18.12.13

Los mejores libros negros de 2013

En Elemental queremos cerrar 2013, nuestro primer año, con un homenaje por todo lo alto al género que nos apasiona. Por eso los autores habituales del blog y algunos invitados de honor han elegido su libro del año y explican por qué


Según varios autores, los mejores libros negros, es decir de novela negra y criminal. Ilustración de Fernando Vicente/elpais.com

Además de los locos que siempre andamos por aquí, tenemos el lujo de contar con la opinión de los escritores Alexis Ravelo (Ganador de Getafe Negro este año) y Carlos Zanón, el periodista y crítico Antonio Lozanoy la misteriosa bloguera y letraherida encargada del blog Leer sin prisa.
La lista no es convencional. Cada uno ha elegido lo que le apetecía. Que nadie busque un canon del género. Eso sí, las defensas son apasionantes. Lean y disfruten.
CONCURSO: Les invito a que nos cuenten cuál es su novela negra del año. Entre todos los que escriban sorteamos dos packs de libros. Más información.
CARLOS ZANÓN. La rata en llamas, George V.Higgins (Libros del Asteroide, traducción de Magdalena Palmer) . No es ni mejor ni peor que Los amigos de Eddie Coyle sino igual de buena. En su momento Higgins tuvo un cierto impacto pero la bomba era de explosión retardada. Y ya nada fue igual después de él. Ni la verborrea de Scorsese ni tampoco –y por supuesto- los diálogos de Tarantino y ese toque de parodia divertida ante la violencia, la garrulería y la brutalidad. De hecho éste debería dar la mitad de los royalties de sus pelis a los herederos de Higgins . Tampoco fue igual la novela negra de Ellroy a Lehane, de Peace a quién te dé la gana. Su tratamiento. Sus elipsis. Su desarrollo efectivo a base de diálogos y golpes pugilísticos aparentemente diletantes de su argumento. El mismo diablo que enseñó a Robert Johnson los acordes necesarios para reinventar el blues, enseñó a este tipo a escribir diálogos. Más sobre Higgins en Elemental.
ALEXIS RAVELO. 612 euros, Jon Arretxe, (EREIN). Pese a que este año, como viene siendo habitual, se ha publicado en tapa dura un montón de escoria disfrazada de novela negra, cuando en realidad no llega ni a novela, en España el género sigue gozando de buena salud y en 2013 he podido leer novelas estupendas: Don de lenguas, (Ribas–Hofman), La paz de los sepulcros (Volpi), Cien años de perdón (Cerdán), Un buen verano para garrapata (Coyote), Blue Christmas (Correa) o La última batalla (Abasolo). Sin embargo, el amante del género no debería dejarse atrás 612 euros, de Jon Arretxe. La protagoniza Touré, un inmigrante burkinés alojado en un piso patera del bilbaíno barrio de San Francisco. Puede ser el más cutre y encantador de los detectives de la actual novela negra española (solo comparable con el Atila de Luis Gutiérrez Maluenda), porque ejerce el oficio por cuatro duros y, además, también se pluriemplea como toro de fuego, brujo, cantante del coro de la ópera y gigoló de señoras maduras que buscan una aventura exótica. 612 euros se bebe como agua: tiene humor, intriga, realismo social, falsas apariencias, polis abusones y buscavidas de todo tipo, pero también mucha ternura. El arranque es sorprendente y hay en ella algunos momentos realmente memorables, como esos pasajes en los que Touré recorre el barrio con el ridículo encargo de recuperar una dentadura postiza, una novela de Abasolo y un consolador en forma de zanahoria que han sido sustraídos a una anciana tacaña y desagradable que le pagará 20 euros por el trabajo. La he leído a carcajadas y sollozos, mientras me mantenía en vilo sobre su anécdota criminal, reflexionando sobre las múltiples caras de la coerción (verbal, física, económica, estructural) y la forma en que los desheredados sobreviven entre ellas. Esto es, creo, todo lo que puede exigírsele a una buena novela negra.
GUILLERMO ALTARES. Cuesta abajo, Michael Connelly (RBA, traducción de Antonio Padilla). Connelly demuestra en cada nueva novela su madurez literaria y su oficio narrativo. Sus personajes, sobre todo Harry Bosch, crecen con cada libro al igual que sus tramas. Es posible reconocer en la ciudad de Los Ángeles que retrata en Cuesta Abajo un reflejo de nuestra sociedad, con sus crímenes olvidados, los casos sin resolver pero también la corrupción creciente y tentacular. Una gran lectura. MÁS: Entrevista con el autor y otrosreportajes en Elemental.
LEER SIN PRISA. Respirar por la herida, de Víctor del Árbol. (Alrevés) No es una novela negra al uso, el peso de la trama no recae en una investigación policíaca o detectivesca. Es negra porque el alma de la novela es negra. Porque habla del dolor, de la venganza, del sufrimiento, de la muerte. Y todo contado por gente corriente, por ciudadanos cuyas vidas se ven truncadas por un destino cruel y doloroso, por esas casualidades que nunca lo son del todo que hacen que tu vida dé un giro y que no pueda volver a ser la misma. Es una novela que duele, y mucho. Una novela que te cala muy hondo, y que te mete de lleno en ella. Y es que, ¿qué hay más negro que el dolor?". Entrevista con el autor en Elemental.
ANTONIO LOZANO. Sobre su tumba. Ian Rankin. (RBA, traducción de Francisco Martín Arribas). Un cuarto de siglo después de crear al bocazas dipsómano de su detective, Ian Rankin sigue declarando que su sueño consiste en escribir una novela negra sin crimen o que, en su defecto, revele el mismo a las primeras de cambio. Sobre su tumba, “road movie en prosa” según definición propia, quizás sea lo más cerca que jamás haya estado de conseguir que la trama policíaca suponga un aliño del plato principal: la composición de un John Rebus que, pese a verse acosado hasta las cejas por sus superiores, Asuntos Internos y sus amistades peligrosas de los bajos fondos, se muestra renuente a aceptar el reloj de oro que lo declare oficialmente jubilado y tener así que deponer sus nada ortodoxas armas de combate. La desaparición intermitente de una serie de muchachas a lo largo de la Autopista A9 proyectan la obra fuera de Edimburgo, adentrándonos en un Escocia desapacible y neblinosa, la cual parece dibujar una cicatriz en su orografía con la suma combinada del dolor de las víctimas y la impotencia de un Rebus que clama al perennemente encapotado cielo para que no se le caiga a trozos su antediluviano Saab. A modo de bonus track en una novela atravesada, como de costumbre, por una banda sonora que actúa como manifiesto moral, añadir que en la falta de respuestas a unas perturbadoras fotografías asoma ese Rankin que aspira a romper los imperativos cartesianos del género. Más sobre Rankin en Elemental. Más sobre Rankin y Rebus en Elemental.
ANA LORITE. Tokio Año Cero, de David Peace, (Mondadori, traducción de Javier Calvo). Son muchos los motivos que me han llevado a considerar esta novela entre las mejores publicadas sobre el género durante este año pero, como hay que ser breve, me quedo sólo con tres. En primer lugar, el escenario: la ciudad de Tokio durante la ocupación, después de la II Guerra Mundial. Además del extraordinario rigor documental, las descripciones son precisas, extraordinarias, de un naturalismo, en muchos casos, nauseabundo. La ciudad se huele, se oye, se siente. En segundo lugar, el protagonista, un antihéroe con un pasado oscuro y un presente más oscuro todavía. Y en último lugar y fundamental para mi elección de este libro, el estilo: una prosa difícil y extenuante, cuya complejidad convierte su lectura en una pesadilla interminable, que es lo que realmente es esta novela, una historia de pesimismo, decadencia, corrupción y ausencia total de esperanza.
AMELIA CASTILLA. El caso Collini, Ferdinand von Schirach (Salamandra, traducción de María José Díez). El abogado alemán Ferdinand von Schirach lleva a la ficción casos inspirados en la vida real. Con El caso Collini, un inquietante relato sobre la investigación de un crimen y el destino que corrieron los nazis de segundo rango en los años sesenta del siglo pasado, debuta en la novela. El protagonista, un letrado recién licenciado, llevará su trabajo hasta las últimas consecuencias para descubrir la verdad sobre un asesinato que parece no tener explicación. 
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR. Huesos en el jardín, Henning Mankell (Tusquets, traducción de Carmen Montes). No es que “Huesos en el jardín” sea la novela del año, ni la novela negra del año. Ni siquiera es seguramente la mejor de Mankell. Pero es un regalo inesperado a los sentidos que sugiero por si a algún lector le ocurre lo que a mí: la novela cayó en mis manos entre lecturas y otras ocupaciones más complejas por lo que, a partir de ahí, solo podía disfrutar. Parar unas horas para sumergirse en el caso de un resucitado Wallander, el solitario y malhumorado inspector que creíamos ya jubilado, es reparador. Wallander había desaparecido del mapa a manos de un autor que tuvo la valentía de ponerle fin, pero Tusquets ha recuperado un capítulo suelto que Mankell había escrito para su editor holandés y que se engarza entre dos de sus últimas historias. Ya se ha vuelto un cascarrabias, apenas aguanta la convivencia con su hija y se pueden reconocer en él los rasgos de quien envejece solo por mérito propio. Busca casa, encuentra una ideal, lo suficientemente aislada para él, pero tiene la mala suerte (buena para el lector) de que bajo los groselleros desalineados de su jardín hay sorpresa. No diremos más. Huesos en el jardín es un buen paréntesis para respirar, incluidas las reflexiones finales del autor sobre su propia criatura.
JUAN CARLOS GALINDO. El muñeco de nieve, Jo Nesbo (RBA, traducción de Carmen Montes y Ada Bernsten). Cuando parecía que Harry Hole no podía seguir la desesperada cuesta abajo iniciada en otras novelas, Nesbo pone a su policía, un personaje único, al que amas, con el que sufres, ante una situación límite. Hole está solo y desesperado. Más solo y desesperado que nunca. Su vida se consume entre sus adicciones, el alcohol y la búsqueda de la verdad en los sus casos, y su querida Rakel ya no está a su lado. Una misteriosa carta le implica de lleno en la caza de un asesino en serie inteligente y radical que va a llevarle al límite de sus convicciones en la novela más redonda, osada y dura, y es mucho decir, de la serie de Jo Nesbo. Entrevista con el autor en EL PAÍS.

