31.10.12

Empapadico en Dyc

Raúl Núñez: dipsómano y depresivo, parroquiano del Paricio y escritor de aúpa

Raúl Núñez con Sinatra se volvió un clásico./elmundo.es
Hora de buscar en el baúl de los olvidos el rastro de otro grande. Sí, a otro puñetero titán de los que escribían a navajazos y a cuchilladas vivieron hasta su último día de vida, gota de aliento, racha de inspiración. La siguiente excepción a la regla de la estafa del estado del malestar. Y que no os vengan los de siempre con sus monsergas. Aquí, a los buenos, a los que realmente conocen ese malaventurado oficio que consiste en juntar letras, les ha tocado comerse los mocos por decreto mientras veían medrar a los mediocres papanatas del vecindario literario. ¡Esto es España, nenes! ¡No vayamos a confundir la piel de toro con la benemérita Suecia a estas alturas de la 'pachanga' nacional!
Su nombre era Núñez, Raúl Nuñez. Y os aseguro que quien lo conoció, nunca ha podido olvidar que, al contrario del pijo de Bond, Raúl Núñez no se tomaba los martinis agitados ni removidos, sino en copado balón con dimensiones de enorme pecera. A tumba abierta. Puesto que a tumba abierta vivió, bebió, fumó, amó, padeció. Bonaerense nacido en el 46 y crecido en dos décadas más que jodidas hasta que la mala vida le hizo recalar en el regazo del Chino barcelonés y allí que se quedó a vivir. O a malvivir. Escribiendo a salto de 'mahón' y enamorándose hasta el corvejón de toda 'pilingui' que se cruzaba en su errabundo caminar. Dipsómano, depresivo, donjuán. No le faltaban des, no.
Su mundo eran las 'lumis' de Ramblas abajo en los felices 70, muchos años antes de que la aldea global hiciese de 'Barna' ese inmenso solar pendiente de 'españolizar' que, según el ministro del ramo, Wert, es hoy por hoy. Un tipo infeliz y tocado por la gracia de la escritura al modo que fueron tocados los santos evangelistas, aunque siempre sentado en el otro extremo de ese ring repleto de putas, bares, pensiones, fantasmas y calcetines sucios.
Raúl Núñez era un poeta de etílicos versos pergeñados en servilletas de papel y diseminados por el serrín del suelo del garito. Un poeta de altura iluminada que inventó el realismo sucio mucho antes de que convirtiesen la etiqueta en marca de la casa. Un Bukowski con eñe, con bigote, con una prosa delirante que derrochó en novelas como 'Derrama whisky sobre tu amigo muerto' (Star Books, 1978) o 'Sinatra. Novela urbana', de la que nos toca ocuparnos en esta ocasión. Para que luego digáis que Marga Nelken, vuestra prima de riesgo, no os llega siempre con 'mierda' de la mejor clase.
Sinatra se parecía a Sinatra. Tenía 40 años. No era demasiado alto. Se había empezado a quedar clavo y llevaba el pelo muy corto. Había conseguido un trabajo de portero de noche en la pensión donde vivía. Le salía su habitación gratis y le quedaba un poco de dinero. Hacía un año que su mujer lo había dejado para irse con un negro. Tenía gracia. le parecía una broma. Siempre que pensaba en ello, un sonrisa torcida aparecía en su boca. La misma sonrisa torcida con la que se enfrentaba al mundo. Ahora no tenía mujer. Le costaba aceptarlo. Se sentía solo.
Sinatra solía pasar las noches escuchando la radio. Programas nocturnos dedicados a gente como él. Le gustaba la música. Una noche había telefoneado a la radio para pedir un disco de Sinatra. No había dicho nada de su parecido ni de su apodo. Lo complacieron, como suelen decir los locutores. Sinatra encendió un cigarrillo y escuchó. No sabía inglés, pero comprendió todo. Se acordó de su mujer. Y del negro. Y volvió a sonreír.
Así empieza la historia. Y hasta ahí, hasta ese 'Y volvió a sonreír', de momento, podemos leer. Pero que nadie se deje engañar por culpa de esta prosa de aparente sencillez. Os aseguro que se trata del portón de bienvenida de una de las novelas más aconsonantes que escritas en España en los felices 80 del pasado siglo. Una bomba de neutrones que hace estallar las neuronas, gracias a su preciso engranaje narrativo y a unos toques de esperpento, al lector más empedernido. Es más, si yo estuviese en vuestro lugar y aún no supiese de la existencia de este libro, saldría a la calle a darlo todo, a hacerlo todo, incluso la calle, con tal de hacerme con un ejemplar.
Novelaza negra, desternillante, dura, cruel, sensible y tierna a la vez. Raúl Núñez se dedica a contarnos la historia de un Sinatra de caras B sin dejarse llevar por amaneramientos o pretensiones fatuas. Cual 'Chinaski' resucitado el cuerpo de un 'argentiñol' dado a beberse hasta el agua de los floreros ('Sinatra' está dedicada al bar Paricio que lo vio calmar su sed). ¿Quién iba a decirnos que un tipo andaba levantando el castillo de naipes del realismo sucio a la española años antes de que Bukowski se leyese aquí?
No en vano esta alucinante (y alucinada) historia acabó convirtiéndose en un más que recomendable filme dirigido por Francesc Betriú y estrenado en 1988. ¿Queréis saber quién interpretaba al tal Sinatra en esta ocasión? Alfredo Landa. Sobran las demás credenciales. Eso sí, nada que ver con el 'Sinatra', otra película homónima, en que anda enfangado Scorsese. Que todavía hay clases y en España, aunque escasos y en situación de permanente olvido, también tenemos a nuestros clásicos. Como Raúl Núñez. Quedaos con este nombre. No os arrepentiréis.

30.10.12

Il capo del policial italiano

El creador del comisario Montalbano habla de La edad de la duda, el nuevo libro traducido al español de la célebre serie policial, que llegará al país en noviembre; evoca sus comienzos como dramaturgo y novelista, opina sobre la actualidad política de Italia

Andrea Camilleri, Il capo y padre de Montalbano/Antonello Nusa./adncultura.com
ROMA.- Huele a alcanfor en el departamento del quinto piso del tradicional y elegante barrio romano de Prati, donde Andrea Camilleri, uno de los máximos escritores italianos de thrillers, "padre" del comisario Montalbano, nos recibe. El departamento -un edificio de principios del siglo XX- queda justo enfrente de una de las oficinas de la RAI, la radiotelevisión italiana, en la que trabajó por más de 25 años. Tapizado de libros, el departamento parece una pequeña biblioteca. Es aquí donde Camilleri, que a los 87 años sigue siendo un fumador empedernido, produce best-sellers. "Aquí escribo y trabajo, pero en realidad vivo con mi mujer en otro departamento que está pegado a éste", dice con voz ronca, al explicar que huele a alcanfor porque destesta ese olor a "humo frío" que, si no, encontraría a la mañana en el ambiente.
Nacido en septiembre de 1925 en Porto Empedocle, Sicilia, Camilleri emigró de joven a Roma, donde tuvo una brillante carrera en el mundo del teatro y de la televisión, como director, guionista y productor. Pero en verdad su gran sueño siempre era ser un escritor. De hecho, volvió a su primer amor, la escritura, recién a los 60 años. Y saltó a la fama mundial en la década del 90 con sus novelas policiales ambientadas en Sicilia, protagonizadas por el comisario Montalbano, personaje que fue llevado con muchísimo éxito a la televisión y que, con sus 19 libros, le hizo vender sólo en Italia más de 22 millones de ejemplares.
En una larga entrevista en la que recordó con gran entusiasmo un viaje que hizo a la Argentina hace muchos años, Camilleri reveló que, en verdad, tiene una relación de amor-odio con su criatura más célebre. Nunca quiso que el comisario Montalbano -cuyo nombre decidió poner en homenaje a su amigo, el escritor español Manuel Vázquez Montalbán- se convirtiera en una serie, sino que su idea era detenerse tras el segundo libro.
Agudo observador de la siempre desconcertante realidad política italiana -afiliado de joven al Partido Comunista Italiano y acérrimo crítico del ex primer ministro Silvio Berlusconi-, simpático e irónico, Camilleri luce más delgado que hace unos años. Por orden médica tuvo que ponerse a dieta, gran sacrificio para un amante de la buena mesa como él, pasión que refleja en sus libros, tan repletos de detalles culinarios que abren el apetito de cualquier lector.
Durante la entrevista confiesa, sin embargo, que sólo sabe cocinar dos cosas: huevos fritos y un plato que inventó su abuela Elvira para la Navidad durante la Segunda Guerra Mundial y que se llama monnezza (basura), una mezcla extraordinaria de todas las verduras posibles e imaginables. "Ahora es tradición que se coma en mi casa para las fiestas -cuenta Camilleri, que tiene tres hijas y cuatro nietos a los que adora-. Por suerte mis hijas viven bastante cerca y mis nietos tienen la lindísima costumbre de pasar varias noches en mi casa."
Camilleri no se lleva mal con la tecnología. En efecto, usa celular -"hasta aprendí a mandar sms de amor a mi nieta cuando estaba enferma hace poco en Grecia", confiesa- y lee los diarios en un iPad que le regalaron sus hijas. Le resulta más fácil leer los diarios en pantalla que en papel, por algunos problemas de visión que padece. En el iPad la pantalla es luminosa y puede agrandar la tipografía. "También tengo computadora, que utilizo como máquina de escribir hiperperfeccionada (me permite cortar y pegar), pero no tengo Internet, ni quiero tener, como tampoco e-mail. En ese sentido sobrevivo gracias a mi asistente Valentina, que trabaja conmigo desde hace once años. Si no fuera por ella, yo sería capaz de tener tres citas el mismo día a la misma hora", dice.
-¿Qué puede decir de La edad de la duda, el libro que sale ahora en la Argentina?

