18.8.09

La eterna queja de la novela de género


Por: Juan Gabriel Vásquez
EL IRLANDÉS JOHN BANVILLE, uno de los grandes novelistas vivos, armó el otro día un escándalo descomunal en un festival de novela negra al que lo invitaron.
Los lectores sabrán que Banville, el autor de obras maestras como El intocable o Imposturas, tiene además un seudónimo, Benjamin Black, bajo el cual escribe novelas de género: un crimen, un detective, un culpable. Pues bien, le preguntaron a Banville qué diferencia había entre la escritura de novelas literarias y la de novelas negras. Y la respuesta fue así: mientras que John Banville logra escribir esforzadamente cien palabras al día, Benjamin Black puede llegar a dos mil. Para los testigos, la idea implícita fue muy clara: las frases de Black son menos importantes. Y otra vez fueron y vinieron las quejas: que por qué la novela negra es menospreciada por los escritores literarios, que por qué la novela negra no recibe la misma atención de la crítica. Etcétera. Etcétera. Un largo etcétera.
La queja ya comienza a sonar a pataleta de niños malcriados. Porque no hay novelas literarias por un lado y novelas negras por el otro, así como no hay novelas literarias por un lado y novelas de ciencia ficción por el otro: hay simplemente buenas y malas novelas. Este argumento puede sonar a perogrullada, pero es notable la poca frecuencia con que se admite. La novela de género, precisamente por serlo, suele abusar de la fórmula; y no sólo de la fórmula estructural —un crimen, un investigador, un culpable—, que es lo mínimo que su comprador tiene derecho a esperar, sino también de la fórmula verbal: ideas recibidas, emociones desgastadas, clichés del pensamiento pero también del comportamiento. Meros guiones de cine sin el rescate de las imágenes, como dice Cortázar en alguna parte.
Y admitámoslo: en el mundo de la novela negra, estos ejemplares son mayoría. Los que se quejan suelen sacar el argumento de que existen en la novela negra nombres como Raymond Chandler o James Ellroy, y por lo tanto el menosprecio es injusto. Pero eso no es sino la confirmación de que la queja no tiene ningún sentido: una novela de Ellroy (o de John Le Carré, para ir a otro género) es inmediatamente saludada por la crítica más esnob en cualquier parte del mundo. La razón es simple: son buenas novelas. Son novelas que, para resumirlo de manera más bien grosera, nos dicen cosas que no sabíamos. La mala novela, sea o no de género, no hace más que confirmarnos lo que ya sabíamos, y lo hace además con pésima prosa, con ideas de tres al cuarto y con manipulaciones de predicador evangelista.
Pero el asunto es que estas malas novelas tienen millones de lectores. Hay allá fuera millones de lectores que sólo esperan de una novela la confirmación de lo ya sabido, e incluso, por una especie de curiosa perversión, prefieren que el sentimentalismo o las emociones baratas vengan en mala prosa. Y el error de muchos lectores “literarios” está en tratar de convencerlos de leer otra cosa. Enrique Vila-Matas lo explicó muy bien: es un error pensar que el lector de El código Da Vinci, si no estuviera leyendo El código Da Vinci, estaría leyendo, no sé, a John Banville. La verdad es otra: si ese lector no estuviera leyendo El código Da Vinci, no estaría leyendo nada. Estaría viendo Padres e hijos, por ejemplo. Y, bueno, estaría en todo su derecho.
fuente:http://elespectador.com http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com

5.8.09

IV Edición del Premio Internacional de Novela Negra "L'H Confidencial"

