29.9.12

Fadanelli: "El DF es imposible sin algún tipo de estimulante"

Mis mujeres muertas acaba de recibir el Premio Grijalbo 2012

Guillermo Fadanelli, en Barcelona, en 2007. / Domènec Umbert./elmundo.es

 
Sólo si la cuenta Guillermo Fadanelli es creíble la historia de un hombre que guarda durante meses la lápida de su madre en el maletero del coche. Si encima está inspirada en su propia vida encontraremos un libro con "alma rusa" y cuerpo mexicano.
Cargada de momentos trágicos y almas fatalistas sumidas en el problema cotidiano, Fadanelli utiliza la ironía y una calidad "fuera de lo común" para plasmar el mundo actual en una novela, 'Mis mujeres muertas' con la que se ha hecho merecedor al Premio Grijalbo 2012, fallado anoche y con un premio de 200.000 pesos (15.000 euros, aproximadamente).
"Es la historia de un hombre bueno, un cero a la izquierda, un hombre que no aspira al éxito sino a ser estrictamente mediocre y que se dedica a la bebida y a la contemplación pero que pierde en un lapso corto de tiempo a su mujer y su madre, de ahí las mujeres muertas del título" explica a ELMUNDO.es.
"Sus hermanos que son gente de éxito, un médico y un abogado, le encargan que ponga la lápida en la tumba de su madre. Lo hacen para educarlo, darle una disciplina y que tenga una misión. Pero lo que menos le interesa a este hombre es tener una misión y deja la lápida en el maletero de su coche durante mucho tiempo porque es un hombre distraído, displicente, borracho y además... el cementerio está muy lejos" señala Fadanelli, una de las mentes más lúcidas y rompedoras de las letras mexicanas.
Punzante, rápido, urbano, drogadicto e irónico, sus libros destilan tequila y cantinas pero también asfalto y humo en un viaje a lo mejor y peor del ser un humano. Un texto "con una calidad fuera de lo común", indicó el jurado en el acta.
"Yo no elegí a un borracho como un héroe romántico con el que describir este mundo, sino la borrachera como una forma de soportar la realidad" explica. "Es la mirada de un hombre que anticipa su muerte y pienso que a través de él podemos tener una visión de la Ciudad de México y de nuestra época mejor que si la interpreta un analista político o un sociólogo". "Siempre he pensado que no se puede vivir en el DF sin algún tipo de estimulante, sea etílico, literario o poético...", señala.
"Pero ya sabes que comienzo una novela y no sé nunca hacia dónde voy a terminar y mis explicaciones son siempre después" dice entre risas. El libro está inspirado en un hecho real cuando su madre falleció. "Yo mandé hacer su lápida pero tardé tres años en ponerla. No sólo por ebriedad sino por desidia, guardé la piedra durante todos ese tiempo en mi coche", señala Fadanelli.

Chicas y chicos

¿Cuánto hay en este libro de alma rusa y cuanto hay de Cioran y el pesimismo que aparece en otras novelas? "La vida es un breve paseo alrededor de nuestra tumba y ese temperamento del ser efímero que está en tantos escritores que me interesan como Michel Cioran o Joseph Roth. Pero este es un 'hombre que no le teme a sus sentimiento', como diría Bukowski. He aquí un hombre típico de la literatura rusa que camina rumbo a la tragedia, incluso se alimenta de la tragedia para vivir".
En 'Las mujeres muertas' hay una relación entre un hombre y una mujer, como en casi todas las novelas. Y en las de Fadanelli, en particular, ese tipo de relaciones ha dado a algunos acaloramientos. "Los hombres somos innecesarios en mis libros. La mujer ocupa un lugar trascendental. Alguna vez me acusaron de misógino pero yo no odio a las mujeres, sino que les tengo miedo porque sé el daño que son capaces de hacerme", contesta. "En 'Mis mujeres muertas' se acentúa la idea de que no hay varias mujeres; todas son la misma. La hija, la esposa, la hermana... en todas ellas existe el amor filial, sexual, materno". Y continúa: "Mi relación con el mundo femenino es más bien la relación con un universo y también con una influencia pero también con una fatalidad".