 
Tapizado de libros, el departamento parece una pequeña biblioteca; ''Aquí escribo y trabajo, pero vivo con mi mujer en otro departamento que está pegado a éste'', dice el novelista. Foto: Antonello Nusca
-Es otra investigación del comisario Montalbano. El título es un poco inusual con respecto a otros títulos, pero es el más acertado. La acción tiene lugar justamente en el puerto de Vigàta, entre yates, cruceros y, por supuesto, también entre muertos (el primero aparece desfigurado adentro de un bote hallado mientras vagaba en mar abierto). En esta novela, en medio de una investigación marina, Montalbano se encuentra inmerso en una duda existencial propia que no sabe resolver de ningún modo.
-¿Y entonces?
-La duda será resuelta con valentía por otra persona... Creo que es una de las novelas en las que más intensamente penetré en el interior de lo que podían ser los sentimientos de mi comisario.
-¿Está escribiendo algo en este momento?
-Ahora no estoy escribiendo nada, sino que estoy corrigiendo una novela que acabo de terminar. Es una primera corrección, después habrá una segunda y luego una tercera...
-¿De qué se trata?
-Es una novela histórica que, entre otras cosas, también tiene que ver con España porque está ambientada en la Sicilia de 1676. Entonces hubo un caso muy curioso y poco conocido que me ha apasionado. Usted sabe que en Sicilia había virreyes españoles, que eran nombrados directamente por el rey de España. Al leer las listas de los virreyes españoles, se ve que en 1676, cuando murió don Ángel de Guzmán, lo sucedió en el cargo el cardenal de Puerto Carrasco. Bien, todo normal, si no fuera que en otros libros de historia, al menos dos, se lee en cambio que el virrey de Guzmán designó pro témpore, antes de la llegada del virrey designado por el rey, a su propia esposa, Isabella di Mora, marquesa de Castel Rodrigo, como virreina de Sicilia. Entonces, por primera vez en la historia del mundo, una mujer, a fines del siglo XVII, llegaba al más alto cargo administrativo que se podía concebir. En veintisiete días, esa mujer logra dar vuelta, en positivo, Sicilia. Después, por la guerra que le hace el obispo de Palermo, es vuelta a llamar a su patria con una excusa: el virrey es, además y al mismo tiempo, representante pontificio. "¿Puede un representante pontificio ser una mujer?", pregunta el obispo. No, no puede y entonces el papa le pide al rey Carlos que cambie las cosas...
-¿Todo es parte de la historia?
-Es todo auténtico y yo, sobre la base de los documentos, traté de crear la figura de una mujer española extraordinaria y verdadera. Por ejemplo, ella crea con su dinero un grandísimo instituto para las "vírgenes pericolanti". El nombre hace reír, pero en verdad son las chicas de la mediana burguesía, empobrecidas, que no pueden sobrevivir sino vendiendo su propio cuerpo. Ella logra sacarlas de eso. Otra medida extraordinaria es, por ejemplo, para las viejas prostitutas, que no pueden ejercer más, para ellas crea otro instituto. Además, es la primera que logra hacer bajar a la mitad el precio del pan y otras cosas. Pero dura sólo 27 días y es como la revolución de la luna, que es el título de mi novela, tiene la misma duración. Si hubiera durado un poco más, quizá la historia de Sicilia habría cambiado...
-¿Cuándo sale la novela en Italia?
-El año que viene.
-¿Para escribirla tuvo que hacer investigaciones históricas?
-Hice un poco de investigación histórica y trabajé con la fantasía, porque al ser una novela histórica, no estoy atado estrictamente a la historia. Pero alguna investigación hice y pedí ayuda a una conocedora muy experta del español, porque la marquesa de Castel Rodrigo habla parte en italiano y parte en español.
-De hecho hay otro libro suyo, Il re di Girgenti , ambientado también en el siglo XVII, cuando los españoles estaban en Sicilia, escrito en siciliano y español. ¿Usted habla español?
-No, algo entiendo, puedo leerlo, pero si escribo una novela tengo que estar seguro.
-¿Cómo es su rutina de escritor? ¿Cómo es su día?
-Soy muy sistemático, como un empleado público, muy aburrido [risas]... Me levanto por la mañana, temprano -en verano a las seis, en invierno a las seis y media-. Me preparo a la perfección, como si tuviera que salir e ir a la oficina, porque le tengo mucho respeto a la escritura. No escribo ni en pijama ni en pantuflas, sino afeitado e impecablemente vestido. Y escribo sin interrupciones durante unas tres horas y media.
-¿Antes toma un desayuno?
-No, no desayuno. Para mí es suficiente una taza de café. Y esas horas son las más felices porque nadie me molesta con llamados ni nada. Estoy muy tranquilo. A eso de las once empiezan a llegar llamados, etcétera. Por la tarde, tres veces por semana, vuelvo a ver lo que escribo y tres veces viene Valentina y respondo las cartas que recibo, porque respondo a todos, o a los llamados, citas.
-Escribe en la computadora y con el cigarrillo como compañero fundamental, ¿no?
-Sí, en computadora y con el cigarrillo, siempre. Pero tengo ventiladores, tomas de aire [risas].
-Hay un riquísimo olor a alcanfor.
-Lo pongo porque no me gusta por la mañana oler el humo frío, que es feo, como cuando se fuma en el auto y después uno entra.
-De noche entonces no escribe.
-Cuando era más joven escribía también de noche, ahora ya no, me canso. Dejo a las siete y media de la noche cualquier actividad.
-Usted empezó como hombre de teatro, guionista, y mucho más tarde saltó a la narrativa. ¿Cómo fue ese cambio?
-En verdad empecé a escribir antes de hacer teatro. Entre los 20 y 25 años, publiqué sobre todo poesías y cuentos en revistas italianas. Pensaba que tenía una carrera en la escritura, hasta que hice un examen para ingresar como alumno en la Academia Nacional, donde entré y donde tuve la suerte, o mala suerte, de encontrar a un auténtico maestro de teatro, Orazio Costa, que desvió mi cerebro de la literatura al teatro. Es decir que, por años, no hice otra cosa que teatro y después, cine y televisión. Fue sólo hacia los 60 años cuando decidí volver al antiguo amor por la escritura. Pero en lugar de escribir poesía o cuentitos, sentí la necesidad de escribir una novela, algo que antes, cuando era joven, ni pensaba.
-De joven, entonces, su sueño era ser escritor.
-¡Claro! Hice el concurso en la Academia sólo para obtener una beca y trasladarme a Roma, para frecuentar los ambientes literarios. Pero no fue así. En realidad fui capturado, fascinado, por el teatro. Empecé a hacer teatro en serio, primero como asistente del director y, más tarde, solo. Después, de una cosa nace la otra, me pidieron que fuera a la RAI para hacer dirección de emisiones radiofónicas; después pasé a hacer dirección de televisión, empecé a producir comedias y ficciones y trabajé en la TV durante treinta años.
-Ahora cuando mira televisión, si es que la mira, ¿cómo la ve?

