31.7.14

El pueblo natal de Leonardo Sciascia se opone a la venta de su antigua casa

El exalcalde de Racalmuto pide a las autoridades que no dejen  en manos privadas  la vivienda donde el autor escribió una de sus obras más famosas

Una imagen de la casa de vía Sciascia, en Racalmuto, donde el escritor vivió una década. /Google Stret Viw./elpais.com

En vía Leonardo Sciascia, se encuentra la casa de Leonardo Sciascia. Lo cual, innegablemente, tiene cierta coherencia. El escritor, uno de los grandes maestros de la literatura italiana contemporánea, pasó parte de su vida en Sicilia y en su pueblo natal, Racalmuto, de ahí que fuera normal que se le acabara dedicando una calle. Menos obvio es que ahora esa casa, donde el autor de Todo modo pasó su juventud y volvió a instalarse una vez casado, y otra, en la que Sciascia nació, se hayan puesto a la venta. O al menos nada normal le parece a Enzo Sardo, exalcalde de Racalmuto, que se ha dirigido incluso al presidente de la República, Giorgio Napolitano, para que sobre todo la vivienda de vía Sciascia no acabe manos de privados, según relatan medios italianos.
“No podemos permitirnos que la casa se venda a un privado”, escribe Sardo en una carta publicada por Il Giornale di Sicilia y que se dirige a Napolitano así como al presidente de la región de Sicilia, Rosario Crocetta. “Espero que pueda ser adquirida por una entidad pública y cedida a la fundación Sciascia para que la convierta en una casa museo”, continúa el exalcalde.
Al parecer, la agencia inmobiliaria Penzillo –que ha colocado carteles de “se vende” en los portales- ha fijado un precio de 100.000 euros por la vivienda de vía Sciascia. Aunque más allá de su valor físico, los muros de las dos casas encierran algunos de los momentos clave de la existencia del escritor, fallecido en Palermo en 1989. En la vivienda de vía Salita Monte el autor nació y estuvo viviendo hasta los tres años. Y en la de vía Sciascia, el célebre autor transcurrió su juventud y también los años entre 1948 y 1957. De hecho, allí escribió buena parte de Las parroquias de Regalpiedra, un ensayo publicado en 1956 que se convirtió en una de sus obras más famosas.

El escritor italiano Leonardo Sciascia en una imagen de 1988. / RICARDO GUTIÉRREZ
“Si las estructuras públicas no se activaran, propongo crear un comité y poner en marcha una suscripción pública para comprar la vivienda y donarla a la Fundación”, advierte Sardo en su texto. El exalcalde, según los medios locales, ya ha cosechado el apoyo del actual mandatario de Racalmuto, Emilio Messana, además de conseguir un eco internacional para su iniciativa. 
Al fin y al cabo, como recuerda The Guardian, las autoridades de Sicilia acaban de lanzar el proyecto La strada degli scrittori (la vía de los escritores): se trata de promocionar una ruta turístico-literaria por la isla y animar a los visitantes a descubrir los lugares fundamentales y las casas de los grandes autores locales como Pirandello, Camilleri o el propio Sciascia. Y, para ello, ¿qué mejor strada dello scrittore que una que lleva su vivienda y también su nombre?

26.7.14

Patricia Highsmith, el temblor de la realidad

Se lee a veces a Patricia Highsmith igual que se camina de noche por una calle vacía que no nos es familiar, con aprensión y ganas de marcharse de allí, apresurando el paso, volviendo la cabeza para comprobar si a uno lo siguen, si esos pasos que escuchamos son tan sólo el eco de los nuestros

 Patricia Highsmith en su casa de Aurigeno, Suiza, en 1985./ Ricardo Martín./elpais.com
 
La editorial Anagrama anunció recientemente su intención de reeditar todas las novelas de Patricia Highsmith (Texas, 1921 - Locarno, 1995) que estaban en su fondo, una excelente noticia. No se trata de las cinco novelas protagonizadas por Tom Ripley, recopiladas recientemente en un sólo tomo, Otra vuelta de tuerca --un volumen que no resulta nada fácil de manejar, todo hay que decirlo: es mejor leerlos por separado--, sino de los otros libros de esta autora, muchos de los cuales son casi imposibles de encontrar en castellano. Es en ellos donde se encuentra la esencia de Highsmith, en obras como Un juego para los vivos, El grito de la lechuza (que llevó al cine Claude Chabrol), El juego del escondite o El temblor de la falsificación, que transcurre en la ciudad playera de Hammamett (Túnez) y que no es una exageración decir que es una de las mejores novelas estadounidenses del siglo XX.
Graham Greene, que era un gran admirador de esta novela, dijo sobre la escritora tejana que "había creado un mundo propio, un universo claustrofóbico e irracional en el que entramos cada vez con un sentimiento de peligro personal". Todas esas obras que se dispone a reeditar su editorial de siempre están protagonizadas por tipos perdidos o varados en otros países, que van a las oficinas American Express a recoger el correo porque esperan cartas con malas o por lo menos sospechosas noticias, que leen el Herald Tribune en las terrazas del sur de Europa y que se van metiendo poco a poco en líos siniestros a los que arrastran también al lector. Una parte de la adaptación cinematográfica de Las dos caras de enero que se estrenó recientemente refleja ese universo inquietante en el que cualquiera puede ser un asesino, aunque la película se va desinflando según avanza.
En la carta en la que anuncia la reedición de los títulos de Highsmith -aunque no precisa cuántos ni a lo largo de cuántos años-, el editor Jorge Herralde recuerda que el interés por la obra de esta autora no ha hecho más que crecer a lo largo de los años: "Cabe destacar el interés renovado que han despertado sus novelas para su adaptación cinematográfica. Así, en The Guardian, con el artículo 'How Patricia Highsmith became hip', destacaban que Todd Haynes está rodando Carol, con Cate Blanchett como protagonista, mientras que Andy Goddard dirigirá El cuchillo, con Patrick Wilson y Jessica Biel. Asimismo están negociándose adaptaciones de Mar de fondo y de Ese dulce mal".
Highsmith es una escritora que siempre demostró una capacidad enorme para arrancar tramas y personajes a la realidad cercana y luego llenarlas de cargas de profundidad. “Esa poesía del espanto súbito, de la culpabilidad casual, que tal vez inauguró en la literatura moderna Franz Kafka, es la materia de la que están hechas las novelas de Patricia Highsmith", escribió Antonio Muñoz Molina en este diario. "Decía Graham Greene que uno no podía evitar al leerlas una sensación de peligro personal. Desde la primera página hay siempre un principio difuso de inquietud y de agobio, una sugerencia desagradable de recelo. Se lee a veces a Patricia Highsmith igual que se camina de noche por una calle vacía que no nos es familiar, con aprensión y ganas de marcharse de allí, apresurando el paso, volviendo la cabeza para comprobar si a uno lo siguen, si esos pasos que escuchamos son tan sólo el eco de los nuestros”.
Poder recuperar esa toneladas de inquietud es sin duda una gran noticia. En la biografía de la autora que publicó en 2010 Joan Schenkar en Circe, recordaba el brindis de año nuevo de la escritora en 1947: “Brindo por todos los demonios, las lujurias, pasiones, avaricias, envidias, amores, odios, extraños deseos, enemigos reales e irreales, por el ejército de recuerdos contra los que lucho: nunca me den descanso”. Los lectores, los viejos y los nuevos, esperamos también que nunca nos deje en paz.

