31.12.09

¡Bienvenidos a El Año del Tigre!

¡Póngale sus colores favoritos y sus rayas, a el Tigre, para que en su Año se dé garra!



¡Feliz y próspero 2010!

Les desea

El Sueño del Perro: la Novela (des) esperada

24.12.09

¡FELIZ NAVIDAD, PRÓSPERO AÑO 2010!

COMO LA LLAMA DE ESTA VELA, ESTÉ ENCENDIDA SIEMPRE LA ESPERANZA, QUE NO ES SINO EL MILAGRO DE LA VIDA, PARA CONTINUAR LA ESCRITURA ENTRE LA PIEL Y EL PAPEL...CON LA PERENNE BÚSQUEDA INCANSABLE DE LA FELICIDAD!


¡FELICES FIESTAS!



LES DESEA



MARCELO DEL CASTILLO

21.12.09

RBA pone en marcha una web dedicada al género de la novela negra

La nueva página nace como "plataforma digital donde se recogen noticias, entrevistas, críticas y opiniones" sobre este género literario.

El detective clásico: arquetipo de la novela negra clásica. fUENTE La Vanguardia

La editorial RBA ha puesto en marcha una web (http://serienegra.es/) dedicada al género de la novela negra. A instancias de la editora Anike Lapointe RBA creó en 2001 la colección Serie Negra, un ambicioso sello con un nombre que era un indisimulado homenaje a la Série Noire, de la editorial francesa Gallimard.

Seis años después, la editorial barcelonesa impulsó el Premio Internacional de Novela Negra RBA, que desde entonces han ganado grandes especialistas del género como el español Francisco González Ledesma, el italiano Andrea Camilleri y el británico Philip Kerr. La nueva página web nace, según RBA, como "plataforma digital donde se recogen noticias, entrevistas, críticas y opiniones para saber más sobre la novela negra". Será también un espacio para descubrir nuevas joyas del género y compartir la opinión con otros lectores. Anik Lapointe ha explicado que esta página web confirma la apuesta de RBA por el género, "una apuesta que comenzó hace más de diez años con la publicación del primer libro de la Serie Negra, Black and Blue de Ian Rankin, y desde entonces hemos publicado más de 120 títulos". Aunque en primera instancia la web se alimentará con el fondo editorial de RBA, "nuestra intención es que todos los amantes de la novela negra participen en este proyecto y por eso abrimos nuestras puertas a todos aquellos apasionados del género que quieran colaborar hablándonos de sus lecturas y de sus descubrimientos", ha dicho Lapointe.

La editora ha revelado que "además de información sobre autores y títulos del género, clásicos o actuales, incluiremos las críticas más destacadas que han recibido cada uno de ellos, las noticias más relevantes de interés para el lector, entrevistas, enlaces, festivales de novela y cine negro, la programación televisiva y cinematográfica especializada, y reportajes especiales dedicados a los apasionados de la novela negra.

14.12.09

"Larsson es patológicamente malo"

La exitosa autora de novela negra Donna Leon arremete contra el escritor sueco

La escritora Donna Leon.- CARLES RIBAS
Donna Leon (Nueva Jersey, 1942) es pequeña, delgada, vigorosa y dicharachera a partes iguales. La autora de novela negra, madre de la saga del comisario Guido Brunetti -cuya vigésima aventura empezará a preparar en septiem-bre-, arrancó ayer en la Universidad Menéndez Pelayo el curso Escribiendo novela policiaca, que ayer se dedicó a debatir sobre las razones de éxito del género. No se habló de él en la sesión, pero Leon no comparte la popularidad del autor más afamado del momento. Primero se cubre: "Tengo que ser muy cuidadosa con lo que digo porque si critico un libro siempre suena a celo profesional". Después se sincera: "Leí el primero, Los hombres que no amaban a las mujeres, y pensé que era patológicamente malo, principalmente porque su actitud es un agravio al amor humano, a las relaciones humanas. Todos los contactos sexuales son violentos o fuera de límites, no hay pasión en el libro, tan sólo pasión por violencia o por venganza".

