19.10.09

Los misterios de Simenon

Hace veinte años moría Georges Simenon, engalanado con el reconocimiento de muchos escritores que lo consideraban el más auténtico de los animales literarios. Prolífico, desmesurado, rabelesiano, su vida y su obra estuvieron plagadas de números, medidas, cifras. Cuando se cumplieron los cien años de su nacimiento, en 2003, la ciudad de Lieja le rindió un inmenso tributo. Ahora, con París y Lausana a la cabeza, muchas ciudades cosmopolitas hacen lo mismo. Su inabarcable obra, la figura del comisario Maigret y, una vez más, los mitos oscuros de un escritor sin límites, vuelven a ser objeto de un homenaje que no deja de lado los aspectos aún controvertidos de Georges Simenon.



Por Juan Pablo Bertazza

El primer enigma de Georges Simenon es el de su nacimiento. El último da vueltas en el aire todavía ahora. En el medio, la duda de si Simenon –uno de los escritores europeos más vendidos y conocidos de todo el siglo veinte y el primer novelista contemporáneo en ver una obra suya adaptada al cine– vendió su alma al diablo para adquirir una rapidez fabulosa a la hora de escribir novelas, muchas de las cuales las firmó con hasta 27 seudónimos como Jean du Perry, Georges-Martin Georges, Gom Gut, Christian Brulls y George Sim.

El primer enigma es que si bien nació en Lieja, Bélgica, el 13 de febrero de 1903, lo anotaron un día antes, aparentemente por la superstición del número yeta. El último es la razón por la cual, a veinte años de su muerte ocurrida el 4 de septiembre de 1989, sus libros se siguen comprando a lo largo de todo el mundo con un fanatismo que roza lo patológico. Para eso el propio Simenon apunta, desde el más allá, una primera respuesta: “Según las últimas estadísticas que manejo, a los 20 años un campesino francés emplea más o menos 600 palabras; los burócratas de las pequeñas ciudades usan entre 800 y 1200; la pequeña burguesía, 1500 y los intelectuales de 2000 a 2500. Cuantas más palabras uses, menos posibilidades tenés de ser comprendido; las resonancias de cada palabra difieren en cada lector y hay que usar pocas palabras abstractas; más palabras como ‘mesa’, ‘nube’ y ‘cama’, y menos palabras como ‘sublime’ o ‘exteriorización’. Es por eso, seguramente, que mis libros se traducen a un centenar de lenguas”.

Lo notable es que el fanatismo por Simenon trasciende todas las clases sociales, y no alcanza sólo a los amantes de las novelas negras sino también a figuras canonizadas de la literatura, en una amplia gama que va desde su amigo André Gide hasta Petros Márkaris (“Stieg Larsson necesita 800 páginas para contar lo que Georges Simenon cuenta en 150 palabras”), pasando por Gabriel García Márquez, quien alguna vez dijo que El hombre en la calle era lo mejor que había leído en su vida, y, entre nosotros, Osvaldo Soriano, declarado fan.

En 2003, con motivo del centenario de su nacimiento, se generó una especie de revolución en Lieja, su ciudad natal, a partir de una inmensa muestra montada en una carpa de 25.000 metros cuadrados en donde se mostraban fotos de la familia Simenon, documentos oficiales del joven George (como un certificado del Collège Saint-Servais de Lieja donde estudió hasta 1918, año en que este gran autodidacta abandona definitivamente los estudios), algunos de sus primeros artículos publicados en la Gazette de Lieja donde empezó a trabajar a la temprana edad de 16 años, primeras ediciones de sus libros, manuscritos y esquemas llenos de fóbicos y apasionados lápices de colores, calendarios marcados, pipas, camisas de cuadros rojos, fotos del bautismo de su barco Ostrogoth además de su licencia para manejar sobre el agua y, entre otras cosas, una carta de su editor Fayard remarcándole que una de las escenas de Maigret le parece “inverosímil”. Al mismo tiempo, Tusquets hacía lo propio editando toda su obra con el detalle de un fósforo encendido en los lomos y cubiertas de los libros.


Este año se trató de recordar los veinte años que pasaron desde su muerte, para lo cual varias ciudades europeas –especialmente, París y Lausana, dos de los lugares emblemáticos en la vida de Simenon– programaron también diversos actos, debates, exposiciones y conferencias en honor al escritor fallecido a los 86 años. En París, por ejemplo, hubo una gran exposición del pintor Marc Taraskoff con 45 portadas originales de sus novelas, mientras que en Lausana hicieron una prolongada demostración de las técnicas utilizadas por la policía científica de esa ciudad, las cuales eran adoptadas por el propio comisario Maigret. Pero lo que tal vez sea más significativo, se acaba de publicar el Autodiccionario Simenon, una compilación de citas y proverbios del novelista belga, que el periodista francés Pierre Assouline ha rescatado de sus libros, correspondencia personal, conferencias o entrevistas. “Una nueva mirada sobre la vida y obra de Simenon” anuncia el autor, quien ya había escrito en 1992 una biografía.

LA FECUNDACION
Hay algo totalmente pantagruelesco en la obra de este autodenominado “anarquista cerebral” y sonámbulo que, aún hoy, sigue siendo uno de los autores más prolíficos, más traducidos y más adaptados al cine y a la televisión en todo el mundo. Un total de 192 novelas, 158 relatos cortos, varias obras autobiográficas y numerosos artículos y reportajes publicados dan fe de su extraordinaria fecundidad. Ya en materia de mercado, más de 550 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, traducidos a 55 lenguas y publicados en 44 países, convierten a Simenon en el autor europeo más vendido del siglo XX, después de Agatha Christie.

Una barata interpretación psicológica diría que la impresionante fecundidad con que Simenon gastó la punta de su lápiz compensó el dolor que le causaba la pésima relación que tenía con su madre quien, según los especialistas, lo prefería toda la vida a su hermano menor Christian, algo de lo cual se puede entrever en novelas como Pietr-le-Letton y Le Fond de la bouteille.

Sin embargo, podría decirse que Simenon fue un hombre afortunado con las mujeres. O eso dejó entender él mismo cuando, durante una conversación con Fellini a propósito de la película Casanova, confesó haber tenido sexo con treinta mil mujeres, aunque su segunda mujer limitó la cifra a “no más de mil doscientas”; y el propio director italiano hizo un homenaje a esa confesión en la película La ciudad de las mujeres. Entre las amantes conocidas de Simenon se cuenta, nada más y nada menos, que Josephine Baker, la reina de la noche del París de los años treinta.