23.7.14

Una oda al voyeurismo y la transgresión literaria

Sus kilométricos párrafos repletos de comas, se funden sin confundir discursos de toda clase y condición, desde anuncios de coartadas para infieles a manuales sobre asesinos en serie, de consejos para amantes de hombres casados a aforismos de excusado, de noticias a entrevistas, de previsiones meteorológicas a enumeraciones fisiológicas, y sobre todo historias. Cientos de sórdidas microhistorias

Portada Te quiero porque me das de comer./elpais.com
 
NOTA DEL COORDINADOR: Ya saben que trato de no hablar de lo que no he leído y en este caso cumplo con esa máxima. Ahora, se ha oído tanto de la novela de David Llorente, que no me resisto a publicar esta reseña, cedida con amabilidad por un extraordinario lector, Sergio Vera Valencia. Sergio es coordinador de las Casas Ahorcadas, el club de novela criminal de la Biblioteca Municipal de Cuenca y un maestro de la provocación y la generosidad lectora.
POR SERGIO VERA
En 2013, se conmemoró el décimo aniversario del fallecimiento de Manuel Vázquez  Montalbán, por todos conocido y reconocido padre de la novela negra española. Menos consabido es que este “novísimo” fue también un precursor de la postmodernidad durante el tardofranquismo, mezclando y remezclando toda clase de textos sin más pretexto que la pura experimentación estética.  Un collage  literario que años más tarde impregnaría la larga serie Carvalho, que bajo el paraguas del género negro, guarecía multitud de lenguajes, desde el político al gastronómico, pasando por el publicitario y el de los medios de comunicación de masas, para crear un polifónico fresco de la Barcelona del último cuarto del siglo XX.
Y este año, en que se cumplen cuarenta de Tatuaje, la primera aventura del detective privado más público de la novela criminal ibérica, David Llorente nos regala Te quiero porque me das de comer (Alrevés), el más difícil todavía, el más postmodernoir si cabe.
¿Por qué tan arriesgada afirmación? Porque por sus kilométricos párrafos repletos de comas, se funden sin confundir discursos de toda clase y condición, desde anuncios de coartadas para infieles a manuales sobre asesinos en serie, de consejos para amantes de hombres casados a aforismos de excusado, de noticias a entrevistas, de previsiones meteorológicas a enumeraciones fisiológicas, y sobre todo historias. Cientos de sórdidas microhistorias sobre un Carabanchel que nada tiene que ver con el Lindo barrio de Elvira  y Manolito.
Historias como la de Max Luminaria, el asesino de la moneda, brillante doctor y  no menos talentoso psicópata, o la de Marcelo Saravia, su más ferviente seguidor, o la del detective  Casimiro Balcells, su desastrado perseguidor, o la de los desquiciados docentes de un centro de secundaria que podría ser psiquiátrico, donde al menos zumbado se le va la mano en sentido real o figurado. Decenas, centenares de personajes con nombres y apellidos, acciones y depravaciones, un auténtico tratado sobre la perversión humana, una oda al voyeurismo y la iconoclastia literaria que deja a Chuck Palahniuk camino del convento de clausura y se come con Nocilla a Agustín Fernández Mallo.
Una obra transgresora de título a contraportada, de gramática a estructura, de principio a fin. Un libro de trescientas páginas con el mimo y sintetismo de un microrrelato, una joya única e inimitable, que demuestra que ni todas las novelas negras son iguales, ni todo está inventado , no apta para todos los públicos. Sólo para lectores. ¿Se atreven?

21.7.14

Márkaris: "La novela policial es ideal para comprender a las sociedades"

El escritor griego, creador del popular comisario Kostas Jaritos, visitará la Argentina para el festival Buenos Aires Negra, que tendrá lugar a comienzos de agosto. En esta charla con adncultura cuenta cómo surgió el personaje, habla del epílogo a su celebrada  trilogía de la crisis  y de las consecuencias de la debacle económica que sufre su país

 