17.12.13

"La paz de los sepulcros", una profecía delirante y real sobre México

Hay retratos de pesadilla que se fijan en una realidad, la distorsionan, la llenan de sarcasmo y surrealismo y años después se encuentran con que su profecía delirante se parece demasiado a la realidad

Jorge Volpi en Madrid./Luis Sevillano./elpais.com

Es lo que ocurre con La paz de los sepulcros, la obra deJorge Volpi (México D.F., 1968) que ahora ha reeditado en España Alrevés. Es una obra despiadada sobre un México atemporal, con una democracia aparentemente impoluta, sumido en la corrupción, con una noche desenfrenada y violenta, llena de seres, políticos o periodistas, millonarios o estrellas de la tele, sin ningún escrúpulo.
Hablamos con el autor sobre una obra que ha dejado a este lector y bloguero a cuadros, sin saber dónde mirar al terminar, intranquilo y perturbado por su extrañeza, realismo e interés casi macabro.

Alberto Navarro, político con aspiraciones, ministro del Interior, es hallado sin vida en un hotel de las afueras de la capital mexicana. Junto a él yace el cuerpo de un joven desconocido. La brutalidad con la que se han empleado con los cuerpos hace pensar en el narco. El primero que llega al lugar es Agustín Oropeza, periodista de Tribuna del escándalo, carroñero capaz de casi cualquier cosa por una exclusiva, por una imagen y un titular sensacionalistas para su periódico.
Oropeza se ve metido hasta el último poro de su piel en la historia cuando reconoce al joven asesinado junto al ministro. De su mano caminamos por un México D.F. nocturno, entregado a la fiesta, las drogas y el sexo; por los salones de las altas esferas, nada ajenos a los vicios de su ciudad; por orgías y reuniones de hombres poderosos que escuchan atentos a un astrólogo; por un paisaje macabro, con tintes psicodélicos y espectral que se completa con una guerrilla- farsa, heredera urbana y casi satírica del EZLN.
“Sinceramente, creo que el México actual se parece bastante a la realidad descrita en La paz de los sepulcros. Escribí la novela en 1994, uno de los años más difíciles de la historia mexicana reciente, como una anticipación del futuro. Y quizás no ha errado del todo. La corrupción y la hipocresía siguen siendo dos características propias de nuestro sistema político. Pero, eso sí, con la apariencia de que estamos en una democracia impoluta”, asegura el autor.
Con un estilo reflexivo, que mezcla la acción, con la investigación, con la crítica social y política y todo con la crónica periodística, Volpi nos sumerge en un mundo de corrupción y nos lleva de la mano, o a rastras, a través de una investigación que sabemos que va a acabar mal porque, como dice el padre del protagonista, “en política siempre ganan los malos”.
Volpi ha escrito una grandiosa Trilogía del siglo XXI y ha cultivado con éxito el relato breve y el ensayo, pero no tenía una explicación contundente sobre su elección del género negro para esta novela: “Yo nunca pienso qué genero voy a escribir. Para es una novela negra, pero también una novela política, o una historia de amor. De lo que no cabe duda es de que, en efecto, los géneros ligados con el crimen -negro y policíaco- siempre han servido como un espejo social que permite introducirse en los aspectos más oscuros de nuestra sociedad, y del poder”.
En efecto, la crítica social, el relato despiadado de una generación que se ha dejado comer, también, por la corrupción está presente en toda la obra. La eficacia de la crítica aumenta con el uso de un sarcasmo salvaje que es intencionado y que a la vez surge solo de la realidad delirante que se retrata porque “la política mexicana, por sí misma, podría parecer una sátira o una comedia negra, a veces negrísima”, explica Volpi.
Como le ocurría ya a Jorge Zepeda Patterson en Los corruptores, otro buen retrato de un país carcomido por la violencia y la corrupción, en La paz de los sepulcros no hay policías porque, por desgracia, lo normal es que no se pueda uno fiar de ellos. Volpi lo explica: “En países como México la policía es parte del mismo sistema. De allí que, quienes investigan, en esta historia, sean periodistas, aun de la peor calaña. Ellos al menos están en alguna medida fuera del aparato del poder, por más que la corrupción también los alcance”. Triste, crudo y real. Como la novela. Una nueva oportunidad de acercarse a la realidad literaria, política y social de un país fascinante. Lean y disfruten.
Alrevés ha publicado también El daño no es de ayer, de Ignacio Padilla (México D.F., 1968), otra apuesta de la generación del crack por lo negro y otro buen ejemplo de que la fusión de géneros y el humor tienen sitio en la novela negra.

16.12.13

Verdon: "En mis libros, el elemento criminal nace de la pasión"

El escritor estadounidense publica una nueva entrega de la saga de su detective, Gurney, y cuenta su método de trabajo

El escritor estadounidense John Verdon./Pau Sanclemente./elpais.com.

Forzado a abandonar la idílica calma rural de su retiro, el detective Gurney, analítico e introvertido, se adentra en un inquietante caso en el que hay “horror, odio, mafia, locura, policía, dinero, mentiras y tal vez unas gotas de incesto”. Este es el resumen que le ofrece su antiguo compañero en el cuerpo de Policía de Nueva York, Hardwick, en las primeras páginas de No confíes en Peter Pan (Roca Editorial), la nueva entrega de la serie de novelas de misterio que arrancó con Sé lo que estás pensando y que ha convertido a John Verdon en una inesperada estrella de este género.
Al hablar de la estructura de sus tramas, Verdon echa mano al bolsillo y saca las tarjetas que dice que siempre le acompañan. “Desde hace cinco años forman parte casi de mi cuerpo”, explica. “En ellas anoto escenas, cómo algo puede estar oculto, conversaciones, y demás”. Cuando ha reunido más de 300 las despliega en la mesa de comedor de su casa y las amontona en una estructura básica de tres actos. Luego añadirá otras 300 para ir tejiendo los nudos del misterio, antes de sentarse a escribir.
Lo cierto es que Verdon no ha destilado este método a lo largo de toda una vida, sino más bien en una segunda vida. Criado en el Bronx, en un barrio católico poblado por curas y policías irlandeses, —igual que su detective Gurney— este autor tuvo una larga carrera en el campo de la publicidad —“asistí a un buen número de reuniones y conferencias, que me enseñaron bastante sobre la dinámica de grupos, sobre gente lista metida en el mundo de las empresas que tiene sus propios intereses, y eso es una buena escuela”—. Se retiró, se instaló en el campo y se convirtió en un ávido lector de novelas negras, como las situadas en California en la década de los cincuenta escritas por Ross Macdonald o las del británico-canadiense Peter Robinson. “Ocurría lo mismo en casi todos los libros, el detective iba haciendo entrevistas y descubriendo quién mentía. Aunque el tono y el estilo eran diferentes, el proceso era idéntico y me cautivó”, recuerda. Lo comentó con su esposa y ella le animó a que llevara a la práctica su descubrimiento. Un par de años después y con más de 400 páginas escritas decidió enviarlo a cerca de 40 agentes. Uno de ellos le respondió, se vendieron los derechos a 20 países y cientos de miles de ejemplares.

