30.10.13

Cómo escribir una novela negra

Me acerqué a este manual de creación literaria gracias a un amigo

Portada de Cómo escribir
una novela
, de Óscar Urra./librosdelreplicante.blogspot.com

El interesante título -y juguetón en la forma, puesto que aparece en la portada con caracteres azules menos en la última palabra- ya muestra la intención didáctica del autor, Oscar Urra, novelista del subgénero que comenta.
Este librito -editado por Fragua a inicios de 2013- consta de ciento veinticuatro páginas contenidas en un pequeño formato. Limitado espacio para presentar directrices y reflexiones en torno a la novela negra. Sin embargo, Óscar Urra dirige, de manera amena, al lector por un recorrido que va desde la discusión sobre la nomenclatura hasta el comentario de una obra, pasando por propuestas  de actividades muy prácticas.
Nos confiesa que cuando le encargaron esta obra su primera respuesta fue una tajante negativa, ya que no se consideraba con la autoridad necesaria para hablar sobre el tema (debéis leer sus obras para percibir que no es un pensamiento acertado). A esto se sumaba la sorpresa que le suscitó la petición, "como si de una receta de cocina o del montaje de una tienda se tratase".
Tras recordar que el término "negra" se refiere a obras de estilo diferente, Óscar Urra hace un comentario que me ha encantado y que, aunque entre paréntesis, resulta muy valioso: "el entretenimiento se sobrentiende en cualquier narración literaria, y por tanto hay que darlo por supuesto, entre otras cosas porque el lector también lo presupone". Lo que me lleva a recordar la moda de obras que se centran demasiado en el entretenimiento y olvidan la verosimilitud.
A continuación indica que la novela negra posee una serie de tópicos (trama, diálogo y personajes) que se hacen diferentes según el estilo propio del autor. He de confesar que creo que esto se da en todos los subgéneros.
A partir de aquí Óscar Urra hace un recorrido por los elementos constitutivos de la novela negra: la trama (lo que considera menos original, pero explica pautas para diseñarla de manera correcta y efectiva, atendiendo a la voz narrativa, a la estructura cronológica); la importancia del inicio de la obra , especialmente porque algunos lectores se basan en eso para elegir o no una obra (trama, estilo); la construcción de personajes; la acción (hace referencia a la relación del cine y la novela negra, dando lugar al hecho de que muchos actualmente pretenden hacer novela pensando en el cine, "en detrimento de los procedimientos propios de la literatura;   (...) ésta (la novela) se ha hecho más plana"); el ambiente, que "es el verdadero mapa emocional de una novela, y, por la fuerza y la sugestión de los espacios en que se mueven sus protagonistas, con mayor motivo en la novela negra (...) por ello, mostrar cómo funciona, o mejor, cómo hacer funcionar la atmósfera de un relato se antoja tarea complicada" (pero lo consigue y muy bien).
Óscar Urra en la Feria del Libro de Madrid


Todo ello acompañado por sugerencias y pautas para crearlos así como actividades prácticas y multitud de ejemplos extraídos de novelas del género: El hombre demolido, La extraordinarias aventuras del comandante Brown, La niña que hacía llorar a la gente, Con las mujeres nunca se sabe, El ángel triste, la saga creada por Vázquez Montalbán...

Al final, para mostrar que este tipo de novela puede ser también una obra maestra, hace un breve comentario literario de 1280 almas, de Jim Thompson.