Claro que entre tanto goce hubo más de una espina. No sólo porque Simenon pasó la mayor parte de su vida casado –contrajo matrimonio con su segunda mujer, la joven canadiense Denyse Ouimet, al día siguiente de divorciarse de la primera, la pintora Régine Renchon– sino también por el suicidio de su única hija Marie-Jo, que sufría problemas mentales al igual que su madre Denyse.

A eso habría que sumarle su unión con la italiana Teresa, una doncella que había ingresado en la casa de Lausana de los Simenon cuando la salud y el alcoholismo de Denyse eran incontrolables, y quien lo acompañaría durante los últimos años de su vida, además de sus innumerables affaires extramatrimoniales, gran parte de ellos con prostitutas.

Esa vida llena de polleras y, por ende, de problemas, como no podía ser de otra forma, le sirvió a Simenon como fuente de inspiración para sus obras, como Tres habitaciones en Manhattan (1946), donde recuerda su idilio con la secretaria canadiense que luego sería su esposa, o Carta a mi madre (1974), escrito cuatro años después del fallecimiento de su madre.

CIUDAD NATAL
Según John Simenon –hijo del escritor–, la ciudad natal de Georges siempre tuvo muchísima importancia en su literatura: “De hecho yo he conocido Lieja a través de sus obras. Para él la infancia fue muy importante, mi padre era como una esponja en aquella época, además su escritura era una forma de dar salida a sus inquietudes y a la falta de amor de su madre”, contó John. “Todo en su obra era biográfico. El decía que no tenía ni inspiración ni imaginación y que todo lo que escribía lo sacaba de la vida.”

Pedigree (1948) es la prueba cabal del testimonio de su hijo. Con más de 500 páginas de extensión, además de ser la más larga de sus novelas (la segunda es L’horloger d’Everton, de 1954, y hay que decir que la mayoría de sus libros son más bien breves) y la que más tiempo le llevó escribir, esta es la novela que menos depende de una intriga, la más autobiográfica, la más ligada a su infancia y adolescencia, y, sobre todo, la más anclada en la ciudad de Lieja. Con algo de novela popular, novela familiar, novela de educación, novela de clase y sátira de la pequeña burguesía de provincia, esta es sobre todo una canción de gesta sobre los pequeños personajes, la novela de una ciudad, la crónica emblemática de Lieja durante las primeras decádas del siglo XX.

Para muchos no sólo es su obra maestra sino también una de las novelas más acabadas de la literatura moderna.

NOMADES
“Yo no tengo de verdad ninguna nacionalidad: mi madre era mitad holandesa mitad alemana, mi padre mitad francés mitad valón. Me casé con una canadiense y muchos de mis hijos nacieron en EE.UU.” A tal punto fue nómada el espíritu de Simenon que parece pertenecer a una tradición de escritores en habla francesa que llega a nuestros días con el anteúltimo Nobel, J. M. Le Clézio. Si sus novelas hacen referencia a 1800 lugares en el mundo entero, podría decirse que más que bibliografía, la obra de Simenon constituye un gran mapa. Y fueron muchas las ciudades en las que el autor belga llegó a instalarse, como París, La Rochelle (Francia), Laurentienne (Canadá) o Lakeville (Estados Unidos) hasta que finalmente eligió Lausana (Suiza) para terminar su vida.

En 1928, después de pasearse en un pequeño barco por los ríos franceses, Simenon se saca el carné de capitán de barco y se hace a la mar con el Ostrogoth, un balandro de diez metros, y junto a Tigo, su primera esposa, emprenden rumbo hacia el gran Norte (Bélgica, los Países Bajos y el Cabo Norte). Es durante ese viaje que Simenon empieza una novela en la que aparece un tal Maigret.

Viajero infatigable pero antiturista –después de una larga travesía por el Mediterráneo, se embarca en un viaje alrededor del mundo entre 1934 y 1935– el propio Simenon declaró alguna vez: “Yo considero al turista como enemigo del mundo entero porque lo pervirtió absolutamente todo. Además generó que todas las ciudades se parezcan a todas las ciudades; ya sea en Francia, Argentina, Brasil, Perú o La India”.

Pero si hay una ciudad de total importancia en la vida de Simenon, además de su ciudad natal, esa es París. Simenon llega ahí en 1922 a los 19 años, luego de la muerte de su padre. Fascinado más por su bohemia que por su clasicismo, y más por sus zonas oscuras que por sus luces, Simenon hace de París la ciudad privilegiada y más presente de sus novelas y el lugar favorito de las investigaciones de Maigret.

“Muchos de los lugares que Simenon describe, sobre todo en los libros de los años cuarenta, desaparecían poco después. Ningún antropólogo cultural habría podido preservarlos mejor para la posteridad” dijo Lis Harris, un crítico del New Yorker.

La segunda ciudad más evocada en sus libros, luego de París, es La Rochelle, donde se instala desde 1932 a 1936. El contraste entre la visión positiva que Simenon tiene del paisaje y la visión negativa sobre la burguesía molestará a muchos de sus habitantes. Aunque, finalmente, en 1989, la ciudad le rendirá un homenaje al bautizar con su nombre al muelle situado al frente del de los Grandes Yates.

También en 1932 emprende un corto viaje de poco más de dos meses a Africa, un periplo suficiente para hacerse una idea definitiva sobre la colonización (belga, inglesa y francesa) y acumular una rica materia para muchas novelas y nouvelles: 600 fotografías de gran calidad y un reportaje bajo el título “La hora del negro” que apareció en el hebdomadario Voilá ese mismo año. Es en este viaje donde concibe la idea del hombre desnudo, fundamental en su obra porque determina que su carrera novelística sea la búsqueda del conocimiento del hombre tal como es, desembarazado de todo maquillaje social, cultural e intelectual bajo los cuales suele disimularse la condición humana. El mayor propósito de este viaje fue denunciar las mentiras de la propaganda colonialista y rechazar las seducciones del exotismo fácil. “La hora del negro” es, así, un panfleto violento contra la empresa colonialista y contra el estereotipo de un Africa lujurioso, alegre y colorido. Esa misma nota terminaba diciendo “Africa nos habla y nos dice mierda” en alusión a una publicidad de Citroen que decía “Africa nos habla”. El artículo generó la terrible paradoja de que le retiraran a Simenon, al gran viajero, por un tiempo, todas las visas por anticolonialista.

Ya convertido en un autor exitoso, Simenon se instala en 1933 en Porquerolles, la mayor isla del Mediterráneo francés, y los salvajes paisajes de la isla le inspiran cuatro novelas. Venía de abandonar Fayard para pasarse a Gallimard; en ese contexto de éxito busca una vuelta a la naturaleza. En ese lugar, la pesca será su principal pasatiempo.