27.9.12

La novela policiaca total

El escritor peruano Diego Trelles publica Bioy, una novela policiaca ambientada en la dictadura de Fujimori e influenciada por la literatura del boom y el cine

El escritor peruano Diego Trelles. /Cristina Martínez /elpais.com
Hace 40 años, el escritor mexicano Carlos Monsiváis afirmó que las novelas policiacas no podían tener éxito en América Latina porque la sociedad desconfía de la justicia. Pero el peruano Diego Trelles Paz se ha propuesto demostrar lo contrario. Durante cinco años se dedicó a escribir Bioy, la historia en la que Humberto Rosendo, un agente del Servicio de Inteligencia de Perú se infiltra en la mafia limeña con la intención de llegar hasta el capo Natalio Correa a través de Bioy, el enigmático líder de una sanguinaria banda. Trelles partió de la tradicional estructura anglosajona del género, le agregó rasgos particulares de la ficción hispanoamericana y así obtuvo el Premio de Novela Francisco Casavella 2012 otorgado por la editorial Destino, quien ya ha puesto el libro en circulación.
Diego Trelles vivía en Magdalena del Mar, a las afueras de Lima, en un barrio “donde había violencia y mucha droga.” Cuenta que por eso su obra refleja “cómo es crecer primero con los apagones y el terrorismo y el fuego cruzado de la guerra interna, y luego con la dictadura fujimorista que formalizó la mano dura y lo degradó todo.” Ya antes, en 2005, se había ocupado del tema en El círculo de los escritores asesinos, donde narra la implicación de unos jóvenes creadores en la muerte de un crítico literario. “La violencia ha estado presente en mi vida desde niño y lo sigue estando: Perú es un país que ha crecido mucho económicamente pero en el que persiste la injusticia, la pobreza, el racismo, el clasismo.” Estudió periodismo y literatura y cine. Está orgulloso de su afición por las películas y en un libro como Bioy se nota esa influencia audiovisual. Hay otras fuentes, sin embargo, que nutren su escritura: “en mi caso, es importante la poesía para darle plasticidad y ritmo a la prosa; el cine, entre otras cosas, para plantear las acciones como puestas en escena y jugar con el punto de vista; y la música, para construir partes del texto como pequeñas sinfonías que lleven armonía o solo ruido.” Pero también hay autores concretos de los que dice aprender constantemente: Roberto Bolaño, Mario Vargas Llosa o Cormac MacCarthy, por ejemplo. “Yo decidí ser escritor luego de leer Los cachorros de Vargas Llosa. Mucho se ha dicho de ese ánimo desmitificador que tenía Bolaño con los escritores del boom pero bastaría leer su prólogo a Los cachorros y Los jefes para darnos cuenta de que Bolaño era un gran admirador de la obra de Vargas Llosa. No creo, por otra parte, que exista nadie actualmente que tenga la fuerza y la destreza formal que tiene McCarthy. Mientras escribía Bioy, que abre y cierra con epígrafes de este autor, era muy claro para mí que buscaba ese tono casi macabro y ponerle pequeños retos al lector.”
Hace cuatro años, Diego Trelles se encargó de elaborar una antología de un grupo de narradores latinoamericanos nacidos entre 1970 y 1980 en El futuro no es nuestro. En el prólogo del libro, Trelles sostenía que él y sus coetáneos pretendían alejarse de la “novela total” propia de los autores del boom. ¿Pero ahora con Bioy no ha derribado esa afirmación? “Es cierto que se ve con cierta lejanía la 'novela total' porque, en un mundo tan disperso, parece necesario romper con esa concepción totalitaria de la novela como una herramienta que analiza y muestra el rostro de un país en un periodo extenso de tiempo y en toda su complejidad. Con Bioy me sucedió algo curioso: nunca fue mi objetivo escribir una obra que se acercara a la 'novela total' pero, conforme la iba escribiendo, la historia, las peripecias y los mismos personajes empezaron a demandar cierta forma que, en términos de técnica, tiene mucho de la estética de los escritores del boom.”
Trelles publicó su primera novela en 2001: Hudson el redentor, una historia acerca de los avatares de un grupo de jóvenes cuya vida transcurría entre la violencia, las drogas y el fracaso. Y a partir de entonces, este tipo de personajes, lugares y eventos dominan su producción literaria, quizá para desprenderse de aquella afirmación de Monsiváis. “Lo que él planteaba es muy interesante pero luego la historia nos mostró que, ni siquiera con las feroces dictaduras que destrozaron esa concepción de la ley y del policía como fuerzas protectoras del ciudadano, el género policial se dejó de escribir. Se produjeron libros policiales atípicos, heterodoxos, en donde a veces ni siquiera hay detective. Concebir un cuento en donde el mal triunfe sobre el bien y el delincuente engañe intelectualmente y mate al detective, ¿qué fue sino una preciosa bomba para el lector cotidiano de policiales anglosajones?”