En definitiva, un librito que ni los amantes del género ni de la literatura en general pueden dejar escapar.
Cómo escribir una novela negra.
Óscar Urra.
Editorial Fragua

29.10.13

Vargas: "La novela negra es el niño malo de la literatura. Igual que yo"

La escritora francesa, broche final de lujo para Getafe Negro, ofrece una improvisada y animada charla en el Instituto Francés de Madrid. "Me gustan los invisibles de la sociedad. Descubro en ellos la humanidad que nadie ve"

Fred Vargas puso el broche final a Getafe Negro./Alberto Morante./elcultural.es
A Fred Vargas (París, 1957) no le gustan los encuentros y menos con periodistas. “Siempre me hacen preguntas que soy incapaz de responder. Nunca sé las respuestas, pero, claro, tampoco es plan de decir no sé, no sé, no sé”. Llamada “la Dama Negra”, es una de las escritoras más consideradas en el género de la novela negra, sus libros han sido publicados en cuarenta países y ella apenas acepta reunirse en “petit comité” en la cafetería del Instituto Francés de Madrid. Allí están Ofelia Grande, editora de Siruela, que publica sus libros, Teodoro Sacristán, director de la Feria del Libro de Madrid, y un puñado reducido de franceses y de gente del mundo cultural. 
Fred Vargas era arqueóloga. Para liberarse de las exigencias de su trabajo, empezó a escribir en verano y terminó su primera novela en 21 días. “Mis novelas las he escrito todas en tres semanas. De un tirón. Luego, claro, tardo un año en corregirlas y lo que más tiempo me lleva es la musicalidad”.
Ha venido al Festival de Getafe Negro que este año está dedicado a la corrupción. ¿Qué quiere Usted decir con sus libros? le preguntan. “Yo no pretendo decir nada. Es más, nunca calculo lo que voy a escribir. Los personajes, las ideas, las situaciones, llegan a mí, se imponen. Me esfuerzo por expulsarlos de mi cabeza, pero algún personaje se queda. A veces son incompatibles entre ellos. Veo entonces desfilar a estos seres. La película se desarrolla delante de mis ojos y lo único que hago es ir tras ellos, lo más rápido posible, para que no se me escape nada. ¿Pero inventar? Yo no invento nada.”
Su primera novela Los juegos del amor y de la muerte ganó el Premio del Festival de Cognac en 1986. Tras el éxito, deja un año su trabajo como científica y se dedica a escribir. El problema, según sus palabras, llegó con el éxito. Publicada en 40 países, dato que Vargas dice con una mueca de horror, simplemente porque echa de menos el anonimato. “Nunca he escrito para alcanzar el éxito. Ni siquiera para escribir en sí, sino para jugar”. Por eso, asegura “soy incapaz de hablar sobre mis escritos. Si quiere le hablo durante horas sobre la Peste en la Edad Media que fue el tema de mi tesis doctoral, pero de mis novelas, no tengo ni idea qué decir”.
¿Por qué elige usted escribir novela negra? “Quizá por ser el niño malo de la literatura. Yo también me identifico con esta imagen. Nunca he sido capaz de llevar zapatos normales. Estar al margen me va mucho mejor”. Y quizá también por eso los personajes de Fluye el Sena son clochards. “Me atrae la gente ‘marginal' de la sociedad. Los llamo los ‘invisibles' porque lo son para la inmensa mayoría. Yo trato de buscar su humanidad, esa que nadie ve, y los coloco en el lugar protagonista. Hablan con mucho más realismo y espontaneidad que los demás. Tienen una capacidad de entender las cosas de un modo diferente. Ven cosas que nadie ve, aunque luego los otros personajes, incluso el lector, las entiende de forma diferente”.
