30.10.10

Un nuevo detective literario para el Berlín prenazi

Gereon Rath. Retengan ese nombre. Es el del detective de la Brigada de Costumbres de la Policía Criminal de Berlín
Calle de Berlín en los años de la República de Weimar.foto.fuente:elpais.com

Se dedica a investigar delitos sexuales, que se ha inventado Volker Kutscher (Colonia, 1962) como protagonista de una serie de novelas ambientadas en la época de la República de Weimar y el ascenso del nazismo que causan furor en Alemania.
Acaba de publicarse en España el primer título de las tres escritas hasta ahora, Sombras sobre Berlín (Ediciones B), que se abre con una redada de pornógrafos que distribuyen fotos de dobles de prominentes prusianos -Hindenburg, Bismarck, Federico II- practicando el sexo a lo grande. Un asesinato brutal, el mundo de los refugiados rusos y el oro de Moscú (el de una familia de seguidores de Kérenski que persigue Stalin) aparecen en el horizonte del detective mientras los comunistas tratan de tomar la calle y la bestia parda comienza a estirar los músculos. "La época de entreguerras en Alemania es fascinante", señala Kutscher, historiador de formación. "La gran pregunta es cómo pasamos de una democracia a una dictadura bárbara".
El escritor es un gran conocedor de la República de Weimar, cuyas libertades, considera, no se volvieron a ver en Europa hasta los años sesenta. "No creo que hubiera nada negativo en ella, el problema es que había demasiados pocos demócratas. Con unos cuantos más la historia hubiera sido muy diferente". Cuando se habla de detectives en el Berlín prenazi y nazi, la referencia es Bernie Gunther, el personaje de Philip Kerr. "He leído sus novelas, su detective a lo Bogart es muy diferente del mío". Las aventuras del suyo, advierte, acabarán en 1936 para que no tenga que vivir la total apropiación de la policía por los nazis.
A Kutcher le interesaba mezclar la época con los gánsteres y su novela se abre con la cita de Walther Rathenau, ministro de la república: "Berlín ha muerto, en su lugar crece Chicago".

29.10.10

Malverde: "El género negro es un género mayor, literatura de alto rango en muchas de sus vertientes"

El autor de una Guía de la novela negra que elude los tópicos, oculto tras un seudónimo, dice que en España hay sucesores de Vázquez Montalbán del tamaño del Coloso de Rodas

Malverde ha elaborado una detallada guía de novela negra. foto:Marc Arias.fuente:lavanguardia.es

En pleno boom de la literatura policíaca, una Guía de la novela negra como la que ahora publica Errata naturae es un utilísimo mapa para evitar perderse entre las novedades que atiborran las mesas de las librerías. Pero es además una lectura sabrosa y apasionante. Primero, porque está escrita con tanta gracia como erudición.

Es ecléctica, refractaria a los lugares comunes y original, sugerente en sus apreciaciones. Y segundo, porque a la vez que guía es también, a su manera, un libro de misterio. O, al menos, que esconde un misterio. El de su autor, "un hombre conocido y respetado, deseado a partes iguales por los departamentos universitarios y por los organizadores de congresos internacionales en el ámbito de la literatura", según se dice de él en la solapa de la cubierta. Aunque es un apasionado de la novela negra, "su renombre proviene de sus investigaciones y ensayos en otro terreno: aquél que sus colegas de la academia llamarían "la Gran Literatura" (piensen en Proust, Kafka, Nabokov, Beckett, Bernhard, Borges, Pessoa…)". Por eso, se añade, firma con el seudónimo de Héctor Malverde. Y por eso esta entrevista no es tal, sino un cuestionario que ha sido remitido al autor, y devuelto una vez respondido por éste, utilizando la editorial como correa de transmisión para preservar el secreto.

-Dice que no ha querido ser exhaustivo, pero no sé si creerle, por la cantidad de obras y autores reseñados.
-Claro que sabe si creerme o no, y hace Usted muy bien… En todo caso, la cantidad de obras y autores no debería nunca determinar el rigor de una investigación, un trayecto o una aventura. Una cantidad no es más que un puñado. La escritura es una cuestión de estilo, como la acción, el gesto, la vida o la apuesta.

-Al hablar de novela negra, ¿no metemos a menudo demasiadas cosas en el mismo saco?
-No sólo al hablar de novela negra: al hablar, en general, al pensar, al clasificar. Volvamos al puñado y al estilo: la vida, como la literatura o el pensamiento, trabaja con puñados informes: el resto no es silencio, sino decisión, trazo y gesto que discrimina. Abrir espacios de sentido e insinuar mapas o conjuntos implica, en efecto, el riesgo de asumir demasiados componentes, el riesgo de los intrusos y los indeseables. Es un riesgo lingüístico, ético y político que demanda honestidad y precisión con el arco: Borges asume ese riesgo y lo lleva hasta sus últimas consecuencias en El idioma analítico de John Wilkins; Foucault fusila ese texto y comienza así Las palabras y las cosas; Nietzsche insinúa que no dejaremos de creer en Dios hasta que no dejemos de creer en la gramática. Clasificar para mostrar el colapso potencial de toda clasificación y, simultáneamente, su belleza, su precisión, su (im)pertinencia.

-Usted categoriza con un criterio bastante clásico, pero después se permite algunas excentricidades, como incluir From Hell, el cómic de Alan Moore y Eddie Campbell.
¿Excentricidades? ¿Quién está siendo "bastante clásico" ahora? Parto de una idea muy simple: la desorientación, la ausencia de claves, la desactivación del centro como categoría inmutable. Toda propuesta de orden y, por tanto, todo canal expresivo es un mecanismo narrativo de donación de sentido. Los formatos se metamorfosean con el tiempo. La ficción crece y evoluciona a través de los formatos. Sin duda, la jurisdicción del saber cretácico seguirá tratando de convencernos de que el formato no es más que cáscara y que no todas las cáscaras están a la altura de la pureza del contenido, que la calidad brilla en el interior, que si el arte y la esencia y la pamplina hegeliana… Walter Benjamin lo ha dicho despacio y sin contemplaciones en La obra de arte en la era de su reproducción tecnológica. From Hell es una pieza magistral, entre otras cosas, por la apuesta del formato. Sería curioso que la novela negra, históricamente asediada por la etiqueta del género menor, comenzara a lucir su aura, a mostrar remilgos y a designar excentricidades.

-A un lego en el género, ¿por donde le recomendaría empezar?
Por Homero.

-¿Los mejores autores son los americanos?
Pregunta-trampa-de-oso: si respondiera afirmativa o negativamente a esa pregunta, me quedaría tirado y dolorido en mitad del bosque hasta que viniera un cazador furtivo y me pegara un tiro en el lomo. Hay autores. Hay autores americanos. Hay buenos autores americanos de novela negra. Algunos de ellos son mejores que otros. Algunos, incluso, son mejores que ciertos autores europeos. Me encantan los autores americanos. No sé quienes son los mejores. El día que lo sepa espero dejar de escribir y, si sigo escribiendo, espero que nadie me haga el más mínimo caso.

-Ellroy es el único que aparece dos veces. ¿Su favorito?
-No, no es mi favorito, pero casi.

-¿Quién lo es y por qué?
-Es una pregunta difícil, pero se puede responder plagiando un plagio de Roberto Bolaño: mi autor favorito en realidad son dos y sus nombres son: David Goodis, Walter Mosley y Sjöwall-Wahlöö. Las razones son las de siempre: el azar y el desánimo. En mi caso, las predilecciones literarias se miden por coyunturas vitales bien definidas. Un libro es un eje biográfico. La intensidad con la que me acompañan estos nombres va más allá de los criterios estéticos.

-De los clásicos, ¿con cual se queda?
-Con Chandler.

-¿Y de la última hornada?
-Con Silva.

-¿A qué atribuye el actual boom de la novela negra?
Al empeño mediático y propagandístico de reciclar la maquinaria consumista y generar una y otra vez la peligrosa ilusión de que todo es importante.

-Y con el auge de la literatura policial en general y de la escandinava en particular, ¿no nos cuelan mucha morralla?
Veo que le preocupan la morralla y los sacos espaciosos…

-Mójese. Stieg Larsson, por ejemplo, no es santo de su devoción.
La morralla apesta y se infiltra, de eso no hay duda. Pero la morralla no es una categoría exclusivamente literaria. Larsson, por ejemplo. No, no es santo de mi devoción. Ni siquiera me parece un autor imprescindible. Casi nada es imprescindible. Lo que convierte a un autor mediano en morralla también es la tentación mediática, el sometimiento a los canales comerciales, la obsesión por la espectacularidad. La calidad de un autor y su apuesta literaria también residen en su modo de manejar esa tentación, en lo que uno esté dispuesto a hacer y a dejarse hacer. Quienes en la actualidad opten por una ficción detectivesca ágil y sin piedad, por una reflexión narrativa y por una ética del francotirador, seguirán produciendo calidad además de cantidad. Quienes, por el contrario, sucumban a las imposiciones comerciales y a los índices de audiencia, pasarán de largo, es decir, creerán que triunfan. La fuerza y el valor del género deben seguir midiéndose por su relación con los dictados del contexto: someterse o morir matando, es decir, pensando. La literatura es una forma de pensamiento crítico. La morralla no.