22.9.12

Hacérselo encima

¿Sabían que Jim Thompson escribía para asimilar el susto que le dio un policía?

El escritor estadounidense Jim Thompson. foto.fuente:elmundo.es


¡Milagro veraniego! Me topo en una de esas librerías modelo Ikea que ilustran las aldeas estivales de nuestras costas (sí, me refiero a esos templetes del microsaber; sobradamente surtidos de manuales de autoayuda y saldos de dudosa condición), con esta joyita digna de presidir la biblioteca de todo fan del orbe 'negrocriminal'. 'Vidas difíciles', de James Sallis. ¿Os suena el hombrecito?, ¿James Sallis? ¡Bingo! Pertenece al autor de 'Drive', quien se destapa en este corto pero nada ligero ensayo como un experto en 'pulp' puro y duro. El libro, de 141 apretadas páginas, recorre la peripecia 'literarioexistencial' de tres primeros espadas de la cosa negruna: Chester Himes, David Goodis y Jim Thompson. Lo publicó hace algún tiempo Poliedro y os puedo asegurar que los cuatro euros invertidos en este 'Vidas difíciles' se han revalorizado de principio a fin. Y tanto que sí.
Aunque lo que hizo alucinar bajo la sombrilla de mi hamaca fue 'Dostoievski en todo a cien', capítulo que el bueno de Sallis dedica a Jim Thompson, y en el que nos recuerda este esclarecedor párrafo extraído de 'Bad boy', autobiografía que el mítico escritor escribió en 1953. En él, Thompson describe a un lacónico ayudante de 'sheriff' que fue a cobrar una multa cuando autor de '1.280 almas' trabajaba en los pozos de petróleo de las afueras de Big Spring, Texas. Leedlo con atención, por favor.
Siguió sonriendo. De hecho, su sonrisa se ensanchó un poco más. Sin embargo, su mirada permanecía fija, carecía de humor, y sus ojos daban la impresión de estar cubiertos por un velo.
-¿Qué te hace estar tan seguro -dijo, con calma- de que vas a ir a alguna parte?
-Bueno, yo... -tragué saliva-, yo..., yo...
-Uno debe de sentirse muy solo aquí, ¿no? No hay un alma en kilómetros a la redonda, salvo tú y yo.
-M... mira -dije-. No... No quería hacer...
-He vivido aquí toda mi vida -continuó con la misma parsimonia-. Todo el mundo me conoce. A ti no te conoce nadie. Y estamos solos. ¿Qué piensa de eso un tío tan listo como tú? Has vivido mucho. Has bebido mucho y te sientes muy valiente. ¿Qué crees que un estúpido paleto como yo haría en un caso así?
Me miró fijamente a la cara, descubriendo los dientes al sonreír. Me quedé paralizado, sin habla, mientras se me iba formando un nudo enorme y frío en el estómago. El viento gemía y aullaba al chocar contra la estructura de la torre. Volvió a hablar, como si respondiera a algo que hubiera dicho yo.
-No hace falta -dijo-. No hay nada que puedas hacer con un arma de fuego que no se pueda hacer mejor de otra manera. Por aquí no veo nada que me haga echar en falta un arma.
Cambió ligeramente la posición de su pierna. Los músculos de sus hombros se contrajeron. Sacó un par de guantes de piel del bolsillo y se los fue calzando con enorme lentitud. Golpeó con un puño la palma de la otra mano.
-Te voy a decir una cosa -dijo-. Te voy a decir un par de cosas. No hay modo de saber cómo es un hombre con sólo mirarle. No hay modo de saber qué diablos hará si le das la ocasión. ¿Crees que lo recordarás?
No podía hablar. Pero me las arreglé para asentir con la cabeza. Su sonrisa y sus ojos volvieron a la normalidad.
-Pareces un poco cansado -me dijo- ¿Por qué no comes algo y bebes un trago antes de que nos pongamos en marcha?
Ahí está. Vivito y coleando. De ese 'madero' de carne y hueso saldrán las astillas del estilo Thompson. Una y otra vez, el escritor tratará de convertir en protagonista de sus novelas a aquel ayudante de 'sheriff' real, con esa mezcla de amenaza e indiferencia. Ese 'pasma' hizo a Jim Thompson el escritor que fue. Y para hacerlo real, se vio obligado a salir de su propia cabeza y entrar en él.
Finalmente, cuando maduré, conseguí hacerlo revivir sobre el papel: el sardónico, encantador criminal de 'El asesino dentro de mí'. Pero tardé mucho en hacerlo: casi 30 años.
Y todavía no he logrado quitármelo de la cabeza.
¿Queda claro? Jim Thompson se hizo escritor el mismo día en que se cruzó con un 'madero' lacónico y psicópata. Dicen, por otro lado, que Albert Camus nunca pudo olvidar la bofetada totalmente inmerecida que le dio un cura (la cosa iba de 'hostias') cuando era niño y que continuó reaccionando toda su vida contra esa agresión, y probablemente en toda su obra. Son curiosos los resortes que, en ocasiones, mueven a alguien a volcar sus frustraciones sobre el papel.