 
Camilleri vive en un edificio de departamentos de comienzos del siglo XX, en el tradicional y elegante barrio de Prati, frente a una de las oficinas de la RAI. Foto: Antonello Nusca
-Miro televisión por la noche, pero me ocupo más de los noticieros y de la política. O la uso impropiamente, porque veo películas y ésa es una fea forma de ver películas: las películas hay que verlas en el cine... Pero sabe, ya no hacen prosa en televisión, ni el gran varieté de mis tiempos. Es un côté un poco pasado. No miro nada de eso, sigo los debates políticos y los noticieros y, de vez en cuando, películas.
-No puedo dejar de preguntarle por el comisario Montalbano, su gran criatura.
-Ante todo estoy contento de haber ganado hace unos años el Premio Internacional de Novela Negra español, sin Montalbano, él no estaba [N. de la R.: en 2008, por La muerte de Amalia Sacerdote]. La verdad es que no tenía muchas ganas de escribir novelas policiales. Yo no sé cómo escriben otros escritores, yo sé cómo escribo yo. Si tengo que escribir una novela, por lo general no sé inventar nada a partir de la nada. Una novela mía nace o de algo histórico que leí, o de un hecho de crónica, que después yo cambio en mi cabeza completamente. Es decir, tengo que tener un input externo para poder escribir. El primer capítulo que escribo nunca es el primer capítulo. Empiezo siempre por el punto que más me ha excitado escribir. No sé después, con la novela terminada, qué lugar ocupará en la novela. Si será el décimo capítulo o el octavo; en suma, tengo un modo un poco desordenado de escribir. Un día me pregunté si era capaz de escribir una novela desde la A hasta la Z, siguiendo el orden temporal, cronológico, lógico... Bueno, para escribir así tengo que ponerme en una jaula y no hay jaula mejor que una novela policial, donde todo tiene que cerrarse lógicamente. Así, casi por un ejercicio de escritura, escribí la primera novela policial: La forma del agua. Estaba un poco indeciso con el nombre del comisario. Tenía dos: "Collura" y "Montalbano". Pero justo cuando estaba terminando y no me convencía cómo había resuelto el final, entre mis manos cayó un libro de Manolo Vázquez Montalbán, El pianista, y me iluminó sobre cómo organizar esa novela. Entonces, por gratitud, llamé el comisario "Montalbano". Esa primera novela fue publicada, pero el personaje todavía no estaba perfectamente definido, se me escapaban algunos detalles. Fue así como escribí la segunda novela, El perro de terracota, y con ésta pensaba que había concluido la serie de Montalbano.
-¿En serio?
-Sí. Pero algunos meses después, la señora Sellerio, dueña de la editorial siciliana que publica mis libros, me dijo: "¿Cuándo me das el tercer Montalbano?". "Nunca", le contesté. "Ahora te cuento cómo andan las ventas de Montalbano y vemos si cambias de opinión", me respondió [risas].
-Montalbano se había convertido en un fenómeno...
-Sí, una cosa increíble. Así fui empujado a escribir un tercer Montalbano, un cuarto... Y entré en este giro infernal, porque me asustaba la serialidad, no ser capaz de tener el aliento largo para una serie... Pero, usted sabe, con cada salida de Montalbano, mis novelas antiguas, las que más quiero, vuelven a ponerse en venta. Montalbano mantiene en catálogo también las viejas novelas. Es decir, es una relación de amor-odio.
-¿Cuántas publicó hasta ahora?
-Ahora publiqué la número 19.
-¿Y hay otra que está por salir?
-Sí, sale ahora una, el 18 de este mes.
-¿Qué opina de Zingaretti, el actor que interpretó en la pantalla chica a Montalbano e hizo crecer aún más el fenómeno?
-Zingaretti ha sido y es un óptimo intérprete de Montalbano, me gusta mucho, aunque no corresponde físicamente a mi personaje, para nada. De todos modos, eso no importa porque él es un óptimo actor, funciona.
-Montalbano seguramente tiene algo de usted, ¿no?
-No, para nada. Montalbano no tiene nada de mí. Aunque en realidad algo de mí tiene, en un sentido, y eso lo descubrió mi mujer, que al llegar a la quinta novela me preguntó: "¿Te das cuenta de que estás haciendo un largo retrato de tu padre?". Y era verdad.
-La comida en sus libros es fundamental. ¿Así era su padre o usted es también un amante de la buena mesa?
-Sí, yo era un amante de la buena comida, como mi padre. Pero ahora ya no puedo comer porque, si no, el médico me fusila. Ya no puedo comer nada -nada de frituras, nada de fiambres, nada de embutidos-, así que lo hago comer a Montalbano. Pero empieza a molestarme que él pueda comer y yo no.
-¿También tuvo que dejar el vino?
-Yo ya no tomo vino sino que tomo cerveza. Mire, en verdad, antes yo bebía whisky, cuando estuve de viaje en la Argentina, marchaba con whisky. Mi whisky era matutino, en ayunas, y nunca me emborraché. Por la tarde y por la noche, no tomo por ninguna razón del mundo. Por eso quien me conoce por la mañana cree que soy un alcohólico, y quien me conoce por la tarde cree que soy abstemio. Ahora ya no tomo whisky, sino que tomo cerveza por la mañana, en ayunas, y sigo sin tomar nada ni a la tarde ni a la noche. Pero me gusta regalar vinos.
-Me imagino que usted se divierte escribiendo. ¿Hay un libro con el cual se haya divertido más?
-El libro en el cual más me empeñé -y para mí el empeño se corresponde con la diversión- es Il re dei Girgenti, del cual hablábamos antes, en español la primera parte. Es una investigación de escritura y por los hechos que cuento, es el libro que más quiero. De los libros de Montalbano el que más quiero es El perro de terracota, el segundo que he escrito. Y quizás, el último...
-En los libros de Montalbano aparecen los grandes males de Italia, la mafia, la corrupción política y, como dijo antes, usted se ha inspirado en hechos de crónica. ¿Lo que hemos visto en Italia en los últimos meses, con el Laziogate [el escándalo por malversación de fondos públicos en la región del Lazio] y su protagonista, Franco Fiorito [ex tesorero arrestado por robo de dinero del partido para su uso personal], superó todo eso?
-Como nevó en Roma en febrero y nevó mucho, y como es claro que la nieve en Roma es un hecho extraordinario, me pareció genial que Fiorito se hubiera comprado una 4x4 para la nieve, como salió a la luz... Ahí, mi fantasía no llega a tanto, ¿entiende? Uno se queda desarmado ante semejante realidad. Si lo hubiera escrito, me habrían dicho: "No exageres Camilleri, vamos".
-Usted siempre fue una persona muy comprometida en política: ¿qué le parece el hecho de que falten seis meses para las elecciones generales y que todavía no se sepa quiénes son los candidatos?
-¿Usted no estaría asustada? Bueno, yo estoy aterrado. De hecho, la idea de un Monti-bis [N. de la R.: que el actual primer ministro técnico, Mario Monti, pueda tener un segundo mandato, con el respaldo del Parlamento] no me desagrada. También tendría críticas para hacerle a Monti, pero con respecto a la nada que hay en la otra parte y en una época en que la crisis es lo que es, usted me entiende...
-Entonces usted también estaría a favor de un Monti-bis.
-O mangi questa minestra o ti butti dalla finestra ("O te comes esta sopa o te tiras por la ventana"). Y sí, me como esta sopa. Sí, un Monti-bis, quizás apoyado seriamente por algún partido político, para que no muera la política. Pero me parece terrible que en Italia no puedan ponerse de acuerdo sobre una ley anticorrupción.
-Usted que vivió la Segunda Guerra Mundial, el posterior miracolo económico, el escándalo de Tangentópoli, etcétera, ¿se hubiera imaginado una degeneración política como la que sale a flote ahora?
-No hasta este punto. Yo he visto de todo y sólo sé que después de las grandes destrucciones de la guerra existen dos cosas: ganas de pacificación y ganas de reconstrucción, que ahora no veo. Es decir, el posfranquismo o el posfascismo fueron vividos de algún modo como una necesidad de renovación y de reencuentro, eran una señal positiva. Aquí el posberlusconismo todavía no existe, porque Berlusconi sigue estando... Todavía existe una ley que intenta salvarlo del proceso Ruby [N. de la R.: por prostitución de menores y abuso de poder]. Su inmanencia es continua aún en Italia y hasta que no desaparezca ese tumor purulento, no habrá una política posible en Italia.
-¿Pero para usted Berlusconi es el único culpable de esta situación?
-Buena parte es culpa de los italianos, porque Berlusconi no se ha impuesto por la fuerza. Berlusconi ha sido libremente electo por parte de los italianos. Es decir, la culpa es de los italianos que lo han votado. Si después él llevó agua a su molino una vez llegado al poder, no hizo otra cosa que su oficio. Espero que los italianos se den cuenta del error cometido.
-¿Cómo ve la literatura italiana en este momento?