Ni como lector ni como escritor me interesa mucho la violencia explícita”
“Las historias de detectives son atractivas porque representan el triunfo de la razón sobre el caos. En mis libros el elemento criminal siempre nace de la pasión, de la lujuria, del ansia de poder o la avaricia”, dice el escritor. Gurney, su personaje, se esfuerza por buscar esas razones.
En el caso de No confíes en Peter Panse adentra en las que mueven al sicario que dispara contra el magnate Spalter, un millonario con vínculos mafiosos que pretendía dar el salto a la política y que queda reducido a estado vegetal durante el juicio por el que acaba condenada su esposa.

Las historias de detectives suponen el triunfo de la razón sobre el caos”

“La violencia explícita no me interesa demasiado, ni como escritor ni como lector. Me gusta pensar que lo que escribo tiene más que ver con una búsqueda intelectual y reflexiva, con las intersecciones entre la vida del detective y el criminal”, apunta. Tampoco le gustan los juegos detectivescos tan sofisticados que no esconden nada más que el mero enredo —“eso acaba siendo demasiado ligero”, apunta—. A menudo emplea dos libros usados como manuales en las academias de policía para portar veracidad a sus historias, y cuando le consumen las dudas llama uno de sus hijos, agente en Nueva Jersey.
En las novelas policíacas de Verdon no hay bombas a punto de estallar, ni agentes dobles, ni superhombres, y el escritor reconoce que al no tener televisión ha logrado mantenerse ajeno al género de dramas terroristas tipo Homeland que causan furor. A pesar de esto, le encantaría que prosperara el acuerdo que están negociando para convertir sus novelas en una miniserie televisiva.
Su aproximación al género tiene, dice él, buscando un símil, más que ver con la arqueología, con tirar del hilo que asoma, de la punta de una ruina bajo la que se esconde una ciudad subterránea, que con efectistas fuegos artificiales o desesperados investigadores. El desenterramiento que en sus novelas acomete le permite, por ejemplo, presentar a un villano de sexo ambiguo y edad indefinida como representación del mal que se esconde en todos; u ofrecer su visión escéptica sobre el sistema judicial estadounidense. “Igual que Gurney yo también pienso que es un total desastre pero que no va a poder cambiar. Ocurre lo mismo con el trato que damos a la gente con enfermedades mentales, realmente no sabemos qué hacer con ellos y no hay ni los recursos, ni la voluntad para hacer algo distinto de lo que se hace”, reflexiona.

14.12.13

Vuelve Rebus, vuelve el último policía de una especie en extinción

El que no haya leído a Rankin verá que los personajes están muy bien construidos. Los fans incondicionales podrán encontrarse de nuevo con algunos tipos esenciales para entender a Rebus y su historia. Sobre todo, dos: Malcom Fox y Big Ger Cafferty, antiguo dueño criminal de medio Edimburgo

Ken Stott como Rebus en la adaptación televisiva de las novelas./elpais.com

Cuando Ian Rankin (Fife, Escocia, 1960) decidió jubilar a John Rebus sólo estaba siendo lógico. El personaje envejecía en cada novela y le llegaba la hora. El homenaje que su creador rinde a este policía escocés en La música del adiós (RBA, traducción de Francisco Martín Arribas) cerraba de manera ejemplar una serie esencial dentro de la novela negra contemporánea. Con lo que no contaba el propio Rankin es con la cabezonería y persistencia de su personaje, que se niega a irse.

Ahora Rebus ha vuelto. En Sobre su tumba (RBA, traducción de Efrén del Valle) aparece más gordo, más viejo, más cansado, más solo, si cabe; también igual de perspicaz, igual de radical, igual de auténtico y, sobre todo, más determinado que nunca a llegar a la verdad. Es el último de su especie y lo sabe. También lo saben sus enemigos, tan necesarios para Rebus, y sus pocos amigos. Y Malcom Fox, el detective de asuntos internos creado por Rankin para salirse del universo Rebus y que ahora se cruza con él. Nadie se libra de John. Maldito, cuánto te necesitamos.

John Rebus tiene algo que tienen todos los grandes personajes de la novela negra, desde el hard boiled, allá por el principio de los tiempos negrocriminales: no se rinden, no dejan los casos aunque sus jefes o empleadores hayan prescindido de ellos. No pueden. Pero, como siempre, exagerado y genial, Rebus lo lleva más allá: lo que no puede dejar es su carrera. John trabaja ahora como asesor civil en la unidad de casos por resolver y prepara su vuelta al cuerpo, a pesar de que está retirado. Una serie de desapariciones sin conexión aparente le empujan a otro bucle de lucha contra todo para llegar a la verdad. Rebus cree que los casos de estas chicas, perdidas en la misma carretera, en circunstancias similares, tienen relación y lo va a demostrar cueste lo que cueste.

A partir de aquí, una historia con giros sorprendentes, que no imposibles, y un gran retrato del trabajo policial, una trama llevada y resuelta por Rankin con todo el oficio y la maestría del autor escocés.

Rebus es una mala influencia. Que se lo digan a Siobhan Clarke, su compañera en otro tiempo, su amiga, una policía joven que asciende rápido cuando Rebus se retira. Pero Rebus ha vuelto y el atractivo de su lucha contra todo y todos es poderoso. Las conversaciones entre los dos están llenas de frases memorables. Un ejemplo:
- Clarke: ¿Y cuál es la moraleja de la historia?


Rebus pensó unos instantes y se encogió de hombros.


- ¿Es necesario que haya moraleja?


- Las acciones tienen consecuencias- afirmó Clarke-. Eso es lo que interpreto yo.


- Y que siempre habrá gente dispuesta a encubrir a los culpables- añadió Rebus.

El que no haya leído a Rankin verá que los personajes están muy bien construidos. Los fans incondicionales podrán encontrarse de nuevo con algunos tipos esenciales para entender a Rebus y su historia. Sobre todo, dos: Malcom Fox y Big Ger Cafferty, antiguo dueño criminal de medio Edimburgo.

El primero, con el que me encariñé en Asuntos internos (RBA, traducción de Francisco Martín Arribas), persigue a Rebus, antítesis de lo que él cree que debe ser un policía. Y lo hace con honestidad y fuerza, tratando por todos los medios de alejar a Rebus de la policía y acabar con esa especie. Como ocurre con Cafferty, ese mafioso aparentemente retirado con el que Rebus sale de copas y que ha marcado la historia del policía, Malcom y John se parecen más de lo que les gustaría. Los dos tienen relaciones muy complicadas con sus superiores, ambos creen en la labor de la policía, los dos tienen una relación peligrosa con el alcohol (Rebus, de alcohólico más o menos perpetuo; Fox de alcohólico retirado) y los dos aman lo que hacen. Pero no pueden convivir en el mismo mundo.

En un momento de Sobre su tumba, un policía rural de una de las poblaciones en las que investigan se dirige a Rebus así: “Dígame una cosa: ¿es posible que alguien llegue a conocerlo sin tener la sensación de que está metiendo el cuello en una soga?”. John responde: “Eso tendrá que preguntárselo a mi legión de amigos”. Uno no puede evitar sonreir. Es Rebus en estado puro. Rankin tiene escrita y publicada otra en Reino UnidoSaints of the Shadow Bible. La vida es dura y algún día Rebus se acabará. Se le nota cansado, pero con cuerda para rato y decidido a seguir. Él es así. Welcome back.

11.12.13

Un paseo por el Reikiavik de Indridason

Arnaldur Indridason es un personaje peculiar. Reconocido en toda Islandia como un icono más allá de la literatura, imagen pública muy presente en las fachadas y marquesinas de Reikiavik, líder absoluto de ventas en un país de lectores ávidos y adictos, se ha convertido en el rey de la novela negra en un país sin apenas crímenes. De hecho, hace unos días la policía islandesa mató a su primera víctima, un pobre hombre con problemas mentales que disparó a unos agentes tras escapar de un psiquiátrico. Todavía están pidiendo perdón

Fachada del Teatro Nacional de Islandia, escenario de Pasaje de las sombras./elpais.com

En este contexto, Reikiavik, ciudad magnífica y acogedora, está muy lejos de ser un lugar oscuro y fascinante como Los Ángeles de Harry Bosch o el Edimburgo de nuestro adorado John Rebus. Eso sí, tiene rincones reconocibles para los fans de Indridason. Peculiares, pero los tiene. Les ofrezco un recorrido en primera persona con imágenes e impresiones recogidas cuando estuve allí entrevistando al autor de La mujer verde o La voz (sus libros en España han sido publicados por RBA).

El recorrido debería empezar en la biblioteca municipal, lugar que no aparece en las novelas de Indridason pero sin el que no se entiende nada de este periplo. Son ellos los que me proporcionaron toda la información y se deshicieron en facilidades y atenciones hacia mí. Pocas veces me he sentido tan ayudado y atendido. Islandia es un gran país con un gran pueblo. Pero vamos con el recorrido real. 