¿Es una forma de hablar de los problemas sociales? Le preguntan entre el público. “En absoluto. En mis novelas no pretendo transmitir ningún mensaje. ¡Ya me paso el día reflexionando para mi trabajo de científica en el CNRS como para querer reflexionar a la hora de escribir! No creo que una novela sea el lugar para hacer pasar mensajes políticos. Para eso hay otros medios como el periodismo o el ensayo. En la ficción no funciona. En El Rojo y el Negro de Stendhal, por ejemplo, el personaje va a una reunión política y luego cuenta lo que ha oído. Era un periodo en Francia muy complicado entre los Bonapartistas, las Revoluciones, la Restauración, etc., y ¿sabe usted lo que escribe Stendhal en su novela? Una línea de puntos suspensivos. Su editor le envía una carta pidiéndole que por favor redacte algo de historia, que eso gusta mucho a los lectores, y Stendhal, en la correspondencia, le responde que de ninguna manera, que él quiere mantener los puntos suspensivos. Stendhal añade: ‘la política es una piedra sujeta al cuello de la literatura'.”
Ese impulso que conduce a Fred Vargas a escribir durante las tres primeras semanas corresponde al inconsciente y no a una necesidad de “decir algo”. “Me gusta esa capacidad que tiene la mente de dejar entrar las ideas sin contaminarse por la razón. No calculo jamás lo que voy a escribir. Nunca fui educada por mis padres, sino por una cuidadora mayor que venía del campo. Su forma de hablarme, con un lenguaje simple, claro, es la que revive en mis textos. Esa musicalidad es la que busco”. 
La dificultad vino luego, cuando se dio cuenta de que, además de un juego, la novela policiaca tenía unas reglas muy marcadas. “Tienes que saber quien es el asesino desde el principio y tiene que aparecer en las primeras páginas. Además, un lector, si se aburre en una página, tira al suelo la novela negra y se olvida. A una novela digamos ‘blanca', le permites descripciones y algunas páginas más aburridas que otras. Eso es impensable en la novela policiaca”.
Gran lectora de estas historias, Vargas confiesa que devora todo lo que se publica en el género. “Cuando era pequeña, mi padre, que era un escritor surrealista, prohibió la entrada en casa de estas novelas. Quizá por eso, por transgredir, yo me aficioné de niña a ellas. Desde entonces leo con verdadero desenfreno. Leo. Releo. La novela policiaca actual. La de los años cincuenta. Comparo. Deduzco. Analizo los cambios
Fred Vargas atribuye el éxito de la novela negra a una necesidad catártica del hombre. “¿De dónde viene el mal? ¿Dónde está? Desde hace miles de años el ser humano se interroga sobre ello. La resolución simbólica a la que llega con este tipo de novelas le hace sentirse mejor y dominar su angustia vital. Para mí esto es mucho más eficaz que dar lecciones”, sentencia. El fin de semana concluye para Fred Vargas en Getafe Negro, donde ha participado en una mesa redonda para analizarla novela negra francesa y ha firmado ejemplares de sus libros. Un broche final de lujo para el festival.