 
''Estuve en la Argentina quince días, en Buenos Aires. Tuve el placer de pasar una noche inolvidable con el entonces presidente Raúl Alfonsín, con quien enseguida simpatizamos: parecíamos dos hermanos separados que se reencuentran''. Foto: Antonello Nusca
-Bien. Contrariamente a todo el resto, afortunadamente hay muchos buenos escritores dando vueltas. No quiero dar nombres, pero hay óptimos escritores. Y después hay jóvenes que escriben, que tienen muchas ganas de expresarse. Yo ya leo poco porque mis ojos están en condiciones terminales, pero debo decir con sinceridad que por lo poco que logro leer, hay un fermento narrativo muy fuerte y muy vivo en Italia. Se ve a través de los premios literarios, el último Campiello o el último Strega, con todas las polémicas que promovieron, son libros de gran valor.
-¿Sus autores preferidos no italianos?
-Yo adoraba a Manolo Vázquez Montalbán, lo amaba como hombre y como escritor. Extraño su ironía y sus irónicos llamados telefónicos.
-¿Conoció a Borges?
-No, nunca estuve con él, pero para mí Borges es un señor que, una vez que uno lo encuentra, se lo lleva consigo toda su vida. Borges a veces es tu padre, a veces es tu amigo, a veces es tu pariente, otras veces es un sutilísimo adversario tuyo. Pero una vez que uno lo ha leído, se vuelve una presencia constante, no en tu literatura sino en tu vida. Y naturalmente como tal nunca ha tenido el premio Nobel.
-¿Cuánto tiempo estuvo en la Argentina?
-Estuve quince días en la Argentina, en Buenos Aires. Tuve el placer de pasar una noche inolvidable con el entonces presidente Raúl Alfonsín, con quien enseguida simpatizamos: parecíamos dos hermanos separados que se reencuentran. Fui a la Argentina hace muchos años, cuando llevé al Teatro Cervantes un espectáculo que se llamaba Il trucco e l'anima ("El maquillaje y el alma"), sobre tres poemas de Maiakovski. Alfonsín nos concedió el honor de recibirnos, a mí y a tres actores.
-¿En la Casa Rosada?
-Sí. Un encuentro que tenía que durar diez minutos al final duró tres horas porque el presidente y yo fraternizamos en forma increíble. De hecho, nos preguntaban si nos conocíamos, pero no... Era como si nos hubiéramos conocido desde siempre y nos estuviéramos reencontrando quizá de una vida anterior. Fue inolvidable. Todavía recuerdo los tanques sin cañones, a los lados de la Casa Rosada, donde jugaban los niños. Ese período en la Argentina fue maravilloso, me enamoré de la ciudad, que es espléndida.
-Se habrá encontrado en casa, como les pasa a todos los italianos que van a la Argentina.
-Me pasó algo peor. En el hotel donde me hospedaba había un congreso de representantes de la minería y una vez, cuando bajé al lobby con un actor, había tres señores que hablaban en español y tenían en su solapa la tarjeta del congreso. Por casualidad, un actor me preguntó de dónde era yo exactamente y le contesté: "Soy de Porto Empedocle, en la provincia de Agrigento". Entonces, uno de los tres argentinos se dio vuelta repentinamente y me dijo: "¡Mi madre era de Porto Empedocle!".
-¿Qué más recuerda de la Argentina?
-Tengo un recuerdo extraordinario también del público argentino, de cómo funcionaba el teatro, de las maravillas que hacían los técnicos... De hecho, se lo dije hasta al presidente, que era muy entusiasta. Sí, ese período en la Argentina fue realmente maravilloso.

La edad de la duda

Andrea Camilleri
Salamandra
El hallazgo de un cadáver en un bote y la llegada de un lujoso velero al puerto de Vigàta enfrentan a Salvo Montalbano con un nuevo enigma. Pero esta vez, una pasión crepuscular será el principal motivo de los desvelos del comisario. La novela se publica en la Argentina en noviembre.

Aventuras otoñales del comisario Montalbano

La forma del agua


Andrea Camilleri
Salamandra
Volumen que da inicio a la serie. El autor sopesaba dos nombres posibles para su héroe, y no estaba satisfecho con la ficción que iba tramando. Sobre el final, cayó en sus manos un libro iluminador de Vázquez Montalbán. En agradecimiento, bautizó a su personaje Montalbano.

26.10.12

Más papel para el crimen


La editorial Pàmies publica El chico, de Steve Hamilton, libro con el que inicia una nueva colección de novela policiaca y de misterio

Steve Hamilton, autor de El chico./elmundo.es
Detectives agarrados a una botella, policías de olfato gastronómico, sabuesos con cicatrices en el amor y en el cuerpo, fumadores en pipa… la novela negra suele optar por un protagonista masculino, adulto y con la piel de cuero. ¿Y si el personaje principal fuese un adolescente retraído? Ésa es la apuesta de 'El chico', una obra adictiva que llega a las librerías españolas tras un notable éxito en Estados Unidos.
Marcado por la tragedia cuando era un niño, Michael no es un chico común: lleva más de 10 años sin decir una sola palabra. Incapaz de abrir el cofre de su voz, descubre un don muy especial: es capaz de abrir cualquier cerradura, cerrojo, combinación o caja fuerte que se proponga. Esa habilidad no tardará en llegar a oídos de unos mafiosos que le chantajearán con la vida de una chica. Pasará de chaval de instituto a mito del robo.
'El chico', de Steve Hamilton, es la primera novela de una colección de negra, 'La huella', que arranca en la editorial Pàmies con la intención de completar el todavía inconcluso mapa de la traducción de novela policiaca y de misterio.
Con una apuesta marcadamente anglosajona, la colección, dirigida por Iñako Díaz-Guerra, sale a la calle con 'El chico', novela ganadora en 2011 del prestigioso premio estadounidense EDGAR. La obra será llevada próximamente a la gran pantalla.
Steve Hamilton empezó su carrera literaria en 1998 con 'Sangre bajo cero'. Desde entonces, ha estado nominado o ha ganado la mayoría de los premios de novela negra y de misterio anglosajones, y sus libros han sido traducidos a 20 idiomas.

24.10.12

Connolly: “Utilizar la violencia para que el bien triunfe está moralmente justificado”

El autor irlandés nos habla de sus convicciones y pasiones.Promete una larga vida a su gran personaje, el detective Charlie Parker, del que publica en España su décima entrega, Cuervos