1.- Teatro Nacional de Islandia. En las inmediaciones de este lugar es donde tiene lugar el crimen que centra la trama de Pasaje de las sombras, novela que incluso coge el nombre del callejón aledaño y que ganó el Premio RBA de novela.

El edificio, diseñado por Guðjón Samúelsson, es entre neogótico y autóctono. A mí me resulta bastante más tétrico que el callejón (foto de la izquierda), que debemos imaginar mucho más temible en la segunda Guerra Mundial, que es cuando se desarrolla parte de la trama. Por dentro es majestuoso. 
2.- Hotel Holt. Este es uno de los alojamientos más prestigiosos de la ciudad y el centro de la novela La Voz, una de mis preferidas y en la que mejor se ve al policía Erlendur en toda su complejidad y tristeza. El lugar por fuera parece de menos categoría de lo que realmente es (dentro no me dejaron hacer fotos). Tiene un punto señorial y tristón que me gusta y tanto desde el interior como desde el exterior me puedo imaginar que en él pasan las cosas sórdidas que se cuentan en La voz.
Es uno de los pocos emplazamientos verdaderamente identificables que se pueden encontrar en Reikiavik. El neón de su techo es visible desde distintos puntos de la ciudad. 
3.- El banco central. Svörtuloft. Parte esencial de la trama de Black Skies, tercera obra de la serie del policía Erlendur y que se desarrolla en 2005, durante los años del boom financiero que vivió la isla. El lugar es bonito pero fue muy polémico por su emplazamiento en una zona verde de la ciudad. Curiosamente, Svörtuloft son unos acantilados de la 
parte oeste del país, pero también es el sobrenombre con el que se conoce al banco central. Será por el vértigo.

Todavía recuerdo la sonrisa de Arnaldur cuando le sugerí que al menos ellos estaban haciendo las tareas y habían encarcelado a dos banqueros responsables de los desmanes

4.- Pub The dubliner. Frente al número 4 de la calle Hafnarstræti. Por qué aquí. Lazona formada por este pub y la casa d

e enfrente, donde antes estaba precisamente el bar que luego cambió de ubicación, es el escenario de un tiroteo espectacular en Operation Napoleon, un trepidante trhiller histórico escrito por Indridason fuera de la serie de Arnaldur con muy buenos resultados.
Paseando por la calle, realmente encantadora, y conociendo a los islandeses, cuesta creer que hubiera tiroteos allí, pero en el libro la escena funciona perfectamente.
5.- Grettisgata. Calle clásica de Reikiavik cerca de las principales calles comerciales. Los nombres de la zona homenajean a personajes de las sagas, con lo que estamos en un sitio especialente literario.
¿Qué tien que ver con Indridason? Bueno, pues en una de las casas de esta calle, quién sabe si en la que hemos fotografiado, estuvo secuestrada una de las víctimas de Black Skies, sin que vayamos a entrar en más detalles. Sería más divertido haber ido a la casa en concreto, pero una peculiaridad de Indridason es que no suele dar detalles muy concretos de los lugares por los que pasan sus personajes, ni dentro ni fuera de Reikiavik. 
Para terminar, querría incluir una imagen del mar y la ciudad vistos desde la vía para paseantes y bicicletas que rodea la parte central de la capital islandesa. No es el escenario de ningún crimen, pero es un lugar que me llegó especialmente. Desde allí, congelado, con el mar enfrente y la ciudad iluminada para vencer la oscuridad a pesar de que ya era por la mañana, sentí muchas cosas y traté de comprender algo más la oscura y compleja alma islandesa.

7.12.13

El crimen y la culpa, según Von Schirach

Los derechos civiles, la amnistía a los nazis de segundo grado y la herencia del pasado protagonizan la narrativa del autor de El caso Collini

Ferdinand von Schirach (Múnich, 1964) procede de una dinastía de juristas. / Piper Verlag./elpais.com
Poético y turbador, dos adjetivos sobre los que pilota la narrativa de Ferdinand von Schirach y quizás su personalidad. Tímido, sensible, exquisito y fumador empedernido, el prestigioso abogado utiliza casos reales sobre los que ha trabajado para indagar en historias que inciden en el crimen y la culpa. Debutó con dos libros de relatos alabados por la crítica y el público. Ahora publica su primera novela, El caso Collini, una historia sobre el asesinato de un empresario alemán a manos de un trabajador italiano en la que recupera el ambiente de los años sesenta del siglo pasado, cuando se dictaron leyes que absolvieron a nazis de segundo rango, como la reforma del código penal, ejecutada por el juez y exnazi Eduard Dreher, que impuso la prescripción para los crímenes de complicidad por asesinato. Bajo esa amnistía subyace también la manera en que se enfrentan a su pasado los nietos de los nazis. Y Von Schirach (Múnich, 1964) conoce bien el tema. Su abuelo, Baldur von Schirach, fue responsable de las deportaciones de judíos en Viena y condenado en el juicio de Núremberg a 20 años de cárcel por crímenes contra la humanidad.
En los últimos 500 años ha habido también muchos juristas en la familia Von Schirach, pero la herencia de su abuelo resulta más sugerente para los periodistas. Tanto que hace unos meses publicó en Der Spiegel un artículo, Por qué no puedo contestar a preguntas acerca de mi abuelo, en el que relata su infancia, los escasos encuentros con su aristocrático antepasado y cómo descubrió en la escuela a los 12 años quién era su abuelo, con los nietos de otros nazis sentados en el pupitre de al lado. Como conclusión, recupera el final de la novela en el punto en el que la nieta del nazi le pregunta al abogado defensor: “¿Y yo formo parte de todo esto?”. La contestación del letrado: “No, tú eres tú”, es la respuesta que tanto tiempo le costó encontrar al propio Von Schirach.
Y no solo los nietos. La generación anterior a la suya, la de los hijos de… quedó consternada al descubrir lo que habían hecho sus padres: “Esto siempre es terrible, incomprensible, provoca rabia. En Alemania, esta rabia fue el detonante de la llamada Revolución del 68”, cuenta desde Berlín a través de un cuestionario.
Las personas consideran más importante la seguridad que la libertad. Libertad y liberalismo han perdido popularidad
Tras publicarse El caso Collini, el Ministerio de Justicia de la República Federal de Alemania encargó a una comisión la investigación del pasado nacionalsocialista del citado ministerio. “Hasta donde he podido seguir los resultados de la comisión, he visto que al fin se están esclareciendo muchos crímenes menores y mayores. De hecho, ya existen publicaciones científicas sobre su trabajo, y se realizan simposios y seminarios”, dice. “La justicia actual ya no tiene nada que ver con los nazis que ocuparon cargos en ella durante los años cincuenta y sesenta. La ministra de Justicia actual es una mujer cuyo respeto al Estado de derecho y honestidad son absolutamente incuestionables. Es una muy buena señal. Pero para las víctimas llega demasiado tarde”.
De entre los 800.000 metros de material de archivo relacionado con los crímenes del nacionalsocialismo, ¿por qué eligió a Collini?
No me interesaba escribir sobre los crímenes cometidos durante el nacionalsocialismo, que constituyen el capítulo mejor estudiado de la historia alemana en general. Probablemente nunca podremos comprender del todo estos crímenes, su bestialidad y el enorme desprecio hacia el ser humano, pero los historiadores llevan años investigándolos. Me interesaban todavía más los crímenes de mayor complejidad que cometió la justicia de la República Federal de Alemania, mi país. Estos me conciernen a mí, y siguen afectando a mi sociedad, al mundo en el que vivo como abogado defensor y escritor.
El derecho internacional permitía el fusilamiento de rehenes durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Hoy sería delito?
Sí, sin ninguna duda. Pero el derecho va siempre ligado también al desarrollo de una sociedad. Lo que hoy nadie aceptaría puede cambiar rápidamente, de modo que el derecho cede el lugar al poder. Esto es algo que estamos viviendo actualmente. Las vulneraciones del derecho por parte de la política están a la orden del día cuando se trata de la persecución de terroristas. El increíble alcance de las escuchas telefónicas, el control de los correos electrónicos, etcétera, por parte de la NSA es solo uno de muchos ejemplos.
En su novela, el procedimiento contra el oficial nazi fue sobreseído. Su delito había prescrito. ¿Derogar esas leyes y juzgar a los acusados serviría para algo?
Solo se puede llevar a juicio a personas vivas, en parte porque deben tener la posibilidad de defenderse de las acusaciones. La historia emite sus propios juicios, pero en derecho penal esto sería absurdo.
El protagonista de su novela busca justicia pero finalmente aplica el “ojo por ojo”. ¿Que el delito sea arbitrario o que sea comprensible marca una diferencia?
Sí, por supuesto. En todos los Estados modernos, el derecho penal se basa en la culpabilidad: no solamente se penalizan delitos, sino que también se juzga a las personas en función de su culpa. En la Edad Media, al que robaba una manzana se le cortaba la mano. No importaba si había cogido la manzana por hambre o por avaricia. Hoy reconocemos que hay una diferencia. Este es quizá el mayor logro de la Ilustración.
El fundamento de nuestras Constituciones se viola constantemente. ¿La línea que separa la libertad de la seguridad parece cada vez más delgada?
Hace apenas dos días se publicó una encuesta de incuestionable rigor según la cual hoy en día las personas consideran más importante la seguridad que la libertad. Libertad y liberalismo han perdido popularidad, parece que han perdido su significado. Esto me parece muy peligroso: si perdemos la libertad, acabaremos perdiendo también la seguridad. La Constitución, los derechos fundamentales de los ciudadanos, constituyen en realidad derechos de defensa contra el exceso de poder del Estado. En tiempos de paz —y ahora ya llevamos 68 años en paz en Europa—, la libertad deja de ser un valor apreciado. Le pondré un ejemplo: imagínese que hay dos aviones en una pista de despegue de Madrid con destino a Barcelona. Uno de ellos se somete a un control muy estricto: se cachea a todos los pasajeros, uno a uno, y se pasan todas las maletas por el escáner. En cambio, en el segundo avión se puede embarcar sin ningún tipo de control de seguridad. ¿Cuál de los dos escogería?
El Estado tiene el monopolio de la violencia, pero siempre dentro de la ley. No puede haber terrorismo de Estado. ¿Detener, juzgar y condenar ya no es la máxima que debe imperar?
En la mayor parte de los casos estas máximas se siguen respetando. Pero se detecta cierta tendencia que me preocupa. Matar a terroristas sin un juicio no solo atenta contra la dignidad humana, sino que es además una tontería. Así únicamente se siembra más violencia. Y si dejamos de confiar en nuestro derecho, estamos perdidos.
El Estado debe garantizar la seguridad de los ciudadanos. ¿Aplicar la teoría del mal menor es justo?
No, esto jamás es así. No se puede calcular el valor de una vida, no se puede medir una vida contra otra. En última instancia, esto se debe a que creemos que cada vida es única. Este convencimiento es la base de nuestra civilización. Tiene que ser intocable.
¿Y qué opina de las escuchas a Angela Merkel?
“Esto no se hace entre amigos”, dijo la señora Merkel. Esto es cierto, pero aquí se trata de algo mucho más importante: es una cuestión de dignidad del ser humano. No estamos en un conflicto entre Alemania y Estados Unidos, entre España y Reino Unido o entre Portugal y Australia. Aquí se trata de los ciudadanos, que en Madrid, París, Nueva York, Chicago o Berlín son vigilados por su Gobierno. Los principios éticos de nuestras Constituciones y del derecho internacional son vulnerados por la NSA. Contra esto —y solo contra esto— nos tenemos que defender. ¿Y cómo lo podemos hacer? Seguramente no con un acuerdo con Estados Unidos: sería casi ingenuo creer que solo con eso bastaría. Necesitamos pactar una directiva de protección de datos que haga que en Europa se aplique la ley de protección más dura del mundo. Estoy seguro de que los autores de la Declaración de la Independencia americana, en 1776, habrían aplaudido una medida así porque habría encajado con su concepción de los derechos civiles.
El caso Collini. Ferdinand von Schirach. Traducción de María José Díaz Pérez. Salamandra. Barcelona, 2013. 160 páginas. 15 euros.