Petro Márkaris, autor griego de la trilogia de la crisis./adncultura.com

  
París
Un día, mientras trabajaba en el guión de la serie de televisión Anatomía de un crimen, Petros Márkaris advirtió que tomaba forma en su imaginación el perfil de una familia griega típica -pequeñoburguesa y simple- que parecía tener intenciones de existir. Su primera reacción fue mandarla al diablo: "En todos los géneros literarios, ya sea en el teatro o en el cine, todo el tiempo hay historias de pequeñoburgueses. ¿Qué más se puede escribir sobre el tema? Entonces me dije: olvídalo", relata el célebre autor griego en el filme documental Asesinato en el Ágora.
Pero los personajes resultaron ser de una persistente tozudez. Obstinados, lo seguían por todas partes. En cuanto se ponía a escribir, ahí estaban, sentados frente a él, mirándolo. Sobre todo el jefe de familia. "El suplicio persistió hasta el momento en que me dije que, para que hubiera decidido torturarme de ese modo, ese individuo sólo podía ser policía o dentista. Y como los dentistas son probablemente simpáticos, pero no representan ningún interés dramático, deduje que debía tratarse de un policía", contó.
De ese diálogo interior nació el comisario Kostas Jaritos, un héroe anónimo que aprendió la profesión de policía durante el régimen de los coroneles y se abrió camino en la jungla de la corrupción y la burocracia gracias a un temperamento marcado por la tenacidad, la astucia y la obsesión por descubrir la verdad a cualquier precio. Y que nadie imagine que ese personaje es asimilable a los típicos comisarios que resuelven crímenes en la novela negra tradicional: fracasados, alcohólicos y sin esperanzas. Jaritos es otra cosa. No porque sea abstemio o no le guste comer. Simplemente porque hace todo con moderación.
Una vez que el lector comienza a conocerlo, se da cuenta de que Jaritos vive y respira por su profesión, pero que ésta no le impide ver la realidad. Sobre todo, sabe que el fin no justifica los medios. Quiere hacer lo correcto de acuerdo con sus propios códigos de ética. Y si para lograrlo necesita mirar hacia al costado de vez en cuando? y bien, así lo hará. El personaje creado por Márkaris es una suerte de solitario, pero que nunca olvida al prójimo. Capaz de sentir sus penas y sus agonías, puede describirlas con sus propias palabras.
Pero Jaritos es además mucho más que un pequeñoburgués típico: es el instrumento que utiliza Petros Márkaris para denunciar todos los vicios, infamias y padecimientos de la sociedad griega que, para colmo, hace cuatro años sufre las consecuencias del cataclismo de la crisis del euro. Las interminables disputas del policía con su esposa, Adriani, explosiva pero excelente cocinera, le permiten describir la intimidad particularmente animada de la cotidianidad de los griegos.
"Desde el siglo XIX, la novela policial es el género literario que ha permitido explicar los misterios urbanos. Es una excelente forma de comprender a las sociedades. Para todos aquellos autores, además, la literatura era la prolongación de la idea política -explica a adncultura en una entrevista, poco antes de viajar por primera vez a la Argentina-. Yo pertenezco a la generación de la posguerra civil en Grecia (1946-1949), para la cual todo siempre fue político. Esto quiere decir que hicimos gigantescos errores. Pero lo que quedó, aparte de esos errores, fue una pertinaz costumbre de pensar políticamente."
En todo caso, Márkaris pertenece sin duda alguna a esa familia de escritores policiales contemporáneos integrada por el catalán Manuel Vázquez Montalbán, el italiano Andrea Camilleri, el francés Jean-Claude Izzo y el sueco Henning Mankell, para quienes contar una buena historia no basta. Todos, además, necesitan sopesar, triturar, trabajar las frases hasta obtener esa mezcla perfecta de ira, violencia, compasión, desesperanza y humor que conseguirá presentar un cuadro particularmente oscuro del mundo.
Digno representante de uno de los pueblos más antiguos del planeta, Petros Márkaris responde con ironía cuando se le pregunta si, a título personal, deposita algún optimismo en el futuro: "Un gran escritor y dramaturgo alemán, Heiner Müller, dijo una vez que el optimismo es sólo falta de información. Y como a mí no me falta información, ya tiene la respuesta", ironiza.
De padre armenio y madre griega, Márkaris nació en 1937 en Estambul, hizo su secundario en Viena, donde también estudió economía, y habla perfectamente cinco idiomas: griego, turco, alemán, francés e inglés. Cosmopolita que se reivindica como tal, fue libretista durante años del recientemente desaparecido director de cine Theo Angelopulos, tradujo a Goethe y a Brecht al griego y es autor en todos los géneros literarios imaginables, pero comenzó a dedicarse a la novela policial a los 57 años. Sus libros fueron traducidos a 14 idiomas y se venden en más de 20 países.
En Noticias de la noche (1995), Jaritos tiene que investigar la muerte de una pareja de albaneses que parece ser un asesinato ordinario, hasta que también matan a la periodista que cubre noticias policiales en la televisión. El minucioso trabajo del comisario lo llevará a descubrir el mundo del tráfico de órganos y de niños, donde ex comunistas, atraídos por la ganancia fácil, no dudan en traicionar sus antiguos ideales, aprovechando la miseria de otros.
La vida nocturna constituye el telón de fondo de la segunda novela de la serie, Defensa cerrada (1998), donde siniestros personajes circulan en pleno día, sin temor a ser reconocidos. La acción se sitúa en el período 1985-1996 y evoca un populismo basado en la redistribución de los fondos europeos y la formación de una nueva clase media. Dinos Koustas, self made man a la cabeza de un pequeño imperio de boîtes nocturnas, es asesinado de un disparo a quemarropa. Investigando la familia de Koustas, Jaritos descubre una vasta red que conecta elementos insospechados: el mundo de los restaurantes y las boîtes nocturnas, los negocios dudosos y el blanqueo de dinero, e incluso la manipulación de los índices de popularidad de los políticos. El comisario intentará en vano perforar ese muro de silencio.
La tercera novela policial de Márkaris, El Che se suicidó (2003) -inexplicablemente traducido al español como Un suicidio perfecto-, es una inmersión en las consecuencias de la irrupción de la inmigración en Grecia y las desviaciones de la llamada "generación de la Escuela Politécnica", esos jóvenes que contribuyeron a la caída de la junta militar de los coroneles en 1973. El suicidio en directo ante las cámaras de televisión de tres altas personalidades griegas que pertenecían a esa generación provoca una agitación sin precedente en los medios de comunicación. Movidos en sus orígenes por ideales de rebelión y justicia social, los tres habían traicionado esas ideas para convertirse a la gauche caviar de la Grecia actual.
Verdadero opositor al régimen de los coroneles, Márkaris no tiene palabras demasiado duras para condenar, cada vez que puede, a muchos protagonistas de aquella generación de socialistas que llegaron al poder en 1981 con la intención de construir una nueva Grecia y que -afirma- fracasaron en forma lamentable. "Mientras los íntegros se retiraron para protegerse, los corruptos entraron en política. Algunos se hicieron ricos aprovechando el sistema. Otros se contentaron con un puesto bien remunerado en la burocracia del Estado."
-¿Para usted, entonces, el principal culpable de la situación actual del país es la izquierda del Pasok (el partido socialdemócrata)?
-El verdadero culpable es el sistema político griego. No se olvide de que la derecha se hizo cargo del poder antes de los Juegos Olímpicos del año 2000 que marcaron, en realidad, el comienzo del derrumbe griego.
Márkaris suele afirmar que "el Estado griego es la única mafia del mundo que consiguió quebrar". "Es un monstruo que no consigue funcionar. La única forma de cambiarlo es destruyéndolo -sentencia-. Ese sistema, que desde comienzos del siglo XX se caracteriza por el clientelismo, se amplificó hace treinta años estructurando toda la sociedad. A cambio de apoyo y financiación, tanto socialistas del Pasok como liberales de la Nueva Democracia, ingenieros, médicos, abogados, arquitectos, periodistas? en resumen, gran parte de las élites griegas actuales no sólo obtuvieron puestos en la función pública para sus hijos y familiares, sino también exoneraciones fiscales. ¡Vitalicias!", precisa.
En El accionista mayoritario (2006), Jaritos se sumerge en las aguas turbias del mundo de la comunicación. Y dos años después, en Muerte en Estambul -probablemente su obra más personal-, investiga las intrincadas relaciones entre griegos y turcos.
En 2010, todo iba bien para Kostas Jaritos y para su padre literario. El comisario había casado a su turbulenta hija, apreciaba a su yerno, tenía un auto nuevo y su jefe lo dejaba vivir en paz. El problema es que el país acababa de ser sumergido por la crisis de la zona euro. Un tsunami que comenzó como una gigantesca estafa financiera en Estados Unidos y replicó en Europa, golpeando a Grecia con una rara violencia.
Después de mucho dudar, para evitar que el cataclismo alcanzara a Portugal, España y al resto del bloque, el FMI y los miembros de la eurozona decidieron ayudar a Atenas y le otorgaron un préstamo de 110.000 millones de euros, condicionados a la adopción de un ajuste estructural tan draconiano que sus ciudadanos pagarán las consecuencias durante generaciones. Desde entonces, hace ya más de cuatro años, Grecia se encuentra al borde de la bancarrota, bajo tutela de las instancias europeas; las empresas caen una tras otra como las piezas de un dominó, la emigración de los jóvenes y la pobreza aumentan y, dramático símbolo de la depresión nacional, se multiplican los suicidios. Observador y analista político respetado, a los 77 años Márkaris afirma que la situación actual es culpa del sistema político instalado hace tres décadas en su país.
"Durante los últimos treinta años, el sistema político consiguió sobrevivir y mantener su posición privilegiada mediante la distribución de dinero y pidiendo créditos sin invertir un centavo. Seamos francos: desde que entramos en la Unión Europea, el país recibió tanto dinero como nadie podría haberlo imaginado jamás. Fue la primera vez en la historia de Grecia. Pero el Estado, en lugar de utilizarlo en forma racional, comenzó a distribuirlo. El país entró entonces en un círculo vicioso, en el cual recibía y pedía cada vez más dinero prestado. El paroxismo se produjo con los Juegos Olímpicos. Desde el comienzo dije que los JO del años 2000 eran el comienzo del desastre."
"En Grecia cada uno favorece a su clan", constata con amargura. Durante mucho tiempo presidente de la Sociedad Griega de Gente de Letras, se dice "profundamente de izquierda y europeo", pero no se reconoce ni en el Pasok ni en Syriza, la izquierda radical liderada por Alexis Tsipras. Según Transparencia Internacional, antes de la crisis, los ciudadanos griegos solían pagar más de mil euros por año en sobornos por razones personales. Cuando la crisis comenzó, esas prácticas aumentaron drásticamente.
"La corrupción es endémica en la sociedad griega. Si la única forma de recibir tratamiento en un hospital es darle dinero a alguien, el problema es del Estado. Incluso los ciudadanos respetables han dejado de creer y están convencidos de que evadir impuestos es justificable. Para esa gente, ésa es la única forma de recibir algo a cambio. El resultado es una sociedad en la cual cada uno de nosotros tiene un poco de culpa. La mentalidad de los griegos necesita ser reformada de modo radical. Lo que me temo es que, con este remedio para caballos que nos administran, se resuelvan sólo los síntomas de la enfermedad y no las causas."
-¿Usted cree que, ante la crisis griega, los grandes países europeos reaccionaron correctamente?
-Los europeos cometieron tres grandes errores con nuestro país. Primero, jamás quisieron chequear la utilización del dinero que enviaban a Grecia o saber qué hacíamos con los subsidios. Jamás vinieron al país para decir: "Miren, queridos, este dinero pertenece a los contribuyentes europeos ¿cómo lo están utilizando?". El segundo error fue que, desde el principio, pensaron que era una crisis central y no sólo griega. Entonces les llevó mucho tiempo para reaccionar. El tercer problema fue que todos esos países del sur que estaban en la misma situación, como España, Portugal o Irlanda, tuvieron una sola respuesta: austeridad sin ninguna perspectiva. Resultado de esa política: en todos esos países la clase media fue destruida.
-Los medios de comunicación europeos afirman que, entre otras cosas, Grecia está vendiendo sus islas para hacer frente al vencimiento de sus deudas y al ajuste exigido por sus acreedores internacionales.