-Fred Vargas tampoco le gusta, pero también la salva. De algún modo salva a todos los que cita. ¿Peca de benévolo?
-Peco de envidioso, de impaciente, de lujurioso y de vanidoso, pero no de benévolo. Tendemos a identificar las propuestas de orientación con tribunales inquisitoriales o instancias de legitimación absoluta. No he querido salvar ni condenar a nadie. Esa es tarea de dioses y Revertes. Lo dije en su momento: ésta es mi apuesta personal en mitad de la jungla. Hay una diferencia entre la geografía política y la geografía lúdica, es decir, entre la palabra sagrada y el relato mundano, pero excelente.

-¿En España hay dignos sucesores de Vázquez Montalbán?
En España hay escritores del tamaño del Coloso de Rodas. El coloso de Carabanchel, por ejemplo, el señor Lorenzo Silva. O Domingo Villar, que es un regalo del océano. Tal vez Borges tenga razón y sean Silva y Villar los que han creado a sus precursores.

-Hay alguna ausencia significativa. La de Westlake, por ejemplo. ¿Es un lapsus o es a conciencia?
-Dicen los romanos que tener alma es tener un secreto. Yo tengo tres almas: la mayor se llama McBain; la mediana se llama Donald Westlake; la pequeña se llama Woodsworth.

-Tampoco sale Don Winslow. Todo el mundo habla de su El poder del perro, y casi todo el mundo habla bien.
No sé quién es todo el mundo y mucho menos casi todo el mundo, pero seguro que tienen razón.

-Tras escribir la guía, ¿ha descubierto algo más que ahora añadiría?
-No. He descubierto cosas que leería, pero el camino ya está recorrido. Como decía, no he pretendido elaborar una propuesta de cierre, no siento el aguijón de lo que ha quedado fuera ni el peso de lo que habita en el interior.

-Usted justifica su anonimato en un supuesto miedo a ser arrinconado en los cenáculos literarios por su afición a un género considerado menor al lado de lo que se da en llamar "la Gran Literatura". El libro está trufado de vinculaciones y referencias que dejan claro que usted no cree en esa división. No me diga que a estas alturas no se puede decir a cara descubierta que la gran novela negra es gran literatura.
¿Qué es una cara descubierta? ¿Las caras descubiertas no llevan máscara? Dice un hombre sabio que no hay que fiarse de nadie que no tenga un personaje. O al menos una máscara. Al comienzo de La linterna mágica, Ingmar Bergman habla de sus hermanos, de la escuela, la infancia, la educación y el circo. Cuenta que era travieso y que se enamoró de una artista, que su padre les castigaba con frecuencia. Cuenta que los castigos eran tan severos y físicamente dolorosos que él y su hermano mayor tuvieron que aprender a mentir rápidamente y con habilidad. Ingmar se convirtió en un mentiroso excepcional y, años después, en un genio de la ficción. Bergman escribe una frase que leí hace años en el norte de Europa y que no olvidaré jamás: en el fondo, los que nos hemos pasado la vida mintiendo sentimos un gran amor por la verdad. Malverde es un pseudónimo porque esconde un profundo amor a la verdad y a la convicción de que el género negro es un género mayor, literatura de alto rango en muchas de sus vertientes. El seudónimo es un juego y una máscara y, tal vez, lejos de esconder una vergüenza, esconda devoción, respeto y exhuberancia.

-Bioy Casares, Borges, Boris Vian o John Banville –entre muchos otros-, han escrito novela negra con seudónimo. ¿Lo siguiente suyo no será una novela negra firmada como Héctor Malverde?
-Malverde es un francotirador, no duraría ni un asalto en una pelea con cuchillos.

-Ha sembrado el libro de pistas, y debe de haber tantos detectives intentando desenmascararle como lectores tiene la guía. ¿Está deseando que le descubran?
Desde niño.

26.10.10

John Verdon solo piensa en "divertir al lector"

Sé lo que estás pensando es una de las novelas que más se han leído este verano

Portada de la novela.foto:papelenblanco.com.fuente:elpais.com

Mark Mellery recibe una carta de su asesino. El sobre contiene una hoja escrita a pluma con tinta roja y un sobrecito. "Piensa cualquier número del uno al mil, el primero que se te ocurra. Imagínatelo. Ahora verás lo bien que conozco tus secretos. Abre el sobrecito". Mellery piensa un número al azar, el 658. Es el que aparece en el sobrecito. Este es el quid de Sé lo que estás pensando (Roca Editorial) del escritor estadounidense John Verdon. Es una de las novelas que más se han leído este verano y sigue en la lista de las más vendidas. A principios de diciembre, Proa la publicará en catalán

"Pensé en la mejor manera de provocar el terror absoluto", explica Verdon. "Que el asesino convenza a la víctima de que sabe todo lo que está pensando, que conoce su pasado, cosas que ni siquiera recuerda". El psicópata asesina a cinco personas y planea una venganza mayúscula. Deja montones de pistas que no llevan a ninguna parte, ningún rastro válido. Enigmas aparentemente insolubles. Dave Gurney, policía retirado (a los 47 años) y experto en asesinos en serie es encargado por el fiscal de resolver el caso.

Sé lo que estás pensando es la primera novela de Verdón, que cumplirá 69 años en enero próximo. Desde los 15 años quiso ser escritor. Supo pronto que no podría vivir de ello y optó por la publicidad. Se retiró hace unos años para dedicarse a lo que le gustaba, "escribir una novela de misterio por diversión, sin pensar en publicar". "Me conformaba con que le gustara a mi mujer", añade. Le gustó y le animó a que la llevara a un agente. "La envié a 54; 20 no me respondieron, 30 me dieron las gracias pero dijeron que no y cuatro se interesaron. Uno me llamó y me dijo que no hablara de ella con nadie más. La publicó Random House".

Rompecabezas

La novela plantea tantos enigmas que se convierte en un rompecabezas. El psicópata juega con los policías y el escritor, con los lectores. "Yo juego a divertir al lector. El juego del asesino es sádico".

Verdon explica que le gusta mucho Conan Doyle y algo de Sherlok Holmes tiene Dave Gurney, el policía retirado que investiga el caso cuya mujer . Su mujer, Madeleine, es una especie de Watson, "pero cien veces más inteligenteque Watson; también es más inteligente que Gurney". Entre la pareja hay tensión. Ella preferiría que no trabajase y menos le gusta que se dedique a retocar fotografías de los asesinos que ha detenido. Madeleine es quien da las mejores pistas para resolver el caso. "Ella es la luz que ilumina a Gurney".

La novela, llena de guiños, rinde homenaje a El resplandor, de Kubrick, realizada a partir de la novela homónimade Stephen King. La madre del psicópata recuerda a la de Psicosis de Hitchcock... "Lo hice de manera inconsciente. Me gustan autores como Raymond Chandler y Ross MacDonald, que crearon en California un espacio propio. Intento hacer lo mismo".

Verdon acaba de entregar a su editor norteamericanola segunda novela de lo que, en principio, prevé como una trilogía protagonizada por el investigador.

25.10.10

Novela negra a la gallega

El vigués Domingo Villar es el único representante español en el mayor festival de literatura policíaca de Europa

foto:archivo.fuente:elpais.com

Recién llegado de Italia, donde acudió a otro festival de novela negra, prepara ya sus maletas para viajar a Alemania. Allí Domingo Villar (Vigo, 1971) participará en el Mord am Hellweg, el festival de literatura policíaca más importante a nivel europeo. Este gallego afincado en Madrid es el único representante español en un evento en el que se celebrarán más de 200 actividades y al que acudirán unos 600 escritores de todo el mundo.

Villar participará junto con otros autores en la velada literaria del 29 de octubre, un evento destacado por la organización y en el que leerá un cuento creado especialmente para la ocasión. "Cuando estoy de promoción éste es mi ritmo de vida, pero a mí lo que me gusta es el proceso, escribir; lo de los festivales es un mal necesario", dice el autor, irónico.

Tanto viaje tiene que ver con la promoción de su novela A praia dos afogados (2009), segunda entrega de una serie policíaca que arrancó en 2006 con la publicación de Ollos de auga. Ambas obras han sido un éxito de ventas: Ollos de auga alcanza ya la decimosexta edición en castellano y la novena en gallego, mientras que A praia dos afogados ha sido editada cuatro veces en gallego y 12 en castellano.

El vigués asume el reconocimiento que está recibiendo su obra con tranquilidad: "Yo ya llegué mayorcito a esto de la literatura, así que tengo los pies en el suelo", asegura. Tampoco le molesta que lo comparen con Henning Mankell o Stieg Larsson, aunque no los considera sus principales influencias; prefiere señalar como referente a Andrea Camilleri. Y acepta que tanto éxito de ventas puede estar relacionado con el auge de la literatura policíaca, un género que, según él, ha conseguido en los últimos años pasar de la marginación al reconocimiento.

A Domingo Villar no le gustan las prisas. Se autodefine como un "maestro del incumplimiento de fechas". Por eso el proceso de creación de sus novelas es lento. Lo explica gráficamente: "Parto de una idea más o menos clara de la trama de la historia, del tronco; todo lo demás, las ramas y las hojas, van creciendo a medida que escribo". Otra de las peculiaridades de su sistema creativo es que no tiene traductor. Escribe simultáneamente en gallego y castellano, utilizando el paso de un idioma a otro para corregir los textos que va creando. Domina perfectamente las dos lenguas, a pesar de que lleva viviendo en Madrid más de 20 años. Para él no existe el conflicto lingüístico, todo lo contrario. "Tenemos suerte los que podemos desenvolvernos en dos lenguas, y yo me aprovecho de eso; igual que un pintor que domina la acuarela y el óleo y trabaja con las dos técnicas", defiende el escritor vigués.