La placa de reconocimiento entregada al ganador del último Premio Internacional de Novela Negra "L"H Confidencial 2009" / www.l-h.cat / biblioteques
El Ayuntamiento de L"Hospitalet y Roca Editorial han hecho públicas las bases que regirán el "Premio Internacional de Novela Negra L'H Confidencial 2010", que llega a su cuarta edición.
En esta nueva convocatoria se podrán presentar todos los escritores y escritoras que deseen participar, de cualquier nacionalidad, procedencia o lugar de residencia, con novelas de género negro escritas tanto en lengua catalana como en lengua española.
Las obras deberán ser originales e inéditas y no pueden tener comprometidos los derechos ni haber recibido otro premio anteriormente. El plazo de admisión vencerá el próximo 30 de septiembre de 2009.
El jurado, presidido por el primer teniente de alcalde del Área de Educación y Cultura del Ayuntamiento, Mario Sanz Sanz, estará integrado por un representante de Roca Editorial, el director de la Biblioteca La Bòbila y dos lectores apasionados por la novela negra, seleccionados por la biblioteca.El premio consiste en 12.000 euros por concepto de remuneración por la cesión y explotación de los derechos mundiales de la obra ganadora, y su publicación estará a cargo de Roca Editorial, en la colección especializada Roca Criminal.
En esta oportunidad, el jurado emitirá su veredicto durante la segunda semana de enero de 2010 y la obra escogida se presentará el 20 de marzo de 2010, en un acto público que se celebrará en la Biblioteca La Bòbila, con la presencia del ganador o ganadora.
Las novelas ganadoras del Premio L"H Confidencial han sido Ley garrote, del mexicano Joaquín Guerrero-Casasola, en 2007; Retrato de familia con muerta, de Raúl Argemí, en 2008; y El baile ha terminado, de Julián Ibáñez, este año.
La Biblioteca La Bòbila es pionera en España en la formación y mantenimiento de un fondo especial de género negro y policiaco.
Desde su inauguración en marzo de 1999, esta biblioteca se dedica a la difusión y promoción de este género y publica el fanzine "L"H Confidencial", boletín del Club de Lectura de Novela Negra, del que el premio toma su nombre.