-Eso no es verdad, tampoco hay que exagerar. Pero los impuestos aumentaron a un nivel tan increíble que los griegos no los pueden pagar. Es tan simple como eso. Hoy, los griegos están pagando más del 42 por ciento de sus ingresos en impuestos. Cuando esto sucede, no queda nada. No sólo para invertir, sino tampoco para vivir. Ése es el problema. Grecia no es un país grande. Jamás tuvo una economía de grandes empresas. Nunca tuvimos Siemens, Chrysler o Total. En este país, la fuerza económica siempre fue la clase media. Si usted la destruye, no queda nada.
Sin esperanzas, habiendo él mismo perdido más del 30 por ciento de sus ingresos debido al doble aumento del IVA, los impuestos normales que siempre pagó, las tasas y sobretasas de solidaridad, el aumento del precio del combustible, el desempleo de sus hijos, la ola de suicidios de allegados y amigos, la escasez de medicamentos, el cierre de comercios y pequeñas empresas y la delincuencia que avanza, Márkaris espera, resignado, lo peor: "Hasta hace unos años, los griegos decíamos: ?Una situación que se agrava mejora'. Ya nadie cree en esa máxima", advierte.
En un artículo publicado en el diario El País en 2012, Márkaris ofrecía un relato desolador de su país, inmerso en la ruina y el desánimo: "En Grecia, además de nuestro Parlamento con sus siete partidos políticos, existe un sistema no parlamentario que forman cuatro partidos: son los cuatro pedazos en los que se ha quedado dividida nuestra sociedad después de dieciocho meses de crisis económica", escribía.
En primer lugar -decía- está el "partido de los beneficiarios", al que pertenecen todos esos empresarios que se han beneficiado con el mercantilismo político durante los últimos treinta años, especialmente las empresas de construcción. A ese partido también se lo podría denominar partido de los defraudadores, pues todos ellos lo son sin excepción, especialmente los trabajadores autónomos con ingresos elevados, como médicos o abogados.
El segundo partido de esa Grecia sería, para Márkaris, "el de los honrados": "Yo prefiero llamarlo el partido de los mártires -afirmaba-. A este partido pertenecen los dueños de pequeñas y medianas empresas, sus trabajadores y los pequeños autónomos, por ejemplo los taxistas o los técnicos. Ellos rebaten la opinión, tan extendida en Europa, de que los griegos son unos comodones y se zafan del trabajo. Trabajan duro y pagan religiosamente sus impuestos. Todos sus integrantes han perdido el ánimo y la esperanza".
El tercer grupo es "el partido de los Moloch", cuyos miembros fueron reclutados entre las filas del aparato estatal y sus empresas. "El partido se divide en dos grupos. Al primero pertenecen los funcionarios y los empleados de los servicios públicos y las empresas estatales. En el segundo se encuentran los sindicatos", afirmaba. Por fin -anotaba- "el cuarto y último partido de la sociedad griega es el que más me preocupa. Es el partido de los desesperanzados: los jóvenes griegos, sentados todo el día frente a la computadora, desesperados buscando en Internet un trabajo, sea donde sea. No son emigrantes como sus abuelos, que en los años sesenta llegaron a Alemania desde Macedonia y Tracia para buscar trabajo. Estos jóvenes han ido a la universidad, algunos incluso tienen un doctorado. Sin embargo, cuando terminan la carrera caen directamente en el desempleo".
-¿Qué pueden esperar los griegos del futuro?
-En Grecia, ya sea a causa de la recesión, de las medidas de contención del gasto, del recorte de la deuda o de las reformas, el caso es que vamos a sacrificar a tres generaciones en nombre de la crisis. Hoy son los jóvenes los que más pierden. Pero mañana seremos nosotros, porque en algunos años nos faltarán las fuerzas para seguir luchando. Para salvarnos, necesitamos un nuevo aparato estatal, un servicio público que funcione y leyes anticorrupción que sean aplicadas. De lo contrario, en cinco años más llegará una nueva crisis.
-¿Qué puede hacer entonces un autor de novelas policiales más que impulsar algunas peticiones?
-Escribir sobre la vida cotidiana de los griegos durante la crisis, contar su verdadera historia y cómo afecta a la gente común.
En otras palabras, las repercusiones de esa crisis y la regresión social terminaron por obligar al comisario Kostas Jaritos a trabajar más. En medio de las manifestaciones cotidianas, con Atenas paralizada por huelgas, explosiones de cócteles molotov y enfrentamientos de los ciudadanos con la policía, un individuo comienza a decapitar banqueros, dirigentes de agencias de calificación y otros usureros. Al mismo tiempo, una campaña salvaje de afiches incita a la gente a dejar de reembolsar sus créditos: Con el agua al cuello (2010) es el primer libro de una trilogía donde Márkaris arregla cuentas con los responsables de la situación de su país.
Se trata de una novela sólida, bien escrita y construida, cuya lectura procura un auténtico placer. Sus dardos son demoledores y sus descripciones de la situación tienen una precisión de cirujano. Sobre todo cuando se relata el resentimiento de la población hacia ese norte de Europa que le da lecciones con arrogancia, cuando se habla de los aprovechadores del sistema o de la exasperación de aquellos que lucharon contra la dictadura militar y se ven ahora tratados como niños por los funcionarios de Bruselas. Pero Jaritos -como su autor- nunca olvida señalar las responsabilidades locales de aquellos que creyeron que el dinero caía del cielo de un día para otro y sacrificaron todos los principios en aras de un enriquecimiento inmediato y sin esfuerzo.
En La liquidación final (2011), el comisario tiene que ocuparse de un asesino que mata a los ricos que evaden sus obligaciones fiscales. Un asunto que alcanza proporciones nacionales cuando la gente comienza a considerar al criminal una suerte de héroe popular, que consigue restablecer la dignidad de las finanzas públicas en el país en forma mucho más eficaz que el Estado mismo. El primer capítulo de ese libro comienza con el suicidio de cuatro ancianas que no pueden pagar sus medicamentos. "El título en griego significa ?fin de vida', ?liquidación final'. Pero su sentido actual evoca un método de retención fiscal: a cambio de un pago mensual a los servicios fiscales, el Estado amnistía a aquellos que no pagaron sus impuestos", explica Márkaris durante la entrevista. En una página preliminar, el editor indica: "Esta novela es una ficción y no debe ser imitada". Poco después de ser publicada, La liquidación final agotó más de catorce ediciones en poco menos de un mes.
En Pan, educación y libertad, el eslogan del título evoca nuevamente el año 1973 cuando, durante la dictadura de los coroneles, una insurrección agitaba la Escuela Politécnica de Atenas. Aparecido en Grecia en 2012, Márkaris lo sitúa sin embargo en 2014. Precisamente el 1° de enero, día de su cumpleaños, en momentos en que Grecia restablece? el dracma. En el libro, Italia y España hacen lo mismo con sus antiguas monedas, como una forma de rechazar el euro, la famosa troika (FMI, Unión Europea y Banco Central Europeo-BCE) y todos los eurócratas que asfixian el país. El autor confiesa que fue el libro que más le costó escribir: "Nada de lo que aparece es imaginación. Intenté ver las cosas con mis propios ojos y me provocó mucho sufrimiento porque hablo del dolor de la gente. Y, sobre todo, de la desesperación de los jóvenes. Tenemos una tasa de desempleo del 60 por ciento".
Para el padre literario de Jaritos, quienes gobiernan y los partidos políticos sólo saben hablar de economía y de finanzas. No ven a la gente que hay detrás de las cifras, lo que sufren, lo que han perdido. "Esto me congela la sangre. Europa tiene que despertar y hacer política", dice.
La situación del país, sin embargo, no mejora y Jaritos se entera de que los salarios de la función pública no serán abonados durante tres meses. En su cocina, Adriani limita la carne y se dispone a negociar el precio del pescado. Katerina, la hija del comisario y brillante jurista, participa en el esfuerzo familiar: con su marido viene cada noche a comer a la casa paterna. Según afirma, "eso reduce los gastos de todo el mundo". Pan, educación y libertad cerró la trilogía de la crisis. No obstante, dándole razón a su premonición, Márkaris acaba de publicar un cuarto libro, epílogo de una situación que no parece tener visos de solución en un futuro inmediato.
"Cuando empecé en 1995 la serie de novelas de Kostas Jaritos, mi proyecto era crear un personaje, un policía, para usarlo como punto de partida que me permitiera hablar de la sociedad y la política en Grecia. Cuando comenzó la crisis en 2008, decidí que escribiría una trilogía sobre la cuestión. Entonces una periodista me dijo: ?¿Cómo hará para terminar esa trilogía? ¿Usted cree que la crisis durará lo suficiente como para escribir tres novelas?' Ahora la trilogía está terminada, la crisis continúa y hace una semana publiqué una nueva novela con el epílogo de esta pesadilla. Lo que no quiere decir que terminaremos de padecerla en un futuro próximo. Como tampoco dejaremos de soportar las otras consecuencias de los errores políticos de la construcción europea."
Esa novela que acaba de ser publicada se llama Créditos, en la acepción cinematográfica del término. Márkaris se ríe cuando se le habla de la ambigüedad del vocablo. "Sí, es algo voluntario", afirma. El libro comienza con un atentado del grupo de extrema derecha neonazi Aurora Dorada contra Katerina, la hija abogada de Jaritos. De hecho, el tema ya se anuncia en Pan, educación y libertad, cuando los ultras le dicen al comisario que saben quién es su hija -defensora de inmigrantes y sin papeles- y que la tienen fichada. También hay asesinatos que llevan la firma Los Griegos de los Años Cincuenta. En este epílogo novelístico, Jaritos sobrevive a la crisis gracias al sentido común de su mujer, Adriani, aunque nunca volverá a recuperar el sueldo que tenía.
-Será mi última novela sobre la crisis. Desde 2010 hasta hoy, cuatro años de mi vida, estoy viviendo la crisis y escribiendo sobre ella. Estoy harto, harto, harto.
-Ese comentario me permite preguntarle qué piensa de los recientes resultados de las elecciones europeas y el avance de la extrema derecha. Hay quienes afirman que es consecuencia de la crisis y la desaparición de la clase media a la que usted aludía hace un momento.
-Yo no lo creo. No voy a mencionar a Francia, pero Austria tiene el desempleo más bajo de la Unión Europea. Tiene uno de los ingresos per capita más importantes del bloque y la extrema derecha representa en ese país el 30 por ciento. Desde luego que la crisis favorece el discurso de esos extremismos. Pero para mí, el gran problema reside en que la Unión Europea siempre tuvo un discurso económico en lugar de político o cultural. Cuando uno margina el discurso político o cultural, es imposible establecer una relación de proximidad con la gente.
-¿No cree entonces que los europeos sienten que están perdiendo su identidad y que por esa razón "compran" el discurso de la extrema derecha, que les dice: "Vamos a cerrar nuestras fronteras, basta de inmigrantes, conservemos nuestra especificidad cultural"?
-Justamente, la extrema derecha tiene un discurso político. Ése es un discurso político. Puede ser horrible, pero nadie puede contrarrestar ese discurso con argumentos económicos. Ése es el problema de la Unión. Hace años que digo a los dirigentes que conozco en Alemania, Francia o donde sea: "Se están equivocando. Europa se niega a hablar de política y la extrema derecha lo aprovecha".
En una reciente visita a Madrid, Márkaris afirmó que Europa "es como Laocoonte, que se comió a sus hijos: Nos comemos unos a otros". El creador de Kostas Jaritos tampoco descarta que el bloque caiga en una crisis mayor. Para él, son premonitorias las conversaciones cada vez más frecuentes que escucha a la gente preguntarse "¿qué sentido tiene trabajar?" o "¿para qué trabajar hasta los 65 años y terminar cobrando una pensión que no permite vivir?".
-¿Qué piensa de esos jóvenes cuyo futuro parece cada vez más incierto?
-Los jóvenes europeos crecieron con la absoluta certeza de que "mother Europe" se ocuparía de ellos y de sus problemas. Ahora, cuando Europa no puede hacerlo, le dan la espalda a la política. Ése es el problema. Es terrible, pero es la verdad. Las generaciones nacidas después de 1981 no han crecido en una época de verdadera miseria sino de falsa riqueza y les entra un ataque de pánico cuando tan sólo se insinúa la palabra "lucha". La pobreza les resulta tan ajena como el desierto.
En esas condiciones, parece difícil imaginar que Petros Márkaris esté pensando en jubilar a Jaritos, como decidió hacer unos años atrás su homólogo sueco Henning Mankell con su personaje, el comisario Kurt Wallander.
-¡Jamás! No imaginará usted que, en estos tiempos de crisis, estoy planeando sacrificar mis ingresos. Por otra parte, si no fuera por Jaritos jamás me habrían invitado a la Argentina.