Ya en 1945, Simenon se lanza a la conquista de Nueva York que también va a tener un lugar muy importante en su obra, sobre todo por el valor simbólico que adquiere sobre todo lo que es América. Descubre NY en dos o tres días durante fines de diciembre de 1934, una corta escala en su vuelta al mundo; y vuelve 15 años más tarde, el 10 de octubre de 1945.

Según muchos, en ese itinerario interminable, el último gran misterio de la vida de Simenon es el hecho de que si bien vivió sus últimos treinta años, desde 1957 hasta 1989, en Lausana (el lugar del mundo donde más años vivió), Suiza prácticamente no tiene ningún lugar en sus novelas.

MAIGRET C’EST MOI
Un párrafo aparte merece Jules Maigret. Simenon cuenta que él se encontraba en septiembre de 1929 en el pequeño puerto holandés de Delfzijl donde había dejado para arreglar su barco y ahí se le apareció el personaje como en una especie de iluminación. Pero muchos especialistas dijeron que no se trataba más que de una leyenda para envolver de mito al personaje, un personaje que no nació de golpe y porrazo sino más bien luego de un obsesivo y lento trabajo por parte del escritor. Lo cierto es que el comisario Maigret, uno de los grandes personajes de la literatura policial, apareció por primera vez en 1931 en la novela Pedro el Letón y se mantuvo hasta 1972, en Maigret y Monsieur Charles, durante setenta y cinco novelas y más de veintiocho novelas cortas. “Maigret y yo terminamos por parecernos un poco: pero soy incapaz de decir si es él que se fue pareciendo a mí o yo a él; es cierto que yo tomé algunas de sus manías y él algunas de las mías; muchos se preguntan por qué no tuvo hijos si siempre tuvo ganas. Esa es su gran nostalgia. Bueno, es porque cuando empecé a escribir las Maigret (escribí al menos 30 antes de tener un hijo) mi primera mujer no quería tener y me había hecho jurar, antes de casarnos, que no los tendríamos... Además yo envejecí más rápido que él; en su última reencarnación tiene 53 y medio, y cuando yo lo creé tenía ya 40 o 45; por lo que vivió 15 años mientras yo vivía casi 40; es decir que le di, sin saberlo, mis experiencias y él me dio su actividad. El es uno de los pocos personajes, si no el único, que tiene puntos de contacto conmigo, todos los otros son totalmente independientes de mí” confesó Simenon.

“El estilo de Maigret, de comprender y no juzgar, era el del propio Georges Simenon; tenía opiniones muy fuertes, que no cambiaba, pero tampoco juzgaba”, confirmó alguna vez su hijo, quien declaró que Maigret está inspirado en gente que su padre conoció, como su primer jefe en París, el escritor Binet-Valmer, o su abuelo, “el hombre que él siempre hubiera aspirado a ser, de vida calmada y tranquila”.

HUMANO, DEMASIADO HUMANO
Uno de los grandes misterios en la vida de Georges Simenon, a quien le gustaba decir que “la vida de cada hombre es una novela”, es su ideología. Si bien de muchas entrevistas y de ese panfleto anticolonialista puede leerse un marcado interés hacia lo humano, abundan los rumores de que fue colaboracionista. Según algunos, sólo se trató de un gran malentendido debido a una serie de desgraciadas coincidencias (como su permanencia en Francia durante la ocupación nazi, sus contactos con la extrema derecha francesa y la filiación hitleriana de su hermano menor) lo que provocó una acusación de colaboracionista que le llevó a autoexiliarse durante algunos años en los Estados Unidos. El episodio empezó en 1944, cuando Simenon se instala en Francia y recibe una orden de detención, un episodio kafkiano que lo tendrá en vilo durante más de siete meses; la detención tenía que ver con los rumores de que había servido a la causa alemana publicando novelas en periódicos colaboracionistas y cediendo los derechos a una sociedad de capitales alemanes.

Por otro lado es innegable la insistencia de sus libros en lo que refiere al sufrimiento humano.

En Los crímenes de mis amigos (1938), por ejemplo, un libro insólito con algo de crónica, reportaje y ficción, postula una pregunta que se vuelve leitmotiv de su obra: ¿cómo nace un asesino? Algo que retoma en Carta a mi juez (1946), un maravilloso trabajo cuyo desconocimiento marca a las claras que todavía no hubo una lectura profunda de Simenon capaz de sumergirse en la profundidad de su obra y rescatar los mejores libros. En esa novela, el especialista en policiales, y de quien todos dicen que tiene un estilo sin estilo; medido, económico, sobrio y falto de humor, hace decir al protagonista (un preso que decide contarle a su juez los motivos de su homicidio) que el amor es la necesidad de comunicarse consigo mismo y con el otro, porque uno se encuentra tan maravillado, tiene tal seguridad de estar viviendo un milagro, tanto miedo de perder algo que jamás había esperado, que la suerte no le debía y quizás le dio por distracción, que a todas horas se experimenta la necesidad de tranquilizarse y, para tranquilizarse, de comprender”.

Simenon contaba que por capítulo escrito bajaba 800 gramos y por novela 5 kilos que los recuperaba en menos de un mes. “Cuando uno escribe así, dejás de pensar en expresar ideas, uno piensa en mantener el estado de gracia, un estado completo de vacío de sí mismo para ser el otro. Desde los 15 o 16 años, tuve curiosidad por el hombre y por la diferencia entre el hombre vestido y el hombre desnudo; el hombre tal como es y el hombre tal como se muestra en público, e incluso tal como se mira al espejo. Todas mis novelas, toda mi vida no han sido más que una búsqueda del hombre desnudo.”

fuente:pagina12.com.ar http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com

17.10.09

"Carter es un killer cerebral"

El autor de La astucia de la razón habla del detective que protagoniza sus dos
últimas novelas, donde se divierte con el género negro y ofrece una sombría
visión del Estados Unidos más conservador