"Luther el origen": la precuela perfecta en forma de novela negra

Luther es excesivo, está al borde de la locura, no tiene una relación muy estricta con las normas, ni con las jerarquías, ni con las leyes sagradas del trabajo policial. Es brutal y violento. Es adorable. La serie es magnífica, el libro está a la altura. Lean y disfruten

Portada El origen de Neil Croos./elpais.com
Neil Cross (Bristol, 1969) es el creador de uno de los mejores personajes policiales de la historia de la televisión. Luther, interpretado de manera sublime por Idris Elba, es un policía obsesivo hasta límites insospechados, bueno, capaz de casi cualquier cosa para que el mal pague por sus actos o al menos para que los inocentes tengan alguien que luche por ellos. Viendo la magnífica serie, ignorante de mí, dije en Twitter que Luther era un personaje por el que el 90% de los escritores del género negro darían un brazo. Me llega entonces un mensaje de Óscar Palmer, excepcional traductor y alma de Es Pop ediciones, y me dice que Cross ha escrito la novela, que es buena, que hace justicia al personaje. Y aquí estamos.
Luther. El origen (Es Pop, traducción de Óscar Palmer) es una demostración de la capacidad de Cross para crear un personaje único y ponerlo al límite, para apabullar al lector con un ritmo incansable, para llevar a la novela lo que ya había triunfado en la televisión. Un libro para amantes de la serie y para aquellos que no la hayan visto, una exploración del infierno que vive un personaje único.
Luther. El origen es una precuela en todo el sentido de la palabra. Su escena final es el principio de la serie de la BBC, sin que por contar esto vaya a desmerecer para nada el libro. Al contrario. La historia es tan buena, los demonios internos que afligen al detective John Luther están tan bien retratados, el personaje está llevado al límite con tanta maestría que no importa el desenlace. Y eso que es bueno, duro.
Luther (1)Aviso para creyentes en el bien absoluto: Luther hace el mal, se salta la ley, agrede e intimida a testigos, amenaza y golpea a delincuentes; Luther hace lo que sea necesario para resolver el caso. Y esta actitud le mete en una espiral imparable de la que no sale. Su proceso autodestructivo se lleva por delante todo: sus relaciones personales, su futuro policial, su salud.
Para quienes hayan visto la serie, en este libro Luther ahonda un poco más en los fallos de la relación con Zoe, su esposa, su compañera del alma que no puede más. Hay diálogos muy buenos en los que se ve esa relación, en los que se observa la desesperación de Zoe porque “en algún momento del camino, aquel muchacho se había unido a los muertos y Zoe se había pasado años haciéndole señas desde una orilla lejana, intentando hacerle volver”. Luther forma parte de ese glorioso grupo de desdichados, antihéroes policiacos (Harry Bosch, John Rebus, Charlie Parker, Lew Archer...) cuya vida marcada para siempre porque se preocupan más por los muertos que por los que se han quedado.  Un pequeño ejemplo:
ZOE: Pero aquella noche, cuando estabas borracho, estabas furioso,  y quiero decir realmente furioso. Dabas miedo.
Luther se vuelve hacia ella, no recuerda nada de aquello.
- ¿Furioso con qué?
- Con los chistes que habían contado. Los policías, el forense, los de la ambulancia. La falta de respeto. Dijiste que la cosificaban exactamente igual que haría un asesino. Y estabas furioso contigo mismo por no haberles llamado la atención. Por no haberles dicho que fuesen más respetuosos.
- Era un crío.
- Y te preguntabas si no habrías cometido un terrible error, si no habrías seguido el camino equivocado ingresando en la policía. Fue la primera vez que planteaste la posibilidad de dejar el cuerpo. Hace dieciséis años. Y llevas hablando de dejarlo desde entonces.
- Lo sé.
- Pero no lo has hecho.
- Lo sé.
- Ni lo harás nunca.
Luther no responde a eso. ¿Cómo podría?
Como en toda buena novela negra, la nómina de secundarios está muy bien cubierta. Además de la propia Zoe, el freak de la informática Benny, o la super jefa Rose Teller aparecen muy bien perfilados detrás de nuestro gigante. Y el malo es muy malo, pero no es maniqueo, no es bobo, es real.

