diario.
El padre de Stieg Larsson recalcó que no hay ninguna exigencia a Gabrielsson en la oferta, "sólo debe llamar y darnos las gracias, bueno y el número de cuenta". "Ella era una parte de la vida de Stieg. Tiene que vivir una vida segura y buena con todo esto", afirma Joakim Larsson, quien añade que la familia del escritor siempre ha sido "buena" con Gabrielsson y que si hubiera hablado con ellos, "todo habría sido más fácil".
La familia admite que pretende evitar un litigio en los juzgados, que podría durar años y ser muy costoso, de ahí que su abogado tenga previsto contactar hoy al de Gabrielsson para presentarle la oferta. Los herederos de Larsson rechazaron contar a Svenska Dagbladet a cuánto ascienden hasta ahora los ingresos procedentes de Millenium, aunque el diario los sitúa en 130 millones de coronas suecas (menos de 13 millones de euros), contando sólo los libros.
La ausencia de testamento dejó a Erland y Joakim Larsson como herederos, aunque Gabrielsson ha señalado todo el tiempo que su compañero consideraba los manuscritos de sus libros como el plan de pensiones de ambos. Gabrielsson también ha afirmado que Stieg no se quiso casar con ella para protegerla de eventuales represalias de grupos neonazis suecos, que el investigó a fondo en su revista Expo.
La "viuda" también ha afirmado con anterioridad que la familia de Stieg "nunca" fue parte de la vida de la pareja y les ha acusado de ni siquiera ir a su entierro, algo que tanto el padre como el hermano niegan. "Entonces pienso, demonios, tampoco estuvimos en el entierro de mi esposa: dejamos el ataúd en la capilla y nos fuimos al funeral", señaló Erland Larsson.
El progenitor de los Larsson asegura que fue su familia la que descubrió "a edad temprana" el talento de Stieg, que le regaló una máquina de escribir y que le animó a seguir por ese camino."Papá le daba la lata. Él escribía muchos libros especializados, muy buenos y sobre temas muy importantes como la extrema derecha y la violencia contra las mujeres, pero que sólo vendían unos pocos miles de ejemplares. Y papá le decía: ¡escribe algo comercial!", resalta en la entrevista el hermano del autor de Millenium.
Erland Larsson asegura que la famosa trilogía fue escrita parcialmente en la casa de verano familiar en la provincia de Västerbotten, al norte de Suecia, y que leyó la primera versión."Me envió el manuscrito. Le dije que el primer libro tenía mucho sexo, pero él me contestó que el sexo vende. Del segundo libro le dije que no podía acabar de ese modo", afirma Erland Larsson.
Hace veinte años moría Georges Simenon, engalanado con el reconocimiento de muchos escritores que lo consideraban el más auténtico de los animales literarios. Prolífico, desmesurado, rabelesiano, su vida y su obra estuvieron plagadas de números, medidas, cifras. Cuando se cumplieron los cien años de su nacimiento, en 2003, la ciudad de Lieja le rindió un inmenso tributo. Ahora, con París y Lausana a la cabeza, muchas ciudades cosmopolitas hacen lo mismo. Su inabarcable obra, la figura del comisario Maigret y, una vez más, los mitos oscuros de un escritor sin límites, vuelven a ser objeto de un homenaje que no deja de lado los aspectos aún controvertidos de Georges Simenon.
Por Juan Pablo Bertazza
El primer enigma de Georges Simenon es el de su nacimiento. El último da vueltas en el aire todavía ahora. En el medio, la duda de si Simenon –uno de los escritores europeos más vendidos y conocidos de todo el siglo veinte y el primer novelista contemporáneo en ver una obra suya adaptada al cine– vendió su alma al diablo para adquirir una rapidez fabulosa a la hora de escribir novelas, muchas de las cuales las firmó con hasta 27 seudónimos como Jean du Perry, Georges-Martin Georges, Gom Gut, Christian Brulls y George Sim.