24.10.13

Salem : "La crisis es el crimen perfecto: todos sabemos quién es el asesino y no va a ir preso"

Getafe Negro

Carlos Salem y Marta Sanz./elpais.com

Iba a ser una mesa redonda sobre la actualidad del género negro en español, pero la realidad en España y en el mundo es más negra que cualquier género y se ha colado en los discursos de los cuatro escritores que esta mañana debatían en el Getafe Negro: Marta Sanz, Carlos Salem, Marcelo Luján y Juan Soto Ivars.
Entre risas, guiños, indirectas y muchas referencias cruzadas, los cuatro autores han repasado algunas claves del género, han hablado del mal (así, a las 10 de la mañana), de los nuevos crímenes surgidos de la crisis, del maniqueísmo de creer que siempre hay buenos y malos, de los clichés y del peligro de que el género y los autores negrocriminales se acomoden.
Pero, sobre todo, del gran relato de la crisis, de cómo el género tiene que abordarla, de si ya es la hora de tirarse a por ella y de cómo hacerlo. Una charla esclarecedora y divertida que, como toda buena conversación, deja más preguntas que respuestas y que podría haberse alargado, había dos porteños, hasta la hora de comer. Más sobre Getafe Negro.
“La crisis es el crimen perfecto porque todos sabemos quién es el asesino y no va a ir preso. La culpa no es nuestra. La realidad es un paisaje que se está llenando de locales vacíos, de talleres abandonados, de edificios a medio construir. Esto propiciará nuevos crímenes. Y más. En Argentina la crisis ha dejado una huella moral. Los crímenes de la dictadura son, imperdonables, de paredón; los crímenes de económicos han dado lugar a una corrupción moral terrible. La realidad en España ya es una novela negra”. Quien despedaza así la realidad y deja preparado el campo para que se hable de cómo reflejar ese horror en el género negro es Carlos Salem (Buenos Aires, 1959). El autor de Matar y guardar la ropa (Salto de Página)  no quiere que dejar lugar a la duda: “El asesino, el mal, es el sistema”.
Pero, cuidado, “el sistema somos todos”, contrarresta Marta Sanz (Madrid, 1967). La autora de Black Black Black (Anagrama), siempre buscando la forma de forzar los márgenes nunca definidos del género, avisa: “Lo mejor de la novela negra es la capacidad para visibilizar las zonas más oscuras y molestas de la sociedad en la que vivimos. Esta capacidad se está banalizando porque los autores optan por estructuras narrativas muy gastadas que no le presentan ningún problema al lector. Yo me planteo una literatura negra que pueda molestar al lector, meterle el dedo en el ojo”.
Pregunta recurrente que se cuela, como la negra realidad, cada vez que se juntan varios escritores del género en torno a una mesa ¿Dónde se mueve el género? ¿Cuáles son sus límites? Dos paradojas para responder. La primera, la que propone Marcelo Luján (Buenos Aires, 1973). Es decir, mirar atrás para entender el género hoy, ver que lo negro es lo trágico: “¿Hay algo más negro que la tragedia, que la tragedia griega, que Edipo Rey?” lanza retador.  “El género está absorbiendo otros como la novela urbana y eso está muy bien” añade el autor de Moravia (El Aleph) y ganador en 2009 del Premio Novela Negra de Getafe con La mala espera (Edaf).
La segunda, de Marta Sanz: Daniel Astor y la caja negra (Anagrama) su última obra, no es una novela negra, es más bien rosa y, sin embargo es la que más negrura tiene. Cosas del género más transversal de la literatura.
Vuelta a la crisis: novela negra, crítica y panfleto
“La crisis ha sido suficientemente larga y dura como para que la crítica social ocupe al género. La novela negra permite a la novela política no convertirse en un panfleto”, asegura Juan Soto Ivars (Águilas, 1985), que sí es partidario de atacar ya el gran tema de la crisis y tratarlo en el género. El autor de Ajedrez para un detective novato (Algaida, premio Ateneo Joven de Sevilla) cita a Valle Inclán y su Luces de Bohemia para justificarlo.
No lo ven así los otros miembros de la mesa, que creen que hace falta tiempo, distancia. Marta Sanz: “Tenemos que cuidarnos mucho para que la crisis no se convierta en merchandising, en algo parecido a la cara del Ché en las camisetas. Los buenos relatos de la crisis surgirán, dentro y fuera del género, más tarde. Este es el peor momento para enfangarse en la crisis. La tenemos todos demasiado a flor de piel,  hay demasiada poca distancia”.
Igual no es el momento de ese gran relato de ficción sobre la crisis, aunque hay pruebas patentes de que se puede hacer (el gran Rafael Chirbes, por ejemplo), pero desde luego es el gran tema de conversación en torno al género criminal y vuelve, persistente. “Hay algo flotando en el aire en España que, lamentablemente, nosotros ya vivimos en Argentina”, avisa Luján, autor entre varios géneros, ciudadano entre Argentina y España, donde llegó hace 12 años.
Esta realidad va a generar conflictos y nuevos crímenes: otro tipo de ladrones, otro tipo de asesinos, auge del acoso laboral, sexual y cualquier forma de abuso que se aproveche del miedo de la gente cotidiana a perder lo poco que tiene, alerta Salem, que remata: “Aquí no hay buenos y malos. Buenos no somos ninguno”. “Si, pero tengo muy claro quién representa el mal” contrarresta Luján antes de meterse en una discusión sobre la realidad argentina que amenaza con monopolizar lo que quedaba de charla.
Para rematar, Soto Ivars apunta a lo que viene, nuevas amenazas, nuevos tipos de mal y habla de la furia y del odio expresado por la gente en Twitter. “Soy amoral. Quiero a gente que es mala. Huyo de dar a los malos justificaciones. Me interesa más el mal como banalización. Si la novela negra ha perdido algo con el teléfono móvil, ha ganado algo con Internet, con la suma de voluntades a través de las redes sociales. Hay un odio distinto, propio del siglo XX”.