Sus novelas son puramente gallegas, desde los protagonistas hasta el escenario, pasando por la gastronomía y las profesiones tradicionales. Leo Caldas, el inspector que protagoniza la serie, representa el prototipo de hombre del norte, sobre todo en las dificultades para dar una respuesta exacta a cada pregunta.

Caldas guarda muchas semejanzas con su creador: ambos trabajan en la radio -Villar participa en Asuntos propios, de RNE-, disfrutan de la buena comida y "los dos tenemos un padre adegueiro", añade el escritor. A pesar de los años que llevan juntos, todavía no se han cansado el uno del otro. Todo lo contrario. Para Villar, crear una serie con personajes recurrentes le ayuda. "Todos viajamos en grupo, y eso me da menos miedo que viajar solo", explica.

Quizás por eso ha pensado de nuevo en Leo Caldas para protagonizar su tercera novela, en la que ya está trabajando. Igual que las anteriores, también estará ambientada en Galicia, en esta ocasión en la ciudad de Vigo. Villar concede algunos adelantos: la trama se sitúa en la Escola de Artes e Oficios, donde sucede un asesinato que los protagonistas de la serie tendrán que resolver.

La situación del relato en el emblemático edificio de esta ciudad gallega tiene que ver con la polémica desatada después de que intentaran cerrarlo. "La Escola [de Artes e Oficios de Vigo] es una joya que no podemos perder, un universo tan vivo que en este caso esconde un asesinato en su interior", explica Domingo Villar. Y no cuenta nada más, por eso de darle intriga a la historia. Si todo sale bien, la novela estará lista para el próximo año. Siempre con las reservas de un hombre que sabe tomarse las cosas con calma.

21.10.10

Robert Wilson lleva a la mafia a Sevilla en "La ignorancia de la sangre"

Un libro con el que Wilson (Stanford,1957), prestigioso escritor de novela negra y una de las estrellas que estos días ha pasado por el festival Getafe Negro

20.10.10

Cosecha negra

De México a Chaco, donde reside actualmente, Miguel Angel Molfino dedicó varios años a escribir Monstruos perfectos, un impactante policial negro que, según palabras del autor, describe la educación criminal de un adolescente

Miguel Angel Molfino,revitaliza el género negro argentino.foto.fuente:pagina12.com.ar

La violencia se instala, desaforada, en las primeras páginas de Monstruos perfectos: "Había sangre en todos lados y el murmullo aserrado de las moscas movía el aire espeso de la muerte. Su madre se recostaba de lado en el sillón y su mejilla izquierda había desaparecido. Un hueco negro, de borde rosado como una encía, le partía el pecho. En una de las manos aferraba una aguja de tejer. El padre se desparramaba de bruces al principio del pasillo, como si hubiera intentado correr hacia los dormitorios o el baño. No se podría explicar la existencia de tanta sangre alrededor de él si no se supiera que había recibido dos escopetazos. Uno de los impactos le había destrozado la cabeza, el otro le había arrancado el brazo derecho. Otra vez los vahídos llevaron a Miroslavo a sentarse en el piso junto a una enorme burbuja de sangre. Estaba aterrado".

Difícil que un lector pueda despegar de esta novela tras esta escena. No se trata sólo de que una policía venal y sanguinaria investigue el asesinato de los padres del joven Miroslavo en ese paraje alejado de todo: Estero del Muerto. Monstruos perfectos no es una policial deductiva, donde lo que pesa es el enigma. Importa la resolución del crimen, sí, pero más cruciales son su contexto de marginalidad y pobreza, el espesor de las circunstancias que empujan a una violencia de pocas palabras, de gestos miserables donde la solidaridad se parece a la lástima, una compasión de pobres diablos.

De los once años que Miguel Angel Molfino pasó en México, seis los dedicó a escribir la primera versión de esta primera novela. En 2007, cuando decidió radicarse en Chaco (aunque Molfino es porteño adoptó esta provincia como territorio de vida y paisaje literario) volvió a la carga sobre aquel original. En su trayectoria, Molfino (1949) había escrito y publicado poemas y cuentos. Fue integrante del consejo editorial de la revista Puro Cuento. Y aunque suele declarar que se reconoce más cuentista que novelista, Monstruos perfectos tiene, entre sus muchas virtudes, que en su filiación de género actúa como una visceral resignificación del "hard boiled" nacional al igual que las obras de Ernesto Mallo y Raúl Argemí, dos renovadores del "noir", como cierta crítica afrancesada denomina ahora al género.

Monstruos perfectos. Miguel Angel Molfino Viceversa 282 páginas

Molfino propone un acápite de Truman Capote: "He buscado uranio, rubíes, oro y, por el camino, he observado a otros que buscaban lo mismo. Y escúchame, Florrie, ¡he encontrado monstruos perfectos!". Porque con monstruos, como aquellos "sapos reales en jardines imaginarios" que atraían y repugnaban a la vez a Capote, está hecha esta novela: monstruos demasiado reales por cierto. Según ha declarado el autor, la ficción describe la educación criminal de un adolescente. Y en torno de este eje se abren otras historias: médiums, narcos, sexo, policías corruptos, etcétera. Lo que da por sentado este etcétera es un conocimiento documental pormenorizado de la violencia, la social, la política y la física, porque los cuerpos no pueden desprenderse de la lectura de género. No es casual que el género adquiriese prestigio en los '70, cuando la intelectualidad de izquierda lo reinvindicó como realismo crítico. Así la policial encontró su auge en esos años donde estallaban la insurgencia, la lucha armada y se advertía ya la sombra del terrorismo de Estado. En este punto, Molfino no es ajeno a un contexto y su biografía marcada por la militancia, la prisión, la tortura y el exilio, además de pertenecer a una familia masacrada durante la última dictadura, no puede aislarse de una elección estética. Sin embargo Molfino no especula ni se victimiza apelando a lo biográfico para la elaboración de su literatura. Monstruos perfectos va por otro lado. Porque se construye como ficción desde las lecturas veneradas en los '70: la policial más negra (Goodis, Thompson, McCoy), ésa donde el mal es la condición de ser de los desamparados por el sistema. Mempo Giardinelli definió a Molfino como el más norteamericano de nuestros escritores. Lo que debe leerse como pertenencia a una tradición y también como un elogio. Conviene subrayar además una atmósfera entre Quiroga y Conrad determinada por el ambiente de selva y frontera, los personajes completamente marginales. Señales de época, cabe observarlas: los cigarrillos Clifton, los mocasines de Guido, los automóviles Citröen y Ford Falcon. Porque Monstruos perfectos se sitúa, en lo temporal, bajo la dictadura: un gobernador militar, los controles operativos del Ejército son signos inequívocos de ese tiempo opresivo. Así, con estas referencias, Molfino crea un relato denso, cargado de tensión. Estero del Muerto, un pueblito perdido en el Chaco, es el punto de arranque. Un matrimonio rural, un cosechador de algodón y su mujer, son acribillados por dos pistoleros. El hijo, Miroslavo, un muchacho algo quedado, más bien corto, tan enloquecido como aterrado, luego de enterrar a sus padres huye sin un destino fijo. En el camino lo levanta Hansen, un pesado que se las tira de ex agente de inteligencia. Como ingredientes de la trama, una venta de armas a hampones paraguayos y un asalto a un camión de caudales.

En la escritura hay un constante pulso de arranque que, cuando el relato adquiere la máxima velocidad, se frena aplicando un corte que apuntala el suspenso. Hay una prosa seca, tajante, que no esquiva a veces una adjetivación tremendista que proviene de la novela de aventuras (Salgari, también homenajeado dentro del relato). En suma, como no puede ser de otra forma ya que se trata de un rasgo de las mejores piezas del género, y ésta es una, Molfino logra desprejuiciadamente lo que mucha literatura que se precia de "culta" debería tener en cuenta: un vértigo que atrapa acelerando la lectura sin impedir la reflexión sobre una realidad cruenta.

Por Guillermo Saccomanno

19.10.10

El festival Getafe Negro rinde homenaje a José Luis Sampedro y crea un premio con su nombre

Getafe Negro rendirá un homenaje este martes a José Luis Sampedro en el Aula Magna de la Universidad Carlos III de Getafe

Al mismo tiempo, se bautizará con su nombre el premio que Getafe Negro, festival de novela policiaca de Madrid, entregará a partir de la próxima edición a personas con valores humanistas dignos de reconocimiento.

Getafe Negro rendirá un homenaje este martes a José Luis Sampedro en el Aula Magna de la Universidad Carlos III de Getafe. Al mismo tiempo, se bautizará con su nombre el premio que Getafe Negro, festival de novela policiaca de Madrid, entregará a partir de la próxima edición a personas con valores humanistas dignos de reconocimiento.

Con este homenaje a Getafe Negro quiere contribuir a dar testimonio de la valía de un creador que además ha sabido ser maestro, de economistas, de escritores y de ciudadanos, y que con su vida y obra ha acertado a encarnar valores que el festival asume como propios, según informa la organización del Festival.

Para Lorenzo Silva, comisario de Getafe Negro, Sampedro es un "novelista sobresaliente, pensador comprometido y provocador en el mejor sentido de ambas palabras, capaz de oponerse, desde el conocimiento y la audacia intelectual, al conformismo que convoca a otros en torno a los lugares comunes".