El primer enigma es que si bien nació en Lieja, Bélgica, el 13 de febrero de 1903, lo anotaron un día antes, aparentemente por la superstición del número yeta. El último es la razón por la cual, a veinte años de su muerte ocurrida el 4 de septiembre de 1989, sus libros se siguen comprando a lo largo de todo el mundo con un fanatismo que roza lo patológico. Para eso el propio Simenon apunta, desde el más allá, una primera respuesta: “Según las últimas estadísticas que manejo, a los 20 años un campesino francés emplea más o menos 600 palabras; los burócratas de las pequeñas ciudades usan entre 800 y 1200; la pequeña burguesía, 1500 y los intelectuales de 2000 a 2500. Cuantas más palabras uses, menos posibilidades tenés de ser comprendido; las resonancias de cada palabra difieren en cada lector y hay que usar pocas palabras abstractas; más palabras como ‘mesa’, ‘nube’ y ‘cama’, y menos palabras como ‘sublime’ o ‘exteriorización’. Es por eso, seguramente, que mis libros se traducen a un centenar de lenguas”.
Lo notable es que el fanatismo por Simenon trasciende todas las clases sociales, y no alcanza sólo a los amantes de las novelas negras sino también a figuras canonizadas de la literatura, en una amplia gama que va desde su amigo André Gide hasta Petros Márkaris (“Stieg Larsson necesita 800 páginas para contar lo que Georges Simenon cuenta en 150 palabras”), pasando por Gabriel García Márquez, quien alguna vez dijo que El hombre en la calle era lo mejor que había leído en su vida, y, entre nosotros, Osvaldo Soriano, declarado fan.
En 2003, con motivo del centenario de su nacimiento, se generó una especie de revolución en Lieja, su ciudad natal, a partir de una inmensa muestra montada en una carpa de 25.000 metros cuadrados en donde se mostraban fotos de la familia Simenon, documentos oficiales del joven George (como un certificado del Collège Saint-Servais de Lieja donde estudió hasta 1918, año en que este gran autodidacta abandona definitivamente los estudios), algunos de sus primeros artículos publicados en la Gazette de Lieja donde empezó a trabajar a la temprana edad de 16 años, primeras ediciones de sus libros, manuscritos y esquemas llenos de fóbicos y apasionados lápices de colores, calendarios marcados, pipas, camisas de cuadros rojos, fotos del bautismo de su barco Ostrogoth además de su licencia para manejar sobre el agua y, entre otras cosas, una carta de su editor Fayard remarcándole que una de las escenas de Maigret le parece “inverosímil”. Al mismo tiempo, Tusquets hacía lo propio editando toda su obra con el detalle de un fósforo encendido en los lomos y cubiertas de los libros.
Este año se trató de recordar los veinte años que pasaron desde su muerte, para lo cual varias ciudades europeas –especialmente, París y Lausana, dos de los lugares emblemáticos en la vida de Simenon– programaron también diversos actos, debates, exposiciones y conferencias en honor al escritor fallecido a los 86 años. En París, por ejemplo, hubo una gran exposición del pintor Marc Taraskoff con 45 portadas originales de sus novelas, mientras que en Lausana hicieron una prolongada demostración de las técnicas utilizadas por la policía científica de esa ciudad, las cuales eran adoptadas por el propio comisario Maigret. Pero lo que tal vez sea más significativo, se acaba de publicar el Autodiccionario Simenon, una compilación de citas y proverbios del novelista belga, que el periodista francés Pierre Assouline ha rescatado de sus libros, correspondencia personal, conferencias o entrevistas. “Una nueva mirada sobre la vida y obra de Simenon” anuncia el autor, quien ya había escrito en 1992 una biografía.
LA FECUNDACION
Hay algo totalmente pantagruelesco en la obra de este autodenominado “anarquista cerebral” y sonámbulo que, aún hoy, sigue siendo uno de los autores más prolíficos, más traducidos y más adaptados al cine y a la televisión en todo el mundo. Un total de 192 novelas, 158 relatos cortos, varias obras autobiográficas y numerosos artículos y reportajes publicados dan fe de su extraordinaria fecundidad. Ya en materia de mercado, más de 550 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, traducidos a 55 lenguas y publicados en 44 países, convierten a Simenon en el autor europeo más vendido del siglo XX, después de Agatha Christie.
Una barata interpretación psicológica diría que la impresionante fecundidad con que Simenon gastó la punta de su lápiz compensó el dolor que le causaba la pésima relación que tenía con su madre quien, según los especialistas, lo prefería toda la vida a su hermano menor Christian, algo de lo cual se puede entrever en novelas como Pietr-le-Letton y Le Fond de la bouteille.