6.12.13

Los internautas preguntan a Joël Dicker

El joven escritor suizo ha protagonizado el fenómeno literario del año con su obra de novela negra La verdad sobre el caso de Harry Quebert

Joël Dicker autor de La verdad sobre el caso de Harry Quebert./elpais.com

Cascarrabias

¿Es posible ser un escritor suizo? Los creadores nacidos en la Confederación Helvética se convierten en todo menos en suizo. Creo que Durremant fue el único que permaneció en su país de origen.
Creo que es my posible ser un autor suizo y hay muchos, por ejemplo Jacques Chessex a quien admiro, pero definitivamente el tamaño del país no le permite a los autores suizos qe escribe Suiza ser conocidos pero ahora es importante recordar que Europa esta abierta y creo que mi generación es una generacioón de viajeros. Lo que puede explicar que muchos autores suizos estén escribiendo sobre otos lugares.
 

luis

¿Podrias contarnos de forma breve cual ha sido el proceso que te ha llevado a la publicacion de esta novela? ¿La rechazaron en alguna editorial?, ¿Por que? ¿Que recomendarias a un joven escritor que empieza?
Este es el sexto libro que escribo y antes que este 5 libros fueron rechazados por los editores. Para mí encontrar un editor fue un proceso difícil y me llevó tiempo. Creo que lo que hice mal al principio de este proceso fue enviar mis manuscritos de manera anónima, creo que todo escritor joven debe saber que cada casa editorial recibe muchos manuscritos y es muy difícil paa ellos decidir cuál leer. Lo que recomendaría según mi experiencia sería construir una red , tal vez asistir a ferias del libro para conocer editores en persona y entablar uan relación
 

Rebeca

¿Es difícil para un joven escritor hacerse un hueco en un sector editorial que se tambalea?
Es verdad que la situación de los libros es difícil en estos momentos, pero este no debe ser un motivo para no escribir y no buscar ser publicado. Por el contrario creo que nuestra generación debe luchar por aquello que considera importante. No debemos ser fatalistas, debemos escribir y debemos animar a la gente a leer. Y es nuestra responsabilidad hacer que le gente se emocione cno los libros como lo hacemos con los programas de televisión. Es cierto que la industria del libro está en una ala situación pero por qué no tratar de arreglarla
 

Rebeca

Cuando todos los niños querían ser médicos, astronautas o aventureros, ¿usted siempre tuvo clara esa vocación literaria?
De niño yo también quise ser astronauta, bombero y jugador de fútbol y escritor también. Ahora soy un escritor y me da mucho gusto pero todavía quisiera poder llegar a ser astronauta o futbolista
 

Atanacio_Igna

I have 2 questions: Which authors most influenced your work? What did you learn when you were writing your books that you could share with young writers? Thanks a lot!! And Congratulations!! greetings
Diría que Romain Gary, Marguerite Duras, darse el tiempo para escribir. Creo que con los otros libros, los que fueron rechazados fueron escritos my de prisa. Con este libro me di tiempo para dejarlo descansar por algunos días y luego retomar el trabajo y también aprendi a sacar del libro todo aquello que no es necesario. Al principio sentía que quitar cosas era como ir hacia atrás pero en realidad el libro resulta mejor cuando quitas las partes malas. Así que cada cosa que sacas es como un gran paso hacia adelante.
 

Elena

¿Qué estas leyendo en estos momentos? Un saludo!
Caos calmo de Sandro Veronesi.
 

Candy

¿Se considera usted un escritor 'tramposo' por la cantidad de cabos sueltos que arroja en su última novela? ¿Cree que esta técnica puede irritar al lector, o por el contrario, le empujará a seguir leyendo su novela?
Es una buena pregunta porque nunca pensé en el lector cuando escribía el libro.Cuando lo empecé a escribir todas mis novelas anteriores habían sido rechazadas por los editores así que mientras escribía el libro yo estaba concentrado en disfrutarlo más que en pensar en los lectores. La verdad es que lo disfrute tato que no quería que terminara la historia y seguía añadiendo suspenso y giros argumentales. Entiendo perfectamente que esto irrite a algunos lectores y al leer la prueba antes de la publicación me pregunté si debía sacar algo, y decidí que no para ser fiel a lo quería en realidad y no convertir la historia en algo artificial.
 

Mensaje de despedida

Gracias por darse el tiempo de hacerme estas preguntas tan interesantes. Y por su apoyo que me emociona

28.11.13

La novela negra francesa hace sombra a nórdicos y anglosajones

El género triunfa en el país con una mezcla de tradición y autores jóvenes

ilustración, Fernando Vicente./elpais.com
El género policiaco en Francia está de fiesta. Hace 152 años que Honoré de Balzac publicó Un asunto tenebroso, lo más próximo a una obra fundacional del género en el país vecino, pero, lejos de mostrar signos de cansancio, la literatura criminal no para de crecer más allá de los Pirineos y de extenderse por Europa rivalizando con nórdicos y anglosajones. Uno de cada cuatro libros vendidos en el país vecino es novela negra y prácticamente todas las editoriales tienen su colección o sello policial. A la tradición del polar más clásico de los sesenta y setenta, con una fuerte carga crítica y social, se han unido otras voces nuevas, jóvenes que han llevado al género a otros lugares, a otras realidades, que le han dotado de fuerza y lo han renovado sin perder su esencia.
“El género está muy vivo en todas partes pero en Francia es donde quizás han hecho una recepción más completa y una reinterpretación más propia. Los franceses tienen más diversidad y lo combinan con una personalidad muy propia. Van desde Fred Vargas hasta el thriller de Franz Thilliez y en medio hay autores que completan muy bien ese espectro”, asegura el escritor Lorenzo Silva, alma del festival Getafe Negro, que se celebró en octubre en la localidad madrileña y que este año se ha centrado, precisamente, en la novela negra francesa.
El nombre de Fred Vargas, estrella en Getafe, aparece en cualquier conversación sobre el género en Francia. La creadora del comisario Adamsberg ha vendido 100.000 ejemplares de La tercera virgen (Siruela) y destaca por su calidad."Es la que más ha marcado esta época”, nos comenta el escritor Bernard Minier. “Es esencial por su fantasía, por su galería de personajes, su punto de vista post moderno pero, sobre todo, por su amor a la lengua”, asegura el autor de El Círculo y Bajo el hielo (Roca, traducción de Dolors Gallart).
La nómina de autores de un género que se caracteriza por haber inutilizado las etiquetas que trataban de clasificarlo y por haber derribado barreras de género y geográficas es inabarcable.
El thriller tiene en Francia una repercusión que no ha tenido en ningún país fuera del mundo anglosajón y eso se nota en su proyección exterior. Franz Thilliez es el maestro de este subgénero. El autor de Gataca o Atomka (Destino) constata la evolución en Francia: “Cuando era joven las tiendas de libros estaban copadas de literatura anglosajona. Ahora, la gente busca comprender la realidad en la que vive y en Francia tenemos gran cantidad de escritores capaces de divertir y de explicar el mundo en que vivimos”.
“La tradición de crítica social, de señalar las zonas sombrías de la sociedad está muy viva”, asegura Olivier Truc, corresponsal de Le Monde para los países escandinavos y exponente en sí mismo de la renovación y la deslocalización del género con su primera novela El último Lapón (Destino, traducción de Joan Riambaud Möller). “ Sin embargo creo que los autores de hoy han tenido recorridos más diversos y menos politizados que los de sus predecesores de los setenta, muy ligados a la extrema izquierda” añade Truc rememorando a Jean Pierre Manchette (editado en España por RBA), Didier Daeninckx o Jean Bernard Pouy, máximos exponentes del neo polar de aquella época.
Truc no es la única voz nueva que ha sacado la la novela negra francesa de los límites de lo francófono. “Está Caryl Férey –que con Haka, Utu, Zulu y Mapuche, entre otras, ha situado sus excelentes novelas negras en Nueva Zelanda (las dos primeras), en el sur de África (la tercera) y en Argentina (la cuarta)– y todo un conjunto de thrillers que fusilan –y, en algunos casos, remedan– el thriller yanqui”, asegura Minier, juicio confirmado por Marc Fernández, redactor jefe de Alibi, publicación francesa especializada en el género. Fernández cree que en la actualidad se mezcla perfectamente “una parte muy tradicional que perpetúa el polar clásico y otra más joven que están inventando otro género”. Entre estos últimos, algunos ejemplos:Jean Christophe Crangé, autor de El origen del mal (Grijalbo, traducción de Pedro Agná) y creador de la concepto “thriller puro” ; Jerémie Guez, que ha ganado a los 25 años el premio polar SNCF de este año con Balancé dans les cordes o Rachid Santaki, un chico de los suburbios parisinos que ha renovado con fuerza el lenguaje literario.
Las voces femeninas destacan, y mucho, algunas, extremadamente precoces. Es el caso de Cécile Coulon, 23 años, seis novelas a su espalda y un respaldo excepcional de crítica y público. Más ejemplos: Dominique Sylvain (autora de La ausencia del Ogro o La hija del samurai, Suma) y Karine Giébel. Las dos han pasado, junto con Minier y el crítico y escritor Claude Mesplède, este año por Getafe. “Son hombres y mujeres de entre 25 y 40 años, que no han conocido el Mayo del 68, que viven con las nuevas tecnologías”, resume Fernández.
La voracidad traductora completa un panorama difícil de igualar. Víctor del árbol, Prix du polar Européen 2012 por La tristeza del samurari (Alrevés) o Carlos Salem, por citar dos ejemplos recientes, han vivido un éxito de crítica y ventas y un reconocimiento en Francia que todavía se les niega en España.  ¿Por qué triunfa tanto el género en Francia? Thilliez y Truc hablan de éxito mundial, de una oferta de evasión y de mucha calidad para explicarlo. Minier lanza una alerta: “El peligro es que demasiado polar mate al polar”. Por ahora no ha ocurrido. La fiesta continúa.