La autora confiesa que no llegó a terminar el primer libro de la trilogía Millenium: "Por la repugnancia que me producía. No hay calidez humana, los sentimientos son ajenos a mí". La escritora se refiere al éxito del sueco ("Sé que se le considera un genio, que ha vendido más libros de los que yo venderé en mi vida y siento mucho que haya muerto tan joven; seguro que era un buen hombre") en un rotundo: "No lo entiendo. Bueno, sí. Y ese éxito me asusta".

Dejando a un lado la saga más vendida del momento, Leon cree que estamos en "un momento muy rico para la novela negra". Es bueno porque los ingleses y americanos ya no dominan el género y "autores de otros países están demostrando lo buenos que pueden llegar a ser". Una calidad que encuentran, asegura la autora, porque el género da a la gente lo que no tiene en su vida: "Les explica por qué pasan las cosas, por qué suceden los crímenes y éstos se resuelven. Se descubre quién lo hizo, quién es el responsable, y la persona es castigada. Y eso no ocurre en la vida".

No obstante, afirma que ahora las obras reflejan que, a veces, el culpable es pillado, pero penado: "Antes, el malo siempre iba a prisión, como en Agatha Christie. Hoy, sin embargo, frecuentemente el malo es descubierto aunque no castigado. Los grandes no van a la cárcel; los pequeños, sí".

La dama de la novela negra y social, como se le llama, afincada en Venecia, no está contenta con la adaptación que la televisión alemana ha hecho de las aventuras de Brunetti. "He visto dos capítulos y en un momento aparece una viejecita dulce de 90 años que viene de la residencia de jugar al bridge", que resulta ser la madre de Brunetti. "¡Pero si la última vez que la vi era una loca con alzhéimer!". Sin embargo, es posible que confíe de nuevo en la pequeña pantalla y deja caer: "La BBC está rascando la puerta". Y aunque acaba de publicar La otra cara de la verdad, ya piensa en la nueva entrega.

fuente: elpais.com

13.12.09

Últimas noticias de un personaje

El hombre inquieto es, según anunció Henning Mankell, la entrega final de la serie novelística protagonizada por el inspector Wallander. Con su combinación de narrativa de enigma y policial negro, es una digna despedida sembrada de interrogantes

Henning Mankell, autor sueco, creador del inspector Kurt Wallander. Foto: MANS LANGHJELM / EXPONERA / SCANPIX SWEDEN

En "El problema final", el doctor Watson narra cómo Sherlock Holmes y su inexorable enemigo, el profesor Moriarty, se enfrentan en lo que será la última batalla: ambos caen desde lo alto de la catarata de Reichenbach, en los Alpes suizos. Arthur Conan Doyle estaba harto del personaje que había creado y decidió matarlo en ese cuento. Pero sus innumerables lectores no aceptaron esa muerte: mediante cartas al propio Conan Doyle y a su editor manifestaron públicamente la protesta, por lo que el escritor no tuvo más remedio que "resucitar" a su héroe; en el cuento "La casa vacía" reaparece con las ropas de un viejo deforme y le cuenta al sorprendido Watson que sólo Moriarty había muerto en aquella caída.

El sueco Henning Mankell ha creado al inspector Kurt Wallander, lo convirtió en protagonista de nueve novelas y anunció que la décima, El hombre inquieto, será definitivamente la última. Sus lectores vieron en esa promesa la muerte anunciada del personaje y presumieron que su creador lo mataría. Fueron temores innecesarios: en esta última novela, Wallander no pierde la vida, pero sus sesenta años lo castigan sin piedad: debe tomar ocho diferentes pastillas por día (presión y colesterol altos, entre otras dolencias) e inyectarse insulina para su reciente diabetes. El mal de Alzheimer lo aguarda a la vuelta de cualquier esquina: es capaz de olvidar su arma reglamentaria sobre la mesa de un viejo bar donde había ido a beber unas copas. No se ha caído desde lo alto de la catarata de Reichenbach, pero no se puede decir que esté en el mejor de los mundos. Mona, la ex esposa de Wallander, persiste en su problema con el alcohol y a Baiba, la mujer que quiere, le quedan apenas dos meses de vida. En medio de tantos sinsabores, Linda, su hija, le anuncia que será abuelo. A partir del nacimiento de su nieta Klara el orden familiar parece encarrilarse: conoce a Hans, el padre de Klara y pareja de Linda, y acepta viajar a Estocolmo para conocer a Louise y Hákan von Enke, los progenitores de Hans. Ambos son la viva imagen de una pareja sueca de clase media alta y conforman un matrimonio intachable. Ella es una mujer de trato esmerado; él ha sido capitán de submarinos.