Sin embargo, podría decirse que Simenon fue un hombre afortunado con las mujeres. O eso dejó entender él mismo cuando, durante una conversación con Fellini a propósito de la película Casanova, confesó haber tenido sexo con treinta mil mujeres, aunque su segunda mujer limitó la cifra a “no más de mil doscientas”; y el propio director italiano hizo un homenaje a esa confesión en la película La ciudad de las mujeres. Entre las amantes conocidas de Simenon se cuenta, nada más y nada menos, que Josephine Baker, la reina de la noche del París de los años treinta.
Claro que entre tanto goce hubo más de una espina. No sólo porque Simenon pasó la mayor parte de su vida casado –contrajo matrimonio con su segunda mujer, la joven canadiense Denyse Ouimet, al día siguiente de divorciarse de la primera, la pintora Régine Renchon– sino también por el suicidio de su única hija Marie-Jo, que sufría problemas mentales al igual que su madre Denyse.
A eso habría que sumarle su unión con la italiana Teresa, una doncella que había ingresado en la casa de Lausana de los Simenon cuando la salud y el alcoholismo de Denyse eran incontrolables, y quien lo acompañaría durante los últimos años de su vida, además de sus innumerables affaires extramatrimoniales, gran parte de ellos con prostitutas.
Esa vida llena de polleras y, por ende, de problemas, como no podía ser de otra forma, le sirvió a Simenon como fuente de inspiración para sus obras, como Tres habitaciones en Manhattan (1946), donde recuerda su idilio con la secretaria canadiense que luego sería su esposa, o Carta a mi madre (1974), escrito cuatro años después del fallecimiento de su madre.
CIUDAD NATAL
Según John Simenon –hijo del escritor–, la ciudad natal de Georges siempre tuvo muchísima importancia en su literatura: “De hecho yo he conocido Lieja a través de sus obras. Para él la infancia fue muy importante, mi padre era como una esponja en aquella época, además su escritura era una forma de dar salida a sus inquietudes y a la falta de amor de su madre”, contó John. “Todo en su obra era biográfico. El decía que no tenía ni inspiración ni imaginación y que todo lo que escribía lo sacaba de la vida.”
Pedigree (1948) es la prueba cabal del testimonio de su hijo. Con más de 500 páginas de extensión, además de ser la más larga de sus novelas (la segunda es L’horloger d’Everton, de 1954, y hay que decir que la mayoría de sus libros son más bien breves) y la que más tiempo le llevó escribir, esta es la novela que menos depende de una intriga, la más autobiográfica, la más ligada a su infancia y adolescencia, y, sobre todo, la más anclada en la ciudad de Lieja. Con algo de novela popular, novela familiar, novela de educación, novela de clase y sátira de la pequeña burguesía de provincia, esta es sobre todo una canción de gesta sobre los pequeños personajes, la novela de una ciudad, la crónica emblemática de Lieja durante las primeras decádas del siglo XX.
Para muchos no sólo es su obra maestra sino también una de las novelas más acabadas de la literatura moderna.
NOMADES
“Yo no tengo de verdad ninguna nacionalidad: mi madre era mitad holandesa mitad alemana, mi padre mitad francés mitad valón. Me casé con una canadiense y muchos de mis hijos nacieron en EE.UU.” A tal punto fue nómada el espíritu de Simenon que parece pertenecer a una tradición de escritores en habla francesa que llega a nuestros días con el anteúltimo Nobel, J. M. Le Clézio. Si sus novelas hacen referencia a 1800 lugares en el mundo entero, podría decirse que más que bibliografía, la obra de Simenon constituye un gran mapa. Y fueron muchas las ciudades en las que el autor belga llegó a instalarse, como París, La Rochelle (Francia), Laurentienne (Canadá) o Lakeville (Estados Unidos) hasta que finalmente eligió Lausana (Suiza) para terminar su vida.
En 1928, después de pasearse en un pequeño barco por los ríos franceses, Simenon se saca el carné de capitán de barco y se hace a la mar con el Ostrogoth, un balandro de diez metros, y junto a Tigo, su primera esposa, emprenden rumbo hacia el gran Norte (Bélgica, los Países Bajos y el Cabo Norte). Es durante ese viaje que Simenon empieza una novela en la que aparece un tal Maigret.