14.9.12

La salud de los enfermos

La cena tenía una estructura dramática imbatible: dos matrimonios burgueses se reunían a cenar para discutir, entre exquisiteces, qué hacer con el crimen cometido por los hijos de ambos. Casa de verano con piscina continúa la visión satírica y desencantada de las costumbres burguesas, el principal plato del menú de este escritor
Herman Koch tambiés guionista de comedia en su país:Holanda. foto. fuente:pagina12.com.ar
El holandés Herman Koch es célebre en su país como guionista y actor cómico de televisión, y naturalmente también como escritor. Saltó a la fama internacional con el multipremiado y multitraducido La cena, donde se narra una reunión culinaria entre dos matrimonios para abordar (y encubrir) el crimen cometido por los hijos de ambos. En la misma línea de crítica a los pequeños desencantos de la burguesía, y cerrando una suerte de trilogía que arrancó con un libro previo no traducido aún (Odessa Star, de 2003), Casa de verano con piscina plantea una nueva mirada sobre la clase alta del país bajo, ahora desde la perspectiva de un médico descreído de su profesión, resentido con sus pacientes, cínico respecto de su país y, como nos enteraremos irremediablemente tarde, psicópata.
El libro empieza con un monólogo descarnado del médico de cabecera Marc Schlosser hablando de su profesión, de sus pacientes y del sistema de salud de Holanda. El discurso llega hasta la vida moderna en general y termina con los artistas en los que casi involuntariamente se ha ido especializando Schlosser, en parte por sus diagnósticos benignos (aunque el paciente se esté muriendo), en parte por su flexibilidad a la hora de recetar drogas (la lista de versiones de obras de Shakespeare con puestas “locas” a las que se ha visto sometido por aceptar invitaciones de estos artistas es para aplaudir de pie). Discípulo de un profesor de Biología médica abiertamente misógino y homofóbico, nuestro guía narrativo (al que no sin alguna razón se ha comparado con los de Houellebecq) nos pinta en las primeras cincuenta páginas un panorama bastante oscuro de su cotidianidad como médico y de la medicina moderna en su conjunto, aun la que se practica en el continente más rico y avanzado del planeta.
Pero si bien esta introducción constituye la parte más destacable del libro, la novela como tal recién arranca después, cuando la mujer del médico conoce a un famoso actor, Ralph Meier. Meier los invita a pasar el verano en su casa con pileta y allí van con sus hijos, luego de que el médico, al principio celoso, quede prendado de la mujer del actor. A esta pequeña orgía de personas mayores que ocultan sus deseos y de niños que los exteriorizan demasiado abiertamente se suman un director de cine entrado en años y su bella amante menor de edad llamada Emanuelle (inspirados, como terminó de aclarar Koch en las entrevistas, en el affair Polanski). La comedia, sin embargo, comienza de a poco a oscurecerse, como suele ocurrir cuando el costumbrismo, aun el más malévolo, llega a sus límites naturales y necesita recurrir a algún “tema fuerte” que le confiera una supuesta profundidad. La noche cae sobre la novela boreal cuando desaparece la hija del médico, que desde ese momento pierde todo su cinismo para convertirse en un férreo defensor de la familia y las buenas costumbres.
El personaje central de su novela es un cínico, una característica que comparte con otros narradores de otros libros suyos. ¿Cuánto hay en ellos de usted y de su visión del mundo actual?
–Yo mismo no soy un cínico. Sólo creo que algunos cínicos (los que tienen sentido del humor) a veces dicen verdades que nosotros no nos atrevemos a decir o a pensar.
¿Tiene miedo, cuando va al médico, de que le toque uno como el de su novela?
–Siempre he pensado que los médicos sienten un poco de asco por sus pacientes. Los entiendo perfectamente.
¿Cómo se preparó para adoptar la voz científica de este médico?
–Nada de preparación. Todo es pura fantasía. Me imagino que las cosas puedan ser así, y a menudo tengo razón, aparentemente, por lo que me han dicho algunos médicos.
Casa de verano con piscina. Herman Koch Salamandra 352 páginas
¿En quién se inspiró para las partes misantrópicas del profesor del médico, Herzl?
–En nadie en particular. Sólo que en los años ’70 hubo aquí en Holanda un criminólogo que quería investigar el cerebro de los criminales. Fue expulsado de la universidad. Herzl es un darwinista, y proviene de su experiencia en la Segunda Guerra Mundial.
En su novela dice que las tesis de Herzl ahora están en boga. ¿A qué se refiere específicamente?
–Que ahora sí está permitido investigar si la agresividad, por ejemplo, puede ser causada por un gen o por un defecto biológico.
Su libro plantea una fuerte crítica al sistema médico europeo. ¿Y el resto? ¿Cuál es su visión de la crisis que atraviesa el continente en este momento?
–Creo que algo está cambiando para siempre. La confianza de la gente en todas las instituciones. Si no la sufres directamente, esta crisis tiene algo muy interesante. Pero es demasiado pronto para criticar al sistema, primero hay que ver cómo acaba todo esto.
Su visión de los artistas es muy oscura. ¿No son ellos los que nos salvan de la mediocridad? ¿O son los médicos que hacen bien su trabajo?
–También hay muchos artistas mediocres, que sólo por ser artistas piensan que son mejores seres humanos que otros. Es un poco tabú hablar abiertamente de eso, creo.
¿Cuál es su lector ideal?
–Alguien que lee muy despacio (como yo), que quiere acabar el libro cuanto antes, pero a la vez tiene miedo del momento en que lo ha acabado.
Estudió idiomas eslavos, habla alemán. ¿Cuántos otros idiomas domina? ¿Es un apasionado de las lenguas?
–Me interesa mucho poder hablar con la gente en su propio idioma. Hoy, sin embargo, ya estoy demasiado perezoso como para aprender algún idioma más.
Su esposa es española, pasan mucho tiempo en España. ¿Qué significa para usted ver su libro en español?
–Muchísimo. Sobre todo porque mi suegra al fin entiende que sí, tengo algún trabajo.
¿Qué le gusta de la literatura española y en castellano en general?
–Ahora hay un poco demasiado esta tendencia de escribir best-sellers históricos en España, que a mí no me gustan nada. Pero hay muchos escritores interesantes, como Eduardo Mendoza, Javier Cercas y Roberto Bolaño.
¿Se atrevería a escribir una novela en este idioma?
–No. Es un paso demasiado grande. Hablarla con un poco de gracia es mi única ambición al respecto.