En esta misma línea, ha subrayado que Sampedro representa la apuesta por la creación humanista y solidaria, que sin renunciar a un ápice de su exigencia (y para demostrarlo ahí están empeños del calibre de su novela Octubre, octubre), entiende la escritura, y la vida, como un espacio compartido con los semejantes.

La programación del Festival continuará a las 19.00 h. en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con la charla Cosecha Negra III. Cuatro perros verdes. En ella, Julián Ibáñez, Javier Calvo y Francisco Balbuena, tres autores raros, extravagantes y originales investigan los límites del género y conversan sobre la novela negra.

La jornada terminará en los cines UGC Cine Cité, que proponen una cita con dos clásicos del cine de género, Layer Cake, a las 19.30 h. y Snatch, a las 22.00 h. El precio de la entrada es de 2 euros.

18.10.10

Novela negra último modelo

Personajes y temas se renuevan al ritmo de los cambios tecnológicos y culturales del siglo XXI


Corren tiempos extraños para la novela policial. A los detectives los persiguen los fantasmas, las mujeres embarazadas emulan a Philip Marlowe y las investigaciones alrededor de un crimen pueden durar más de treinta años. La ya célebre serie Millennium , del sueco Stieg Larsson, consagró a los héroes atípicos -una hacker bisexual y violenta, un periodista político en plena crisis personal- y a uno y otro lado de su éxito florecen autores que, como el creador de Lisbeth Salander, renuevan el género al incorporar elementos decisivos de nuestra época en la estructura tradicional. ¿Habrá llegado la hora de una refundación del thriller ?

La última época dorada del policial la inauguraron, en los años 30, Dashiell Hammett y Raymond Chandler, quienes establecieron el modelo hoy conocido como "novela negra". En Cosecha roja (1929), Hammett crea un detective sin nombre que debe resolver un caso en Personville (rebautizada por él mismo como "Poisonville" o "ciudad venenosa"). En no pocos sentidos, Cosecha roja plantea el fracaso de la razón ante el poder de la fuerza y la ambigüedad de la justicia, en un mundo empeñado en colocar a los honestos al margen de la ley. A medida que avanza, la investigación del detective sin nombre o "agente de la Continental" provoca más delitos de los que resuelve, y la espiral de violencia hunde a un justiciero que, en épocas de Sherlock Holmes o Arsène Dupin, se confiaba por entero a la certera elegancia del método hipotético-deductivo. En las ciudades conflictivas y caóticas de la "novela negra", donde reinan la corrupción y la clandestinidad, los enigmas dejan de serlo cuando se acepta que un nuevo mundo de valores materialistas acaba de instalarse de una vez y para siempre. En siete novelas inmortales, Philip Marlowe, el emblemático personaje de Raymond Chandler, continuaría y profundizaría esos rasgos literarios (y morales) delineados por Hammett, y el esquema básico de desconfianza ante la ley, justicia relativa y heroísmo solitario y violento se mantendría en un arco que va de Ross Macdonald ( El caso Galton ), James M. Cain ( El cartero llama dos veces ) y Chester Himes ( Por amor a Imabelle ) a Jim Thompson ( 1280 almas ) y otros autores más recientes, como James Ellroy ( La dalia negra ).

En su versión europea, con el paso del tiempo la "novela negra" se diversificó y alcanzó una diversidad de registros que desafía las clasificaciones. La inteligencia del inspector Maigret, del belga Georges Simenon, el acento psicológico en la obra del alemán Friedrich Dürrenmatt, el humor que el español Manuel Vázquez Montalbán le regaló a su Pepe Carvalho y el refinamiento del celoso comisario Montalbano, del italiano Andrea Camilleri, son apenas algunos rasgos de un mapa que incluye las pesadillas mafiosas del siciliano Leonardo Sciascia, la melancolía de la serie Wallander, del sueco Henning Mankell y la ironía políticamente incorrecta del griego Petros Márkaris. Hoy, ya en tiempos globales, la novedad consiste en que algunos escritores policiales asumen y tematizan los problemas y las encrucijadas de la época para transformarlas en materia narrativa. De esta manera, el actual rol de la mujer y la relectura contemporánea de la religión se hacen presentes en las novelas de la sueca Åsa Larsson ( Aurora boreal , Sangre derramada ); la omnipresencia planetaria del narcotráfico y la potencia demoledora de la economía transversal y clandestina, denunciadas por los periodistas Roberto Saviano en Gomorra y Misha Glenny en McMafia , irrumpen con fuerza de knock-out en El poder del perro , del neoyorquino Don Winslow, y la aparente normalidad del crimen, despojado de su condición de evento extraordinario, brilla en los libros que el estadounidense Harlan Coben le dedica a su detective, Myron Bolitar ( Desaparecida , La promesa , Golpe de efecto ).

Por otro lado, y en un abierto desafío a las reglas técnicas del género, otros escritores proponen distintas alternativas al modelo establecido por Chandler y Hammett. Para el islandés Arnaldur Indridason ( La mujer de verde , Las marismas , La voz ), "los personajes son más importantes que las tramas, y no tiene ninguna importancia si el lector descubre quién es el asesino en la página 25", una afirmación que los autores clásicos de "novela negra" jamás habrían compartido. Otro nórdico, el sueco Johan Theorin, enriquece la típica escritura del policial con una apuesta lírica deslumbrante, insospechada en un tipo de literatura creada a golpes de frases cortas, y le suma el peso de los mitos y leyendas de una isla remota a un universo que alguna vez tuvo como escenario excluyente el vértigo urbano. Y en la misma dirección, para demostrar que el thriller del siglo XXI no acepta límites de ninguna clase, el irlandés John Connolly cruza la última frontera al combinar literatura policial y fantástica en unas novelas cuyo detective es perseguido por los fantasmas de su mujer e hija muertas.

"El género policial se resume en la búsqueda de la verdad -ha dicho Don Winslow durante la presentación en España de su última novela, El invierno de Frankie Machine- , el objetivo es responder a la pregunta ¿quién lo hizo? Tradicionalmente, esa pregunta se centraba en asuntos personales, pero ahora se ha extendido y ya no sólo es cuestión de saber quién lo hizo, sino por qué lo hizo y en qué contexto lo hizo. Creo que desde autores como James Ellroy la novela negra se vuelca sobre cuestiones históricas". Ex detective y ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano, Winslow construyó en la monumental El poder del perro "la primera gran novela sobre la droga", en palabras de Ellroy. Mafiosos más honestos que los políticos, connivencia de los gobiernos con la industria del narcotráfico e inescrupulosas luchas fratricidas entre la DEA y la CIA forman parte del paisaje de la novela, construida, según Winslow, con un 90% de materiales reales, fruto de los cinco años de investigación en los que el autor entrevistó a policías, capos del narco y sicarios arrepentidos o no tanto. "La gente se siente frustrada e impotente porque no tiene lo que quiere y entonces ahí se cruzan las fantasías que rodean al crimen organizado, que puede conseguir lo que se quiera con sólo descolgar un teléfono. Ése es el atractivo de El Padrino y quizá por eso hoy la novela negra vive este auge. Porque tiene y ofrece más claves para entender el mundo actual", concluye Winslow. Así como Gomorra exhibía el funcionamiento interno de la mafia italiana y McMafia ponía en evidencia la cadena global de los negocios ilícitos, El poder del perro utiliza las herramientas de la narrativa policial para contar la lógica feroz del narcotráfico, cuyo entramado afecta en cualquier gran capital del mundo al ciudadano de hoy. De lo que se trata, parece decir Winslow, no es de respetar a rajatabla las normas del género, sino de narrar los resultados de una investigación con las reglas literarias más adecuadas. "Si el 10% de El poder del perro fuera verdad, sería algo horripilante; que el 90% pueda ser cierto, resulta casi insoportable", dijo un crítico estadounidense. El porcentaje de horror social y de milagro literario asombra por igual y es parte del encanto de este thriller .

Winslow dibuja su novela como el reverso literario de cierta realidad y en esa línea sigue los pasos de Stieg Larsson. Es muy probable que el autor de Los hombres que no amaban a las mujeres haya sido el primero en trazar las líneas de la sociedad contemporánea en el horizonte de su novela, estrategia literaria que produce un fuerte efecto de identificación del lector con sus personajes principales. Lisbeth Salander, la maníaca heroína de Millennium , es bisexual en una época en que las mujeres son cada vez más libres para elegir su orientación sexual, y hacker en un tiempo en que el discurso dominante es el científico en su versión tecnológica-cibernética. Este doble perfil la convierte en un producto típico de los inicios del siglo XXI, y su rutilante aparición en un thriller le brinda a la novela un toque de irresistible actualidad que, en su momento, también debe haber definido las aventuras de Philip Marlowe en la brutal California de los años 30 y 40. A su manera, y en una línea emparentada con la de su homónimo compatriota, la sueca Åsa Larsson también evoca en sus páginas las inequívocas marcas de la contemporaneidad. Educada dentro del ultraconservador luteranismo laestadiano, Larsson fue una niña sometida a la que ni siquiera se le permitía leer libros. Cuando ella tenía 16 años, su madre abandonó a su padre por otra mujer y lo primero que Åsa pensó fue que su mamá se iría directo al infierno. Hoy, en sus libros aparecen clérigos muertos aquí y allá, y el sectarismo religioso se yergue como la fuente de todos los males. "Mi principal inspiración es la Biblia, que es toda una larga sucesión de historias violentas", declaró en su presentación durante el festival español Getafe Negro. Lo que parece claro en sus inquietantes Aurora boreal y Sangre derramada es que la relectura de los mandatos religiosos, otra huella de este siglo, es probablemente su mayor aporte a la renovación del género. El otro es la legitimación de la mujer como figura detectivesca: su personaje-fetiche es Rebecka Martinsson, abogada como la autora, y la investigadora privada con la que se cruza en más de una ocasión es la singularísima Anna-Maria Mella, quizás la única policía embarazada en la historia del thriller .