Viajero infatigable pero antiturista –después de una larga travesía por el Mediterráneo, se embarca en un viaje alrededor del mundo entre 1934 y 1935– el propio Simenon declaró alguna vez: “Yo considero al turista como enemigo del mundo entero porque lo pervirtió absolutamente todo. Además generó que todas las ciudades se parezcan a todas las ciudades; ya sea en Francia, Argentina, Brasil, Perú o La India”.
Pero si hay una ciudad de total importancia en la vida de Simenon, además de su ciudad natal, esa es París. Simenon llega ahí en 1922 a los 19 años, luego de la muerte de su padre. Fascinado más por su bohemia que por su clasicismo, y más por sus zonas oscuras que por sus luces, Simenon hace de París la ciudad privilegiada y más presente de sus novelas y el lugar favorito de las investigaciones de Maigret.
“Muchos de los lugares que Simenon describe, sobre todo en los libros de los años cuarenta, desaparecían poco después. Ningún antropólogo cultural habría podido preservarlos mejor para la posteridad” dijo Lis Harris, un crítico del New Yorker.
La segunda ciudad más evocada en sus libros, luego de París, es La Rochelle, donde se instala desde 1932 a 1936. El contraste entre la visión positiva que Simenon tiene del paisaje y la visión negativa sobre la burguesía molestará a muchos de sus habitantes. Aunque, finalmente, en 1989, la ciudad le rendirá un homenaje al bautizar con su nombre al muelle situado al frente del de los Grandes Yates.
También en 1932 emprende un corto viaje de poco más de dos meses a Africa, un periplo suficiente para hacerse una idea definitiva sobre la colonización (belga, inglesa y francesa) y acumular una rica materia para muchas novelas y nouvelles: 600 fotografías de gran calidad y un reportaje bajo el título “La hora del negro” que apareció en el hebdomadario Voilá ese mismo año. Es en este viaje donde concibe la idea del hombre desnudo, fundamental en su obra porque determina que su carrera novelística sea la búsqueda del conocimiento del hombre tal como es, desembarazado de todo maquillaje social, cultural e intelectual bajo los cuales suele disimularse la condición humana. El mayor propósito de este viaje fue denunciar las mentiras de la propaganda colonialista y rechazar las seducciones del exotismo fácil. “La hora del negro” es, así, un panfleto violento contra la empresa colonialista y contra el estereotipo de un Africa lujurioso, alegre y colorido. Esa misma nota terminaba diciendo “Africa nos habla y nos dice mierda” en alusión a una publicidad de Citroen que decía “Africa nos habla”. El artículo generó la terrible paradoja de que le retiraran a Simenon, al gran viajero, por un tiempo, todas las visas por anticolonialista.
Ya convertido en un autor exitoso, Simenon se instala en 1933 en Porquerolles, la mayor isla del Mediterráneo francés, y los salvajes paisajes de la isla le inspiran cuatro novelas. Venía de abandonar Fayard para pasarse a Gallimard; en ese contexto de éxito busca una vuelta a la naturaleza. En ese lugar, la pesca será su principal pasatiempo.
Ya en 1945, Simenon se lanza a la conquista de Nueva York que también va a tener un lugar muy importante en su obra, sobre todo por el valor simbólico que adquiere sobre todo lo que es América. Descubre NY en dos o tres días durante fines de diciembre de 1934, una corta escala en su vuelta al mundo; y vuelve 15 años más tarde, el 10 de octubre de 1945.
Según muchos, en ese itinerario interminable, el último gran misterio de la vida de Simenon es el hecho de que si bien vivió sus últimos treinta años, desde 1957 hasta 1989, en Lausana (el lugar del mundo donde más años vivió), Suiza prácticamente no tiene ningún lugar en sus novelas.