18.10.13

Vigencia y actualidad de la novela negra

Getafe Negro

Presentación de la VI edición de GetafeNegro./elmundo.es
Desde que en 2010 el poeta Alejandro Pedregosa se diera conocer como autor de novela negra con 'Un extraño lugar para morir', todas sus ficciones adscritas a este género han sobresalido por su carácter costumbrista y por las dimensiones que adquieren en la narración sus escenarios.
Narrador por partida doble, el cineasta Fernando Cámara ha sido galardonado este mismo año con el Premio García Pavón por su novela 'Con todo el odio de nuestro corazón'. Por su parte, Alexis Ravelo, con 'La última tumba', fue merecedor del Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe.
Carlos Castán compagina la crítica con la escritura de relatos breves, su primera novela es negra, lleva por título 'La mala luz' y llegará a las librerías el próximo día 22.
Todos ellos, moderados por Montserrat Iglesias, directora de cultura del Instituto Cervantes, debatieron este jueves sobre la actualidad nacional e internacional de la novela negra. Aunque la mesa redonda tuvo lugar en la sede madrileña del Cervantes, fue la convocatoria que inauguró la nueva edición de Getafe Negro. Y es que, en su sexta edición, la cita ha trascendido su ciudad de origen para convertirse en el festival de novela policíaca de Madrid.
Para Lorenzo Silva, comisario del festival, los cuatro autores reunidos ayer son la demostración de que "la novela negra española está muy viva y tiene una gran calidad". Pero además, el género es una de las mejores plataformas para acercarse a la actualidad. De hecho, en esta sexta edición de Getafe Negro, se tratarán de los retratos del espionaje, la corrupción o el lado oscuro del fútbol implícitos en algunos de los últimos títulos.
Aunque 'Con todo el odio de nuestro corazón' ha sido calificada por algunos lectores como una ficción distópica por presentar un paisaje apocalíptico sobre el empobrecimiento al que asiste nuestra sociedad, Cámara es conciso y claro sobre las causas que le llevaron a escribir novela negra: "La sociedad me ha obligado. Antes me dedicaba al terror y he pasado al terrorismo social porque hablo de los políticos. Es imposible ser impermeable a lo que está ocurriendo. A ver si eso de que la pluma vale más que la espada es cierto".
A diferencia del resto de sus compañeros de mesa, que llegaron al relato criminal tras publicar con anterioridad otra clase de narraciones, e incluso versos -tal es el caso de Pedregosa-, Castán se ha dado a conocer como novelista con una ficción negra directamente. "No sé si será una novela negra al uso. Pero para los temas que quería tratar -lo que queda de una historia cuando esta historia ha muerto- me servía la estructura de un crimen. Los auntos que me interesaban son objeto de una investigación policial".
"Mi crímenes nacen de un afán itinerante, de ver cómo se mueven los microcosmos de los diferentes sitios", explica Alejandro Pedregosa. Así, cuando llegó a Pamplona, le llamó la atención cómo una sociedad cuyo espectro ideológico va "del Opus Dei al independentismo radical" se homogeneizaba con la llegada los sanfermines. "Si alguien cometiera un crimen y la policía preguntara quién lo había hecho, sólo podrían contestar que alguien que iba vestido de blanco y con un pañuelo rojo al cuello". Dentro de esta misma inquietud, su última propuesta tiene las protestas del 15-M madrileño como telón de fondo.
Alexis Ravelo buscó su inspiración en la zona patibularia de Las Palmas. "Quería contar mi ciudad y sus lugares más conflictivos desde diferentes puntos de vista, desde el sociológico hasta el psicológico. Además, quería hacerlo mediante un género que guste al público".
Aunque por diferentes caminos, todos los exponentes del relato criminal español último coincidieron en señalar que la pujanza y la actualidad de la novela negra radican en que es el género donde puedes "contar todas las verdades que tú quieras añadiendo una trama".