11.9.12

Carvalho vive

Se conmemora el 40 aniversario del detective creado por Vázquez Montalbán con una edición especial de toda la saga de novelas, también en versión digital
Vázquez Montalbán en su casa de Barcelona en 2003. foto: Santi Cogolludo.fuente:elcultural.es
Nació de unos artículos de periódico hasta cobrar densidad de protagonista, no de un libro, sino del género policíaco en España, ese género hoy tan de moda y que, a través de sus páginas, se convirtió en subgénero, el de Pepe Carvalho. El detective de Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939 - Bangkok, 2003), indudable clásico de nuestras letras, cumple ahora 40 años. Para conmemorar el lanzamiento de su primer volumen, Yo maté a Kennedy, Planeta lanza este martes una edición especial de todo el fondo de las "novelas-crónica" -así las denominaba el escritor- protagonizadas por el carismático investigador. Y a todo esto, ¿mató o no mató Carvalho al presidente de Estados Unidos?

Intelectual plural, libre y valiente, supo Vázquez Montalbán con su serie escribir, como decía Paco Umbral, "como si no existiese la dictadura" y, con sus dosis autobiográficas, crear un personaje complejo en el que podían reconocerse sus propias filias. A saber, "el gusto por la comida, por las mujeres y un hedonismo de izquierdas que era ya algo así como el eurocomunismo primaveral y fugaz paseándose por las Ramblas", apuntó Umbral en estas páginas. Con estas armas, fue cimentando el autor un hito literario en el que, junto al cínico detective gallego criado en Barcelona, el protagonista era el ambiente, una España parecida a España creada para que Carvalho pudiese hurgar en sus bajos fondos y después analizarla, criticarla, maldecirla. Escrúpulos, los justos; mala uva, a mansalva. A lo lejos, el runrún de una mermada humanidad que por momentos lo hacía entrañable y, en el coro, una cabalgata de desamparados, una familia de pega encontrada por el sabueso en los vertederos barceloneses.