3.8.09

El policía rojo


ALEJANDRO GALLO, EL JEFE DE POLICIA DE GIJON: ESCRITOR Y MARXISTA
Por Guillermo Saccomanno
Mi padre se extrañó cuando le dije que quería ingresar en la policía –se acuerda el poli de civil–. Porque mi padre era rojo. Trabajador minero, de izquierda, como mi madre y mis tres hermanos. Pero, comunista como era, lo comprendió. Todos vendemos nuestra fuerza de trabajo.
Domingo a la mañana temprano en Gijón, la segunda ciudad más segura de España. Llovió un poco, las calles desiertas, unos caminantes escasos. Vienen de la noche. O empiezan el día. Con Alejandro Gallo, tomamos un café sentados en la terraza de una peatonal. El motivo de la entrevista: me han dicho que Gallo, jefe de la policía local, se define como marxista. Un policía rojo no puede menos que resultar freak para quien viene del país de la corrupción, la mano dura y el gatillo fácil. Flaco, inquieto, de gestos cortos y secos, fuma un cigarrillo negro tras otro, con un rostro y una expresión de duro. Su voz grave completa la imagen de un personaje noir. Sin embargo a los cuarenta y siete años, siendo un tipo curtido, Gallo no pierde ni el humor ni una disponibilidad absoluta para asimilar las preguntas y responderlas al instante. “Suelo andar desarmado”, dice. “En esta ciudad no me hace falta llevar pistola.”
A orillas del Cantábrico, con sus calles estrechas y silenciosas, un puerto con cientos de amarras y un clima marino amable, Gijón es una ciudad a la vez provinciana y turística. Y esta calma que se respira en sus calles, a uno que viene de una realidad en la que la seguridad es patrimonio de la derecha, le llama la atención. “Si no llevo el arma”, dice Gallo, “es porque no tengo que usarla”.
A Gallo lo conocí en la Semana Negra, el hipermasivo festival literario que organiza Paco Taibo. Una movida que concentra miles de personas y en siete días reúne alrededor de ciento cincuenta escritores de diferentes lenguas, una movida que alcanza a regalar libros, presentar mesas de ofertas increíbles y alcanza a vender casi sesenta mil ejemplares. Politizada, popular, abierta a los géneros, incluyendo la ciencia ficción y la novela histórica pasando por el nuevo periodismo de denuncia, de convocar tanto a Los Lobos como Serrat, preestrenando films como el último Dillinger, la Semana Negra cuenta a Gallo entre sus invitados. En estos días, suele escribir una columna en el periódico A quemarropa, un tabloide que, informando sobre los debates y espectáculos, se imprime y regala al público. Además Gallo es autor de una durísima trilogía de novelas sobre las cuencas mineras. Ha escrito guiones de comics y de cine. Y sus novelas fueron elogiadas por la crítica de los principales diarios de España. “Las novelas de Gallo se sitúan en la estela abierta por Hemingway y que han seguido Marsé y Mendoza”, se dijo de su obra narrativa. Y también: “Como el mejor Semprún, Gallo recupera para la literatura las emociones y el tiempo de vísceras, de combates ideológicos y físicos, de ideas y de sangre, que a veces creemos haber perdido para siempre”.
Con sus carpas, la fritanga de los puestos de comida, el fanatismo por la literatura popular, la proyección de cine negro o de ciencia ficción, con los parlantes que aturden con rock o reggae, la Semana Negra es para Gallo “la Disneylandia de los comunistas”. Si el padre rojo pudo sorprenderse cuando el hijo ingresó a la policía, no menos se sorprende uno cuando se pone a hablar de sus lecturas y el policía escritor, o viceversa, el escritor policía, dice que sus autores predilectos son los que denomina pensadores de la sospecha: Marx, Freud y Nietzsche. Y me cuenta su historia:
–A los diecisiete años no tenía muy clara la vocación –cuenta Gallo–. A esa edad, si algo te atrae, te lanzas sin saber. Y al joven sin vocación que era yo lo sedujo la tradición española de la pluma y la espada. Si quieres, en mi caso, en vez de la espada es la pistola. O la placa. Lo que puede verse como una contradicción, esto de la pluma y la placa, no lo es. Me lo dijo un teniente coronel purgado por Franco. Purgado porque pertenecía a la UMD, la Unión de Militares Democráticos. “Húmedos” se los llamaba. El gran error, me dijo aquel oficial, consiste en creer que el militante de izquierda no debe entrar en el ejército o la policía. No hay que dejarle el campo libre a los fachas. Estas instituciones de derecha pueden cambiar si nosotros también cambiamos de mentalidad. A partir del ‘75, con las afiliaciones de los sindicatos de clase y las comisiones obreras, se creó el SUP, primer sindicato unificado de policías. Que un poli conozca a la clase trabajadora y a sus compañeros es lo menos que corresponde. En este aspecto las sindicalizaciones progresistas de polis fue transgresora.
A los cuarenta y siete años, Gallo tiene licenciatura en tres carreras: Filosofía, Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación. Con veintiún años en la fuerza, es en la actualidad profesor de la Escuela de Seguridad Pública del Principado de Asturias. “Fui afortunado. Yo entré en el ‘88 y la Constitución ya estaba. En el ‘86 se renueva la fuerza. Y se produce una purga que aparta los elementos del franquismo. Tuve la suerte de que en destinos distintos encontré alcaldes de izquierda y hubo una sintonía. Por supuesto, nunca me fue fácil al llegar a un nuevo destino. Porque te encuentras de todo.”
Refiriéndose a la seguridad que se respira en Gijón, Gallo cuenta una anécdota: “Hace un tiempo nos mandaron unos policías de Colombia para hacer prácticas. Los distribuíamos de a uno por auto patrulla. Después de recorrer una y otra vez la ciudad, ya de madrugada, preguntaban nerviosos cuándo empezaba la balacera. Les costaba creer que aquí no hay balaceras. Nuestro índice de delitos es de 13 por cada 1000 habitantes. Un robo, un tirón, sí tenemos. Los jóvenes que hoy roban, no delinquen para comer. Si fuera para comer yo los ayudaría. Pero no, violan la ley por hartazgo. Para cargar su teléfono celular roban. Porque viven en una sociedad del hartazgo. Se comete el delito por cuestiones suntuarias y no por necesidad. Así como no tenemos delitos de sangre, tampoco es alto nuestro índice de violencia doméstica. Porque la mujer, a partir de la cuestión del género, denuncia el acoso psíquico o físico apenas se presenta. La policía enseña en los colegios. Damos clases a 35.000 niños. Se los educa desde chicos a ser ciudadanos correctos.
Gallo cita al escritor Lorenzo Silva, que divide a los países en dos clases: hay países donde si te pasa algo llamás a la policía y países donde mejor no se te ocurra hacerlo. Para el policía rojo es impensable la corrupción policial que se ve en series como The Shield:
–Un policía recién salido de la Academia gana 25.000 euros por año y trabaja 1500 horas por año de acuerdo con el convenio de los sindicatos. Puede aplicar la ley sin corromperse. Además, no necesitamos Asuntos Internos. Quien vigila al vigilante es el vigilado. Y para eso están las organizaciones vecinales. Te cuento otra anécdota, cuando estuvieron acá el escritor de novela negra Juan Hernández Luna y el alcalde de Meza, mexicanos los dos, me preguntaron cuál había sido el último homicidio. Y tuve que pensarlo. Gijón es la segunda ciudad más segura de España –dice Gallo–. En una noche como la de ayer, una noche de sábado, miles de personas en la calle, hubo sólo dos situaciones tensas, una gresca entre familiares y una entre dos bandas de jóvenes.
Y es cierto. Este domingo El Comercio, el diario local, prácticamente carece de noticias policiales. La única está debajo de una crónica que describe el entusiasmo de hoteleros y gastronómicos, vecinos de Gijón, con el turismo que genera la movida de la Semana Negra. La noticia es breve y nada espeluznante para un argentino. Informa que anoche, sábado, hubo una reyerta protagonizada por miembros de “Los Ñetas”, una banda juvenil, con otra enemiga. El altercado se inició entre las carpas de la Semana y siguió más tarde en las puertas de la discoteca Go.
–Y no pasó más –dice Gallo–. Porque de haber ocurrido algo más, un vecino habría avisado. En cuyo caso, nuestra capacidad de respuesta es de 30 segundos.