19.7.14

Un 'killer' en Nápoles

Maurizio de Giovanni vuelve a crear otro gran personaje

Nápoles, el escenario de todas las novelas de Maurizio de Giovanni./Michal Oravec/elperiodico.com
Maurizio de Giovanni, autor italiano de El método del cocodrilo.
Portada El método del cocodrilo.

Desde que el gran narrador italiano Giorgio Scerbanenco creó las bases del thriller transalpino no se había visto tal difusión del giallo, la denominación itálica de la novela negra. Ya sea por autores naturalizados como la norteamericana Donna Leon (un caso nada raro: el mismo Scerbanenco nació en Kiev) como por una potente serie de escritores nativos como Andrea Camilleri, Gianrico Carofiglio, Marco Vichi y Maurizio de Giovanni entre otros, el término literario giallo ha ganado presencia y prestigio año tras año (pocos recuerdan los spaghetti thriller de los años 70: filmes policiacos sazonados con higadillos y un poco de erotismo local). El detective literario italiano es distante -en kilómetros- del relato criminal nórdico, pero los dos saben retratar con acierto cuando la noche cae sobre el corazón de las personas. El estilo del sur de Europa, además, se reproduce con facilidad.
LOS DOS HIJOS DE DE GIOVANNI / Tradición recuperada y fértil, su producción no destaca solo por la narrativa prolífica de un monstruo como Andrea Camilleri (necesitas para él una librería entera). Maurizio de Giovanni, además, se arriesga a ser progenitor de dos detectives a la vez: el comisario Ricciardi, primero, y el inspector Lojacono, ahora. Ambos investigadores ejercerán en los mismos escenarios de Nápoles pero con siete décadas de diferencia. Que el escritor consiguiera que uno no fuese caricatura ni reflejo del otro, y que las respectivas voces fuesen distintivas y peculiares me provocaba inquietud. Sin motivo: si nuestro autor define a Ricciardi como el guardián «de las almas de la oscuridad», al segundo le llama «il Montalbano del Cottolengo». Bien.
En El método del cocodrilo, Lojacono será -como todos los personajes de este libro- una víctima de los límites del amor. Víctima de los eternos momentos de silencio, del peso de la responsabilidad, pero sin ninguna voz que lo atormente. Trasladado desde Sicilia como sospechoso de connivencia con la Mafia (¡el crimen organizado nunca aparece en las novelas de Ricciardi!) y arrinconado en una oficina cualquiera, Lojacono vive perdido en el Nápoles de hoy, marginado, inseguro entre dos mujeres, olvidado por su familia y cargando el peso de sus decisiones. Un día se involucra en un caso de gran repercusión: los crímenes de El Cocodrilo, un asesino que tiene atemorizada a la antigua ciudad y que el autor escenificará con elegancia, pausadamente y en capítulos cortos, muy cortos.
Más que el Nápoles grotesco y miserable que describía Curzio Malaparte en La piel, Maurizio de Giovanni retrata una ciudad donde nadie quiere problemas. Y este desinterés será el factor que haga invisible a El Cocodrilo, alguien que llora cuando perpetra sus crímenes, que se mueve en silencio (lógico: es un hombre de edad avanzada) y que mata a jóvenes sin hacer distinción por clases sociales o sexos. Estos factores lo harán distintivo, aunque tanto Petros Márkaris como Johan Theorin ya han recurrido a homicidas de edad avanzada y David Mark ya desarrolló los crímenes de un sicario de lágrima fácil. Ahora espero con ansia el nuevo libro. Pero os tengo que ser muy sincero: una vez leído El método del cocodrilo dudo a cuál de los dos investigadores creados por Maurizio de Giovanni quiero más. ¿Dudaréis también vosotros?
EL MÉTODO DEL COCODRILO
Maurizio de Giovanni
Trad.: Celia Filipetto
Roja y Negra.

18.7.14

Diversas formas de escribir novela policiaca

El día de los italianos en la Semana Negra

Escenas de la guerra en la Edad Media, de Degas./laislainexistente.javialvarez.es
Este año el cuadro de fondo de la carpa del Encuentro en la Semana Negra es una reproducción a tamaño gigante de Escenas de la guerra en la Edad Media, de Degas. Las pinturas elegidas cada edición representan siempre un enigma que el público debe desvelar, o al menos interpretar. Degas no habló mucho de su cuadro, pero siempre lo tuvo cerca como si hubiera en él algo de su propia vida. Es una pintura cruel, de abusos y de poder, donde la guerra está al fondo como una simple disculpa y al frente la muerte injusta de la inocencia.

Maurizio de Giovanni: hay que tener valor para contar los finales verdaderos de las historias
Maurizio de Giovanni presentando su novela en la Semana Negra
Maurizio de Giovanni presentando su novela en la Semana Negra
Cacucci no es el único italiano que pasa esta tarde por la Semana Negra. Su compatriota Maurizio de Giovanni es conocido en España por la saga de novelas que protagoniza el comisario Luigi Antonio Ricciardi. Cinco son los títulos que se han publicado. Se desarrollan en Nápoles durante la década de los 30, los años centrales del fascismo en Italia, y no hablan de la Mafia. El comisario tiene una peculiaridad que más bien es una maldición, cuando llega a la escena de un crimen es capaz de captar el último sentimiento y las últimas palabras que dijo la víctima. Pero no es ésta su única saga. Tiene un nuevo inspector con el que acaba de empezar y que se llama Giuseppe Lojacono. La primera novela de este detective es El método del cocodrilo. También se desarrolla en Nápoles, pero en este caso en la actualidad.
De Giovanni reconoce que es un lector apasionado y que ha elegido hablar en sus novelas de los sentimientos. La Mafia y la Camorra son máquinas que están funcionando en su país, pero él no quería hablar de una máquina. El sentimiento es el motor del crimen y de la vida. Los crímenes son alteraciones de un sentimiento positivo. El amor se puede convertir en algo tan terrible como el odio, pero no es lo contrario. Lo contrario al amor es la indiferencia. El odio es otra cara de los sentimientos y de eso quiere hablar en sus novelas. Está convencido de que los protagonistas de la vida son los sentimientos y por eso no puede evitar plasmar el del amor. En este sentido los hombres viven una contradicción pues buscan dos cosas contrarias en las mujeres. Por un lado buscan una mujer que esté presente y que le apoye. Pero por otro también quieren lo inalcanzable. En su obra se refleja esta situación, pues cada uno de sus detectives tiene dos relaciones, una de cada tipo.