El irlandés Connolly ha dicho que "en las novelas de Charlie Parker se parte de la idea de que hay un abismo entre la ley y la justicia. En palabras de William Wallace, la justicia está en el Más Allá, y la ley en nuestro mundo". Idéntica sensación produce la obra de Harlan Coben, el escritor estadounidense recientemente galardonado con el premio RBA de Novela Negra 2010. En sus libros (entre los que se destacan Desaparecida y La promesa ), muchas veces más próximos al espionaje de Robert Harris que a la "novela negra" clásica, los criminales son buenos padres de familia que cumplen con todas sus obligaciones menos la de respetar la ley. En Coben, el thriller es cosa de gente común porque hoy el delito se ha transformado en algo de lo más común. Tal vez por eso su detective ni siquiera es policía o abogado, sino un ex jugador de básquet, el romántico Myron Bolitar. "Lo importante en la novela policial actual es que los personajes resulten reales, con todas sus inseguridades -apunta Coben-; no escribo sobre asesinos que matan sin ninguna razón, ni cuento conspiraciones mundiales contra el presidente. Escribo sobre gente que tiene sueños, y luego muestro adónde van a parar esos sueños. Mis temas son el drama y la devastación."

En la época en que el maltrato doméstico es tapa de todos los diarios del mundo, el thriller abandona los grandes salones, los casinos o las fiestas de los ricos para instalarse en las casas de cualquier hijo de vecino. Al menos eso es lo que ha hecho el islandés Arnaldur Indridason en La mujer de verde , novela que tiene todo para ser uno de los policiales más tristes y desgarradores jamás escritos. "El maltrato familiar es un crimen silencioso porque se denuncia mucho menos que otros delitos, y además es muy difícil de investigar. En general quedan ocultos y escondidos, y a pesar de eso es el crimen que más crecimiento ha tenido en Islandia en los últimos veinte años", ha dicho el autor. Con Indridason, la novela policial hace pie en la intimidad del hogar, y el que entra en ese mundo habitado por perversiones familiares y secretos convertidos en dolor a varias bandas es el detective Erlendur Sveinsson, policía honesto y servicial que, él tampoco, representa ningún ejemplo en la vida privada. "Abandona a su familia y no está capacitado para relacionarse con ellos de manera normal, pero puede ser compasivo con los criminales y sus víctimas", explicó su creador. ¿Hasta qué punto un justiciero puede serlo sólo de puertas afuera? La complicidad que Indridason le pide al lector es la misma que la sociedad le reclama al ciudadano contemporáneo que ya ha visto affaires como el escándalo Clinton-Lewinsky: a los funcionarios apenas se les debe pedir que cumplan y hagan cumplir la ley. Su vida privada, mal que les pese a los ciudadanos que sueñan con la integridad en todos los ámbitos, es asunto de ellos.

En esta nueva ola de escritores policiales, de Stieg Larsson a Indridason y Åsa Larsson, el estrellato se lo llevan los nórdicos. La razón, según el también sueco Johan Theorin, es que en las sociedades aparentemente perfectas reina un silencio tenebroso que sólo la literatura se anima a narrar. "La novela negra sueca surge en 1986, tras el asesinato de Olof Palme -ha explicado recientemente-; si a eso se le añade la apariencia de perfección de la sociedad, allí está la combinación perfecta para un thriller. " Theorin, como Indridason, es un autor más interesado en los personajes y en las atmósferas que en las idas y vueltas de la anécdota. El resultado, como queda visible en La hora de las sombras , es un tipo de policial lírico y oscuro, donde prevalece la sensación de que en la trastienda del mundo hay una lucha sorda y milenaria entre el bien y el mal. "No me importa tanto la trama como poder contar la sensación de perder a un ser querido", ha dicho, y para eso abre La hora ... con la impactante desaparición de un niño. En la sociedad que permitió el magnicidio de Palme, parece decir la novela, todo puede ocurrir. Y aquello que en apariencia es el bien de una sociedad perfecta se basa necesariamente en la ocultación de un mal que en el momento menos pensado sale a la luz.

"Los ensayos se centran en los hechos, la literatura hace foco en la verdad", subrayó hace poco Don Winslow, y esas palabras quizás expliquen la vigencia de un género que jamás pierde vitalidad. Lejos de los arquetipos y como fiel representante de su época, el thriller de hoy asume las contradicciones del presente y devuelve una imagen más real que la realidad. Pero en su nueva cara no hay maquillaje, sino los gestos secretos con los que la gran literatura siempre dice su verdad.

Don Winslow

Art Keller. El protagonista de El poder del perro ("una versión narcomex de El Padrino ", según Rodrigo Fresán) es el joven agente de la DEA Art Keller, cuyo origen hispano parece ideal para combatir el narcotráfico de la frontera con México. Pero todo lo que Keller tiene de voluntarioso también lo tiene de ingenuo, y cuando atrapa a uno de los grandes capos locales se dará cuenta de que precisamente ese acto de justicia constituye su peor error.

Johan Theorin

Gerlof Davidsson. El héroe de La hora de las sombras (primera entrega de El cuarteto de Öland , hasta ahora la única distribuida en la Argentina) es un anciano, viejo marinero jubilado que disfruta de su vida en la isla sueca de Öland. Tiende a la introspección y cree fervientemente en los duendes y elfos de las leyendas locales.

Åsa larsson

Rebecka Martinsson. El personaje emblemático en las novelas de la escritora sueca es abogada como ella. También, como su creadora, tuvo una educación religiosa severa. Exitosa, fría y adicta al trabajo, es capaz de poner en riesgo su puesto en un prestigioso bufete de abogados con tal de ayudar a una vieja amiga. Su contrapunto es Anna-Maria Mella, detective embarazada, simpática e irónica, que una y otra vez se burla de los hombres.

Harlan Coben

Myron Bolitar. No tiene familia ni esposa y su mayor pasión es el básquet. Es fuerte y un buen amigo. Tiene suerte con las mujeres pero no consigue estabilizarse. Se estresa fácilmente, come muy mal y es un adicto al zapping . Preferiría resolver sus casos sentado a la computadora antes que en las calles de una gran ciudad.

ARNALDUR INDRIDASON

Erlendur Sveinsson. Erlendur es el policía más experimentado de Rejkiavik. Tiene 50 años, es fuerte, no se viste bien y jamás va al cine o al teatro. Abandonó a sus hijos cuando eran muy pequeños; hoy la chica es drogadicta y el chico, alcohólico. Es un tipo triste, sentimental y vulnerable.

"No soy fan de Larsson"

14.10.10

Indridason: "No hay casi nada de interesante en la felicidad"

¿Quién es Erlendur Sveinsson? Quizá, el inspector más atribulado de Reykjavík. Lo atormenta el recuerdo de su hermano, que desapareció de niño, la soledad y la incomunicación que lo separa de su hija, tocada por la adicción a las drogas

Arnaldur Indridason presenta la nueva novela del detective Erlendur Sveinsson.foto.fuente:elmundo.es

¿Deprimente? Sí, bueno, pero también lírico, fascinante psicológicamente y 'noir' a más no poder.

El creador de Sveinsson, el islandés Arnaldur Indridason, es el gran hombre del momento en el mundo de la novela negra escandinava. Ahora, cuando publica 'El hombre del lago' (editado por RBA en España), Indridason concede a EL MUNDO.es su única entrevista en varios meses.

La Historia, con mayúsculas

"El pasado nos acompaña siempre y lo que ocurre en el pasado ejerce una gran influencia en el presente. La mayoría de nosotros no quiere vivir en el pasado pero mi policía, Erlendur, sí que vive allí en gran medida. La Historia desempeña un papel fundamental en Islandia pero lo que a mí me gusta explorar es la conexión entre dos períodos de tiempo, el pasado y el presente, e investigar el concepto de tiempo, es decir, qué es el tiempo, cómo funciona, quiénes somos nosotros en un momento determinado y en otro. Éstas son las cuestiones a las que a Erlendur le gusta dar vueltas y más vueltas obsesivamente".

Un tal Erlunder

"Mis escritores preferidos de novela negra son Sjöwall y Wahlöö, y también me gusta un detective de la televisión escocesa llamado Taggart, pero yo creo que Erlendur surge fundamentalmente de Islandia. Cuando me puse a escribir sobre él por primera vez, tuve el pálpito de que, en cierto sentido, tenía que ser muy islandés. Por supuesto, no tengo ni idea de lo que significa ser muy islandés, puede ser cosas muy diferentes, supongo, pero Erlendur ha terminado siendo un solitario tras haber tenido en el pasado una experiencia familiar muy poco satisfactoria. Ahora bien, es muy buen tipo, un colega de lo más decente, un policía estupendo que comprende el sufrimiento de los demás porque también él ha sufrido lo suyo. Está preocupado por el idioma islandés, por la evolución que ha seguido la sociedad islandesa, que quizá ha pasado demasiado rápidamente de ser una sociedad rural muy pobre a una sociedad moderna muy rica (ahora, en quiebra). En estos procesos de cambio siempre hay quienes se quedan atrás, y él es uno de ésos".