22.11.13

Un inédito de Hammett y un cofre del tesoro de la novela negra

Hay casualidades, infortunios de la vida y desgracias sin las que no tendríamos hoy algunas de las obras maestras de la literatura universal. La tuberculosis recurrente que sufrió Dashiel Hammett (Maryland, 1894, Nueva York 1961) a partir de 1922 le empujó a la escritura, le apartó del trabajo de detective primero y del mundo de la publicidad después y dio a la literatura un autor esencial en el siglo XX y a la novela negra un mito fundacional, un arquitecto, un padre

Dashiel  Hammett fumando. /Paul Dorsey./elpais.com
No ha sido la casualidad, ni el infortunio, ni mucho menos la desgracia la que ha llevado a la publicación de Disparos en la noche (RBA, traducción de Enrique de Hériz, que da un recital de conocimiento de la obra), la más ambiciosa, detallada, completa y amplia recopilación de relatos de Hammett que jamás se haya publicado. Suena brutal, exagerado. No lo es. Tras un trabajo de arqueología literaria, de búsqueda en las fuentes, los encargados de la edición han conseguido un libro excepcional, un cofre del tesoro (como objeto y como idea), una obra única con ocho relatos inéditos en castellano de los que ofrecemos dos en exclusiva. Un trabajo en la que se ve, se palpa y se comprende la génesis creadora del autor de Cosecha Roja, las claves de su universo, la construcción de la mujer fatal, la creación de una narrativa única, la fundación de un género.
Lean El cruzado y también Otro crimen perfecto en exclusiva en EL PAÍS .
Los 65 relatos de Disparos en la noche están ordenados de manera cronológica. Esto es una ventaja enorme porque permite al lector ver la evolución de un autor que prueba temas y personajes, que descarta lo que no funciona, que mejora continuamente y lleva a sus límites su escritura, su mundo. Detective de la mítica agencia Pinkerton y veterano de la I Guerra Mundial, la enfermedad le recluye en casa y le entrega en brazos de la escritura. Su primer relato lo publica en 1922. Tenía 28 años, una esposa de 25 y un bebé. Y necesitaba comer. Esto es importante porque al leer ciertos textos de la primera época no se entiende el exceso de violencia que lastra algunos de ellos. Hay que tener en cuenta que tenía que adaptarse, para su disgusto, a los cánones de Black Mask, la revista que le publicaba entonces. “El problema es que ese sabueso mío ha degenerado para convertirse en un algo que paga las comidas” aseguraba ya en 1924 después de verse obligado a rehacer dos historias.
Disparos_en_la_noche_cuentos_completos_300x451He aquí una de las esencias de esta obra definitiva: hay relatos fallidos, pero en ellos el aficionado podrá encontrar los mimbres de algo que luego fue grande, el camino dificultoso que le llevó a El halcón maltés. Y hay relatos, muchos, sublimes.
En una primera etapa hay algunas píldoras, muy breves, textos llenos de mala uva. Después, tanto el Agente de la Continental como Sam Spade protagonizan muy buenos relatos, panorama que se completa con otras historias llenas de elementos que luego se repetirían en el género a lo largo de todo el siglo XX.
Hammett es diferente porque conoce el mundo del que habla, porque está familiarizado con el crimen, porque es capaz de contarlo como nadie. Algún lector que se inicie en este autor puede pensar que está lleno de tópicos. No: son los demás, los que vinieron después, los que repiten y hacen el tópico.
La mujer fatal que marcará el género en literatura y cine no surge de la nada. La compleja, heladora y sobrecogedoramente atractiva Brigid O’Shaughnessy de El Halcón maltés tiene su mimbres en la Elvira de La chica de los ojos de plata; en la pelirroja de la Casa de la calle Turk (una de mis preferidas, la historia y el personaje); en la ladrona rusa de El saqueo de Couffignal o en la aparentemente dulce rubia de El ángel ladrón.
¿Les gustan los detectives que se empeñan a toda costa en los casos, contra viento y marea, aunque quien les paga haya dejado de hacerlo? Lew Archer, Harry Bosch, Pepe Carvalho o John Rebus deben al Agente de la Continental su empeño. En un momento delicioso de Disparos en la noche, el relato que da título al volumen, el detective sin nombre asegura a un cliente del que no termina de fiarse: “No me gusta mucho este encargo, pero ya que he venido hasta aquí lo voy a aceptar. Pero no se olvide de que soy de los que no cejan”.
¿Mis preferidos?
1.- El camino de vuelta a casa. Una joya de tres páginas. Un cuento terrible sobre un cazarecompensas que encuentra a su presa tras dos años de persecución. Una historia triste sobre lo que ocurre cuando tenemos lo que hemos perseguido tanto tiempo. Una pequeña joya sobre el ser humano.
2.- La casa de la calle Turk. Breve y compleja historia con pocos escenarios, pocos personajes, y muchas traiciones, giros, odios. Y un final memorable. “Me prometí que algún día…”
3.- Una sombra en la noche. Un terrible relato social, muy breve, duro, y en que se ve la esencia de ese Hammett que decía que era “imposible escribir nada sin tomar partido en algún momento en los temas sociales”. Aprovecho para reivindicar a ese escritor tan pegado a lo social, militante, que también pagó por ello.
4.- Otro crimen perfecto. Un relato breve, un juego, un homenaje al género con tono irónico y delicioso.
Me gustan también de manera especial todos los relatos de la etapa inicial del Agente de la Continental y de Sam Spade. Esos en los que ya se prefigura parte esencial de dos hombres que nos harán disfrutar para siempre del género, en los que te los imaginas más crecidos, en los que te emocionas al verlos nacer literariamente.  Hammett dejó de escribir relatos cuando ya no los necesitaba. Ni para comer, ni para construir su obra. Nosotros no dejaremos de leerlos nunca. Vive le noir! 
 

21.11.13

Diez apuestas de pequeñas editoriales locas por el crimen

El mundo editorial está un poco loco. Se publica mucho y más en nuestro género, aunque tiendo a pensar que ya no es porque esté de moda sino porque, en cierto modo, se ha instalado como fenómeno