Nápoles es un personaje más de sus novelas, no se queda en un simple escenario. El autor dice envidiar mucho a esas ciudades discretas que son como las personas que saludan delante de una cámara de televisión cuando se está entrevistando a otro. Pero no, su ciudad es una olla donde se cuecen sentimientos mezclados. Por eso tiene mucha fuerza. En la comunicación actual se ha dado una especie de proceso de homologación de las ciudades, intentando que todas sean iguales. Habla también de las redes sociales, dice que eso ofrece una sensación de realidad que es ficticia, nos hace ignorar el entorno y nos separamos de esa realidad. En su última novela utiliza este elemento para mostrar de qué forma un asesino se puede convertir en un personaje invisible. El crimen es parte de la vida, pero el problema no se resuelve aumentando el control policial, sino con la participación de los ciudadanos. Si fuese así, si adquiriésemos sentido de la colectividad, habría menos crímenes.

Respecto al comisario Ricciardi, su maldición se debe a que el autor quería que sintiera compasión y el dolor de los crímenes en su propia piel. La compasión no ayuda en las investigaciones, más bien distrae. Nosotros podemos elegir evitar el dolor ajeno, pero su voluntad ha sido que el comisario no lo pudiera hacer, que lo llevase dentro para sentirse solo, sin posibilidad de vivir con nadie. Esas últimas palabras que capta en cada escena de un crimen le obsesionan hasta el final, hasta que desvela el enigma.

Respecto al fascismo en Italia, De Giovanni dice que ha durado 20 años que fueron larguísimos. Si pensamos en esa época, nos vendrá la perspectiva política asociada con la Segunda Guerra Mundial. Pero lo cierto es que se extendió mucho entra la gente de la calle, se denunciaban unos a otros. Ese elemento de transmisión de la información y la delación es también una parte importante que retratan sus novelas.

De Giovanni participa en las redes sociales, reconoce que le sirve para conocer la opinión de sus lectores. Pero la profesión de escritor es una actividad individual, e incluso de un cierto grado de onanismo. Las redes traen un riesgo, el de querer escribir para los gustos de los lectores. Hay historias muy difíciles de contar, con un final diferente al que le gustaría al lector. El novelista tiene que ser valiente, aunque no quiera que la historia acabe así, porque si no tiene ese valor, la novela sería falsa. El deber de la autoridad judicial es la de encontrar al criminal; el del periodista contarlo, pero sin entrar a analizar las razones personales de los delincuentes. Al escritor le corresponde esa tarea, la de colarse en la cabeza del criminal para contar la historia.
Carlos Zanón: concebir la vida como una canción de tres minutos
Carlos Zanón presentando su novela en la Semana Negra
Carlos Zanón presentando su novela en la Semana Negra
Carlos Salem presenta a Carlos Zanón como una voz reveladora de la nueva literatura. Viene de la poesía urbana y eso se nota, en su prosa se cuela el ritmo. Sus novelas muestran una Barcelona que no ven los guiris, la de la resaca de la fiesta que fue la época de las Olimpiadas.

Zanón presenta su novela Yo fui Jhonny Thunders. Explica que con ella quería hablar de muchas cosas, mejor o peor, pero que solo podía escribir él. De las suyas es la novela que le planteó más dudas a la hora de escribirla. Quería que cada capítulo fuese un todo o nada, que se viviera como dentro de una canción de Rock & Roll. Su intención es que fuera intensa, rápida y que atrapese al lector. Dice que no se planteó ninguna transgresión, que el género es solo un cauce para contar sus historias y que no entró a él para adaptarse y seguir sus normas. Ni siquiera es consciente de haber escrito una novela negra. Cree más bien que en su libro hay mezcla y subtipos porque el lector está ya cansado de las novelas cuadradas. El género es una atmósfera donde se mueven los personajes. Eso es lo que le interesaba. Hablando del estilo, reconoce que en la novela busca lo mismo que en la poesía: intención, intensidad, juego con imágenes poéticas… La poesía levanta el velo y te enseña la verdad. Si eso lo puedes hacer en la novela te ahorras tres párrafos y lo agradece el autor y el lector.

Su protagonista, Francis, ha tocado fondo y vuelve al barrio, a las ruinas de su vida. Lo que ve es que los que se quedaron tampoco están mejor que él. La crisis los ha machacado por igual. A pesar de esta afirmación el autor señala que no se trata de una novela moral. En realidad no existe una manera buena de hacer las cosas. A Francis le pierde su carácter. Es un desastre, pero tiene un carisma que hace que los demás quieran estar con él. Lo que va viendo en su regreso al barrio son los cadáveres en que fue convirtiendo a los que se acercaron a él. Su forma de vivir la vida es intensa porque la concibe como una canción de tres minutos. En realidad hay una dualidad en el personaje. Por un lado está Mr Frankie que estuvo a punto de ser un músico famoso y por otro la persona que está dentro, Francis, el hombre que busca la normalidad para recuperar a uno de sus hijos. Sabe que para eso necesita conseguir dinero. La novela plantea una reflexión sobre la pérdida del deseo. Francis ya no desea nada, ni tampoco es deseado por nadie. Su regreso a casa es una búsqueda por volver a sentir esas cosas. Portarse bien le hace alejarse de esa pulsión del deseo. Portarse mal le conduce a la espiral de la adición que siempre gobernó su vida.

Barcelona es un buen escenario, se lo inventó Manuel Vázquez Montalbán: tiene puerto, una sociedad muy vertebrada en asociaciones, una tradición anarquista y además es una ciudad que nunca ha tenido poder. Aunque Barcelona tira mucho no está en la novela. Zanón habla de un lugar que está a las afueras. En el barrio del autor la droga fue una barbaridad que consumió a sus hermanos mayores y que produjo una sensación de derrota que comparten lo mismo los que se quedaron fuera en lo marginal que aquellos que intentaron estar dentro del sistema a toda costa. La diferencia es que los primeros al menos han vivido a tope.

Zanón reconoce que estuvo en grupos, que tocaron e hicieron maquetas. Lo que ha descubierto es que envejecen mejor los novelistas que los músicos. El futuro que se plantea es sobrevivir a Jhonny Thunders.

Pino Cacucci: la voracidad del capitalismo no deja alternativa

Pino Cacucci presentando su novela en la Semana Negra
Pino Cacucci presentando su novela en la Semana Negra
Cacucci apenas tiene que decir nada en la presentación de su novela En cualquier caso, ningún remordimiento. Se ha traído consigo dos buenos amigos que le flanquean y que se encargan de vender su novela. Son Paco Taibo y Luis Sepúlveda. Es italiano, pero habla castellano con presteza y soltura, tanto que no se distingue de sus dos compañeros de mesa.

A Taibo le encanta el título porque es el espejo de estos 200 años de combates que llevamos. Dice del autor que venía haciendo una especie de ensayos híbridos que le habían llevado a explorar historias de Latinoamérica y de Europa. En la Francia de finales del XIX y principios del siglo XX encuentra la historia del grupo anarquista de Jules Bonnot. Los anarquistas, en su trabajo de concienciación, se dividían en varias corrientes según los métodos que adoptaban. Había una parte que quería llevar el anarquismo por los caminos del atentado individual y otra que abogaba por el atraco y el robo como medio de expropiación a la burguesía. Bonnot pertenecía a los últimos y proponía que a la burguesía hay que atacarla donde verdaderamente le duele, en su dinero. En su investigación Cacucci se encontró con documentados, muchas lagunas en la vida del personaje y una serie de grandes instantes que todo el mundo conocía. Cuando la servidumbre de la Historia te pone delante materiales se pueden hacer muchas cosas con ellos, pero cuando están llenos de agujeros solo es posible hacer una novela, no da para un ensayo.

Le salió una novela apasionante y determinista, la vida no le deja otro camino al protagonista. Lo que te atrapa, en opinión de Taibo, son los niveles de injusticia que generó el capitalismo de aquella época y de qué forman van empujando al protagonista hasta que solo le queda un camino posible: el de la pistola. Reconoce que la novela llega a convertirse en asfixiante porque nadie se merece una persecución social como esa. En cualquier caso, ningún remordimiento es un retrato interesante de como el martillo pilón del sistema reduce a un personaje a una resistencia rabiosa. En cierta manera, cuando hablamos de elegir la justicia social y la verdad lo hacemos desde una decisión libre. Sin embargo esta novela altera la idea de un elemento de elección a la hora de optar por el camino de lo que somos.