John Connolly, creador de Charlie Parker / Tejederas./elpais.com
John Connolly es un hombre que busca la redención. Al igual que su gran personaje, Charlie Parker, un detective marcado para siempre por el dolor y la búsqueda del bien, el escritor irlandés cree en el sacrificio como arma para tratar de traer la justicia, “algo del otro mundo”, a un presente en el que a algunos no les vale con la ley, tan humana. Escritor lento, según él mismo reconoce, pero conversador inagotable, Connolly nos responde desde su Dublín natal tras la publicación en España de Cuervos, décima novela de la serie de Parker, en medio de la promoción de The Wrath of Angels, la siguiente (sin fecha de publicación en España) y antes de partir a Maine, EE UU, su hogar de adopción. Hablamos de periodismo, su profesión inicial, a la que recurrió para que le pagasen por escribir; de sus inicios; de su deseo de envejecer con Parker, personaje al que no ve un fin próximo, y, cómo no, de la moral y la redención. “Insisto una y otra vez en esa palabra”, asegura, “porque soy un mal católico y para mí es un concepto lleno de una gran carga espiritual”.
 ¿Es cierto que decenas de editoriales rechazaron Todo lo que muere (editado en España por Tusquets, como toda la serie de Parker) y que le costó mucho publicarlo? Cuéntenos algo de esos inicios, de su trabajo como free lance en Irish Times, de sus viajes por EE UU...
"Pasaron cinco años desde que escribí el borrador de Todo lo que muere hasta que lo vi publicado. Hoy miro para atrás y me cuesta creer que lo hiciera"
Cuando el libro estaba por la mitad, envié los primeros tres capítulos y una sinopsis a todos y cada uno de los editores de Londres y a prácticamente todos los agentes. Solo dos aceptaron. El primer agente que me respondió fue Darley Anderson, que todavía me representa. La primera editorial en darme una respuesta positiva a medias fue Hodder & Stoughton, con los que todavía trabajo en Reino Unido. Pero como dije, el libro no estaba terminado y Hodder no dijo que lo quisiera comprar, solo que podrían estar interesados en ver el resto cuando estuviese hecho. Mi agente me aconsejó que lo terminase. Para ser sincero, estaba arruinado y bastante desesperado: había empezado en el periodismo porque era la mejor manera de ser pagado por escribir, pero nunca iba a ser un gran periodista. Exprimí mi tarjeta de crédito al máximo y planeé un viaje a EE UU con la idea de continuar con la investigación. Después, me acogí a una excedencia en el periódico y me encerré en casa, frente al ordenador, durante dos semanas, y escribí lo suficiente para tener un borrador decente. Pasaron cinco años desde que escribí el prólogo hasta que vi el libro publicado. Cinco años y 40 borradores. Miro hacia atrás y me cuesta creer que lo hiciera.
Charlie Parker es un personaje que decide utilizar la violencia para hacer el bien, que cae en el lado oscuro para vencer a las fuerzas que lo dominan ¿Está moralmente justificado?
No estoy seguro de que Parker tome esa decisión. Es un hombre lleno de dolor y rabia, pero por otro lado tiene una gran empatía: ha sufrido tanto que es incapaz de aguantar y permitir que otros sufran de manera similar. Al mismo tiempo, actuando así, encuentra una salida para una parte de ese dolor a través de su disposición a usar la violencia cuando lo cree necesario. Sin embargo, es un hombre que busca la redención, a la que solo llegamos sacrificándonos en beneficio de otros. Y sobre si utilizar la violencia para hacer el bien está moralmente justificado o no, bueno, creo que sí lo está. Por otro lado, y siempre hay otro lado, ¿podemos combatir el mal haciendo el mal? Sospecho que no. Actuando como lo hace, Parker se arriesga a perder su alma.
"Es demasiado fácil construir un relato poniendo un cuerpo aquí y otro aquí. Eso es pornografía"
Le han acusado de usar demasiada violencia en sus novelas y de hacerlo, en ocasiones, de manera gratuita e innecesaria. Sin embargo, otros muchos pensamos que cuadra perfectamente con el desarrollo de las tramas. ¿Qué opina?
Creo que cuando escribí mi primer libro estaba ansioso por que la gente viera y entendiera cómo un hombre puede llegar a estar tan traumatizado y tan lleno de dolor. Mirando hacia el pasado, sin embargo, veo que podría haber sido un poco más sutil en el prólogo. No habría costado mucho quitar una línea aquí y allá. Desde entonces, mis libros se han vuelto progresivamente menos violentos, o quizás más cuidadosos y cautelosos en el uso de la violencia. Es demasiado fácil construir un relato poniendo un cuerpo aquí y otro aquí. Eso es pornografía. En ese sentido, creo que hay una tendencia en el género a tratar de impactar al lector con las carnicerías más salvajes porque se cree que los lectores lo han visto ya todo y se han vuelto inmunes. 
Hablando de las tramas. ¿Cómo hace creíble esa convivencia entre el nivel de lo real y de lo fantástico? ¿No tiene miedo de perder la credibilidad?
Los elementos sobrenaturales de los libros concentraron gran parte de las críticas en los inicios de mi carrera y aún hoy hacen sentir a disgusto a los más conservadores. Siempre me ha encantado la cita de William Gaddis en la novela JR: “Obtienes la justicia en el otro mundo. En este tienes la ley”. La novela negra o de misterio siempre ha estado incómoda con la diferencia entre la ley y la justicia. No se acepta que la justicia se pueda dejar para el otro mundo y que en este debemos conformarnos con las imperfecciones de los sistemas legales. Si llevamos a Gaddis a un extremo implica la existencia de una moral universal y una entidad que la gobierna y que es capaz de impartir justicia. Si llamamos a esa entidad Dios, entonces tiene que haber también un no Dios. En lo que se refiere a la pérdida de credibilidad, no tengo miedo. Creo que el universo de Parker está sólidamente construido y que es tangible. Volviendo a Charlie Parker.  
A lo largo de la serie del detective se va viendo que su amor con Rachel Wolfe es imposible, que a pesar de su idoneidad sus cargas, su pasado y sus enemigos le alejan de la felicidad ¿No puede encontrar sosiego?
"La novela negra o de misterio siempre ha estado incómoda con la diferencia entre la ley y la justicia"
Si eres un hombre violento, un hombre que encuentra cierto alivio en la violencia, ¿es posible que tengas la perfecta vida familiar? Además, si eres un hombre que ha perdido a una mujer y a una hija en el pasado y siente que ha fracasado al protegerlas, ¿no tendrías la tentación de distanciarte de otra mujer y otra niña en caso de que tengas que acabar con otros hombres violentos que se acerquen? Estas son las cuestiones contra las que pelea Parker. En cierto sentido, las novelas le presentan en una doble alternativa existencial: la estabilidad que le ofrece Rachel y su hija, Sam, y la satisfacción que encuentra actuando contra las fuerzas del mal y la oscuridad, representada a su lado por los asesinos Angel y Louis (pareja de homosexuales que trabaja con Parker en sus casos. Ambos con un pasado y un presente oscuros). Son criaturas inquietantes y a medida que las novelas progresan es a ellos a quien Parker se siente más atado.
En cierto modo, el detective cumple con algunos cánones de la novela negra clásica y actual: personaje masculino, con cierto grado de autodestrucción, con tendencia a pasar al otro lado de la ley, sin gran respeto por las jerarquías… ¿Le ha influido especialmente algún autor de novela negra clásico o contemporáneo? Y hablando de influencias, aparte de M.R James, ¿Qué otros autores ajenos al género le han influido?
Los dos autores de misterio que me han influido más son Ross Macdonald y James Lee Burke. Macdonald fue el primer gran estudioso de la empatía que generaba este tipo de novelas y James Lee Burke es el gran poeta del paisaje dentro del género, además de un escritor que me enseñó que este tipo de ficción puede aspirar al estatus de literatura, y que no hay que avergonzarse de usar elementos poéticos y metáforas. Sin ellos, no estaría escribiendo las novelas que escribo.
"¿Podemos combatir el mal haciendo el mal? Sospecho que no"
Hablemos del reverso, de los personajes eminentemente oscuros. Cyrus Naym o Mr Pudd son la la personificación del mal, dan miedo, son pérfidos, poderosos e inteligentes pero inequívocamente malvados. Sin embargo, El Coleccionista siembra dudas en el lector, quiere hacer ver a Charlie que él también es un justiciero, que comparte métodos… ¿En qué se diferencia nuestro héroe de su enemigo?
Creo que El Coleccionista es Paker llevado a un extremo. Es un hombre, o posiblemente algo más que un hombre, que cree que los malvados se definen a través de sus actos, y que tiene un deber moral, o incluso divino, de borrarlos de la faz de la Tierra. Es Paker sin la duda, sin la humanidad
En sus novelas las tramas real y sobrenatural y los escenarios se entrelazan de manera compleja. ¿Las planifica?
No. No soy alguien que planee los libros. Normalmente conozco el inicio y, a veces, si tengo suerte, un par de incidentes o de intercambios que han de pasar después, pero normalmente lo que ocurre es que escribo la primera escena y cuando la tengo percibo una idea de cómo va a ser la segunda y así.
¿Por qué eligió Maine como escenario principal de su obra? ¿Cómo consigue una representación fiel de la zona?
Trabajé en Maine cuando tenía poco más de veinte años; no durante mucho tiempo, pero el suficiente para darme cuenta de que me encantaba y de que quería volver. Es muy raro que vayas a un sitio y pienses, ya sabes: “siento que realmente podría ser feliz aquí”. He regresado a menudo durante los últimos veinte años y tengo una casa allí. No estoy muy seguro de que lo que presento sea una imagen fiel de Maine tanto como su versión vista a través del bruma o la niebla. Parece que la gente de allí piensa que he captado la esencia del lugar, lo que es suficiente para creer que he elegido el camino correcto
"No tengo prisa por escribir el final de Charlie Parker"
Hablando de periodismo. Cuando entrevista a otros compañeros autores de novela negra, ¿Qué busca? ¿Inspiración? ¿Disfrute?
Imagino que los entrevisto, por encima de todo, como lector. Generalmente no entrevisto a escritores cuyo trabajo no admire, aunque ha habido excepciones. Incluso en esos casos, he encontrado algo interesante acerca de los autores. Cuando entrevisté a James Lee Burke, fue principalmente porque me daba la excusa perfecta para conocerlo, y no me decepcionó. Sigue siendo uno de mis mejores recuerdos como escritor. También es una forma de atraer la atención de los lectores de periódicos sobre los escritores que amo, y al ser yo mismo un escritor y conocerlos personalmente, tener la oportunidad de ofrecer una perspectiva distinta a la de otros periodistas.
¿Hay vida más allá de Charlie Parker? ¿Qué busca cuando escribe novela juvenil?
No toda historia puede ser contada como una novela negra, o a través de la mirada de Parker, así que intento hacer otras cosas cuando una idea me persigue. También me permite aprender otras cosas y ejercitar otros músculos y, espero, volver a Charlie Parker con energías renovadas y entusiasmado. Todos los escritores que me atraen tienen dos o tres temas que les interesan y sobre los que vuelven una y otra vez. Para mí, uno de esos temas es la infancia: los niños y la infancia juegan un papel fundamental en las novelas de Charlie Parker, en mis novelas cortas y en mis libros juveniles y El Libro de las cosas perdidas (Oniros) me dio una oportunidad de acercarme a ese tema de otra manera. No sé por qué. No tuve una infancia infeliz, aunque fui un niño triste, pero estoy fascinado por el proceso de formación de la persona durante la infancia y la adolescencia.
The Wrath of Angels es la 11ª novela de Charlie Parker. ¿Cuándo se agota un personaje? Personalmente he notado síntomas de cansancio en algunos momentos de la saga, pero siempre se ha revitalizado. En ese sentido, Los hombres de la guadaña, protagonizada por Angel y Louis es una vuelta de tuerca que creo sirvió para que Charlie Parker cogiese fuerzas. ¿Lo ve así? ¿Tiene un horizonte? Autores como Ian Rankinse atrevieron a jubilar a su personaje. ¿Va por el mismo camino?
Las novelas de Paker están escritas muy concienzudamente como una serie de manera que, si el lector las lee en orden, vea que hay una historia más prolongada en el tiempo que está teniendo lugar en los alrededores del relato. En este sentido, mis novelas tienden probablemente a tener un final en el tiempo, pero no tengo prisa por escribirlo. Me gusta mirar a través de los ojos de mi personaje y me gustaría dejarle envejecer. ¿Fatiga? Nunca he empezado un libro que no quisiese escribir, pero inevitablemente unos serán mejores que otros, y habrá lectores que prefieran unas novelas sobre otras. Lo que me reconforta es saber que los lectores no se ponen de acuerdo sobre cuál es mi peor libro. He intentado que cada libro de Paker fuera diferente del anterior y creo que en una serie de novelas, una historia es una reacción de la anterior. Así, por ejemplo, si un libro es retrospectivo y más contenido, el siguiente está más dominado por la acción y es más zigzagueante