La variedad de títulos como de autores que cuentan sobre el crimen./elpais.com
El caso es que por más que este humilde bloguero lea, no da tiempo a comentar propiamente y con la calidad que se merecen tantos y tantos títulos. Por eso quería dejar un hueco a algunas apuestas arriesgadas, interesantes y algunas veces suicidas que me han hecho llegar de una u otra manera editores y autores más pequeños. 
Sí, lo sé, se van a quedar fuera muchos. Lo siento. Haremos más, pero prefiero comentar sólo lo que conozco. Luther, una novela en el País Vasco con ETA y las drogas de fondo, una sopresa italiana y una apuesta suicida del gran David Peace son algunos de los platos de este menú. Lean y disfruten. 
Lobos frente al mar. Carlos Mazza. (Seronda. Traducción de Francisco Álvarez). Un autor y una novela peculiares. Corrupción, negrura y muerte en el Bari veraniego (buen escenario) que tan bien conoce el autor (sólo ha salido de allí para hacer el servicio militar). Una novela que entra de lleno en la miseria que corroe Italia contada con acierto y pulso por un hombre que militó en la extrema izquierda y que ha trabajado 35 años en el sector bancario. El libro inauguró la colección Sabot- Age del sello Edizione, avalada por el maestro Massimo Carlotto (otro con historia al que debemos un homenaje aquí). 
La rata en llamas. George V. Higgins (Libros del Asteroide. Traducción de Magdalena Palmer). Algunos nunca dejaremos de agradecer a estos aventurados editores que hayan recuperado a un clásico del género que ha sido menospreciado a un nivel sólo comparable con su calidad. Aquí ya hablamos de él y volveremos a hacerlo. En este caso vuelven los ingredientes clásicos: abogados de poca monta, delincuentes grises pero peligrosos, humor corrosivo y, sobre todo, unos diálogos por los que muchos autores contemporáneos darían sus dos brazos.
1974. Red Riding Quartet. David Peace (Alba. Traducción de Manu Berástegui). Un escritor de altura embarcado en un proyecto de locos. Este libro es la primera parte de una serie de cuatro obras publicadas por Alba y situadas en Yorkshire. Muerte, misterio, negrura, mucha negrura y calidad para una novela que no se olvida fácilmente (cuando lea las otras tres, lo comentaremos como se merece). Un libro brutal de un escritor soberbio. Ya hablamos aquí también de Tokyo Año Cero.
Luther. El origen. Neil Cross (Es Pop Ediciones. Traducción de Óscar Palmer). Para los fans de la serie poco se puede decir de Luther que no se sepa. Para los que no la hayan visto, que no se la pierdan. Para todos, vayan a este libro donde Cross (guionista de la serie) refleja a la perfección los demonios internos que llevaron a Luther a la desesperación y a la cuesta abajo personal y profesional. A veces crep que es mejor incluso que la serie. Un must. 
Respirar por la herida. Víctor del Árbol. (Alrevés). Baste este ya emblemático libro de la ficción criminal española contemporánea para hablar de la apuesta valiente y seria de esta editorial. De la novela ya habló el autor en una entrevista de Aurora Intxausti en este blog. Sólo decir que tiene una fuerza desconocida y una calidad soberbia, como otras obras de las que ya hablaremos (atentos a La paz de los sepulcros, de Jorge Volpi, que reseñaremos en breve. Brutal). 
Nadie llora a un muerto. Deborah Crombie (Navona. Traducción de Rebeca Bouvier). La autora de Dreaming of the bones sigue con su serie de Duncan Kincaid y Gemma James. Ella es texana pero escribe novelas perfectamente ambientadas cerca de Londres. Un clásico del género que no conviene perderse. 
La última batalla. Javier Abasolo (Erein). A veces se echa en falta novela negra que se meta hasta el fondo en la miseria que ha vivido este país. Esta lo hace. El asesinato de un etarra a la salida de prisión (qué actual) y las heridas sufridas por un ertxaintza en el mismo acto desencadena una investigación que vuelve al Euskadi de los ochenta: ETA, la reconversión industrial y las drogas. Un paisaje duro para una novela que no da tregua. 
Los cuadernos secretos de Sherlock Holmes. Javier Casis (Buscarini). Una aventura más para los amantes del inquilino del 221b de Baker Street. Ya saben los fans que Holmes participó en decenas de casos que sólo aparecen citados pero que Connan Doyle nunca relató. Casis los recoge con respeto y los cuenta. Arriesgado, sí, pero interesante y muy entretenido. 
Con todo el odio de nuestro corazón. Fernando Cámara (Rey Lear). Un mundo, no tan lejano, en el que la crisis no ha devastado y la clase media vive en la miseria. Un profesor, un joven desequilibrado y una directora de sucursal que vendió preferentes se alían para matar a uno de los responsables de la crisis. Distopía y ficción criminal mezclados y que merecieron el Premio Francisco García Pavón de narrativa policíaca 2013. 
13 días. Valentina Giambaco (Pamiès. Traducción de Ana María Sánchez). Un hombre temido por todos que fue secuestrado cuando era pequeño. 13 días y una venganza pendiente. Y una detective, Alice Madison, que tiene que pasearse por el lado oscuro para tratar de llegar a la verdad. Thriller psicológico de los buenos. Ya hablamos en su día de El pirómano, otra de las apuestas de estos aventureros. 

7.11.13

Michael Connelly y las heridas abiertas de EEUU

El autor estadounidense nos habla de su personaje Harry Bosch y de la pena de muerte, el racismo y la violencia en EE UU

Michael Connelly, creador del detective Harry Bosch / Luis Alberto García./elpais.com
Michael Connelly (Filadelfia, 1956) es un hombre entregado a tres devociones: la ciudad de Los Ángeles, su hija y la escritura. El creador de Harry Bosch encuentra un rato en su espartana rutina creadora, empieza a escribir a las cinco de la mañana para aprovechar las primeras horas del día antes de llevar a su hija al colegio, para atender a EL PAÍS a distancia. Connelly no rehuye ninguna pregunta. Hablamos de su literatura y su proceso creador y de algunos detalles para fans irredentos de Bosch, pero también de la pena de muerte, el racismo y la violencia en EE UU y los asesinos en serie. Las heridas abiertas de un país.
Obsesionado con el crimen desde que presenció uno con 16 años, su encontronazo con Raymond Chandler a los 19 fue definitivo: “Lo leí y dije: quiero intentarlo”. Connelly trata de mantener los pies en el suelo: “Hago todo lo que está en mi mano. Está muy bien y es muy bonito vender 45 millones de copias, pero todo eso es gracias a lo que escribo, así que trato de mantener la atención en lo que de verdad importa”.
Connelly agradece al periodismo el haberle dado “una ética de trabajo”. En sus años en este oficio, donde ganó un Pulitzer en 1986 junto a varios compañeros del Fort Lauderdale News gracias a las entrevistas a los supervivientes del accidente del Delta Flight 191, aprendió a “escribir cada día” y adquirió un buen pulso para los diálogos. El premio le llevó a fichar por Los Ángeles Times y aterrizar en la ciudad de sus sueños. 
No he pensado en acabar con Harry Bosch. Si estuviera cansado o el personaje estuviera quemado, ya habría puesto fin a la serie. Siempre tiene algo más que decir
El autor estadounidense sitúa la mayoría de sus novelas en la urbe californiana, a la que llegó desde Florida con su bagaje periodístico y dos novelas sin publicar. Para el autor de Cuesta abajo, (RBA, traducción de Antonio Padilla) la elección era natural e inevitable: “Obtengo mucho de Los Ángeles, porque es una ciudad muy grande y evoluciona muy rápido. Raymond Chandler, Ross MacDonald y Joseph Wambaugh fueron mis mayores influencias y todos sitúan sus historias en esta ciudad y el sur de California, así que pensé que lo natural era que me estableciese allí para escribir”.
Pero la ciudad angelina tiene cicatrices por cerrar. Los disturbios raciales de 1992, en los que Connelly sitúa La caja negra, (RBA, traducción de Antonio Padilla) se cerraron en falso y no son sino la muestra del drama del país con las minorías. “A pesar de los avances, no creo que los problemas en esta ciudad o en EE UU estén resueltos. La pregunta que debemos hacernos es si puede volver a ocurrir, y la respuesta es que sí, así que tenemos mucho camino por andar”.
Su personaje Harry Bosch, un detective de la unidad de casos no resueltos de la policía de Los Ángeles, es alguien decidido, solitario, honesto, obsesionado con la justicia y la búsqueda de la verdad. También es partidario de la pena de muerte, otro de los grandes temas de debate en EEUU, donde en la actualidad, en su momento más bajo, un 60% de los ciudadanos apoya el máximo castigo. Connelly no se decide: “ Es polémico, pero creo que todo policía tiene una opinión al respecto y yo quería que Harry tuviera la suya. Creo que si nos basamos en todos los lugares oscuros por los que ha transitado y los crímenes horribles que ha visto, no hay duda de que apoya la pena de muerte. Yo me encuentro a medio camino. Desde el punto de vista intelectual, estoy en contra. Pero luego escucho historias y veo fotos de escenarios de crímenes y de víctimas y pienso que es el instrumento de castigo apropiado”.

Asesinos durmientes

La complejidad de EE UU encuentra en los asesinos en serie un fenómeno único en el mundo en extensión y alcance. Harry Bosch se enfrenta a varios, algunos de ellos “durmientes”: psicópatas que asesinan durante años sin que nadie se dé cuenta y desaparecen para volver tiempo después a matar. Connelly no tiene claras las razones de este fenómeno: “No sé por qué se da en esta medida. Supongo que es porque este es un país grande, con mucho sitio para esconderse. Tiene muchos espacios abiertos y en esos espacios abiertos crece el miedo. Creo que la novela negra refleja su tiempo y hay un gran número de asesinos en serie actuando en este país. Ni que decir tiene que esto tiene que terminar reflejándose en la ficción. Da mucho miedo que estén actuando durante tanto tiempo de manera impune. Sólo espero que cuando se encarga Harry Bosch eso sea esperanzador”, añade el autor subrayando una de las claves del género: el bien trata de que el mal no salga impune y eso reconforta. 
Muy preocupado por los personajes -“lo son todo, nadas o te ahogas con ellos. La estructura es importante, pero no tiene sentido si no pones en ella ese personaje esencial”- Connelly no tiene una rutina clara antes de abordar un libro, pero trata de no empezar si no tiene bien metida en su cabeza una buena idea de cómo se inicia y cómo termina.
No busquen una referencia real para imaginarse a Harry Bosch porque no lo hay: “Es una mezcla de muchas cosas. Personajes de ficción sacados de la televisión y de los libros y también algunos detectives de la vida real a los que conozco de mi época de periodista” . No es el único personaje creado por Connelly, el abogado Mickey Haller es otro genial hallazgo, pero el que le ha dado reconocimiento y una fortuna. A Harry le queda cuerda (ha protagonizado ya 20 novelas. Una The Gods of Guit, se publicará en EE UU a final de año. En España, las dos últimas las ha publicado RBA, muchas de las anteriores Roca).Su creador no descarta escribir incluso una precuela: “No he pensado en acabar con él. Si estuviera cansado o el personaje estuviera quemado, ya habría puesto fin a la serie. Siempre tiene algo más que decir”.