Repletos de intriga, acción y crítica social, los relatos protagonizados por este ex-comunista y ex-agente de la CIA siguen gozando de vigencia, tanto por el actual auge del género negro, como por la crítica mordaz de un país, el de las últimas décadas del siglo XX y los albores del XXI, que todavía se asemeja mucho al que ahora habitamos. Los amantes de Barcelona y los de la buena literatura no exenta de entretenimiento podrán disfrutar de nuevo de las 25 obras protagonizadas por Carvalho, que Planeta publica agrupadas por temáticas en 8 volúmenes que verán la luz a lo largo de este año y del que viene y que se presentan acompañadas por prólogos de autores como George Tyras, Luis García Montero, Pau Arenós y Paco Camarasa, entre otros.

Además, la editorial lanza hoy el pack digital en versión Epub del primer volumen para todo tipo de dispositivos de lectura. Carvalho: El Círculo Virtuoso incluye los tres primeros títulos de la saga detectivesca, Yo maté a Kennedy, Milenio I y Milenio II con la que el lector podrá asistir al nacimiento literario del personaje más leído del género policíaco en España.

6.9.12

Michael Connelly gana con polémica el RBA de Novela Negra

El autor estadounidense obtiene el premio con la novela La casa negra. El nombre de Connelly, como ganador, se conocía desde agosto
El escritor Michael Connelly. foto:Carles Ribas. fuente:elpais.com
El escritor estadounidense Michael Connelly (Philadelphia, 1956) ha ganado el VI Premio Internacional de Novela Negra RBA con la novela La casa negra. La nueva aventura que ha escrito Connelly de su investigador Harry Bosch le ha permitido alzarse con el galardón de la editorial RBA, dotado con 125.000 euros.
Connelly, considerado uno de los grandes autores del género, pertenece al llamado grupo de California, integrado entre otros autores por Raymond Chandler, por el que, dice, se hizo escritor, Ross MacDonald o James Ellroy. El escritor obtuvo el Premio Pepe Carvalho en 2009. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Florida, trabajó en diversos medios de comunicación en Fort Lauderdale y Daytona Beach. Se trasladó a California para trabajar como periodista de sucesos en Los Angeles Times.
El premio llega con polémica y el nombre del ganador se sabía ya desde finales de agosto. Hasta ahora el autor había publicado en Roca Editorial, cuya responsable, Blanca Rosa Roca, ya lo había fichado cuando dirigía Ediciones B y que luego se llevó a su nuevo sello. El disgusto es mayúsculo. Roca hizo una oferta por The Drop, publicada en inglés en 2011, y por dos títulos de bolsillo en mayo del año pasado, pero según cuenta la editora, pasada la Feria de Francfort, en octubre, los agentes de Connelly la rechazaron porque había una mejor propuesta y que ellos no pudieron igualar.
Es considerado uno de los grandes autores del género, pertenece al llamado grupo de California, integrado entre otros autores por Raymond Chandler, por el que, dice, se hizo escritor
Roca sacará el próximo lunes El último coyote, la cuarta novela del personaje Harry Bosch, que aún tenía pendiente de publicación. En ella encontramos al investigador de baja por estrés, con su casa hecha cisco a causa del terremoto que sufrió Los Ángeles en 1994, obligado a visitar a una psicóloga por orden del Departamento de Policía de Los Ángeles. En una de estas sesiones sale a relucir el brutal asesinato de su madre en 1961 y Bosch, pasando de todo, viaja a Florida para averiguar qué pasó exactamente.
Michael Connelly tiene diversos personajes, pero el más apreciado es Hieronymus (Harry) Bosch, en homenaje a el Bosco, pintor holandés de los siglos XV-XVI. Nació en Los Angeles en 1950, hijo de una prostituta, asesinada cuando tenía 12 años. Criado en orfanatos, intervino en la guerra de Vietnam y a su regreso se hizo policía, primero, cinco años como patrullero y luego como investigador. Sus relaciones con el Departamento de Policía de Los Ángeles siempre son problemáticas. La serie incluye casi una veintena de novelas.
Seis ha publicado del abogado Mickey Haller y algunas menos del agente del FBI Terry Caleb, una de cuyas novelas, Deuda de sangre, fue llevada al cine por Clint Eastwood.