11.10.13

'Cuesta abajo': Harry Bosch no se rinde, Harry Bosch no cambia

“Harry Bosch es un individuo que camina por una cuerda floja bajo la cual se abre un abismo. Sus misiones lo llevan a penetrar en el lado oscuro de los seres humanos. Como este es su trabajo diario, debe valorar cuánta de esa oscuridad está dispuesto a absorber y cómo va a arreglárselas para mantenerse a salvo, de cara a evitar que su corazón se ennegrezca y se enfríe. Este es el quid de toda la serie: moverse por las tinieblas sin que te aspiren”. Así define el maestro Michael Connelly (Filadelfia, 1956) la relación de su gran personaje con el mal y la oscuridad. Y con la búsqueda diaria de la esperanza en el ser humano

Michael Connelly en Barcelona en 2009./Carles Ribas./elpais.com
Esta lucha y esta búsqueda resumen la grandeza de Cuesta abajo (RBA, traducción de Antonio Padilla), novela del escritor estadounidense que llegó ayer a las librerías españolas. Una obra con todas las virtudes de los buenos libros del autor, una novela que no te deja respirar, una exhibición de sabiduría sobre el trabajo policial y el politiqueo lamentable que se esconde detrás pero, sobre todo, una historia que lleva a Harry Bosch al límite, una obra brutal sobre lo dolorosamente irremediable que es el mal.
A nuestro querido Harry Bosch ya le dedicamos dos entradas en blog que recomiendo a todo el que no las haya leído: las 10 razones para amarle (que podrían ser 100) y una reflexión sobre su amor por el jazz.
Harry Bosch ha llegado a los sesenta y tiene fecha de caducidad: en 39 meses dejará de ser policía y la idea no le entusiasma. Tampoco le quita ni un ápice de fuerza para seguir enganchado a su trabajo, a la búsqueda de la verdad en la Unidad de Casos Abiertos / No resueltos de la polícia de Los Ángeles. En un día le llegan dos casos. Por un lado, un asunto antiguo, unas muestras de ADN que ponen Bosch y a su compañero David Chu ante un imposible: que un niño de ocho años violara y asesinara en 1989 a una joven. Por otro lado, Irving Irving, concejal de la ciudad y Némesis de Bosch se empeña en que sea nuestro querido detective quien investigue la reciente muerte de su hijo, en principio un suicidio evidente pero que el poderoso político está empeñado en demostrar que no lo es.
¿Por qué Bosch, si lleva media vida enfrentado a Irving? Porque el concejal odia al detective pero sabe que es el único al que le motiva una sola cosa: la verdad. Es el único que se mueve por un principio sagrado: “Si importa una víctima, importan todas”. Aunque sea el hijo de su enemigo, aunque la víctima sea una rata trepa y miserable, guiado por esa máxima, Bosch es capaz de trabajar para el hombre que trató de destruirlo.
A partir de aquí se desarrolla una trama trepidante (y el adjetivo no es en vano) en la que dos casos se cruzan y en la que Bosch se lanza a pecho descubierto por encima de jerarquías, nunca le han gustado, intereses políticos y hasta su propia integridad mental. “Al ponerle a trabajar en dos casos de manera simultánea trataba de mostrar la realidad del trabajo policial”, aseguraba Connelly en una entrevista que se puede ver íntegra más abajo.