Ese equilibrio se quiebra el día en que el capitán Von Enke no regresa a casa. Había salido a cumplir con su caminata diaria, y a partir de ahí le perdieron definitivamente el rastro. Linda pide ayuda a su padre. Esa inexplicable desaparición se convertirá en el disparador de una nueva aventura y de un nuevo conflicto para Wallander: una vez más deberá enfrentarse a los oscuros entramados que se ocultan detrás de lo que aparentaba ser una armónica pareja. Algunos días después también desaparece Louise. Encuentran su cadáver poco tiempo más tarde. Las primeras pericias forenses hablan de un suicidio.

Las cartas están echadas y Wallander decide jugarlas. En primer término, tiene la certeza de que a Louise la han asesinado, pero aún ignora quién y por qué. A poco de investigar descubre que la desaparición de Hákan von Enke y la muerte de Louise trascienden los límites de un drama familiar para proyectarse en un asunto de alto contenido político, con participación de la ex URSS, Alemania, Estados Unidos, la CIA y la OTAN. En la cartera de Louise han encontrado unos microfilms con material ultrasecreto del gobierno de Suecia. Es un juego peligroso, pero Wallander lo jugará hasta las últimas consecuencias.

Tal vez su constante mutación sea una de las razones que hacen que el género policial se mantenga con la vitalidad de sus primeros días. De los cuentos y novelas de enigma -resolver ese enigma eran su razón de ser- se pasó al policial duro, donde ya no importa quién ha matado a quién sino la violencia, de hechos y palabras, que hay detrás de ese crimen. Ahora y desde Suecia se ofrece un nuevo modo de narrar el crimen. La exitosa trilogía Millennium de Stieg Larsson puede ser un acabado ejemplo. Las diez novelas que constituyen la serie del inspector Wallander y Antes de que hiele, la obra que protagoniza su hija Linda, resultan la prueba definitiva. Esta moderna forma del género se nutre tanto del policial clásico como del policial negro, pero en ninguno de los dos casos sigue las pautas que cada forma exige. Propone el enigma, pero no es ese enigma la razón esencial del texto. Ofrece la violencia del policial negro, es cierto, pero lo hace mediante una escritura que en lugar de ser cortante y violenta se demora, con buen tono, en morosas descripciones.

En El hombre inquieto nos encontramos frente a un enigma a resolver -¿por qué desapareció el capitán Hákan von Enke?-, pero en lugar de brindarnos una respuesta el relato se bifurca en nuevos interrogantes: ¿Por qué el matrimonio mantuvo oculta a los ojos del mundo a su hija minusválida? ¿Por qué se suicida su esposa Louise? ¿Fue suicidio o asesinato? Mankell es quien tiene las respuestas, y nos las brindará en las últimas páginas del libro. Junto con la resolución del enigma, anuncia: "El relato de Kurt Wallander termina ahí, irrevocablemente. Los años que le queden por vivir, diez o quizas algunos más, le pertenecen a él, a él y a Linda, a él y a Klara. Y a nadie más". Cuesta aceptar esa decisión. Íntimamente el lector apuesta a que tarde o temprano el autor pondrá nuevamente en escena al inspector. Tal vez en su morral Wallander cargue una docena de diferentes remedios para mantenerse en pie, de seguro en más de una ocasión perderá la memoria, pero estamos convencidos de que finalmente, porque es Mankell quien conduce la nave, llegará a buen puerto.

© LA NACION/Vicente Battista

Hombre inquieto
Por Henning Mankell
Tusquets
TRAD.: Carmen Montes
455 Páginas

La 'viuda' de Larsson dice "no"

Eva Gabrielsson, pareja del autor sueco, rechaza una oferta oficial y millonaria de la familia para compartir la herencia. El legado sigue en manos del padre y del hermano.