Gallo me lleva a la Jefatura. La modernidad y la pulcritud definen el edificio y su interior. Me invita a una sala donde, desde sus computadoras de última generación, una serie de uniformados controlan, lo más tranquilos, la ciudad desde las pantallas. Acá opera el Centro de Coordinación General de Servicios. En caso de una urgencia, tres cámaras de alta velocidad dispuestas en toda la ciudad permiten enfocar en primer plano tanto un sujeto como una chapa patente. Nada escapa a la visión de este sistema de vigilancia muy Gran Hermano. “No nos ocupamos ni de terroristas ni de narcos”, dice, “pero completamos la ayuda de la policía nacional si se nos pide”. Frente a las computadoras, en una pared de la sala, dos pantallas enormes amplifican por igual el plano de la ciudad como la imagen que puede concentrar la atención si surge un delito. “Cuando Anne Perry, la novelista inglesa de policiales, pasó por aquí y le mostré nuestra tecnología, se asombró. ‘Esto no lo tiene hoy Scotland Yard’, me dijo Perry.”
Anne Perry no es la única firma de literatura negra que Gallo mecha en la conversación. Entre sus escritores admirados se cuentan dos argentinos: Ernesto Mallo, el de Delincuente argentino, y el prolífico y premiado Raúl Argemí, responsable de una considerable y potente narrativa hard boiled desconocida en nuestro país. Gallo es un conocedor de la literatura negra. Más allá de los clásicos de la serie negra norteamericana, a Gallo le importan pocos europeos: Sciacia, Markaris, Izzo y Manchette. Entre los españoles, Vázquez Montalbán, Andreu Martín, que se inspiró en él para crear su detective Alex Del Toro. Y, obviamente, Juan Madrid. “Me gusta Juan por su pulso del asfalto. Porque anda por ahí, yendo a todas partes anotando en su libretita”. Gallo se toma una pausa. No les cree demasiado a la mayoría de los escritores de novela negra. “Hablan de crimen y de armas y en su vida ni olieron ni la sangre ni la pólvora”, dice. Y lo dice con autoridad. Porque en la Semana Negra del año pasado invitó a varios escritores de policiales presuntamente duros a un polígono. “Hammett se habría reído viéndolos. Uno tenía que cuidar no sólo que no se lastimasen sino que no te mataran. Es que la inspiración de estos escritores no es la realidad sino las series y las películas que ven muy cómodos en su piso”, dice. No son muchos los escritores europeos que le gustan a Gallo: “Es que a la mayoría le preocupa más vender que la realidad. La edulcoran y se autocensuran: esto no va a gustar a los de izquierda, esto no a los de derecha. Y así. A diferencia de la literatura latinoamericana, que tiene tripas, los europeos resignan la observación. Lo que consiguen es una novela plana con personajes planos. Y no cuestionan el poder”.
Al terminar la entrevista me regala su última novela, Operación exterminio. Tiene un acápite de Albert Camus: “Fue en España donde los seres humanos aprendieron que es posible tener razón y, aun así, sufrir la derrota”. La novela narra, a partir de hechos reales, uno de los episodios más cruentos de la represión franquista, una infiltración maquinada tras los muros de la prisión de Carabanchel por la inteligencia de la Guardia Civil contra la guerrilla republicana en el otoño de 1946. Empiezo a leerla. La novela tiene una prosa que engancha.
Si lo que yo esperaba al conversar con Gallo era alguna historia en la que pudieran fundirse la violencia y la ficción, nada de eso. “Sí, alguna vez la pasé difícil”, reconoce, pero le resta importancia al contar. “Una vez un loco que tenía la navaja en el cuello de un compañero. Y nosotros estábamos ahí, con el dedo en el gatillo. Pero finalmente el loco entró en razón y pudimos detenerlo. Otra vez, en un cuarto, me pasó de estar con otro compañero, rodeados de escopetas que nos apuntaban. Delincuentes comunes. Hasta que llegaron los refuerzos. Pero no hay nada que deba destacarse. Trabajo simplemente.” Y después de otro silencio vuelve a repetirlo: “Es trabajo lo mío. Y lo que cuenta es que la noche del sábado terminó bien”.
Me falta una pregunta. Se la hago:
–Por la mañana –-me contesta–. Escribo por la mañana. Y cuando es la hora en que me pongo la placa, ya tengo hecho el día. Porque lo de ser escritor es también un trabajo. Como el de policía. De lunes a domingo.
//fuente: pagina12.com.ar http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com