19.10.12

La escritora sueca Maj Sjöwall, Premio Pepe Carvalho de novela negra

La decisión ha sido tomada por unanimidad por los cinco miembros del jurado, que ha subrayado que "el género negrocriminal no sería lo mismo sin Sjöwall", ha informado el Institut de Cultura de Barcelona (Icub) en un comunicado

Maj Sjöwall recibirá el galardón en el marco de la próxima edición de BCNegra./europaexpress
La escritora sueca Maj Sjöwall (1935) ha sido distinguida con el VIII Premio Pepe Carvalho de novela negra por su larga y fructifera trayectoria, que incluye la prestigiosa saga de diez libros protagonizada por el inspector Martin Beck que la ha consolidado como la precursora de la literatura policíaca moderna.
La decisión ha sido tomada por unanimidad este jueves por los cinco miembros del jurado, que ha subrayado que "el género negrocriminal no sería lo mismo sin Sjöwall", ha informado el Institut de Cultura de Barcelona (Icub) en un comunicado.
Junto al escritor Per Wahloo, Sjöwall ha contribuido a la consolidación de la novela policíaca en Europa, alabada por críticos y lectores durante décadas.
La escritora sueca también ha destacado por su capacidad de analizar las carencias de la sociedad del bienestar sueca a través de los personajes de sus novelas, que mezclan ficción y realidad.
Es precisamente el inspector Beck el que se encarga de descubrir las miserias de la sociedad sueca a través de sus investigaciones, que van más allá de la persecución de los delincuentes para entender los verdaderos motivos que entraña cada crimen.
Los premios Pepe Carvalho, impulsados en homenaje al escritor Manuel Vázquez Montalbán, pretenden ser un especial reconocimiento a autores nacionales e internacionales de prestigio y trayectoria reconocida en el ámbito de la novela negra.

17.10.12

Silva: "La base de la novela negra española está en Cervantes y Quevedo"

El autor madrileño gana el Premio Planeta con La marca del meridiano, séptima entrega de su popular serie protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro

Lorenzo Silva. /Domènec Umbert./elcultural.es

La gala del Premio Planeta se celebró en medio de un morbo extraliterario que atrajo, este año, no sólo los clásicos focos de la prensa cultural sino también la de la de que se ocupa de la política nacional. Lara, Wert y Mas cenaban en la misma mesa. En ese contexto los libros parecían aparcados en un segundo plano. Hasta que Carmen Posadas leyó el nombre del ganador: Lorenzo Silva. El autor madrileño, premiado por la séptima entrega de su serie protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro (La marca del meridiano), subió al estrado y dio un ejemplo de sentido de la conciliación en medio de tantos rifirrafes territoriales. Criado en Carabanchel y vecino de Getafe durante muchos años, Silva también vive desde hace tiempo en Barcelona (en el Bajo Llobregat). Su mujer es catalana y su carrera literaria se disparó en la ciudad condal, en 1997, tras ser distinguido como finalista del Nadal (galardón que ganaría años más tarde). En la obra vencedora guardias civiles llegados de capital de España cooperan con la policía barcelonesa para resolver un crimen. Una cooperación que se echa en falta entre los gobernantes a quienes compete solucionar la tensión territorial entre España y Cataluña. La literatura mandó anoche un mensaje a la política. A ver si acusa recibo.

Después de su discurso de anoche, da la sensación de que no le podían haber dado el premio a nadie mejor. Un modelo de conciliación en medio de la crispación. ¿En qué medida este conflicto es artificial?
Pues en mucha. Ese conflicto, yo que vivo a caballo entre Madrid y Barcelona, no lo siento en la frutería, ni en la panadería, ni en la cola del autobús. Sin embargo, estamos en este conflicto porque no estamos sabiendo gestionar bien una serie de complejidades territoriales e históricas. Pero yo quiero dejar claro que sólo he escrito en la novela. Bevilacqua y Chamorro tienen que ir a Barcelona a investigar un crimen. Y allí les toca colaborar con la policía barcelonesa. Poco a poco se van dando cuenta ambas partes que les viene bien esa colaboración, para obtener más información y poder esclarecer el caso. No sé si vale como metáfora de la situación actual. Lo que sí tengo claro es que la construcción de una nación y la solución de un conflicto no se hace con declaraciones ampulosas sino con el trabajo cotidiano de personas que equilibran sus intereses y van a una.

Dice que esta entrega de la saga es la más profunda y madura. ¿Por qué lo tiene tan claro?
Bueno, llevo 17 años con ellos, pensando en ellos. Los dos también son más maduros. Bevilaqua tiene casi 50 y Chamorro casi cuarenta. Ambos personajes han encontrado un gran equilibrio entre los dos y de ellos mismos en su relación el mundo. En La estrategia del agua, Bevilaqua estaba en una situación muy difícil en su propio trabajo, que abordaba con mucha tensión. Y ahora que la situación está tan mal, él, en cambio, ha encontrado un punto filosófico en el que es consciente de la limitación de su propia función, algo que le hace tomarse todo con más calma y le pone en una mejor predisposición para solucionar los problemas. Ya no es el joven de las primeras entregas que se aturde fácilmente, ahora solventa los conflictos con mucha frialdad.

La metáfora de la raya o de la línea está muy presente. Aquí algunos personajes cruzan la que separa la conducta digna de la indigna. ¿Hay posibilidad de dar marcha atrás un vez traspasada?
Pues esa es la gran cuestión de la novela. Al cruzar la marca, quedas marcado. Según el Duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil, no es posible. Decía que cuando pierdes el honor ya no es posible recuperarlo. Algo de eso hay, sí. Pero también todos podemos tener un traspié. El problema es cuando es recurrente. En ese caso, ya no hay redención.

En esta popular pareja está muy bien representada la dicotomía entre idealismo y pragmatismo, y la transfusión de papeles entre ambos. Imagino que tenía a El Quijote muy presente cuando la ideó...
Absolutamente. Siempre he reivindicado a Cervantes, y a veces pienso que este país no se lo merece. Él es lo más grande que ha pasado en este país, y no me refiero sólo al ámbito literario. Y también me gusta reivindicar como base de la narrativa policiaca española la tradición de la novela picaresca, con Quevedo, El Lazarillo, que ya nos enseñó el lado oscuro de la sociedad y de las personas. No se puede hacer novela negra en este país obviando este legado.

Retomando el tema político. ¿A quién cree que le convendría más leer esta novela, a Mas o a Rajoy?

Sería un poco petulante por mi parte pensar que yo les puedo enseñar algo a Mas o a Rajoy. Lo que sí puedo decir es que ellos, como gobernantes, deben hacerse cargo de una realidad compleja, y que esa labor la pueden desarrollar con más posibilidades de éxito escuchando cuantas más voces y más diversas mejor. En La marca del meridiano es una novela donde se expresan muchas voces y muy diversas en relación a la convivencia entre España y Cataluña. No sé si les podrá ayudar, pero esa diversidad sí que la tiene.

¿Cuánto tiene la serie de Bevilacqua y Chamorro de reivindicación de la Guardia Civil?