Eva Gabrielsson, viuda de Stieg Larsson, que reclama todos los derechos de autor.
El barullo formado por la herencia de Stieg Larsson parece no tener fin. Los herederos han ofrecido a Eva Gabrielsson, la que fue pareja del escritor durante 32 años, 20 millones de coronas (1,92 millones de euros) y una tercera parte de los derechos de autor, incluyendo los beneficios de las novelas adaptadas al cine. Pero Gabrielsson rechazó el jueves la oferta, después de cinco años de disputa, asegurando que no tiene interés por el dinero y que lo único que quiere es manejar en solitario el legado del malogrado autor de la trilogía Millennium.
Las partes han estado más cerca que nunca de acabar con un enfrentamiento que surgió tras la muerte del escritor sueco en noviembre de 2004, apenas unos meses antes de que salieran a la venta los libros. La herencia cayó en manos de su hermano Joakim y su padre Erland. Gabrielsson, con la que llevaba viviendo desde que se marchó de casa a los 18 años, no vio ni un euro. Ahora, tras años de descalificaciones y acusaciones mutuas, los Larsson intentaban acabar con este drama que está a la altura de la repercusión mundial que ha tenido la obra de ficción del periodista. Gabrielsson, tras pensárselo durante un mes, ha dicho que no.

La mujer, que a lo largo de 2010 publicará un libro contando el calvario que ha vivido desde la repentina muerte de Larsson, esperó hasta las seis de la tarde del jueves, día en el que finalizaba el ofrecimiento, para rechazarlo. Su entorno asegura que ella no quiere nada de las ganancias de los libros (20 millones de copias vendidas sólo en Europa), pero sí tener el control absoluto de cómo se gestiona la obra del autor.

A su entender, como ha dicho a este periódico en varias ocasiones, no se está respetando la memoria de Larsson, con el que nunca se casó por miedo a que la ultraderecha tuviera acceso a los datos personales del escritor, siempre combativo con los xenófobos. Para Gabrielsson, tanto Joakim como Erland tenían que haber renunciado a la herencia ("Stieg no tenía apenas contacto con ellos desde que se fue de casa") y dejarle a ella, quien mejor lo conocía, manejar lo que dejó escrito Larsson antes de morir.

Para desenredar el entuerto, cansados ya de ser retratados como los malos de la película, los Larsson propusieron el 2 de noviembre este último acuerdo, a través de un artículo publicado en el periódico sueco Svenska Dagbladet. "Queremos que Eva tenga una vida confortable y que viva holgadamente", explica Joakim Larsson por teléfono desde Umeå, al norte de Suecia. "Estoy triste, pensé que ella iba a aceptar. La oferta es muy buena: una cantidad de dinero considerable y formar parte de la empresa con mi padre y conmigo. Todos saldríamos beneficiados. Nosotros queremos acabar con este drama de una vez", añade.

La abogada de Gabrielsson, Sara Pers-Krause, dijo entonces, después de ver publicado el artículo, que su clienta no tenía la intención de resolver el problema a través de los medios de comunicación. Los Larsson formalizaron después la propuesta con los abogados, pero meses después todo ha quedado en nada.

La vida de los Larsson, a pesar de la gran fortuna que han acumulado últimamente, es sencilla y austera. Joakim, el hermano, vive en un chalé adosado a las afueras de la ciudad de Umeå, cerca del Círculo Polar Ártico. Trabajó hasta verano como oficinista. El padre, Erland, reside en un barrio de jubilados junto a la pareja que tiene tras la muerte de la madre de Stieg, en 1992, y sigue usando su viejo coche. "No necesito el dinero. No me gustan los lujos", dice Erland. "Pero no voy a consentir que ella se quede con los derechos y que nosotros no podamos opinar de nada. Ni pensarlo".