Entrevista José Pablo Feinmann

Por Martín Lojo
Los relatos se suceden incansables en el estudio atestado de libros y discos de José Pablo Feinmann. Desbordado por el entusiasmo, el autor de La filosofía y el barro de la historia comenta entre risas cada uno de los detalles de su más reciente creación, el detective estadounidense Joe Carter. Anticomunista, homofóbico y racista, asesino despiadado, Carter protagoniza una serie de novelas plagadas de referencias a la cultura de masas, en las que el humor negro, la violencia y el sexo se mezclan con la política para crear una cruda caricatura del conservadurismo estadounidense. Feinmann contó a adn cultura la génesis de las dos primeras novelas, Carter en New York , en la que el maduro detective investiga a la esposa de un mafioso, y Carter en Vietnam , de reciente publicación, donde se relatan sus fechorías juveniles en la guerra del sudeste asiático.
-Comencé a escribir para entretenerme cuando mi mujer viajó a Nueva York, en diciembre de 2007, y me quedé solo. Hacía tiempo que tenía ganas de escribir una novela norteamericana. Una de las mayores creaciones de esa tradición es el detective clásico, el Marlowe de Chandler o el Sam Spade de Hammett. También el detective malvado, como Mike Hammer, de Mickey Spillane. Escribí primero algunos cuentos jocosos, porque me salía un humor cruel. Cuentos como "El asesinato de Lady Di", que no está publicado, en el que Carter va a Londres a investigar el asesinato de Diana con Helen Mirren. Ese tipo de cosas me mataban de risa. Después escribí Carter en New York y Lloraré por ti, Stella Collinwood , que en principio eran nouvelles . Carter en Vietnam ya es una novela. Con ese libro me convencí de que tenía un personaje, de que me entusiasmaba la temática y el lenguaje que había encontrado. Me interesaba escribir en un lenguaje de traducción.
-¿Cómo elaboró ese lenguaje?
-Me inspiraron las traducciones precarias de la Serie Naranja de bolsillo, de editorial Hachette. Especialmente una novela que admiro mucho, Noche de brujas , de Frederick Brown, o Nick Charles, detective , de Dashiell Hammett. También tomé el doblaje de las series de televisión: "Eres un apestoso", ese tipo de cosas. El lenguaje surgió de ahí y exageré un poco para darle forma. Al ser una lengua de doblaje, doy por supuesto que el lector argentino entiende que los personajes hablan en inglés, porque pueden decir cosas como "vete de aquí o te romperé la crisma". Eso me fascinó muchísimo. También contrastarlo con el narrador, que es muy distinto, tiene un estilo. Hay oraciones larguísimas, sin punto aparte, porque Carter es un loco que empieza a pensar y no puede salir de su paranoia.
-¿Cómo describiría a Joe Carter?
-Es el detective clásico norteamericano, pero en el siglo XXI. Después del atentado a las Torres Gemelas, tendría que estar muy preocupado, ya no por el comunismo, sino por el islam. Todos los odios de Carter, a los negros, a los judíos, a los gays, a los hispanos, son tradicionales en un fascista como él. Pero el odio al islam se mezcla con el miedo y la derrota. Por eso en Carter en New York dice que siempre que va a la ciudad tiene que visitar el Ground Zero. No puede creer esa injuria a su patria. Se siente atacado por un sujeto al que no conoce. Carter asume el destino de América, por eso su discurso encarna todos sus símbolos, desde Mighty Mouse, Popeye y Captain Marvel hasta Cassius Clay. Aun cosas terribles como las bombas atómicas le parecen formidables. Lo veo muy ligado a Mike Hammer, y creo que en la Argentina va a ser inevitable asociarlo a Boogie el Aceitoso, el personaje de Fontanarrosa. Boogie es un mercenario más frontal; Carter no, es un contract killer cerebral y un detective. No se sabe hasta qué punto tiene poder porque, aunque vive como una rata, puede llamarlo el FBI o la CIA para encargarle un asesinato sofisticado.
-¿Cuáles fueron sus modelos?
-Además de los literarios, los detectives y villanos del film noir . Cuando me imagino su cara pienso en Sterling Hayden, el protagonista de Casta de malditos , la película de Kubrick. O actores como Robert Ryan y Robert Mitchum. Son los que me gustan, no Gregory Peck ni Glenn Ford. Admiré desde muy chico a los antihéroes. Jack Palance o Lee Marvin en su etapa brillante en Hollywood. Tendría seis años cuando vi El beso de la muerte , con Richard Widmark, y quedé loco con la escena en que Tommy Udo tira a la viejita por la escalera. Hoy podría ser el villano de Dennis Hopper en Terciopelo azul , un personaje muy poderoso. Me gustan los villanos.
-En Carter en New York, el personaje dice que Estados Unidos hoy no necesita héroes sino asesinos. ¿Cuál es la diferencia entre el héroe estadounidense clásico y el actual?
-Ésa es la tesis fundamental de la novela. Como en Irak, América está dispuesta a hacer la guerra donde sea necesario. Ése es el concepto de guerra preventiva. Carter es el detective de la era Bush, mata sin dudar, sabe que todo lo que se opone al interés americano merece morir. Los héroes de Carter son McCarthy y Hoover, que combatieron el comunismo. Pero desprecia a un héroe como el de Gary Cooper en A la hora señalada . Un referente es la diferencia entre el viejo y el nuevo Batman, tal como lo reformula Frank Miller. El que era un héroe moral incorruptible, a la luz del presente muestra su costado más fascista, capaz de torturar al Guasón. Ahora Miller lo enfrenta con Osama Ben Laden. La evolución de Batman es también lo que Carter representa. Por eso al final de Carter en New York , luego de ser atacado por Al-Qaeda, termina escudado detrás de un escritorio con una ametralladora y un terror paranoico a que regresen. Es como creo que está América ahora.
-¿Cuál es la consecuencia de ese terror estadounidense?
-La ética Bush da como resultado el fanatismo. Aunque no sea consciente de ello, Carter comienza a imitar el fanatismo islámico. El Corán lo fascina y se aterroriza cuando empieza a creer en el poder de Alá. La locura final de Carter tiene que ver con ese reconocimiento, empezar a creer en el dios justiciero e impiadoso del otro. Temer demasiado al enemigo puede llevar a parecérsele.
-Si bien Carter es la encarnación del maniqueísmo conservador, también tiene una gran pasión por la música y el cine de su país, de los que se habla mucho en las novelas.
-Tengo cinco novelas de Carter, porque me salen fácil. En el transcurso de los textos el personaje se complejiza y se vuelve más culto. La verdad, es una gran confesión, admiro mucho a Estados Unidos; la música, la literatura. Creo que Estados Unidos es Nixon, es McNamara. Es Kissinger, el más grande criminal de guerra vivo y al que no pueden juzgar. Una sola vez lo llevaron a un tribunal por el golpe de Estado en Chile, el 11 de septiembre del 2001. Estallaron las Torres Gemelas y la audiencia se levantó, la historia tiene esas cosas increíbles. Pero Estados Unidos también es todo lo que amamos, Gershwin, John Ford, Raoul Walsh, Pollock, Faulkner. Es impresionante la cultura de ese país. Y tiene algo muy interesante, que fue, en principio, el respeto por las libertades individuales. Eso lo llevó a ganar la Guerra Fría, porque nunca estableció, al menos en su territorio, una dictadura, como la Unión Soviética o el nazismo. Aunque sí ayudó decididamente a que se establecieran dictaduras en otras regiones. Cuando ellos dicen " it´s a free country ", esa frase hecha es cierta, es un país libre.
-El personaje expresa la contradicción entre la cultura estadounidense conservadora y la liberal.
-Carter tiene todo lo malo, pero me permite hablar de lo bueno. Todavía no lo enfrenté al problema de que le guste George Gershwin. Es la gran música americana y gran parte del jazz se hace sobre sus canciones, pero es judío e hizo una ópera sobre negros. Va a tener que reformular sus ideas sobre América para llegar a la conclusión de que su cultura es un híbrido y que ese tradicionalismo que busca no existe. Sólo se encuentra en una tendencia política muy de derecha, que es el anticomunismo, y después la guerra contra el terror.
-¿La parodia del policial negro le permitió ser más duro en la crítica?
-No sé si es una parodia. En realidad podría ser considerada claramente un panfleto antiimperialista. Termina con una visión de Estados Unidos terrible, de un imperio que destruye; que donde entra, arrasa.
-¿Cómo surgió el relato de Carter en la guerra de Vietnam?
-Escribí las dos novelas en un mismo mes. Carter en New York me llevó quince días, y después le agregué cosas. Carter en Vietnam la escribí en una semana, a mucha velocidad. Escribo sin detenerme hasta cierto punto, y después vuelvo atrás sólo a lo escrito ese día y el día anterior. Tengo un ejercicio muy grande porque el periodismo exige escribir rápido. El tema de Vietnam atrae mucho. Se me ocurrió que el personaje era veterano, y luego decidí que tenía que mostrarlo de joven. Después pensé meterlo como un personaje más en la historia de Apocalypse Now , la película de Coppola.
-¿Cómo se le ocurrió esa idea?
-Es una película que adoro. Se me ocurrió porque era lógico. Cuando se te ocurre algo así, no ves la hora de empezar a escribirlo. Incluso pensaba prolongar más el efecto, pero me pareció que iba a devorar la novela.
-Un personaje de la novela, Austin Sanders, dice que la esencia de la cultura occidental es el mal, que la cumbre de la civilización es Auschwitz y no la Capilla Sixtina. ¿Cómo pensó esa explicación de la guerra?
-Me inspiré en Dialéctica del iluminismo , de Adorno y Horkheimer. El desarrollo de la razón instrumental que nace con el iluminismo termina en los campos de concentración, un proceso que llaman "la racionalidad al servicio del exterminio". La tesis de Austin Sanders es que la guerra no es lo inhumano, sino que es profundamente humana y cada uno puede encontrar en su condición la capacidad profunda de dañar a otro. La supuesta esencia bondadosa del hombre es una coartada para salvar su pureza, que Sanders no reconoce. Su teoría es que él y William Calley, el oficial que ordenó en 1968 la masacre de cuatrocientos civiles en My Lai, la aldea vietnamita, le hicieron un bien a la humanidad porque mostraron qué es realmente la guerra: el exterminio total del enemigo, militar o civil y la explicitación de la crueldad humana. Una teoría tremendamente nihilista, muy desalentadora, pero muy de acuerdo con las tendencias filosóficas de Walter Benjamin, por ejemplo, cuando dice que la historia no es una cadena de hechos racionales, sino una catástrofe. Lo que ve el rostro aterrorizado del Angelus Novus es el horror que es la historia.
-¿Cuál será la próxima novela?
-En marzo se va a editar Ha llegado Jayne Mansfield , donde se cuenta la infancia de Carter. Cada capítulo está escrito sin punto aparte, es un bloque narrativo. Va a ser difícil para el lector. Hay una apuesta mucho más deliberada y evidente por el estilo literario, la ambición literaria. En estas dos seguramente también la hay, pero no resulta tan evidente. La serie continúa con Rubias de California , Tommy Nazario por knock out , La amante española... Tengo un montón, Carter da para mucho.
-¿Qué significó para usted crear un personaje para una serie de novelas en las que utiliza sobre todo materiales de la industria del entretenimiento?
-Creo que trabajo con géneros populares para crear algo bastante denso. Rubén Ríos, un filósofo amigo, me dijo, a propósito de Carter en Vietnam : "Muy buena esa mezcla de cómic con reflexión pesada". Me encantó esa definición. Esto es nuevo para mí. Alimento la secreta ambición de crear un inspector Maigret o un Pepe Carvalho y llenarme de guita de una vez por todas. Se me puede reprochar que escribo sobre un personaje extranjero, pero en la era de la globalización está todo permitido. ¿Por qué no voy a escribir sobre un detective yanqui? Éste es mi personaje. Estoy contento con la serie, vamos a ver si alguna vez la pego. Cuando no tengo que escribir ensayos, cuando estoy cansado de mis trabajos cotidianos, me pongo a escribir Joe Carter.
© LA NACION