Pues yo no la concebí como una reivindicación. Quería contar historias sin más. Pero sí es cierto que después de 17 años escribiendo sobre guardia civiles, conociendo a muchos de ellos, viendo la personalidad para afrontar sus cometidos, creo que les debemos mucha gratitud, sobre todo a su fundador, el Duque de Ahumada, un liberal ilustrado que creo una institución que ha contribuido bastante a sacar a España de la edad media, en la que todavía estaba en el siglo XIX.

¿Tiene usted algún familiar Guardia Civil que le haya empujado a ocuparse de este instituto armado?
No, fue porque los guardias civiles me parecieron personajes literarios muy ricos para escribir novela negra en España, que estaban sorpredentemente ausentes en nuestra literatura, cuando llevan investigando crímenes 168 años, desde 1844. Elegir guardia civiles fue producto de esa perplejidad.

16.10.12

Los guardias civiles de Lorenzo Silva ganan el Planeta


Mara Torres, presentadora de La 2 Noticias, queda finalista del premio con La vida imaginaria. El galardón se asigna en una gala presidida por José Manuel Lara Bosch, del grupo Planeta. El año pasado triunfó Javier Moro

El escritor madrileño Lorenzo Silva gana la 61ª edición del Premio Planeta/lainformacion.com,elpais.com
Hay que asegurar el tiro en tiempos de crisis. Por eso ayer en Barcelona, la 61ª edición del Premio Planeta hizo gala de su ticket triunfal, predilecto, de fino laboratorio: escritor de notoriedad en el género al alza —ahora la novela policiaca— y finalista reconocido por su presencia en los medios, a poder ser la televisión. Y así, el ganador ha sido el madrileño Lorenzo Silva, padre de la pareja de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro, cuya séptima entrega se titula La marca del meridianoy le ha reportado 601.000 euros.
Le acompañó en el podio la periodista Mara Torres, presentadora de La 2 Noticias de TVE, que quedó finalista (150.250 euros) con su debut en la ficción, La vida imaginaria, historia de una mujer que intenta superar una ruptura sentimental.
La pareja de picoletos que Silva (Madrid, 1966) concibió en un mes del verano de 1995 ha sido de lo más fructífero que ha hecho en una carrera dilatada ya en el tiempo (empezó en 1980) y en la producción, unos 40 títulos. La mitad, novelas. Con una de ellas, La flaqueza del bolchevique, fue finalista del Nadal en 1997, galardón que obtendría solo tres años después con El alquimista impaciente, la segunda entrega ya de los investigadores de la Benemérita que hizo debutar en 1998 con El lejano país de los estanques, premio Ojo Crítico.
Desde entonces son ya siete los títulos que han protagonizado el que empezó como sargento, el uruguayo Rubén Bevilacqua, y la joven seca y tímida guardia Virginia Chamorro. A base de diálogos ajustados y sinceros, Silva aprovecha los casos para, con una cadencia de tres años, hacer de sus personajes “testigos de la sociedad española contemporánea”.
En esta ocasión, el ya brigada Bevilacqua, afincado en Madrid, ha de investigar un caso, en Barcelona (entre las dos ciudades pasa el meridiano), que le lleva a remover su pasado y el de gente que “no deberían haber cruzado determinadas rayas ni saltado códigos de honor y por ello deben pagar”. Silva aprovechó la ocasión para hacer una metáfora de la tensión entre Cataluña y España: “Entre Madrid y Barcelona espero que no haya nunca ninguna raya divisoria. Todo lo que pueda haber no son más que rayas imaginarias”.
La carrera de Silva parece marcada por la novela negra, ya que desde 2008 es el comisario del Festival Getafe Negro. Y también un experto en la Guardia Civil, al que dedicó el ensayo Sereno en el peligro (premio Algaba 2010). Y ello a pesar de contar con novelas como Carta blanca, con la que ganó el Primavera 2004. Ahora ha completado el tres en raya de los principales galardones del grupo (Nadal, Primavera, Planeta), como Lucía Etxebarria y Juan José Millás.
Para Torres (Madrid, 1974) ser finalista es el primer gran espaldarazo a su vertiente literaria, que ha arrancado tras la estela de su corta y notable trayectoria periodística, consolidada en la SER, donde llevó el nocturno Hablar por hablar entre 2001 y 2006, cuando saltó a La 2 Noticias, que presenta. En La vida imaginaria, una joven intenta superar el trauma de ser abandonada por su pareja. “Es una historia de amor. Un abandono que obliga a reinventarse en la vida, un periodo en que confundes realidad y deseo. Mi personaje es una reivindicación de la capacidad de soñar”.
La ausencia es un tema querido en Torres, que ha publicado el ensayo Sin ti, donde cuatro personajes comentan la pérdida de un ser querido.

6.10.12

La gran familia del inspector Maigret

Acantilado acomete la publicación de la monumental obra de Georges Simenon, formada por más de 500 novelas. Su hijo recuerda a uno de los grandes escritores del siglo XX

Georges Simenon, en una foto familiar de 1955, junto a su mujer y a sus hijos John (izquierda) y Marie. /Leemage./elpais.com
En los tiempos que corren hay que volver al comisario Maigret, a ese policía que, más que encontrar al asesino, quería entender sus razones y hurgar en el fondo de su alma. Su creador —y álter ego—, Georges Simenon (Lieja, 1903 - Lausana, 1989) fue uno de los grandes escritores del siglo XX, aunque esta evidencia parece que hay que seguir reivindicándola frente al prejuicio que acarrea la supuesta —y errónea— adscripción a un género menor: el policiaco.
Sus libros (más de 500 títulos) siguen reeditándose. Hace poco Tusquets comenzó la hercúlea tarea de publicar sus obras completas, aunque el empeño quedó finalmente en eso. Ahora, Acantilado vuelve a la carga y el próximo día 13 saca Pietr el letón, la obra de 1931 en la que aparece Maigret por primera vez, a la que seguirán El gato (1967), El perro canelo (1931) y La casa del canal (1933), con traducciones de José Ramón Monreal.
John Simenon (Tucson, 1949), su segundo hijo, el primero de su segunda mujer, Denyse, gestiona el legado paterno y pasó por Barcelona para hablar de su padre, quien precisamente le trajo a la capital catalana en 1964, un viaje que nunca olvidará. No fueron a ver la Sagrada Familia, sino a pasear por la ciudad, entonces mucho más canalla que ahora. “Nos parábamos en todos los bares para tomar jamón. Él bebía una copa de tinto y yo una coca-cola, y fuimos a los toros. Pero de lo que más me acuerdo es de [EL CABARÉ] El Molino, con esos bancos como de colegio, lleno de humo, donde se bebía y era una fiesta increíble”.
John, nacido en Estados Unidos cuando Simenon atravesaba un periodo difícil, perseguido en Francia por las dudas que generaba su actitud durante la ocupación nazi, se comporta como un profesional, pero cuando se lanza tras los recuerdos, se percibe con claridad el poderoso rastro de su padre visto desde abajo, como solo lo puede ver un niño. No tiene memoria del Simenon explosivo y vitalista de la década de 1930. “Era la segunda mitad de su vida. No era viejo, aunque para mí es la imagen que la gente se hace de Maigret, la de un hombre mucho mayor de lo que era, porque yo era un niño. Una imagen protectora y tranquilizadora, incluso si durante mi adolescencia vivimos conflictos que, en cierto modo, eran de los más violentos que un adolescente puede experimentar”.
La familia, que ya había entrado en descomposición, había vuelto a Europa a mediados los cincuenta, y se instaló en Cannes. “No lo veíamos mucho en esta época, pero era una persona accesible”, recuerda John. Fue un periodo en el que Simenon todavía tenía una vida social agitada. Luego se trasladaron a Suiza, a la gran mansión de Epalinges, que se hizo construir encima de Lausana, frente al lago Lehman.
Pese a su leyenda de vividor, Simenon era extremadamente profesional. “Era su propio agente, probablemente uno de los mejores agentes posibles. Se forjó a sí mismo, fue capaz realizar su propia promoción; algo que sabía hacer muy bien, y aunque hoy en día esto no sea nada raro, sí lo era en su tiempo, cuando un escritor tenía que actuar como si hubiera heredado el talento por derecho divino. Él voluntariamente deseaba tener una gran audiencia y reflexionaba sobre esta cuestión, porque no escribía para sí mismo en un rincón, sino para los lectores”.
Para ello, apunta, Simenon se trazó un plan vital sobre el que desarrollar su carrera de novelista. “Lo primero que hizo fue aprender su oficio durante muchos años; era un virtuoso, y no se llega a ser virtuoso sin practicar, practicar y practicar. Es decir, había adquirido todas las herramientas que necesita un escritor y las tenía a su disposición. Sabía que esto es un trabajo, un oficio y había sudado sangre para aprenderlo; primero escribiendo esas novelas populares bajo pseudónimo, que consideraba como de entrenamiento; después llegó Maigret, una nueva etapa en la que ya se atrevía a abordar una obra más completa, aunque fuera de género. Si bien al principio siguió sus reglas, luego las rompió”.
Tenía una meta: “convertirse en un verdadero novelista, lo que él llamaba un escritor de novelas puras, aquellas que no deben nada a nadie, que se deben solo a ellas mismas y a su naturaleza”.
John recuerda muy bien cómo funcionaba el proceso creativo de su padre. “Cuando se ponía a escribir no necesitaba pensar, escribía de corrido. Se encerraba en su despacho y no dejaba entrar a nadie. Era una regla absoluta. No podíamos hacer ruido. No era un problema, porque por lo general los niños estábamos en la escuela y cuando volvíamos del colegio él ya había acabado, escribía en un horario escolar. La inspiración la buscaba antes de ponerse a escribir. Antes de empezar una novela paseaba, daba grandes paseos durante un periodo que podía durar entre una y tres semanas. Y era en este proceso cuando la novela empezaba a tomar forma. En realidad lo que tomaba forma eran los personajes, el decorado... y en este proceso sí que participé. Era apasionante. Hablaba con la gente, saludaba a todo el mundo, se paraba aquí y allá. Podía darme cuenta de que tenía la cabeza en otro sitio; se volvía más gruñón, más impaciente…”
El mal humor de Simenon en este periodo de su vida era legendario, pero John tiene una explicación. “Podía ser irascible en cualquier momento, pero es que a partir de los años sesenta desarrolló un meningioma, un tipo de tumor benigno con el que, como que en aquella época no había escáneres, vivió casi 15 años. Llegó a tener el tamaño de una pelota de tenis. Luego comprendimos que sus migrañas, su irascibilidad y su mal humor eran consecuencia del tumor, porque cuando se operó se convirtió en otra persona. Ya tenía 83 años, pero la transformación fue extraordinaria, se convirtió en un tipo dinámico, divertido, se transformó en el personaje que describían todos los que le habían conocido antes de la guerra”.
El tumor aparentemente no afectó a su trabajo, aunque es posible que tuviera bastante que ver con su decisión de dejar de escribir novelas en 1972, cuando tenía sólo 69 años y camino por delante. Luego llegaron los textos de reflexiones y recuerdos que dictó en un magnetófono y que constituyen los 21 volúmenes de Dictées, la Carta a mi madre y las Memorias íntimas que en España publicó recientemente Ediciones B. Fue su punto final a la ficción.