La posibilidad de un acuerdo ha llenado páginas de la prensa sueca, impactada por el enorme éxito mundial que han tenido las novelas de Stieg Larsson y el barullo generado con su inesperada muerte. Una y otra parte han especulado ahora con acabar de la mejor manera el año, aunque todo se ha ido al traste. El jueves, los amigos de Gabrielsson, ante el silencio de ella, pensaban que al día siguiente, viernes, anunciaría un sí definitivo. Creían que sencillamente estaba esperando a que pasase la resaca de los premios Nobel.

La obra de Stieg Larsson, traducida a más de 30 idiomas, ha causado un gran revuelo en el mundo literario. Él se quedó sin conocer su propio éxito y apenas queda el recuerdo de verle paseando, camino de la editorial, con los manuscritos bajo el brazo, vestido con unos pantalones vaqueros gastados y una chaqueta de pana.

Un mes antes de que Stieg sufriese el ataque al corazón, el jubilado Lasse Bergström, antiguo jefe de la editorial Norstedst, estuvo varios días enfrascado en el manuscrito de Larsson. Los colegas de Bergström confiaban aún en su olfato de viejo cazatalentos y le hacían llegar a casa los borradores de algunos escritores primerizos. Fue leer la última palabra de la pila de papeles, y Bergström se acercó de inmediato al ordenador para escribir su opinión sobre lo que acababa de devorar: "He pasado tres días en cama con Stieg Larsson III, y sólo me he levantado para preparar la comida y ver el fútbol en la tele. [...] En otras palabras, Stieg Larsson, con su casi increíble capacidad de sostener una gran narración dramática en el género de novelas de intriga, lo ha hecho otra vez, y mucho mejor que la media".

Kurdo Baksi, amigo íntimo de Larsson, siente mucho que la historia de la herencia no haya tocado su fin: "Era bueno para Eva, era bueno para todos. Me cuesta entender por qué dice que no. El conflicto dura ya cinco años y cada vez se hace más grande. Es una pena". Baksi está convencido de que si él lograse sentar a Joakim, Erland y Eva en una misma mesa, sin abogados de por medio, se podría llegar a un acuerdo. Entonces, el alma de Stieg Larsson descansaría para siempre.

fuente: elpais.com

9.12.09

Sentados a la mesa

Entrevista con Henning Mankell

Casado con la hija de Ingmar Bergman, el escritor sueco es conocido en el mundo entero por sus exitosísimas novelas protagonizadas por el oscuro detective Kurt Wallander. ¿Por qué no se ha ganado el Nobel un escritor de novelas policíacas?
Su última novela sobre Kurt Wallander acaba de salir. Henning Mankell asegura que definitivamente será la última. Lo encontré en la feria del libro en Gotenburgo, donde participó en un seminario sobre la lucha contra el estigma del sida, se manifestó contra el analfabetismo y también habló de su obra. Wallander está cansado, a diferencia de Mankell, que abre la puerta a una continuación con la hija del detective como protagonista.

¿Por qué escribe usted novelas de detectives?

La pregunta es si eso es lo que hago. He escrito más o menos 40 libros. De ellos, una cuarta parte es lo que podríamos llamar novelas de detectives, así que definitivamente escribo otras cosas. Algunos científicos literarios miserables piensan que la ficción policíaca fue inventada por Edgar Allan Poe, pero no saben nada. ¿De qué se trata Medea? Pues de una mujer que mata a sus hijos por celos hacia su marido. Si eso no es una historia criminal, no sé qué lo sería. La gran diferencia es que la Policía es un invento posterior, del siglo XVIII ó XIX. La idea de utilizar el crimen para representar conflictos en una sociedad, o entre seres humanos, es efectivamente uno de los géneros más antiguos que existen. Y para mí también ha sido útil en unos cuantos libros. Así lo veo. Hoy vivimos en un mundo donde hay muchísimas supuestas novelas criminales llenas de populismo y especulación. Se publica un montón de libros que son pura y simple basura, escritores que piensan que es posible convertir cualquier cosa en una novela de detective, y eso no me interesa en absoluto. Por eso me parece interesante que mis libros hayan sido distribuidos mucho más que varios otros en este grupo.
Una característica de las novelas de detectives es que el suspenso se agota después de la primera lectura... No admiten relecturas.