2.8.09

Europa toma las riendas de la novela negra

Estados Unidos, cuna de la novela negra, como crítica social contra el sistema y espejo de los submundos ocultos, ha quedado en un segundo plano ante la efervescencia de este género que se vive hoy en Europa, con nuevos autores que se saltan los límites y han provocado un boom de ventas.
Las cifras están ahí. En España, por ejemplo, las ventas del primer trimestre de 2009 (millón y medio de ejemplares) han duplicado las del mismo período del año anterior.
Anik Lapointe, editora de RBA (sello que convoca el premio con mayor dotación en novela negra) declara: "Hoy es Europa la que marca la norma. Vive en plena efervescencia"; y para quien crea que se trata sólo de una moda, el director editorial de Destino, Emili Rosales, añade: 'Hay para rato'.
"Es el momento y le quedan muchos años por delante", afirma Lucía Luengo, encargada de la colección 'La Trama', de Ediciones B, mientras que Maite Cuadros, directora general de la editorial Maeba (que cuenta con la colección 'Mistery Plus'), corrobora que "hoy lo que se lleva es la novela negra europea".
España: Los mancilladores de la pureza literaria
En lo relativo a España, un optimista Francisco González Ledesma, pionero de la novela negra española, proclama "el nacimiento de una nueva literatura que va a marcar época y puede durar muchos años", debido a la gran cantidad de jóvenes autores que están surgiendo.
La opinión general de los editores y autores consultados por Efe es que el fenómeno llegó un poco más tarde a España, aunque, poco a poco ha ido creciendo y hoy se vive un momento muy favorable, con un mayor interés de público y editoriales.
"Es cuestión de tiempo el que aparezca una nueva generación", apunta Anik Laponte. El problema ha sido que en España la novela negra ha estado siempre estigmatizada como un género menor; algo que se mantuvo incluso en los años 80, cuando los pioneros Manuel Vázquez Montalbán, Francisco González Ledesma, Juan Madrid y algunos más encontraron "su propia voz", alejada del molde forjado por el detective americano.
"En aquellos años, aquí se hacía una mimesis de Proust y Faulkner, considerados 'la Gran Literatura'. Al principio, nos perdonaban la vida, aunque consideraban que estábamos mancillando la pureza de la doncella literaria para convertirla en un género bastardo", cuenta Juan Madrid.
Para el escritor, autor de nueve novelas de este género desde 1980 a 2008, "huir del estereotipo de la novela negra norteamericana ha sido una obsesión" y le cabe el orgullo de que "nadie" ha podido acusarlo de "haberla copiado".
González Ledesma, quien reniega de su condición de precursor, y fue víctima de la censura, explica cómo la novela negra les permitió "analizar la sociedad delante de los ojos del poder, a través de un género que no había existido en España".
Vázquez Montalbán, el más popular del grupo gracias a su serie del detective Carvalho, "dignificó la novela negra y la convirtió un género serio y apreciado", apunta Emili Rosales.
La labor de estos precursores también tuvo una consecuencia negativa: "Pusieron el listón muy alto y se lo dejaron muy difícil a los que vinieron después", explica Ana Esteban.
Y añade: "Ahora sí que hay autores que han podido ofrecer otro modelo frente al fenómeno 'Millenium' -el best seller que ha marcado el boom de la novela negra-. Ellos resuelven un caso de forma más humana".
La nueva cantera de autores españoles han roto los moldes del género, traspasando sus límites. Y una de sus grandes bazas es el uso de un lenguaje vivo y cotidiano; aunque es difícil hablar de un patrón, dado el gran muestrario de temas y estilos.
Son autores jóvenes -algunos menores de 40 años-, consagrados, como Lorenzo Silva, Alicia Giménez Barlet o Andreu Martín; o recién llegados, como Eugenio Fuentes y Alejandro Gallo.
Sus obras se sitúan en ambientes no trillados o utilizan el género para hablar de nuestra historia en mayúsculas; para rebuscar en todo lo que puede ofrecer el género.
'Millenium, crisis, crítica social... razones del boom'
El por qué del boom que vive actualmente la novela negra no se puede limitar a una sola razón, aunque parece unánime atribuir a la irrupción del fenómeno 'Millenium' una de las claves de este espectacular aumento de ventas.
Quince millones de ejemplares de la trilogía vendidos en todo el mundo; dos de ellos sólo en España, donde la última entrega: 'La reina del palacio de las corrientes de aire', editada el pasado 18 de junio, ya ha sacado a la calle 600.000 ejemplares, son palabras mayores.
"Larsson ha sido determinante, pues ha cambiado la percepción de la novela negra y ha roto la barrera con el gran público", apunta Anik Lapointe. Para Maite Cuadros, "el fenómeno de 'Millenium', sin duda, ha auspiciado este boom; pues si un libro funciona reactiva el género".
Editores y autores coinciden en que Larsson ha conectado con el gran público. Sin embargo, algunos, como Juan Madrid, no deja de considerarlo un simple "fenómeno de marketing"; mientras Lorenzo Silva le achaca la inclusión de elementos "irreales".
La opinión general resume en tres las claves de Larsson: Los Personajes: originales; llamativos; bien construidos; y con trasfondo oscuro. Ser un 'Page Turner': un libro de entretenimiento que engancha al espectador por su ritmo acelerado y de fácil lectura. Disección de la sociedad: de los poderes económicos, políticos, y de medios de comunicación...
El hecho de que la novela negra haya nacido en la convulsa Norteamérica de la Gran Depresión de los años 20 y renazca con fuerza en la actualidad, cuando la crisis, el narcotráfico, la corrupción, las grandes mafias y el terrorismo ofrecen una visión del mundo nada tranquilizadora, no parece ser una coincidencia.
"Ahora la gente no busca ficción, aprecia la verdad. Un retrato crudo y una denuncia de las realidades sociales", comenta Emili Rosales.
Lucía Luengo añade que "la novela negra es un espejo social que retrata lo oculto, los mundos subterráneos.. donde el lector puede adentrarse de una forma muy accesible".
El género negro es "la novela social de nuestro tiempo", según Anik Lapointe, a lo que Lorenzo Silva añade: "Habla del único gran tema de la literatura, la indagación del mundo que hay dentro de los seres humanos".
Además, las series de novela negra con un mismo personaje, son una apuesta segura: "Ante la crisis, un lector no quiere arriesgar y elige viajar hacia los mundos ocultos de la mano de un protagonista con el que se siente cómodo. La clave es el personaje, que le asegura el entretenimiento", explica Ana Esteban.
.El fenómeno Stieg Larsson
.El hombre que amaba a las mujeres

fuentes:http://elpais.com http://revistaenie.clarin.com
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