El maltrato a las mujeres

"No creo que se trate de un problema más extendido en Islandia que en otros países de Europa. Aquí padecemos todo tipo de delitos y ésos son unos más entre tantos. Lo que ha cambiado en los últimos años es que el debate acerca de estos delitos es más abierto y está más tolerado y que estamos esforzándonos cada vez más en conocerlos y afrontarlos. Ahora hay lugares de acogida para mujeres y todas esas cosas".

¿Autorretrato?

"Erlunder y yo tenemos algunas cosas en común. También a mí me gusta leer libros sobre personas que, con malas condiciones meteorológicas, se quedaban atrapadas en las montañas en los viejos tiempos. Frecuentemente estoy en desacuerdo con él. Lo entiendo en algunos aspectos, pero no en otros. Si tuviera que entenderlo siempre al 100%, a lo mejor es que entonces habría llegado el momento de que me dedicara a alguna otra cosa".

¿Un poco sombrío?

"No hay casi nada de interesante en la felicidad. Si Erlendur fuera un hombre felizmente casado, con cuatro hijos estupendos, una mujer estupenda, una bonita casa y dos coches en el garaje, yo no sabría qué escribir sobre él. No sabría nada de él en absoluto. En fin, la cuestión está en escribir sobre cosas interesantes, sobre aquello que nos hace sufrir, o compadecernos de los demás, o llorar, o escuchar canciones tristes, sobre lo que nos lleva a querer ayudar a los demás".

Islandia, un escenario en crisis

"En mi opinión, los islandeses han demostrado en los dos últimos años que tienen una capacidad enorme de criticarse a sí mismos, pero a mí me parece que más importante que el escenario o que la sociedad son los personajes. No importa dónde se desarrolla la historia sino que los personajes sean creíbles. Por supuesto, Islandia es para mí un escenario magnífico, pero todos mis argumentos se mueven mucho más a impulsos de los personajes y a mí, personalmente, me gusta echar el resto en la caracterización [de los personajes] para que todo lo demás pueda encajar en su lugar".

"Ya veremos qué ocurre con Islandia. Tengo la impresión de que el batacazo económico va a tener una influencia duradera en todo, en lo más importante y en lo menos importante, que nos ocurra en los próximos años".

Guerra fría y socialdemocracia

"Quería escribir una novela de espionaje en Islandia. No tengo ni idea de si hubo espías en Islandia durante la Guerra Fría, pero tenía ganas de comprobar si yo podía inventarme uno, así que escribí la historia de ese joven idealista de ideas socialistas que se marcha a la Alemania del Este en los años cincuenta, lleno de maravillosas ideas acerca del estado socialista, para descubrir que a lo mejor no todo es lo que parece".

"No soy político, pero a mí me parece que, aun cuando las ideas socialistas hayan terminado siendo una pesadilla, hay cosas en ellas de las que hoy día nos estamos beneficiando perfectamente como, por ejemplo, la sociedad del bienestar en los países nórdicos, donde todos nos preocupamos por prestar atención a los demás, por darle a todo el mundo el derecho a una educación, por ocuparnos de los enfermos y de los ancianos y tantas y tantas cosas más".

13.10.10

La ULE acoge desde hoy y hasta el viernes un congreso internacional sobre la evolución de la ficción criminal

La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León (ULE) acogerá desde mañana y hasta el viernes el II Congreso Internacional de Ficción Criminal que se desarrollará bajo el lema El Género negro en la era de la globalización (1990-2010)


Organizado por los departamentos de Filología Moderna y Filología Hispánica y Clásica de la ULE, este congreso internacional cuenta con la colaboración de la Fundación Sierra Pambley (que acogerá las sesiones de tarde), el Ministerio de Educación y Ciencia, Casa África, la Junta de Castilla y León, Caja España y la Librería Galatea.

Según han explicado desde la organización del congreso, se estudiará la representación y evolución de la ficción criminal en la producción literaria, cinematográfica y artística en el periodo socio-político de la globalización. El objetivo principal es constatar la evolución del género en las diversas manifestaciones artísticas actuales, y su significación sociocultural.

Para ello, se contará con la presencia de especialistas de diversas áreas de conocimiento (literatura, cine, historia del pensamiento, derecho, etcétera) junto con otros profesionales relacionados con la investigación criminal y la práctica judicial.

fuente:lainformacion.com

11.10.10

Policial a lo Piglia

El escritor dice que con Blanco nocturno quiso superar los códigos y los clisés de los policiales y que intentó que en su narración el foco no estuviera tanto en la trama como en los personajes

"Ahora me doy cuenta de que sólo puedo localizar mis historias en los lugares en los que viví", dice Piglia. Foto:GUILLERMO MONTELEO.fuente:adncultura.com

Más allá de sus tramas disímiles y de las distancias entre sus fechas de publicación, las novelas de Ricardo Piglia quizá formen un proyecto continuo. No solamente porque los mismos personajes suelen volver en cada uno de los libros, como si las ficciones fueran en realidad estaciones de sus biografías imaginarias, sino sobre todo por un registro común, la manera en que la sintaxis se sale de quicio, y por cierta idea general de poner a prueba los límites del género en el que escribe: la novela tiende a veces al ensayo, como en Respiración artificial , y el ensayo a la ficción, como en algunos de los textos de Formas breves o de El último lector .

Blanco nocturno , su nueva novela, es un policial de enigma que transcurre en la década de 1970 -resuena lejano el rumor de la política- en un pueblo de la provincia de Buenos Aires: hay allí un crimen (el del portorriqueño Tony Durán), un triángulo amoroso y sexual con las mellizas Belladona -hijas del hombre rico del pueblo-, que amplía luego sus vértices; un inventor recluido en su fábrica y una investigación liderada por el comisario Croce y secundada por el periodista Renzi, viejo conocido de los lectores de Piglia. Pero es un policial deliberadamente defectivo, en el que se reconoce de inmediato un "tono Piglia". "El primer lector de la novela fue Gerardo Gandini, y lo primero que mencionó fue justamente la cuestión del tono de la novela", explica Piglia con su habitual énfasis teórico, pero particularmente sereno, como si saliera de una convalecencia.

-¿Por qué ese primer lector fue un músico y no alguien vinculado directamente a la literatura?

-Durante mucho tiempo, mi primer lector fue un amigo que se dedicaba a la filosofía, José Sazbón. Me parecía siempre mejor buscar un lector que estuviera un poco corrido del mundo de los escritores, un lector ajeno a ese universo cerrado. Gerardo es un amigo, pero también un gran músico y alguien con mucha sensibilidad para la forma y para el ritmo. Él inmediatamente empezó a hablar del tono. El tono no es el estilo; es más bien la relación que tiene el narrador con la historia. Eso es muy importante para mí. Esa relación puede ser irónica, nostálgica, agresiva. Eso es un ritmo, una relación emocional del narrador con la materia. No es estrictamente un tema, porque el narrador a veces es casi invisible. El estilo es una consecuencia, y viene después.

-¿Ese tono es estable, en el sentido de que persiste inalterado de un libro a otro?

-La cuestión es si el tono se mantiene o no a lo largo de todo el libro. Manuel Puig, por ejemplo, cambiaba los tonos dentro de cada capítulo. Yo intenté que el tono permaneciera estable a lo largo de todo el libro. Por otro lado, las marcas que uno reconoce como propias son algo que yo no puedo percibir. Pero mi ilusión es que los libros no se parezcan entre sí. Lo que llamamos experimentación tiene que ser primero experimentación del artista, más que del objeto. El objeto puede ser más o menos experimental, pero el artista tiene que sentir que se pone en riesgo. Eso es imprescindible para que me interese escribir un libro. Tiene que haber un desafío mínimo, algo que no hice antes.

-¿Cuál fue ese desafío en Blanco nocturno?

-En principio, situar una novela en un pueblo de campo, un ámbito tan diferente del de mis libros anteriores. Yo tenía todo el recuerdo de las noches de mi infancia en el campo. Eso supone otra relación con el paisaje, y supone también un tipo de relación entre los personajes que no es igual que en la ciudad. Imaginemos que alguien cuenta una conversación como la que tenemos aquí nosotros: es muy probable que dos personas que conversaron a media tarde se encuentren de nuevo a la noche y sigan conversando; eso es algo que en la ciudad resulta mucho más improbable. Los personajes están allí más unidos. Pero además me interesaba poner una dimensión épica en el relato. Esto quiere decir que los personajes fueran menos cotidianos, con una dimensión un poco más trágica. Ésos eran los desafíos: una localización diferente y un intento de trabajar con personajes que tuvieran una dimensión más alta.

-Respiración artificial fue un intento de vulnerar, por la inclusión de la crítica, algunas convenciones de la novela. En Blanco nocturno lo que se altera son las leyes del policial, ya desde el detective, el comisario Croce, que triunfa intelectualmente pero es derrotado judicialmente.

-Es un intento de llegar a los límites de las convenciones del género. Mi idea es que el género policial es simplemente un personaje: el comisario Croce. Y el libro como tal es también un intento de hacer una novela que tenga como centro básico a los personajes. No una trama previa sino personajes que ayudan a definir la acción. Me atrevería a decir: primero los personajes y después la trama, al revés que en mis novelas anteriores. La trama se construye alrededor de los personajes. Lo que resuelve Croce lo resuelve un poco por intuición... Las tramas se organizan sobre la base de algunos presupuestos, por ejemplo, lo que te decía antes sobre la importancia de los personajes. Dicho de otra manera: hubo un crimen porque había un comisario.

