Laura Jurado
Hace doce años que su vida se cruzó con la de Stieg Larsson en Suecia. La revista Expo les unió en una incansable investigación por el mundo oscuro que ocultaban las fachadas blancas de su país. Confiesa que su amigo firmó muchos artículos con su nombre y que él mismo no abrió las páginas de Los hombres que no amaban a las mujeres hasta un año después de la muerte de Larsson. Ahora, engullido por el éxito que el propio autor no pudo disfrutar en vida, el editor y periodista Kurdo Baksi se pasea como su "embajador a este lado del mundo" por los platós literarios para desvelar los entresijos de la trilogía Millenium. Un best seller que ayer logró abrirse un hueco en las Conversaciones de Formentor.
Pregunta.-Larsson no disfrutó del éxito de sus libros por apenas unos meses. Muchas veces ha dicho que no habría cambiado su forma de ser pero que sí se preparó para ser rico y famoso. ¿Millenium era su gran esperanza?
Respuesta.-Sus temas y sus formas no eran bienvenidos en los periódicos de su país y tampoco él era conocido. En los libros encontró un espacio más libre y los utilizó como una continuación de sus artículos.
"El retrato que crea de su país es una antifotografía, la imagen que los suecos no quieren aceptar"
P.-Aunque triunfara pese a Suecia
R.-Si los medios y el gobierno suecos le hubieran dado un mínimo de ayuda yo hoy no estaría aquí, pero nadie lo hizo. Suecia nunca ha luchado tanto contra un hombre como contra Larsson y eso sin planificarlo.
P.-Usted contaba en la entrevista con Emili Manzano que llegó a Suecia por motivos políticos y se encontró con un país abierto y hospitalario. ¿Cuándo descubrió ese otro lado del país que retrató su amigo?
R.-Tardé exactamente siete años y tres meses. Publiqué la revista 'Blanco y negro' y me obligó a ver ese otro lado. El asesinato del primer ministro Olof Palme en 1986 fue el principio del cambio. La violencia aumentó, especialmente contra los niños y las mujeres. Surgieron palabras nuevas como 'pedofilia' o 'antifeminismo' y los vecinos empezaron a tener miedo de sus propios vecinos. Ya no era el país que el resto del mundo imaginaba.
"Era un hombre con muchas ambiciones pero muy pocos recursos y eso le creaba cierta dependencia"
P.-Y mientras el país siguió manteniendo su impecable fachada.
R.-Suecia tenía tres famas: la democracia, el nivel económico y la igualdad de la mujer. Hizo de esto último un símbolo de las libertades cuando realmente no lo practicaban ni en su propio país donde la mujer ganaba un 18% menos que el hombre y no dejaban de crecer los delitos sexuales.
P.-¿Larsson acabó con el icono de la Suecia perfecta?
R.-El retrato que crea de su país es una antifotografía, la imagen que los suecos no quieren aceptar pero sí fuera. Ahora hay mucho enfado por su éxito pero también están los que renegaron de él y ahora cambian su versión de los hechos.
P.-Con los años y los kilos acabó por suavizarse políticamente. ¿Podría haber acabado él también tras esa fachada que retrataba?
R.-Creo que su cabeza seguía siendo trotskista pero quizá evolucionó públicamente para conseguir más ayuda. Era un hombre con muchas ambiciones pero muy pocos recursos y eso le creaba cierta dependencia.
P.-Félix de Azúa hablaba ayer sobre la "inmoralidad" de aprovechar elementos reales para construir la ficción. ¿Larsson quería hacer literatura o denuncia?
R.-Bueno, podría decirse que hay tres tipos de escritores: los que hacen pura literatura, que quieren parecerse a Dostoievski o a Zola; otros escriben por dinero y los terceros son idealistas. Para Larsson la ideología estaba antes que la literatura, por último siempre quedaba el dinero.
P.-¿España tiene alguna particularidad que explique el éxito de la trilogía?
R.-Sí, los libros han funcionado mucho mejor en sociedades más críticas con su sistema, menos conformistas políticamente. Y en el caso de España la rebeldía 'feminista' de Lisbeth Salander también ha servido.
P.-Sin embargo a usted le costó más de un año ponerse con el primer libro.
R.-La verdad es que sí. Mientras Larsson estaba vivo no creí en sus visiones sobre el éxito de sus novelas. El primer libro se publicó justo el día de mi cumpleaños. No dejaba de recibir llamadas y cartas de gente que me lo recomendaba pero entonces para mí pesaba más la pérdida de mi amigo y tuve que pasar una especie de proceso de duelo hasta que fui capaz de leerlos.
P.-¿Cómo habría vivido él el 'milleniumismo'?
R.-A su muerte han seguido dos novelas negras: la del éxito de su trilogía y la del conflicto por su herencia. En lo primero estoy seguro de que nunca imaginó el nivel al que llegarían sus libros y también que no habría dado tantas entrevistas. Le tenía miedo a la vida pública, a los grandes periódicos.
P.-¿Y de lo segundo?
R.-Me duele que una persona que tanto defendió a las mujeres haya dejado a la suya en una situación que ahora le supone tantos problemas. Nunca he visto un conflicto con su familia ni con Eva, su mujer, y creo que su herencia es algo con lo que no contaba en su vida, quizá por eso lo descuidó.
P.-¿Usted que piensa?
R.-Bueno, he trabajado en muchos conflictos y sé que quien quiere interceder es el que peor acaba, por eso yo no quiero posicionarme. Yo sólo quiero ser un embajador de Larsson y dar una imagen más real de él que incluya tanto lo bueno como lo malo.