Tienes razón, pero te equivocas. Hay dos maneras fundamentales de contar una historia. Una es la anécdota que se gira en torno a su conclusión, que depende completamente de cómo termina. La otra manera es, para mí, mucho más interesante. Es el intento por describir el proceso. Si hay algún tipo de libros que detesto son los de Agatha Christie. Leo las primeras páginas y hojeo hasta el final para ver quién lo hizo. No hay nada que me interese en el proceso. Eso es algo que no tiene que ver sólo con literatura de crímenes, sino con toda la buena literatura. Un artista de verdad puede describir bien el proceso. Entonces seguimos los eventos y no estamos esperando que venga el final. Eso es arte, eso es lo difícil.
Entonces no leemos novelas de detectives para saber “si fue el mayordomo”?
He escrito un libro en el que cuento en la primera página qué pasó y quién lo hizo. Y en las próximas 500 páginas describo la investigación. Tengo que contar una historia que la gente quiera oír. Realmente eso es el suspenso. Me gusta este símil que implica invitar al lector a sentarse contigo en la mesa. Si escribo un libro donde revelo todo, el lector se queda parado al lado mientras yo estoy sentado en la mesa comiendo. Entonces he fallado. El lector tiene que sentirse acogido en la mesa. Eso me fascina. De vez en cuando veo una obra de teatro buenísima. Entonces me entran ganas de participar. Eso, para mí, define calidad.

¿Por qué suelen ser un desastre en sus vidas personales los detectives más entrañables de la literatura?

Porque en la realidad es así. Si miras las estadísticas de divorcio de policías en casi cualquier país, son un desastre. Desde cuando salen a trabajar en la mañana hasta cuando regresan viven cosas muchas veces tan terribles, que les resulta difícil tener una vida personal normal, que se basa en la capacidad de quitarse todo eso de encima.

¿Y por qué cree usted que no ha recibido el premio Nobel de literatura ningún escritor de novelas de detectives?

Eso vendrá. Con una institución tan convencional y antigua y rígida y dogmática como la Academia Sueca, tomará su debido tiempo. Mi opinión es que si Le Carré tuviera 40 años menos, sería inevitable considerarle un candidato. Él ha escrito unas novelas sobre la Guerra Fría que nadie ha podido superar. Le Carré ha sido una gran inspiración para mí, en muchos sentidos. Y Graham Greene casi recibió el premio, pero un miembro de la Academia Sueca, Arhur Lundqvist, se opuso porque estaba enamorado de la misma chica que Graham Greene. Sólo por eso nunca recibió el premio Nobel. ¡Es que la Academia es también un corral de gallinas!

¿Cómo explica usted su productividad?

Trabajo muchísimo. Ahora bien, el día tiene 24 horas para mí también y no puedo entrar en un guardarropa y encontrar un saco de tiempo (¡oh!, aquí estaban cinco semanas que había olvidado...) Veo muy, muy poca televisión. Si disminuyo el tiempo que veo la tele una hora al día, son ocho semanas al año. Y en ocho semanas casi escribo otra novela. Así que soy muy cuidadoso con lo que no hago. También soy minucioso en lo que no escribo. Intento siempre decidir qué es lo importante, y allí encuentro una selección que facilita mi trabajo. Siempre trabajo en dos cosas a la vez, pero sólo es posible tener una cosa principal. Digamos que escribo un libro, que es lo importante. Pero si necesito descansar un rato, quizá me ocupo con una obra dramática un rato y vuelvo al libro.

Usted vive la mitad del año en Suecia y la otra mitad en Mozambique. ¿Cómo influye eso su trabajo?

Escribí muchos de mis libros mitad en África, mitad en Suecia. Pero eso no significa nada. Tengo dos hogares, dos arraigos. Tengo el privilegio de vivir con un pie en la nieve y uno en arena. Un pie frío y otro caliente. Eso se equilibra. La única diferencia es que me levanto a las 5 de la mañana en África para utilizar las horas frescas de la madrugada. Pero duermo la siesta tanto aquí como allí. Es un invento maravilloso.

Usted ha dicho que el mundo imaginario puede ser tan esencial como la realidad. ¿Puede elaborar ese pensamiento?