-Croce es un personaje inestable. Se habla de que tiene "narcolepsias psíquicas".

-Sí, por momentos se va, se pierde. Y cuando vuelve, trae una iluminación. Sería parecido al efecto que en otros detectives tiene el descubrimiento de una huella. Es como una epifanía. Acá la epifanía se produce por las ausencias.

-¿Por qué entra el personaje de Renzi en la novela, un Renzi, además, que es anterior a Respiración artificial pero que en determinado momento imagina un libro que es La ciudad ausente?

-Es más bien una manía. Renzi me interesa porque cuando aparece yo tengo más claro el tono, sé cómo va a mirar él las cosas. Es algo dado. Un personaje que mira todo desde la literatura. Es como una melodía que uno ya conoce, lo que para el jazz sería un standard . Además yo quería que Croce tuviera alguien con quien conversar, como suele suceder con los detectives que siempre tienen un ayudante, también en un sentido narrativo. Siempre tiene que haber otro que ponga a prueba las hipótesis y que deba ser convencido. A la vez es una lucha contra el delirio de las hipótesis que circulan en el género, que suelen ser bastante extravagantes. Hay un lugar de sentido común que se encarna en otra figura, de la cual Watson es el modelo.

-El inventor Luca Belladona, hermano de las mellizas, ¿es una reencarnación de Russo en La ciudad ausente? ¿Por qué le interesan los inventores?

-Eso no fue deliberado. Luca Belladona está en el origen del libro porque es la historia de un primo mío, familiar de mi padre, que tuvo esa experiencia con una fábrica en crisis y se quedó resistiendo en la planta. Quizás él sea el modelo de los otros. Pero ahí también se mezcla mi interés por Roberto Arlt. Siempre me interesaron los sujetos que enfrentan la realidad tratando de construir objetos que parecen pertenecer a otra realidad. Y por lo tanto toda la realidad empieza a estar perturbada. El problema consiste en incorporar ese objeto nuevo en la realidad tal cual es. Esos tipos tienen que luchar con la realidad porque lo que lograron construir es muy raro y muy difícil de incorporar a lo real.

-Más que en otros de sus libros, se nota en Blanco nocturno una atención a los datos del paisaje.

-Mi experiencia en el campo refiere a la infancia, a los veranos que pasaba en Bolívar, donde vivía una hermana de mi padre. Era una experiencia maravillosa, y evidentemente me han quedado situaciones que luego, al tratar de reconstruirlas, me di cuenta de que estaban muy firmes y muy frescas: efectos, colores, luces. Los cambios del paisaje del campo en las distintas horas del día, que puede pasar de ser benéfico a parecer aterrador. Todo es tan llano, tan impasible, que da la impresión de que lo único que puede cambiar allí es la luz. Además, me gusta mucho la zona de las lagunas; la laguna de Carhué, por ejemplo, esas lagunas rarísimas en el medio del campo. Ahora me doy cuenta de una cosa: sólo puedo localizar las historias en lugares en los que viví. Todavía no pude localizar un libro en otro lugar, y creo que ya no lo voy a hacer. Entonces, mis historias transcurren en Adrogué, o en Mar del Plata, o La Plata, o Buenos Aires, o en Princeton.

-¿Hay que escribir sobre lo que se conoce?

-Parecería que sí, aunque eso no forma parte de mi ideología explícita de la literatura. Sin embargo, hay un punto autobiográfico: me da la posibilidad de narrar. Es curioso y al mismo tiempo divertido: uno podría pensar que un narrador escribe hasta que se le agotan los lugares, más que los temas.

-¿Por qué le llevó trece años escribir Blanco nocturno?

-Yo no me considero un novelista en el sentido en que otra gente considera a un novelista, alguien que está todo el tiempo escribiendo novelas. Además, no me gusta mucho esa figura de escritor. Trato de tener actividades más variadas. Y éstos fueron los años de mi trabajo en Princeton y de mi permanencia en Estados Unidos. De todos modos, escribí esta novela de la misma manera que las otras, con un procedimiento que no recomiendo a nadie: escribo un primer borrador y lo dejo descansar dos años. Después vuelvo al texto y puedo empezar a modificarlo con una distancia que no se tiene cuando uno trata que el tiempo de escritura sea razonable. Podríamos decir que, en tiempo neto de escritura, la novela me llevó dos años o dos años y medio. Mi sensación es que si yo escribiera la novela en dos o tres años, no lograría ponerle los niveles que yo pretendo que tenga. Cuando el tiempo se incorpora al manuscrito, hay una inspiración que está en el propio material.

-Uno de los personajes de la novela dice en un momento que su madre no lee novelas argentinas porque "esas historias ya las conoce". ¿Cuáles son esas historias conocidas de la literatura argentina?

-Es como hacer una taxonomía. Podría escribirse en broma un manual de autoayuda para escritores argentinos. En realidad, las novelas argentinas se parecen demasiado unas a otras. Hay como un estilo literario medio que se repite y uno al final no distingue una obra de la otra y no sabe bien quién las ha escrito. Podríamos reformular la famosa frase de Tolstoi en el comienzo de Anna Karenina y decir: las malas novelas son todas iguales, pero las buenas son buenas cada una a su manera.

-Lo curioso es que no parece que esa frase pudiera haber sido dicha en los años setenta. Es algo que va desde el presente hacia atrás.

-La frase de la novela es un chiste. Sobre todo, porque el gusto de la narración consiste a veces en encontrar lo que ya se narró y lo que ya se conoce. De todas maneras, creo también que algunas posiciones sobre ciertas poéticas se han vuelto más férreas. Sería bueno que se instalara la percepción de que la literatura no se hace de un solo modo. Ahí está la peor herencia de Borges. La peor herencia de Borges es su idea de que había una sola manera de hacer literatura y que esa manera excluía a Proust e incluía a otros. Él pensaba que Chesterton y Stevenson eran mejores que Joyce y Proust. Fue una posición valiente y él tenía todo el derecho de pensar eso. Pero no me parece del todo pertinente que dijera que eso era la literatura. Borges terminó por permitir que se incorporara un modelo único. Eso no ayuda a las conversaciones y las tensiones entre las poéticas sino que instala exclusiones absolutas.

-¿Habría que pensar con esas coordenadas el aparente olvido de la obra de Juan José Saer?

-Ahí tenés: los que critican a Saer dicen que es lento. Entonces: ¿la literatura tendría que ser rápida? A quién se le ocurre. La de Saer tiene esa velocidad. No se le puede quitar a la novela un elemento. Qué bueno sería Saer sin descripciones... ¡Pero no habría Saer sin descripciones! Ése es su mérito mayor. En cualquier caso, la dinámica de la literatura no se puede comprender hasta que pasa un tiempo. Yo tengo la idea de que para poder comprender la literatura en el momento mismo en que uno vive habría que leer todo: lo que se edita, lo que no se edita e incluso las novelas frustradas. Si por algún artificio de la literatura fantástica uno pudiera acceder a esa masa de textos que se escribe en un año, uno podría tener una idea de cómo funcionan ciertas formas y ciertos imaginarios.

-¿Lee mucha literatura argentina actual?

-Sí, leo siempre, sí. Estuve leyendo, por ejemplo, los dos últimos libros de Marcelo Cohen, que tiene un proyecto muy interesante. También leí algunos textos de algunos escritores más jóvenes, por ejemplo de Marcos Herrera. Otro escritor que me interesa mucho es Germán Maggiori, que hace una especie de ciencia ficción noir , dura, una especie de ciencia ficción del suburbio; allí, además, el castellano aparece alterado por esas realidades. Tengo ganas de dictar un curso sobre primeras novelas y escribir después un ensayo sobre eso. Me interesa cómo aparece un tono y una voz, y qué se puede esperar después de eso. Trataría de hacer un pequeño catálogo de textos y reflexionar sobre esa forma. Lo interesante de las primeras novelas es que no sabemos nada, no tenemos prejuicios. Es una primera experiencia de lectura. Últimamente, me preocupa mucho la sobreinterpretación, que es algo muy ligado a la cultura de masas actual. Es algo que noté en Estados Unidos con las emisiones de Lost y de The Wire . Después de cada capítulo, al día siguiente ya había infinitas interpretaciones. Cada interpretación preparaba lo que se iba a ver en el capítulo posterior. La tarea de la crítica tal vez sea defender los espacios en los que no todo está sobreinterpretado.

-¿De qué manera lee ahora Respiración artificial, su primera novela, y de qué manera querría que se leyera?

-Hay una sensación de descubrimiento, me parece, al escribir una primera novela; la sorpresa de encontrar un tono y de poder seguirlo. No se trata de narrar, sino de escribir, y escribir es una cuestión de ritmo, ¿no?; hay que escuchar la música del lenguaje. Mientras trabajaba en Respiracion artificial , tuve todo el tiempo la impresión de que el material era inesperado, que surgía del tono y que yo sólo debía tener la capacidad de sostenerlo. Escribí la última versión de la novela en cuatro meses, en el verano, en un departamento que daba al Congreso, con una sensación de euforia y de energía que nunca volví a sentir con tanta intensidad en los libros siguientes. Esto no habla de la calidad del libro ( La ciudad ausente , por ejemplo, me parece una novela mejor), sino del sentimiento de apertura y de experimentación que es esencial, creo, en la relación con la literatura. Y algunas primeras novelas suelen conservar los rastros de esa inspiración.