Hace doce años que su vida se cruzó con la de Stieg Larsson en Suecia. La revista Expo les unió en una incansable investigación por el mundo oscuro que ocultaban las fachadas blancas de su país. Confiesa que su amigo firmó muchos artículos con su nombre y que él mismo no abrió las páginas de Los hombres que no amaban a las mujeres hasta un año después de la muerte de Larsson. Ahora, engullido por el éxito que el propio autor no pudo disfrutar en vida, el editor y periodista Kurdo Baksi se pasea como su "embajador a este lado del mundo" por los platós literarios para desvelar los entresijos de la trilogía Millenium. Un best seller que ayer logró abrirse un hueco en las Conversaciones de Formentor.
Pregunta.-Larsson no disfrutó del éxito de sus libros por apenas unos meses. Muchas veces ha dicho que no habría cambiado su forma de ser pero que sí se preparó para ser rico y famoso. ¿Millenium era su gran esperanza?
Respuesta.-Sus temas y sus formas no eran bienvenidos en los periódicos de su país y tampoco él era conocido. En los libros encontró un espacio más libre y los utilizó como una continuación de sus artículos.
"El retrato que crea de su país es una antifotografía, la imagen que los suecos no quieren aceptar"
P.-Aunque triunfara pese a Suecia
R.-Si los medios y el gobierno suecos le hubieran dado un mínimo de ayuda yo hoy no estaría aquí, pero nadie lo hizo. Suecia nunca ha luchado tanto contra un hombre como contra Larsson y eso sin planificarlo.
P.-Usted contaba en la entrevista con Emili Manzano que llegó a Suecia por motivos políticos y se encontró con un país abierto y hospitalario. ¿Cuándo descubrió ese otro lado del país que retrató su amigo?
R.-Tardé exactamente siete años y tres meses. Publiqué la revista 'Blanco y negro' y me obligó a ver ese otro lado. El asesinato del primer ministro Olof Palme en 1986 fue el principio del cambio. La violencia aumentó, especialmente contra los niños y las mujeres. Surgieron palabras nuevas como 'pedofilia' o 'antifeminismo' y los vecinos empezaron a tener miedo de sus propios vecinos. Ya no era el país que el resto del mundo imaginaba.
"Era un hombre con muchas ambiciones pero muy pocos recursos y eso le creaba cierta dependencia"
P.-Y mientras el país siguió manteniendo su impecable fachada.
R.-Suecia tenía tres famas: la democracia, el nivel económico y la igualdad de la mujer. Hizo de esto último un símbolo de las libertades cuando realmente no lo practicaban ni en su propio país donde la mujer ganaba un 18% menos que el hombre y no dejaban de crecer los delitos sexuales.
P.-¿Larsson acabó con el icono de la Suecia perfecta?
R.-El retrato que crea de su país es una antifotografía, la imagen que los suecos no quieren aceptar pero sí fuera. Ahora hay mucho enfado por su éxito pero también están los que renegaron de él y ahora cambian su versión de los hechos.
P.-Con los años y los kilos acabó por suavizarse políticamente. ¿Podría haber acabado él también tras esa fachada que retrataba?
R.-Creo que su cabeza seguía siendo trotskista pero quizá evolucionó públicamente para conseguir más ayuda. Era un hombre con muchas ambiciones pero muy pocos recursos y eso le creaba cierta dependencia.
P.-Félix de Azúa hablaba ayer sobre la "inmoralidad" de aprovechar elementos reales para construir la ficción. ¿Larsson quería hacer literatura o denuncia?
R.-Bueno, podría decirse que hay tres tipos de escritores: los que hacen pura literatura, que quieren parecerse a Dostoievski o a Zola; otros escriben por dinero y los terceros son idealistas. Para Larsson la ideología estaba antes que la literatura, por último siempre quedaba el dinero.
P.-¿España tiene alguna particularidad que explique el éxito de la trilogía?
R.-Sí, los libros han funcionado mucho mejor en sociedades más críticas con su sistema, menos conformistas políticamente. Y en el caso de España la rebeldía 'feminista' de Lisbeth Salander también ha servido.
P.-Sin embargo a usted le costó más de un año ponerse con el primer libro.
R.-La verdad es que sí. Mientras Larsson estaba vivo no creí en sus visiones sobre el éxito de sus novelas. El primer libro se publicó justo el día de mi cumpleaños. No dejaba de recibir llamadas y cartas de gente que me lo recomendaba pero entonces para mí pesaba más la pérdida de mi amigo y tuve que pasar una especie de proceso de duelo hasta que fui capaz de leerlos.
P.-¿Cómo habría vivido él el 'milleniumismo'?
R.-A su muerte han seguido dos novelas negras: la del éxito de su trilogía y la del conflicto por su herencia. En lo primero estoy seguro de que nunca imaginó el nivel al que llegarían sus libros y también que no habría dado tantas entrevistas. Le tenía miedo a la vida pública, a los grandes periódicos.
P.-¿Y de lo segundo?
R.-Me duele que una persona que tanto defendió a las mujeres haya dejado a la suya en una situación que ahora le supone tantos problemas. Nunca he visto un conflicto con su familia ni con Eva, su mujer, y creo que su herencia es algo con lo que no contaba en su vida, quizá por eso lo descuidó.
P.-¿Usted que piensa?
R.-Bueno, he trabajado en muchos conflictos y sé que quien quiere interceder es el que peor acaba, por eso yo no quiero posicionarme. Yo sólo quiero ser un embajador de Larsson y dar una imagen más real de él que incluya tanto lo bueno como lo malo.
fuente: elmundo.es http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com
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