Bajo una cantidad inmensa de presiones, Bosch trata de investigar el caso de la violación, en el que sin querer se va sumergiendo en un mundo horrible y tenebroso de depravación, muerte y abusos, y aclarar qué ha ocurrido con el hijo del concejal. En un momento dado, explota ante su ex compañera Kiz Rider, ahora teniente y próxima a las altas esferas, otra de las relaciones personales del policía que se resienten cuando éste vuelve a poner su honestidad y su integridad por encima de cualquier cosa. Así es el diálogo:
- Harry, soy yo, Kiz. ¿Por qué me estás hablando de esta manera?
- “¿Por qué ? Quizás porque estoy harto de las intrusiones políticas en mi trabajo. ¿No te parece? Voy a decirte una cosa. Tengo otro caso entre manos: el de una chica de 19 años a la que violaron y dejaron muerta en las rocas de la marina. Los cangrejos se estuvieron alimentando de su cuerpo. Es curioso, pero nadie del Ayuntamiento me ha llamado en relación con este otro caso”. 
Harry sabe que existe el mal. Lucha contra él, no le perdona, trata de que no salga impune. Es partidario de la pena de muerte y no puede ni quiere evitarlo. Ha visto demasiado. En un momento especialmente duro, cerca de la frustración pero sin bajar del todo los brazos asegura:
“Mi función es la de presentarme más bien cuando las cosas ya han pasado, para limpiar un poco los desperfectos. Lo que yo sé es que en este mundo existe el mal. Lo he visto. De lo que no estoy seguro es de donde procede”.
Esta reflexión la hace ante Hannah Stone, psicóloga que ayuda a delincuentes sexuales a reinsertarse en la sociedad y con la que Harry trata de tener una relación. Pero, como siempre, las heridas que arrastra el personaje lo hacen todo muy difícil.
Su hija Maddie, que ya tiene 15 años y vive con él, completa la parte personal del libro, que no se abandona en ningún momento y que nos muestra a un Bosch todavía más complejo, más taciturno, más preocupado. Se puede decir que el bienestar de su hija, una chica madura y responsable, un gran personaje, es su única preocupación auténtica fuera del trabajo.
Bosch está cansado pero Connelly tiene planes para él. Esta novela es anterior a La caja negra, con la que ganó el RBA de novela en 2012. La serie (de la que Roca publicó varios episodios antes de estos dos libros) continuará. En una entrevista en la revista francesa Alibi, Connelly aseguraba: “Le va a pasar algo importante, pero todavía no sé el qué. Eso sí, les aseguro que no tengo intención de matarlo”.
La novela sigue teniendo las eternas virtudes de los libros de Connelly que le han llevado a vender 45 millones de ejemplares en todo el mundo. Se lee de una sentada; no tiene artificios, ni en el lenguaje, ni en la estructura; el trabajo policial está descrito con una minuciosidad deliciosa. Entre todas las cosas maravillosas, hay una que me encanta:  volvemos a pasar ratos en la magnífica terraza de la casa del detective, escuchando a Frank Morgan, mirando al tráfico de Los Ángeles, imparable, lejano pero siempre presente. Como el mal.