Luis Sepúlveda señala que lo que les une a los tres es una convicción, la de que, si son escritores, están para escribir las historias de los perdedores, esas luchas que nos han dado categoría al ser humano. Los personajes de esta novela escogieron el camino de la violencia porque la sociedad no les dejo otro. Su protagonista es un proletario, hijo de proletarios, que realiza trabajos deshumanizados, convertido en un animal libre de cualquier derecho. Y sin embargo se hace preguntas para resistir y para volverse fuerte. Se convierte en un organizador de su clase. El camino de Jules Bonnot va de golpiza en golpiza. Lo que intenta es recuperar de esos momentos maltratados la parte que constituye su humanidad. Busca una pequeñita luz, la justa que le permita formar su paraíso: una mujer, un hijo, una felicidad leve… Pero la voracidad del capitalismo no se lo permite, ni le deja otra solución. Las razones de su ira se convierten para el lector en tremendamente justas y justificadas.

Luis Sepúlveda, Pino Cacucci y Paco Taibo durante la presentación
Luis Sepúlveda, Pino Cacucci y Paco Taibo durante la presentación
Sepúlveda recurre a estampas poéticas de un protagonista encarcelado y que a luz de un candil va leyendo y reflexionando sobre la sociedad de hoy en nuestro país, que tampoco es tan diferente, aunque miremos a otro lado para hacer como que en nuestra España esas cosas no pueden ocurrir. Las respuestas a la explotación ya estaban escritas, las va encontrando en muchos textos anarquistas que siguen vigentes.

Sepúlveda remarca que En cualquier caso, ningún remordimiento es la historia de un hombre que no quiso callar ante la injusticia que le tocó vivir. Una novela inolvidable.

Cuando toma la palabra Pino Cacucci lo hace pare decir que «si tienes una pistola, puedes atracar un banco; pero si lo que tienes es un banco, puedes robar a todo el mundo». El ideal anarquista busca desarrollar una conciencia que desemboque en la explosión que fuerce una revolución. Mientras se forma esa conciencia, el tiempo pasa, la vida se va y no reaccionamos.

Su intención con esta novela ha sido contar la otra cara de la Belle Époque. Tenemos la imagen de un momento histórico con gran creatividad, en la que todo el mundo se divertía. No fue así. Lo cierto es que la mayoría de la gente lo pasaba muy mal, llevaban una vida de bestias, en un infierno y con un sueldo miserable. Era la dictadura de los ricos donde la policía cargaba contra los obreros en huelga, les disparaba y les mataba. Eso es lo que pasaba. Los trabajadores estaban desesperados, intentando reaccionar. Los bancos estaban arruinando la vida de las personas.

Este libro no es una biografía, tampoco una novela, es una forma de devolver la palabra a una serie de personas que no la tuvieron y hacernos pensar a los demás que muchas veces aquellos a quienes la crónica define como criminales pueden ser gente sensible a la que no le quedó otra vía.

Juan Bolea: la novela enigma clásica

Juan Bolea presentando su novela en la Semana Negra
Juan Bolea presentando su novela en la Semana Negra
Juan Bolea está en la Semana Negra presentando su novela El oro de los jíbaros. Se trata de la quinta entrega de la inspectora Martina de Santo, una surfera, independiente, sensible y con muchos amigos. La saga empezó en 2005, cuando solo había una mujer detective en la literatura española: Petra Delicado. Bolea se animó y así fueron viniendo las siguientes entregas. En todas ellas ha ido buscando elementos historicistas de las grandes civilizaciones y de sus culturas lejanas. Los emplea como si fueran puzles y los mezcla con el género para enriquecerlo, haciendo así sus propias aportaciones.

Bolea explica que la novelas de Martina de Santos son poco circunstanciales, no se puede decir que sean una pintura de la metrópoli de su época. Son novelas enigma al estilo clásico, en el sentido de que la magia está en la construcción de una historia sobre un acertijo que hay que resolver y saber tirar de la curiosidad del lector que va siguiendo el camino de la resolución. Para descubrirlo, Martina sigue trabajando de una forma muy deductiva, guiándose por un sexto sentido, su olfato y esa capacidad para resolver casos aparentemente imposibles. Las novelas enigma proponen un entretenimiento lleno de lujo, pasión y misterio, lo que hace que el paso del tiempo no sea duro con este tipo de literatura.

Para la historia de El oro de los jíbaros se ha basado en la ceremonia de reducción de cabezas del pueblo jíbaro. No es un acto meramente cruel, sino que tiene mucho misticismo alrededor. Los jíbaros fueron una tribu amazónica extraordinaria y prácticamente inconquistable que ahora viven en una especie de reserva. La idea de la novela arranca de una noticia real en la que aparecieron unas nuevas cabezas reducidas de nueva producción. Los coleccionistas pagaban hasta 60.000€ por ellas. A partir de esa realidad Juan Bolea comenzó a organizar la trama muy para el lector y bastante incruenta en la que van apareciendo sospechosos. Añade que se soluciona al final y solo al final. Entre esos personajes está Alfonso Graña, un gallego que tuvo una vida real legendaria hasta llegar a ser el rey de los jíbaros. Era un hombre que iba con los jíbaros al cine a Manaos y también se los llevaba al ambulatorio cuando estaban enfermos. Aquí su vida está novelada.

Bolea, al despedirse, cuenta que su próxima novela negra está ambientada en Gijón.

17.7.14

Retratos de la Semana Negra de Gijón

Una de las magias de esto es la generosidad de la gente. Nadie retrata a los escritores como Daniel Mordzinski, que hizo esta selección para que disfruten de una buena y elegante despedida de la Semana Negra. ¡Vive le noir!

La escritora uruguaya Mercedes Rosende en la lente de Daniel Mordzinski./elpais.com

La Semana Negra de Gijón terminó el domingo. Hemos estado allí con escritores y fans, con locos del género negro de toda clase y condición, todos (bueno, casi) a una, compartiendo mesa y mantel, copas y risas. Hemos contado el premio Hammett, hemos buscado a Jim Thompson y nos lo hemos pasado genial entre disputas verbales y peleas por Guy Flower. 


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Jon Bilbao desafía al horizonte. El ganador del premio Espartaco a la mejor novela histórica por Shakespeare y la Ballena Blanca nunca quiso escribir una novela histórica. Pero le salió. En la imagen aparece en uno de las estampas típicas de la Semana Negra, con la gran noria al fondo. ¿Una noria? ¿Esto no era literatura? No, es más, es la Semana Negra. 
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Víctor del Árbol, risueño. La imagen es tremenda y sólo puede vivir dentro de la mente de Mordzinski. Del Árbol, un autor que confiesa que busca arañar el alma del lector, un escritor que no deja indemne a nadie que se ponga delante de un libro suyo, un creador de retratos de vidas marcadas por el dolor, aquí, con Dora Exploradora y cara feliz. Genial.
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Gabriela Cabezón Cámara, todo actitud. La escritora argentina, que ya fue finalista del Silverio Cañada en 2009, en un retrato clásico y rompedor al tiempo. Y con un cigarro en la boca. Sacrilegio. 
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Milo Krmpotic y Miguel Barrero prestos a limpiar. ¿El qué? Lo que sea. Milo es escritor, finalista del Silverio Cañada en 2001 por Las tres balas de Boris Bardin, pero fue de todo (camarero, restaurador de muebles) antes de darse a la escritura. Así, que, ¿por qué no barrendero? Barrero es un destacado periodista cultural y ya se sabe que a los periodistas se nos da bien barrer (aunque sea debajo de las alfombras).
Mallo-Salem_X8A5469-c
Mallo y Salem, dos genios. El argentino, organizador del BAN y excelente escritor, y el hispano argentino, poeta negro del alma femenina, son dos grandes shows andantes. Divertidos, cultos, ocurrentes, geniales. ¿No? Miren la foto y piensen que eso no es nada. 
Mateo_Sagasta-Alfonso_3911-c
Alfonso Mateo Sagasta lava más blanco. El escritor, especializado en la novela histórica, busca con ahínco las pruebas del delito. ¿De qué delito? No sé, pregunten a las señoras que lavaron la ropa ensangrentada. 
Sepulveda-Luis_Yánez-Carmen_26-m
Luis Sepúlveda y Carmen Yanez, la elegancia de la mirada. Pues eso, un momento, una mirada, un paisaje, un mundo, un Mordzinski. El escritor chileno comentaba su pasión por la novela negra y su visión de la Semana Negra en primera persona. 