Getaferías


Getafe Negro trae el humor, la crisis y las dictaduras como temas

Lorenzo Silva, escritor y organizador./ Patxi Corral./elmundo.es
Getafe Negro a la vista. La gran carrera noir del otoño ya tiene programadas actividades para el martes que viene (un encuentro entre críticos, Guelbenzu y Valenzuela), aunque las etapas de montaña esperan hasta el fin de semana siguiente. Y a partir de ahí, hasta que acabe el mes. Javier Cercas, Clara Janés, Martin Reiner, Pavel Kohout, Ivan Klima, Ian Gibson, Eduardo Mendoza... todos ellos están en el pelotón. Escapado, Lorenzo Silva, el organizador del encuentro.
"¿Que qué me hace ilusión de este año? Tenemos cuatro ideas que dan forma al programa que están muy bien definidas", cuenta Silva. "Está el humor como uno de los hilos: lo cómico en la novela criminal, como dos extremos que se tocan. Y está la literatura checa, que es el país invitado. Traemos también una exposición muy buena sobre Kafka".
Pero, el verdadero núcleo duro de este Getafe Negro está en los otros dos 'temas' de su programa. "Por un lado, ensayamos una lectura de la actual crisis como una novela criminal. Partimos de que detrás de esta crisis hay muchísimos comportamientos delictivos y hay una dimensión moral y criminal clarísima", explica Silva. "Le hablo como autor y como lector: esta crisis es una gran baza para el género".
Y, por último, el cuarto gran enunciado de Getafe Negro: 'Cómo superar una dictadura'. "la idea surgió cuando preparábamos la presencia de Chequia en el festival, charlando con autores checos que nos hablaban de su experiencia en los años del comunismo. Y ahí llegamos a una certidumbre: los países que superan un régimen autoritario, como la República Checa o como España, montan un estado de derecho y quieren creer que ya está, que empiezan de nuevo. Pero la realidad es que siempre quedan huellas muy profundas, sociedades envilecidas e individuos aplanados. Y ahí también hay una oportunidad para los escritores".

4.10.12

Género afronegro

Deon Meyer puede dar más miedo que un granjero bóer de mala uva con unos diálogos

El escritor sudafricano Deon Meyer, en Madrid./Roberto Cárdenas./elmundo.es
 
A negro. Ante negro. Bajo negro. Con negro. De negro. Desde negro. En negro. Hacia negro. Para negro. Por negro. Sobre negro. Y tras negro. Negro sobre negro, en definitiva, afilado y contundente. Su responsable atiende al nombre de Deon Meyer. Nacido en Paal, Sudáfrica, en 1958. Plumilla reconvertido en escritor dado a la negritud policial. Los chicos de RBA (celebremos su buen hacer) han publicado sus 'Sombras del pasado', 'El corazón del cazador' y 'El pico del diablo'. Y contraatacan ahora con este 'Safari sangriento' que deja la basura editorial policiaca rampante a la altura del betún más negro. A negro. Ante negro. Bajo negro. Y en este plan. Vuelvo a empezar.
Así arranca la cosa, juzgad vosotros mismos:
Empuñé el mazo con lentitud. Era el martes 25 de diciembre, apenas pasado el mediodía. La pared era gruesa y empecinadamente dura. Después de cada golpe sordo, se desprendían trozos de ladrillo y cemento y volaban por encima del suelo de madera como metralla. Sentía el sudor deslizándose por mi rostro y mi torso llenos de polvo. Las ventanas estaban abiertas, pero la habitación era un horno.
Oí el teléfono sonando entre los martillazos. No quería romper el ritmo. Sería difícil ponerse en marcha con ese calor. Poco a poco dejé el largo mango en el suelo y fui hasta la sala de estar, pisando los cascotes con mi pies descalzos. En la pequeña pantalla del teléfono aparecía un nombre: JEANETTE. Me limpié una mano sucia en el pantalón corto y atendí:
–Jis.
–Feliz Navidad. –La voz rasposa de Jane Louw estaba cargada con la inexplicable ironía de siempre.
–Gracias, lo mismo te deseo.
–Debe hacer un calor tremendo por allí…
–38 en el exterior.
En invierno decía «Debe estar muy bonito y fresco allí arriba», un indisimulado lamento por la elección de mi residencia.
–Loxton –dijo ahora irreverente–. A dudarla entonces. ¿Qué se hace en Navidad por esas tierras?
–Derribar la pared entre la cocina y el baño.
–¿Has dicho la cocina y el baño?
–Así construían las casas en los viejos tiempos.
–¿Y es así como celebras la Navidad? Como en el campo en los viejos tiempos, ¿no? –Y soltó un sonoro–: ¡Ja! Sabía que no me había llamado para desearme feliz Navidad.
–Tengo un trabajo para ti.
–¿Un turista?
–No; en realidad es una mujer de El Cabo. Dice que ayer la atacaron. Te quiere para una semana o algo así. Ya pagó el depósito. Necesitaba el dinero.
–¿Ah, sí?
–Está en Hermanus. Te enviaré un SMS con la dirección y el número de móvil. Le diré que vas de camino. Llámame si tienes cualquier problema.
Lemmer es un conocido 'gorila' rudo e infalible que curra para una empresa de seguridad. Emma, una belleza sudafricana le contrata para encontrar a su hermano, dado por muerto 20 años atrás. Si bien Emma sospechaba que alguien había simulado la muerte de Jacobus, su hermano, para ocultar un oscuro secreto, se había quedado corta. En su búsqueda, Emma y Lemmer se adentrarán en una Sudáfrica negra negrísima, corrupta como pocas ratoneras del mundo e infestada de ecoterroristas, asesinos a sueldos y –quizá los peores– empresarios de oscura condición.
Este 'Safari sangriento', cuyos animales más salvajes caminan sobre dos patas, pone un enorme punto sobre las i de la palabra 'thriller'. Y Deon Meyer, su autor, ha pasado sin solución de continuidad que valga a convertirse, por derecho propio (e impropio) en uno de los nuestros. Otro más.
No en vano Michael Connelly subraya su nombre y su apellido con rotulador rojo y celebra su novela como "todo un descubrimiento".
¡Bienvenido a tan selecto y negrísimo club, amigo Deon Meyer!