3.10.13

John Le Carré, 50 años de espías

Lee el primer capítulo de Una verdad delicada

John Le Carré, en su casa de Cornualles. /Carles Ribas./elpais.com
Por primera vez en mucho tiempo, John Le Carré se dejó ver en público la pasada primavera, en el Hay Festival británico. Sus comparecencias en salones literarios no son nada habituales, pero incluso para alguien al que le gusta esconderse como a él, esta vez era muy difícil escaparse: tenía una nueva novela, Una verdad delicada, que mañana edita en castellano Plaza y Janés (puedes leer AQUÍ  el primer capítulo), y se cumplían 50 años de su primera incursión en la literatura, con El espía que surgió del frío, un libro que le haría cambiar de oficio, de nombre y que transformaría la novela europea. "¿Qué he aprendido en estos 50 años?", se preguntaba en un artículo reciente publicado por el diario británico The Guardian. "Si me veo obligado a pensar en ello, no mucho. Salvo que la moralidad del mundo secreto no es muy diferente de la nuestra".
Hay cosas que no han cambiado en estos cincuenta años en el universo literario de Le Carré, de 81 años, una época durante la que ha acabado la guerra fría y se ha derrumbado el Muro de Berlín: ha publicado 23 novelas, al ritmo de un libro cada dos años, y siempre ha estado muy pendiente del mundo en el que vive. Es un escritor que prefiere esconderse, porque observar forma parte de su oficio, pero no vive en absoluto encerrado en sus casas de Cornualles o del barrio londinense de Hampstead: sigue comiendo con espías, informándose, y no solo a través de la lectura de diarios. Una verdad delicada es una nueva demostración de su capacidad para construir tramas y personajes pero sobre todo para mostrarnos aquello que preferimos ignorar en nuestro mundo. Es mejor no dar pistas sobre su trama, salvo que arranca en Gibraltar y que es uno de sus grandes libros.
En este link puede escucharse la comparecencia de John Le Carré en el Hay Festival. Dura una hora y media (en inglés).
LEE AQUÍ EL PRIMER CAPÍTULO DE 'UNA VERDAD DELICADA', de John Le Carré

2.10.13

Mafia, África y piratas en la obra póstuma de Elmore Leonard

En Yibuti, una de las pocas novelas de Leonard que no transcurre en EE UU, se sirve de Dara Barr, una afamada directora de documentales, para trasladarse al cuerno de África, con su admirado ayudante de cámara y lobo de mar,Xavier Lebo, para contar qué hay alrededor de los piratas somalíes que secuestran barcos

Yibuti novela póstuma de Elmore Leonard./elpais.com
 
Si alguien podía contar ese oscuro mundo que se mueve alrededor de los piratas en aguas de Somalia ese era Elmore Leonard (Nueva Orleans, 1925- Detroit , 2013), el gran novelista americano fallecido el  pasado 20 de agosto.
Su última obra Yibuti llega ahora a España de la mano de Alianza Editorial (Traducción de Catalina Martínez Muñoz). Desde la primera página, sus diálogos, clave en la obra de Leonard, impresionan. No hay respiro y te introduce en la trama sin anestesia. El autor te presenta a los personajes y desde las primeras líneas ya empiezan las dudas del lector sobre quién será el malo de la historia o el peor.
De este maestro del género negro ya publicamos un gran homenaje de Guillermo Altares
En Yibuti, una de las pocas novelas de Leonard que no transcurre en EE UU, se sirve de Dara Barr, una afamada directora de documentales, para trasladarse al cuerno de África, con su admirado ayudante de cámara y lobo de mar,Xavier Lebo, para contar qué hay alrededor de los piratas somalíes que secuestran barcos.
Leonard nació en Nueva Orleans pero se trasladó a vivir a Detroit donde murió a los 87 años. Su carrera literaria empezó con novelas del Oeste, la primera de ellas, ‘El agente apache',  vendida por 90 dólares. Toda su vida hizo lo que más le gustaba, escribir e inventarse personajes, que han sido memorables a lo largo de toda su obra, tan cinematográficos que han acabado en cine o televisión. Todavía hoy se exhibe en España en Canal 13, Justified, serie basada en el marshall Rayland Givens y que ha contado con gran éxito de público y de crítica.
Leonard era un hombre disciplinado en su trabajo. Escribía a mano todos los días durante ocho horas diarias y eso le permitió escribir casi una novela por año de una América perdida y desconocida. Cuando Detroit perdió la base industrial los delincuentes que habitaban en esa zona se trasladaron al sur de Florida, lugar que él conocía bien porque había pasado largas temporadas, en las que vio incluso cómo la zona cambiaba con la llegada de los inmigrantes de Cuba o Colombia.
Elmore Leonard, que había nacido en el primer cuarto del siglo XX, ya no soportaba contestar a aquellos que le preguntaba por su éxito literario, hasta tal punto que en 2001 escribió un decálogo memorable para The New York Times,  imprescindible para todos aquellos que crean que escribir un libro lo puede hacer cualquiera.