7.10.10

Guía para leer a Carofiglio

Guido Guerrieri, el protagonista, es un abogado de Bari que desdeña el dinero
Gianrico Carofliglio,autor italiano de novela negra.foto.fuente: ELMUNDO.es

Durante los últimos años hemos asistido a una eclosión de muy buenos escritores de novela negra. Citaré algunos: Henning Mankell, Stieg Larsson, Ian Rankin, Jo Nesbo, Dennis Lehane, Petros Markaris, Leonardo Padura, entre otros.

La literatura italiana también ha aportado dos nombres a la tradición literaria del thriller. El primero es Andrea Camilleri, padre del comisario Salvo Montalbano, el agudo y escéptico policía siliciano. Sus primeras novelas fueron magníficas, pero creo que luego ha ido decayendo.

El segundo nombre de la literatura policiaca italiana –y también mi preferido– es un fiscal de Bari, de 49 años, llamado Gianrico Carofliglio. Lo descubrí por casualidad hace tres o cuatro años cuando se publicó 'Testigo involuntario', su primera novela, aparecida en Italia en 2002.

Más tarde, Carofiglio ha escrito otros tres trabajos más con el abogado Guido Guerrieri como protagonista de sus historias. La última de ellas, 'Las perfecciones provisionales', va a ser editada por 'La Esfera de los Libros'.

Un romántico abogado en cinco novelas

Guerrieri es un abogado de Bari, desengañado en amores, solitario y amante de los libros, que lucha por la Justicia en una tierra corrompida, en la que la defensa de ciertas causas puede tener serios problemas con el poder establecido y las mafias.

Portada de 'Las perfecciones provisionales'.

Portada de 'Las perfecciones provisionales'.

Es, pues, un romántico que desdeña el dinero y trabaja por amor a su profesión, aunque le pueda costar caro. Guerrieri, boxeador aficionado, se desahoga cada noche dando golpes a un saco, al que le cuenta sus penalidades, lo mismo que Don Camilo habla con el Cristo crucificado de su parroquia.

En la primera de sus novelas, 'Testigo involuntario', un senegalés es condenado a cadena perpetua por el asesinato de un niño, cuyo cadáver ha sido encontrado en la playa. Guerrieri se convierte en investigador y descubre una oscura trama. Finalmente, logra la absolución del inocente senegalés.

En 'Con los ojos cerrados', Guerrieri defiende a una mujer que ha sido objeto de violencia doméstica por parte de un poderoso personaje. En una investigación apasionante, el abogado de enreda con una misteriosa mujer que practica las armas marciales.

La tercera de sus novelas es 'Dudas razonables', en la que Guerrieri pasa una profunda depresión tras ser abandonado por Margheritta. Lucha contra la mafia para demostrar la inocencia de Fabio Policelli, al que todo acusa de tráfico de drogas, y acaba liado con su bellísima y exótica mujer.

La cuarta novela es la citada 'Las perfecciones provisionales', en la que Guerrieri tiene que investigar la desaparición de una joven. No adelantaré nada del argumento, pero diré que nuevamente el abogado se vé atrapado en un complejo affaire policial y amoroso.

Sin perder el pulso

Es una novela excelente, bien escrita y que mantiene el pulso hasta el final. Destacan los diálogos filósoficos entre Guerrieri y una prostituta a la que evitó la cárcel. Son dos almas gemelas que sienten a disgusto en un mundo regido por los valores materiales y la hipocresía.

Bari, el escenario, es una ciudad cuyos bares, paseos y paisajes llegamos a conocer

Carofiglio es ahora senador por el Partido Democrático y miembro de la comisión parlamentaria antimafia tras una brillante carrera en la judicatura. Pero su personaje Guerrieri representa le estética del perdedor, es un ser que sólo aspira a sobrevivir en un mundo hostil, en el que es casi imposible ser honrado.

Guerrieri domina los procedimientos y logra que se haga justicia pese a que el aparato judicial italiano es descrito como una burocracia esclerotizada, en la que el ser humano es un insecto aplastado por el peso de una ley impersonal.

La niñez, el pasado, los recuerdos están también siempre presentes en las novelas de Carofiglio, que tienen Bari como escenario, una ciudad cuyos bares, paseos y paisajes llegamos a conocer a través de su obra.

No quiero profundizar mucho más en la obra de Gianrico Carofiglio porque el propósito de estas líneas en incitar a leerlo. A mí me ha gustado mucho y estoy seguro que también a quienes opten por leer 'Las perfecciones provisionales', que es una verdadera delicia literaria.

6.10.10

James: "La novela negra será más realista y más violenta"

P. D. James descubre en Todo lo que sé sobre novela negra las claves de los clásicos del género

P.D.James.autora británica de novelas policiacas.foto.Álvaro Monge.fuente:elperiodico.com

"Se está viviendo, creo, una segunda edad de oro tanto en este país como en los países nórdicos y en otros. En el futuro la novela negra va a ser algo más realista, pero también más violenta. Los medios de comunicación ofrecen cada día detalles de crímenes atroces, de disturbios, de protestas violentas y eso lo están reflejando los escritores de novela policiaca de hoy. La narrativa detectivesca está cada vez más enraizada en la realidad. Hay también más conciencia de que la policía no siempre es honesta y que la corrupción puede alcanzar las esferas más altas del poder, la política o la justicia. Pero se están publicando buenos libros. El género queda en buenas manos."

¿Qué ingredientes debe tener una novela policiaca?

-Debe haber un argumento verosímil y a ser posible excitante, pero sin trampas. Aparte de eso, debe tener las mismas virtudes que cualquier otra buena novela. Debe hacer que el lector se meta en la narración y los personajes han de ser creíbles. Es una combinación de buena escritura, buena trama, buenos personajes y un buen escenario.

-Usted sostiene que sin un cuerpo organizado de policía no puede haber novelas policíacas.

-Es cierto, tiene que haber ley y orden. En un país donde existe el crimen generalizado y los asesinatos son algo común, no se puede construir una historia detectivesca. En Inglaterra las novelas de detectives se hicieron populares cuando hubo una fuerza oficial de policía en la época victoriana. En relatos como los de Sherlock Holmes la policía y los detectives están ahí, aunque no siempre sean muy eficientes.

-¿Son muy diferentes los relatos detectivescos de hoy de los que se escribieron en la llamada edad de oro del género?

-Sí, son diferentes. La novela de detectives alcanzó su máxima popularidad entre las dos guerras mundiales. Todo el que escribía una novela, elegía una historia de detectives. Pero la manera de escribir importaba poco, la mayoría lo hacía muy rápido y no se preocupaba mucho ni del decorado, del ambiente, ni casi de los personajes. Lo importante era ser ingenioso y los métodos del asesinato debían ser lo más originales posible. Ahora lo más importante es escribir una buena novela y que la muerte y lo que pasa después, las pistas, el trabajo forense, toda la investigación, sea realista.

-En el pasado se criticó que las reglas de la novela policiaca fueran demasiado rígidas.

- El reverendo Ronald Knox las resumió y decía, entre otras cosas, que la muerte de alguno de los personajes debía ocurrir pronto en el relato. Nunca debía haber en la historia hermanos gemelos, ni dobles, ni tampoco chinos. Tampoco debían existir agentes sobrenaturales y no se podían utilizar venenos desconocidos. Además todo lo que sabía el detective lo debía saber también el lector. Algunas de esas reglas aún siguen siendo útiles, pero eran demasiado inflexibles.

-¿Qué papel ocupan las novelas de Sherlock Holmes en el género?

-Creo que Arthur Conan Doyle muestra muy bien el ambiente de la sociedad victoriana. Son historias muy excitantes y muy ingeniosas. Holmes es un héroe remarcable y muy extraño en algunas cosas. No parece un hombre muy agradable para vivir con él. El personaje llegó a ser tan importante, que después de matarle, Conan Doyle tuvo que devolverle a la vida.

-Usted no considera a Agatha Christie una escritora muy innovadora.

-No creo que lo fuera. Pero sabía lo que podía hacer y eso lo hacía excepcionalmente bien. Las ventas de sus novelas siguen siendo un fenómeno. Eso significa que le da a la gente lo que quiere. Pero no era una novelista que trabajara sus personajes profundamente y sus casos no hubieran funcionado en la vida real.

-En esa época, las novelas policíacas se vendían en las estaciones de tren y hubo un debate sobre la calidad literaria.

-En la época victoriana la gente se encontró de pronto con más dinero, estaba mejor educada, empezó a leer y así llegaron los libros populares. Pero muchos victorianos eran unos esnobs y consideraban los libros populares, incluidos las historias de detectives, una literatura poco elevada.

-Cuál cree que ha sido su más importante contribución al género detectivesco?

-Los críticos dicen que lo he hecho respetable. Mis novelas pueden ser excitantes y entretenidas, pero al mismo tiempo ser buena literatura y eso es muy importante.

-¿Cómo ve el futuro?

-Se está viviendo, creo, una segunda edad de oro tanto en este país como en los países nórdicos y en otros. En el futuro la novela negra va a ser algo más realista, pero también más violenta. Los medios de comunicación ofrecen cada día detalles de crímenes atroces, de disturbios, de protestas violentas y eso lo están reflejando los escritores de novela policiaca de hoy. La narrativa detectivesca está cada vez más enraizada en la realidad. Hay también más conciencia de que la policía no siempre es honesta y que la corrupción puede alcanzar las esferas más altas del poder, la política o la justicia. Pero se están publicando buenos libros. El género queda en buenas manos.