El artista veraz es el niño. Creo que los niños entienden que la imaginación existe para ayudarte a sobrevivir como niño, porque la niñez es difícil. Te haces preguntas difíciles sobre la vida, la muerte, la soledad... y creo que necesitas la imaginación para aguantar. En mi caso era muy dramático porque mi mamá desapareció cuando yo tenía un año. Se largó, y por supuesto era una situación delicada el ser rechazado por mi madre de algún modo. Mi estrategia para sobrevivir fue inventarme otra mamá. Cuando me encontré con mi propia mamá, a los 15 años, preferí a mi mamá imaginada. Pero debo decir que mi mamá imaginada era muy estricta. No sólo era una de esas madres que me daba pasteles. Los seres humanos tenemos lo que necesitamos para sobrevivir. Si no necesitáramos la imaginación, no la tendríamos, simplemente. El arte verdadero existe cuando eres niño. Luego cuando te vuelves mayor y quizá quieres ser artista, necesitas reconquistar lo que tenías de niño.

¿Y cómo lo ha logrado?

He reconocido el mundo de la imaginación y a la imaginación como instrumento para describir el mundo real. Soy escritor de ficción y escribo lo que podría haber pasado, no necesariamente lo que pasó, mientras lo documental es una reproducción fiel de la realidad. Con ayuda de la imaginación le doy cuerda a la historia que quiero contar.

¿Qué cree usted que atrae tanto a los lectores del extranjero?

Es importantísimo recordar que la mitología sobre Suecia, desde las hermosas rubias hasta el Estado perfecto, no la hemos creado nosotros. En el mismo sentido nosotros construimos mitología sobre otros países; sin ir más lejos, la imagen de una Colombia terrible. Yo no escribo libros en paisajes convenientes. Pero claro que el paisaje y la sociedad Sueca pueden parecer muy exóticos, vistos desde Colombia. Pero lo que realmente pienso –y que creo que explica mucho, si hablamos de los libros sobre Wallander– es el matiz de que las novelas tratan la relación entre el sistema judicial y la democracia, un problema gigante en todo el mundo. Creo que mucha gente comparte la inquietud de Wallander. Sabemos que la democracia se avería si no funciona el sistema judicial, y si la dejamos averiar, le ponemos un precio a la democracia.

Otra explicación es obviamente el protagonista y lo que me gusta llamar el “síndrome diabetes”. Yo describo personas que se transforman. Como tú y como yo. Nunca vamos a ser las mismas personas después de habernos encontrado. Nos influimos y nos cambiamos. Cuando había escrito tres libros sobre Wallander hablé con una amiga que es médico y que había leído los libros. Le pregunté cuál enfermedad sería la ideal para Wallander. “Diabetes”, me contestó en seguida. Él es la persona típica que tiene diabetes. Con diabetes se volvió aún más popular y creíble, porque en el mundo real hay gente que efectivamente es diabética. Eso me enseñó mucho sobre cómo funcionan los libros.

En el último libro, Wallander parece cansado. ¿Está cansado también usted?
No, para nada. Tenemos en común la edad, a ambos nos gusta la ópera italiana y somos muy enérgicos. Eso es lo único. Si Wallander hubiera existido, no seríamos amigos. Somos demasiado diferentes.

¿Y ahora Wallander no vuelve más?

Así es. No muere, pero entra en su vejez. Algo sucede y en la última página uno entiende que es imposible seguir. En cambio quizás escribo un poco más sobre la hija. Wallander puede estar allí en un fondo, pero no temo perder algunos lectores. Tengo que seguir mi camino y la vida es corta.

Lo ha dicho antes, que había escrito la última novela de Wallander...

Hace exactamente diez años escribí lo que, con el corazón en la mano, creía que era la última. Después nunca más pensé en aquello durante cinco años. Pero luego empecé a darle vueltas a la idea de que podría haber un libro más, uno que tratara más de sí mismo; y resultó este libro. Muchas gente me dice “ya veremos”, pero yo simplemente les respondo: “Cuéntame algo más, que eso no me importa”.
fuente: Revista Arcadia