"Vivimos tiempos de estafas ideológicas"

Por siempre Chanel

http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com

14.10.09

El primer festival de Novela Negra de América Latina reúne en Chile más de 40 autores

Santiago Negro. El primer Festival Internacional de Novela
Negra en Santiago se inspiró en La Semana Negra de Barcelona y La Semana Negra
de Gijón.


El primer festival internacional de novela policial de América Latina, Santiago Negro, reúne a más de 40 escritores españoles y chilenos de novela negra en Santiago de Chile, que desde hoy y hasta el 18 de octubre se convertirá en la capital regional del género.

Entre risas y aplausos, el escritor y responsable del evento, Ramón Díaz Eterovic, confesó al público asistente cuales eran los objetivos del festival: promocionar el género negro, y sobretodo, fomentar su lectura.

Escritores españoles como Juan Madrid y Andreu Martín, acompañados de autores chilenos como Bartolomé Leal y José Gai ofrecieron hoy una charla para responder a la pregunta ¿por qué se escribe novela negra?.

La embajada de Bélgica colabora en el certamen con la exposición "George Simenon en el cine", una colección de afiches cinematográficos sobre el prolífico autor, conocido por ser el padre literario del inspector Maigret.

También se exhibirá una muestra de cómics con viñetas publicadas desde la década de los cincuenta hasta la actualidad, que repasan la presencia del género negro a lo largo de la historia de la literatura chilena.

Los cuerpos policiales, protagonistas habituales de este tipo de novelas, participarán mediante una exposición de Carabineros de Chile y una exhibición de la Brigada Canina de la Policía de Investigaciones.

Para los más pequeños, los organizadores anunciaron actividades de cuenta cuentos, juegos de pistas y videojuegos, y para los más adultos, una sesión de radioteatro basado en la novela del escritor chileno Poli Délano "La muerte de una ninfómana".