MAIGRET C’EST MOI
Un párrafo aparte merece Jules Maigret. Simenon cuenta que él se encontraba en septiembre de 1929 en el pequeño puerto holandés de Delfzijl donde había dejado para arreglar su barco y ahí se le apareció el personaje como en una especie de iluminación. Pero muchos especialistas dijeron que no se trataba más que de una leyenda para envolver de mito al personaje, un personaje que no nació de golpe y porrazo sino más bien luego de un obsesivo y lento trabajo por parte del escritor. Lo cierto es que el comisario Maigret, uno de los grandes personajes de la literatura policial, apareció por primera vez en 1931 en la novela Pedro el Letón y se mantuvo hasta 1972, en Maigret y Monsieur Charles, durante setenta y cinco novelas y más de veintiocho novelas cortas. “Maigret y yo terminamos por parecernos un poco: pero soy incapaz de decir si es él que se fue pareciendo a mí o yo a él; es cierto que yo tomé algunas de sus manías y él algunas de las mías; muchos se preguntan por qué no tuvo hijos si siempre tuvo ganas. Esa es su gran nostalgia. Bueno, es porque cuando empecé a escribir las Maigret (escribí al menos 30 antes de tener un hijo) mi primera mujer no quería tener y me había hecho jurar, antes de casarnos, que no los tendríamos... Además yo envejecí más rápido que él; en su última reencarnación tiene 53 y medio, y cuando yo lo creé tenía ya 40 o 45; por lo que vivió 15 años mientras yo vivía casi 40; es decir que le di, sin saberlo, mis experiencias y él me dio su actividad. El es uno de los pocos personajes, si no el único, que tiene puntos de contacto conmigo, todos los otros son totalmente independientes de mí” confesó Simenon.
“El estilo de Maigret, de comprender y no juzgar, era el del propio Georges Simenon; tenía opiniones muy fuertes, que no cambiaba, pero tampoco juzgaba”, confirmó alguna vez su hijo, quien declaró que Maigret está inspirado en gente que su padre conoció, como su primer jefe en París, el escritor Binet-Valmer, o su abuelo, “el hombre que él siempre hubiera aspirado a ser, de vida calmada y tranquila”.
HUMANO, DEMASIADO HUMANO
Uno de los grandes misterios en la vida de Georges Simenon, a quien le gustaba decir que “la vida de cada hombre es una novela”, es su ideología. Si bien de muchas entrevistas y de ese panfleto anticolonialista puede leerse un marcado interés hacia lo humano, abundan los rumores de que fue colaboracionista. Según algunos, sólo se trató de un gran malentendido debido a una serie de desgraciadas coincidencias (como su permanencia en Francia durante la ocupación nazi, sus contactos con la extrema derecha francesa y la filiación hitleriana de su hermano menor) lo que provocó una acusación de colaboracionista que le llevó a autoexiliarse durante algunos años en los Estados Unidos. El episodio empezó en 1944, cuando Simenon se instala en Francia y recibe una orden de detención, un episodio kafkiano que lo tendrá en vilo durante más de siete meses; la detención tenía que ver con los rumores de que había servido a la causa alemana publicando novelas en periódicos colaboracionistas y cediendo los derechos a una sociedad de capitales alemanes.
Por otro lado es innegable la insistencia de sus libros en lo que refiere al sufrimiento humano.
En Los crímenes de mis amigos (1938), por ejemplo, un libro insólito con algo de crónica, reportaje y ficción, postula una pregunta que se vuelve leitmotiv de su obra: ¿cómo nace un asesino? Algo que retoma en Carta a mi juez (1946), un maravilloso trabajo cuyo desconocimiento marca a las claras que todavía no hubo una lectura profunda de Simenon capaz de sumergirse en la profundidad de su obra y rescatar los mejores libros. En esa novela, el especialista en policiales, y de quien todos dicen que tiene un estilo sin estilo; medido, económico, sobrio y falto de humor, hace decir al protagonista (un preso que decide contarle a su juez los motivos de su homicidio) que el amor es la necesidad de comunicarse consigo mismo y con el otro, porque uno se encuentra tan maravillado, tiene tal seguridad de estar viviendo un milagro, tanto miedo de perder algo que jamás había esperado, que la suerte no le debía y quizás le dio por distracción, que a todas horas se experimenta la necesidad de tranquilizarse y, para tranquilizarse, de comprender”.
Simenon contaba que por capítulo escrito bajaba 800 gramos y por novela 5 kilos que los recuperaba en menos de un mes. “Cuando uno escribe así, dejás de pensar en expresar ideas, uno piensa en mantener el estado de gracia, un estado completo de vacío de sí mismo para ser el otro. Desde los 15 o 16 años, tuve curiosidad por el hombre y por la diferencia entre el hombre vestido y el hombre desnudo; el hombre tal como es y el hombre tal como se muestra en público, e incluso tal como se mira al espejo. Todas mis novelas, toda mi vida no han sido más que una búsqueda del hombre desnudo.”
fuente:pagina12.com.ar http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com