Toni Hill no pasa desapercibido. No para la gente, sí para este bloguero. Hemos intercambiado decenas de correos y escribió un excelente relato para este blog en BCNegra 2013 y, ay, cuando nos cruzamos, ninguno de los dos se reconoce. Es lo que tiene esto de Internet. Queda la foto como homenaje. Otra vez será. 

Un detective chino en la era global

Los problemas de censura que ha tenido en China, que en algunos casos ha supuesto la eliminación "de casi la mitad de capítulos enteros" de sus novelas sobre el inspector jefe Chen Cao

 
Qiu Xiaolong: "Las novelas negras son tan populares porque hay casos de corrupción similares en todas partes"./lainformacion.com
El escritor chino Qiu Xiaolong ha afirmado que en la actualidad "las novelas negras y policíacas son tan populares porque hay casos de corrupción similares en todas partes" y porque tienen "a menudo importantes aspectos sociológicos, culturales y políticos" que hacen que "el lector no sólo se interese por conocer al asesino, sino a la sociedad en la que vive".
Xiaolong ha aclarado, no obstante, las diferencias que existen entre los países, incidiendo en el hecho de que en China "hay un solo partido y los medios de comunicación están controlados". Así, ha recordado los problemas de censura que ha tenido en China, que en algunos casos ha supuesto la eliminación "de casi la mitad de capítulos enteros" de sus novelas sobre el inspector jefe Chen Cao.
En este sentido, ha detallado que "sólo" tres de sus nueves novelas se han traducido al chino y que en lugar de mencionar Shanghai, se ha usado la letra "H" en el alfabeto occidental.
"Los funcionarios censores chinos leen los manuscritos y afirman que esas historias no pueden haber ocurrido en Shanghai. No se puede escribir sobre la parte oscura de la sociedad, sólo sobre la brillante", ha manifestado, al tiempo que ha apuntado que ha tenido que cambiar los nombres de las calles de la ciudad, "aunque los lectores reconocen que se trata de Shanghai".
En todo caso, ha añadido, "lucha para que no haya cambios en sus libros" y se ha mostrado agradecido a sus editores en Hong Kong "porque han cumplido su palabra" de avisarle antes de que haya modificaciones en sus obras.
ESTÁ "CONMOVIDO" POR LOS LECTORES ESPAÑOLES
En una rueda de prensa con motivo del curso magistral 'Un detective chino en la era global' que él mismo imparte esta semana en los Cursos Avanzados de Verano 2014 de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) Xiaolong también ha afirmado sentirse "conmovido" por el recibimiento de los lectores españoles y "la pasión por la literatura que le han transmitido".
En otro orden de cosas, para este escritor, que ha comentado que puede viajar a Shanghai "con frecuencia, pero usando visado de profesor, no como escritor", China vive en la actualidad un planteamiento "cínico" porque "no importan las libertades, sólo importa el enriquecimiento".
De este modo, preguntado por si existe también un "cinismo internacional" porque a China no se le presiona más debido a que es una potencia económica mundial, ha reconocido que "es posible" que esto suceda.
Finalmente, ha insistido, como hizo este lunes en una de sus ponencias, en el "cansancio" que tienen los ciudadanos chinos con la corrupción del Partido Comunista Chino y que intentan "hacer oír su voz" por medios como Internet porque los medios "están controlados" y a pesar de que "Facebook y Google están prohibidos". Por ello, ha lamentado que aunque se han producido "grandes cambios económicos, el cambio político no se ha producido en paralelo".

16.7.14

Censura y violencia: los nuevos relatos en español de Rubem Fonseca

 El libro Feliz año nuevo fue prohibido en los 70. El autor brasileño se enfrentó a la justicia. Se publica el noveno título del narrador y se proyecta editar cinco más

Rubem Fonseca, autor brasileño de El gran arte./latercera.com

No da entrevistas. Esquivo y marginal, sus apariciones públicas son contadas. Sin embargo, cuando Rubem Fonseca viajó a Lima, en 2009, para recibir el doctorado honoris causa que le otorgó la Universidad Mayor de San Marcos, sacó aplausos del público. Antes de entregarles el micrófono a los presentes para que ellos hablaran, dijo: “No soy un hombre interesante. ¿A quién se le ocurrió que soy un hombre interesante?”.

El escritor brasileño que describe en su obra, compuesta por 11 novelas y una serie de libros de cuentos y ensayos, la cruda realidad latinoamericana y la violencia de los barrios bajos de Río de Janeiro, no ha estado exento de la censura. Es más: el narrador llegó un día a tribunales y enfrentó a la justicia carioca. 

El episodio ocurrió el 2 de mayo de 1977. Rubem Fonseca interpuso una acción judicial por la ilegalidad del acto arbitrario del ministro de justicia, luego que su libro Feliz año nuevo fuera prohibido y confiscados por la policía federal. 

El volumen de relatos había aparecido en Brasil, en 1975. Historias sobre fútbol, el tráfico de drogas, prostitutas con hambre y algunas escenas subidas de tono colmaron la paciencia del ministro de Justicia de entonces, Armando Falcâo. Brasil estaba por esos años bajo la dictadura de Ernesto Geisel.

“Retrata en su casi totalidad personajes cargados de complejos, vicios y taras, con el propósito de ilustrar una cara oscura de la sociedad, basada en la delincuencia, el soborno, el latrocinio...”, señalaba parte del documento que elaboró la censura. 

“Leí muy poco, tal vez unas seis palabras, y eso bastó”, dijo entonces el ministro  Falcâo para explicar su decisión. Finalmente, 36 mil copias se confiscaron, en 1977, de librerías y de las bodegas de la editorial Artenova. El ejemplar iba por su tercera reimpresión. 

Ahora, una nueva edición recupera parte de su historia. Y lo mejor: reúne los 15 relatos de Feliz año nuevo, recién editado en Chile por el sello Tajamar. 

La editorial local ya ha publicado nueve libros de Rubem Fonseca desde hace seis años. Partió con su novela más aplaudida, El gran arte (1983), protagonizada por el abogado criminalista Paulo Mendes, que se hace llamar Mandrake y que inspiró una serie de televisión de HBO. Tajamar proyecta editar cinco títulos más para los meses que vienen, que incluye la novela Bufo & Spallanzani (1986), Agosto (1990) y las historias de Diario de un libertino (2003). Los ejemplares, traducidos con modismos locales por el autor chileno John O’Kuinghttons, también son distribuidos en Argentina, Perú y México. 

SANTO O LOCO

Hoy Rubem Fonseca tiene 89 años y vive en Río de Janeiro. Retirado ya del peligro de sus callejeos, en los años 50, cuando formó parte de la policía tras estudiar leyes. Su narrativa, donde se funde el género policial y el realismo sucio, es una suma de experiencias que describen una sociedad corrupta a la sombra de los más poderosos. 

El autor de cabeza calva encendió las alarmas de la legalidad, en los 70, con el relato Intestino grueso, de Feliz año nuevo. La historia es un diálogo entre un periodista con el Autor, quien exige que le paguen por  palabra: la única manera que cederá una entrevista. “¿Puedo darte hasta siete palabras gratis, quieres?”, dice quien finalmente accede a conversar. 

“¿Por qué te convertiste en escritor?”, pregunta el periodista. “La gente como nosotros se convierte en santo o en loco, en revolucionario o bandido. Como no había verdad en el éxtasis ni en el poder, quedé entre escritor y bandido”, responde el  Autor. En las páginas siguientes, el reportero propone hablar de pornografía. El Autor  se refiere a lo que llama “la pornografía de la vida”, ligada “a los órganos de excreción y de reproducción”, y enumera sus resultados: “excremento, cópula, esperma, embarazo, parto, crecimiento”, anota.  

Hacia el final del relato de Intestino grueso, el  Autor concluye: “Llegará el día en que la mejor herencia que los padres le podrán dejar a sus hijos será el propio cuerpo, para que se lo coman”.

Otro reportero protagoniza el cuento Corazones solitarios. Es un sabueso policial, pero irónicamente en la ciudad del peligro, ya no hay muertes, corrupción, sexo pagado, ni escándalos. 

El periodista acepta hacer, finalmente, el consultorio sentimental del diario. Tiene amplios conocimientos de literatura, material que usa a su favor. Sólo hay que agregarle, dice, para responder las cartas, “Una pizca de Romeo y Julieta, una cucharadita de Edipo rey”.