El primer Festival Internacional de Novela Negra en Santiago, inspirado en La Semana Negra de Barcelona y La Semana Negra de Gijón, espera involucrar a la mayor cantidad de público para que el encuentro sea un acontecimiento bianual que se constituya en un referente en la región.

Saviano "reaparecerá" en la V Semana Negra de Barcelona
El argentino Guillermo Saccomanno se quedó con el premio al mejor policial en Gijón


fuente:EFE http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com


13.10.09

Henning Mankell dice adiós para siempre al detective Wallander

REFERENTE DE LA NOVELA NEGRA NÓRDICA

Tras otros dos intentos de enterrarlo, la trama de la novela hace irreversible la retirada del personaje. El escritor sueco publica ‘El hombre inquieto’, la 11ª y última obra protagonizada por su antihéroe


El escritor sueco Henning Mankell, hace dos años, durante una visita a Barcelona
ERNEST ALÓS
Esta vez sí: Henning Mankell, quien popularizó internacionalmente la novela negra escandinava con las novelas protagonizadas por el desilusionado, obeso y entrañable inspector Kurt Wallander, ha dicho adiós para siempre a su criatura. El 11° libro de la serie Wallander, El hombre inquieto, «hace imposible que haya otro». Lo anunció hace un año a este diario. Pero, ha revelado después, «no muere». Por un lado, la novela que llega esta semana a las librerías parte de la desaparición de un oficial de la Marina, suegro de su hija Linda y remite al espionaje durante la guerra fría y a las incursiones de submarinos en los años 80. Pero El hombre inquieto es sobre todo un largo y progresivo adiós a un personaje destrozado por el envejecimiento.

LOS MOTIVOS

El empeño de Mankell por dejar atrás a su personaje –«para no aburrirme», ha dicho, pero también para dejar paso a las novelas comprometidas con África– viene de lejos. La fecha de publicación del último Wallander en Suecia es 1999: entonces publicó La pirámide, cinco cuentos de los que dijo que eran las últimas pinceladas tras las que solo debía seguir «el silencio». Después vino el éxito internacional (Tusquets empezó a publicar las novelas de Mankell en el 2000, y solo las protagonizadas por Wallander han sumado desde entonces 596.000 ejemplares) y en el 2002 hizo un segundo intento con Antes de que hiele: abrir una nueva serie protagonizada por la hija del inspector, Linda, que tras ingresar en la policía iría dejando en segundo plano a su padres.
El éxito de la última adaptación televisiva sobre Kurt Wallander, una producción para la BBC a cargo de Kenneth Brannagh estrenada a finales del 2008 y galardonada en los premios Bafta, ha sido probablemente el empujón que ha necesitado Mankell para volver por última vez a su personaje y cerrar su historia de forma irrevocable. Pero la de Brannagh no ha sido la única adaptación. Pueden encontrarse hasta tres series de telefilmes basados en las novelas de Mankell. La primera, producida por la televisión pública sueca y con el obeso y rubio Rolf Lassgård como Wallander –el actor que según Mankell mejor refleja a su criatura–, trasladó entre 1994 y el 2007 las nueve primeras novelas sobre el inspector.

ÉXITO DE BRANNAGH
La segunda adaptación, a cargo de la misma productora de Millenium y que emite BTV, se compone de 13 episodios (y otros 13 más en producción) basados en guiones de Mankell, y con el actor Krister Henriksson de protagonista. Pero la versión definitiva, novela a novela, parece que será la producida y protagonizada por Brannagh: la BBC ha emitido las tres primeras TV movies y está produciendo otras tantas.
El adiós final a Wallander, pues, aún se hará esperar, pero será televisivo. A no ser que Mankell aproveche la ventana que deja abierta en la novela para recuperar a una Linda Wallander que cada vez se parece más a su padre como protagonista y mantener a Kurt, eso sí, limitado a ser una fantasmagórica presencia. Difícilmente habrá más que esto. «Wallander (...) no quería ser un viejo que se repetía», deja ir el autor en la página 64. «El relato de Kurt Wallander termina ahí, irrevocablemente», sentencia como broche final.

12.10.09

La mirada del observador

¿Marc Behm? ¿Quién es Marc Behm?




No me preocupé mucho y seguí al interior de sus paginas, como corresponde a todo texto que está precedido de un aura mítica y de leyenda: leerlo. A ver qué. La novela lo atrapa a uno como lo hace la heroína, que para bien o para mal sigue siendo una heroína- lástima que ésta palabra se confunda con el adictivo inyectable- envuelve a sus víctimas, dice mucho: una asesina en serie que mata a sus maridos, apenas le transfieran el dinero a su cuenta bancaria. Pero también está El Ojo; el detective que nos cuenta, y por él nos enteramos de esta travesía de asesinatos. Y nos dá su mirada de lo que está pasándole. Mientras pasamos con él en esta obsesión por la asesina, que uno termina practicamente enamorada de ella.



En una novela negrocriminal pareciera que a los autores no se les está permitido darse licencias con el lenguaje. Pero La mirada del observador, deja un remanente de una prosa seca, económica como corresponde a las necesidades de la trama de la travesía de los asesinatos de una asesina en serie, que usa toda la mamposteria del teatro de máscaras para disfrazarse y siempre salir airosa de cada asesinato y nunca ser atrapada, que uno desea que no lo sea por la persecusión hostigante de El Ojo, que se trasmuta a nuestra mirada de estos hechos, a los que no se les atraviesa ningún juicio ético ni moral para disfrutar su lectura. Una Excepcional Novela.



Pero ¿Quién es Marc Behm? El prólogo de RBA Libros está escrito por Paco Camarasa. Copio cierta información básica de este autor. "Fue soldado en la Segunda Guerra Mundial, guionista de Hollywood. Se afincó en Francia, donde publicó poco pero condundente. En 1983, el suplemento literario de Le Monde, calificó La mirada del observador como la mejor historia policíaca de la última decada. Los mejores lectores negrocriminales de Francia se agrupan en la Asociación 813, y ellos decidieron darle su premio en 1982 a la mejor novela traducida.

El 12 de julio de 2007, en Gijón, durante la Semana Negra que celebraba alborozada su vigésima edición (los milagros existen), como casi cada año, en alguno de los lugares donde los negro criminales nos intercambiamos lecturas, pasiones, rechazos, quejas y deseos hablaríamos de La mirada del observador. Alguien preguntaría cómo conseguirla. Estaba agotada, la editorial había desaparecido y no dabamos con ella en el mercado de segunda mano ni por casualidad. Quien tiene un libro de Behm no lo presta a nadie; mucho menos lo vende.

El 12 de julio de 2007, en un pequeño pueblo de Francia, fallecía, triste, solitario y final, Marc Behm. Un narrador raro, sugerente, original, distinto y próximo. Un hombre al margen.

El próximo 12 de julio de 2008, en la Semana Negra de Gijón, uno de los deseos del año pasado se habrá visto cumplido: la reedición de La mirada del observador. El Ojo y Lucy-Joanna podrán tomar contacto de nuevo con sus lectores y lectoras y seducir de la forma en que sólo las grandes novelas pueden hacerlo. Redescubrir el viejo placer de la lectura.

Pasen y lean."


fuente: La mirada del observador, Marc Behm, RBA Libros, Serie Negra, 259 páginas, 2008, Barcelona.

9.10.09

150 años Conan Doyle


Me sorprende lo desapercibido que pasó el sesquicentenario del nacimiento
de sir Arthur Conan Doyle, creador del inmortal Sherlock Holmes, cuyos métodos deductivos fueron calcados por nadie menos que el Dr. Freud, inventor del sicoanálisis.


Ricardo Bada

Los puristas seguramente se emperrarán en seguir afirmando que el padre de los detectives modernos es el Auguste Dupin de Edgar Allan Poe, y en parte se sentirán apoyados por el propio Conan Doyle, el cual dijo alguna vez que «si cada autor de una historia en algo deudora de Poe, pagase una décima parte de los honorarios que recibe por ella para un monumento al maestro, se podría hacer una pirámide tan alta como la de Keops». Y es cierto que Sherlock Holmes le debe a su colega francés la listeza sin par y la brillantez deductiva, además de una incuestionable superioridad intelectual y mental respecto de la policía común y silvestre. Pero por las razones que sean, Auguste Dupin no es un mito: y Sherlock sí que lo es.
Borges lo dejó dicho de manera indeleble: «No salió de una madre ni supo de mayores. / Idéntico es el caso de Adán y de Quijano». No «lo soñó un irlandés» como quiere Borges más adelante en ese mismo formidable poema de Los conjurados: aunque hijo de madre irlandesa, Conan Doyle era escocés. Pero sí acierta al final, Borges, con unos alejandrinos de desarmante naturalidad: «Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una / de las buenas costumbres que nos quedan. La muerte / y la siesta son otras. También es nuestra suerte / convalecer en un jardín o mirar la luna».
Y como es lógico, esta columna no puede terminar sin una aventura –más o menos inédita– de Sherlock Holmes.
Sherlock Holmes y el Dr. Watson se fueron a pasar unos días de camping. Tras una buena cena y una botella de vino, se desearon buenas noches y se acostaron en sus respectivos sacos. Horas más tarde, Holmes se despertó y sacudió con el codo a su fiel amigo:
– Watson, mire hacia arriba y dígame qué ve.
Watson contestó:
– Veo miles y miles y miles y miles de estrellas...
– Y éso ¿qué le dice? –quiso saber Holmes.
Watson pensó por un minuto y decidió impresionar al detective empleando su propio método deductivo:
– Desde un punto de vista astronómico –dijo–, me dice que existen miles de galaxias y por lo tanto, potencialmente, millones de planetas. Astrológicamente, me dice que Saturno está en conjunción con Leo. Teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y que nosotros somos pequeños e insignificantes. Cronológicamente, deduzco que deben de ser alrededor de las 3:15 a.m.. Y meteorólogicamente, intuyo que mañana tendremos un hermoso y soleado día. ¿Y a usted qué le dice, mi querido Holmes?
Tras un corto silencio, Holmes repuso:
– Lo elemental, querido Watson: que cada día es usted más necio. A mí ese cielo estrellado sólo me dice que nos han robado la carpa».

8.10.09

Philip Kerr gana el Premio RBA de Novela Negra

El escritor escocés se hace con el galardón
mejor dotado de su género por la última entrega de la saga 'Berlin Noir
'


El escritor escocés Philip Kerr ha ganado hoy la tercera convocatoria del Premio Internacional de Novela Negra RBA, dotado con 125.000 euros, con "Si los muertos no resucitan", un nuevo título protagonizado por su conocido detective alemán Bernie Gunther, con el que culmina la saga Berlín Noir.
Presentado con el pseudónimo de Nicholas Dark, el jurado del premio, al que concurrían 167 manuscritos, ha destacado del relato su "documentación excepcional, su capacidad de fabulación", llegando a afirmar su portavoz, Lorenzo Silva, que remite a los grandes clásicos del género como el norteaericano Raymond Chandler. Si los muertos no resucitan está ambientada en el Berlín de 1934, justo antes de la organización de los Juegos Olímpicos de 1936, y también transcurre en la Cuba de Batista, 20 años después, con una reflexión de fondo sobre los totalitarismos.
Philip Kerr (Edimburgo, 1956) presenta en esta sexta entrega protagonizada por el duro, cínico, pero también sensible investigador privado Bernie Gunther una Alemania en la que el nazismo está en su pleno apogeo y donde se prepara un boicoteo, nunca ejecutado, en contra de los Juegos Olímpicos. El detective Gunther -que ha sido despedido de la policía berlinesa tras la llegada de la extrema derecha al poder- trabaja ahora en el Hotel Adlon, donde sigue la pista a varios robos y a la muerte de un cliente. Paralelamente se desarrolla una historia de corrupción y crímenes que une a las altas esferas del nazismo con el crimen organizado estadounidense. 20 años después de estos hechos, los protagonistas volverán a encontrarse en la Cuba de Batista, un nuevo escenario de corrupción y homicidios.
"Cada nación tiene su propio holocausto en el armario"
Philip Kerr ha defendido que "cada nación tiene su holocausto en el armario" y ha agregado que España, por ejemplo, "lo tiene en Latinoamérica". "Alemania en el contexto de la Segunda Guerra Mundial fue lo peor, pero en diferentes períodos cada país ha cometido sus crímenes terribles". El autor británico ha señalado que sus obras tienen buena aceptación en el país germano y ha sostenido que "durante mucho tiempo los alemanes estaban impedidos y no podían escribir sobre esa temática".
El premio Internacional de Novela Negra RBA, el mejor dotado del mundo en su género, lo obtuvo en su primera edición Francisco González Ledesma, con Una novela de barrio, mientras que el italiano Andrea Camilleri ganó en 2008 con La muerte de Amalia Sacerdote. El jurado de este año estaba formado por Lorenzo Silva, Soledad Puértolas, Suso de Toro, Antonio Lozano, la editora Anik Lapointe y Paco Camarasa, secretario con voz pero sin voto, encontrándose la novela ganadora en las librerías a finales del próximo mes de octubre

4.10.09

Tras los pasos de Stieg Larsson

Noomi Rapace es Lisbeth Salander


Por Gabriela Navarra Enviada especial gnavarra@lanacion.com.ar

Murió a los 50 años sin ver publicadas sus obras. Ahora es el escritor sueco más exitoso, con 15 millones de ejemplares vendidos de su trilogía Millennium. LNR visitó, en Estocolmo, los escenarios de las obras de Stieg Larsson y descubrió que su legado es una nueva novela: la lucha por los derechos artísticos y por una herencia de unos 70 millones de euros

Los claroscuros de la noche dibujan figuras fantasmales en las esquinas de Södermalm, la isla más grande de Estocolmo, barrio de obreros en la época de oro del capitalismo, ahora lo más "in" de la bohemia artística e intelectual de la capital sueca. Con paso decidido, pero sin apuro, el periodista Mikael Blomkvist recorre los 500 metros que separan la redacción de Millennium -en la céntrica Gotagatän, sobre las oficinas de Greenpeace- de su ático en Bellmansgatan 1, desde donde dispone de una de las mejores vistas del lago Mälaren. Alguien persigue a Mikael Blomkvist, editor en jefe de una revista que investiga los negocios más sucios de la clase dominante y el alto empresariado de Suecia: estafas, asesinatos, manejo de información secreta, tráfico de drogas, prostitución. Alguien muy poderoso persigue a Mikael Blomkvist. Pero él no parece dispuesto a darse por vencido. Y mucho menos, a tener miedo.


Había una vez un periodista sueco llamado Stieg Larsson que decidió darse un gusto siempre pospuesto: escribir novelas policiales. Este periodista -nacido y criado en una ciudad del norte de su país, Skellefteå, donde los inviernos duran una eterna noche de seis meses de oscuridad y frío- agregó horas a su trabajo como editor en jefe en la revista Expo, de reconocida raigambre antifascista y antirracista, y escribió de un tirón -que duró entre dos y tres años- los tres primeros libros de la Trilogía Millennium, que en 2000 páginas relata de un modo a veces no tan fácil de distinguir entre ficción y realidad los aspectos más oscuros del aparentemente perfecto modelo nórdico. Como hilo conductor de la trama, Larsson -un confeso trotskista, rebelde y libertario- elige historias centradas en la subordinación y la violencia (real y simbólica) contra la mujer.

Pero poco después de entregar el último libro de la trilogía sucedió algo que nadie esperaba: el periodista (fumador de dos atados diarios y adicto al café) sufrió un infarto. Y se murió. Era un día lluvioso y gris de noviembre de 2004. El 15 de agosto ha
bía cumplido 50 años.
Sus libros se publicaron igual. Y se convirtieron en un éxito jamás soñado por la historia editorial sueca: 15 millones de ejemplares distribuidos en 41 países (en la Argentina, editado por Planeta, 45.000 en menos de un año y siempre ubicado entre los cinco primeros puestos de los rankings) y tres películas vendidas a 27 países (entre ellos, el nuestro).
Vaya paradoja, al morir, el hombre que defendía a las mujeres dejó a su compañera de toda la vida sin una corona ni derecho alguno sobre su obra y -además- enfrentada a dos hombres: la ley, en Suecia, está basada en el derecho germánico medieval, que privilegia la sangre por encima de todo. Como Eva Gabrielsson y Stieg Larsson nunca se casaron ni tuvieron hijos, cada céntimo de Millennium y todos los derechos artísticos fueron heredados por Erland y Joakim Larsson, padre y hermano del periodista. Eva no tiene siquiera el derecho de reclamar frente a la Corte.
El legado de Stieg Larsson parece una nueva novela: están en juego los derechos sobre su obra y una cifra que nadie quiere precisar pero que podría alcanzar los 70 millones de euros.




Un hombre único
Eva Gabrielsson llega puntualísima a la cita en la plaza de Slussen, la primera estación de metro en Södermalm. No ha sido difícil reconocerla entre la gente: su cabello rubio a los hombros, anteojos, un abrigo liviano y un cigarrillo encendido. Después de los saludos de rigor, explica que de nuestro país conoce algunos buenos vinos y la desaparición de la estudiante sueco-argentina Dagmar Hagelin, de 17 años, en 1977, mientras pronuncia no sin dificultad el nombre y apellido de su captor, Alfredo Astiz.

Caminamos algunas cuadras hasta la terraza de Mosebacke, el exclusivo barrio donde se muda la protagonista de la Trilogía, Lisbeth Salander.

"No, no nací en Estocolmo. Vine aquí en 1977, con Stieg, a estudiar arquitectura. Nos habíamos conocido en 1972, en Umea. Stieg nos reclutó a mí y a mi hermana Asa para un grupo opositor a la Guerra del Vietnam. Teníamos un gran enojo contra la injusticia."

Eva dice que no fue "amor a primera vista" y que el primer beso -apasionadísimo, como siempre sería su relación- vino recién un año después.

-Se fue dando gradualmente -recuerda-. La atracción era muy fuerte; nos parecíamos mucho. Gente muy intelectual, que no aceptaba mentiras, que quería hacer cosas... Finalmente había encontrado a alguien que hacía posible que me diera cuenta de lo que yo quería hacer. Yo supe que ese hombre cambiaría mi vida y él supo lo mismo de mí. Entonces no fue un romance: fue mucho más. A menudo la gente se convierte en una pareja romántica; entonces, funciona por unos años; nada más. Pero nosotros siempre encontrábamos cosas nuevas; nunca nos sentíamos estancados. Teníamos profesiones distintas, y eso hacía muy interesante el intercambio. Yo había pensado en ser periodista, como mi padre, pero luego decidí que no.

-¿Por qué no tuvieron hijos?

-Mis padres se divorciaron cuando era muy pequeña y fue algo horrible. Uno nunca sabe qué pasará en la vida, y yo buscaba fortalecerme en el terreno laboral. Cuando estuve más ubicada, no pude quedar embarazada. Y después la industria de la construcción se vino a pique.

-¿Y por qué nunca se casaron?

-Porque en Suecia todos los registros de datos de los ciudadanos son públicos. Stieg había escrito sobre la extrema derecha desde los años 90 y en Europa estaban muy interesados en saber quién diablos era este periodista. Los grupos de derecha son marginales, pero poderosos. Tienen sus listas de enemigos y atentan contra ellos. La cuenta de la electricidad y del teléfono estaban a mi nombre, y él no estaba casado con nadie. De ese modo no lo perseguirían ni me perseguirían a mí.

-Dicen que si hubiera dejado un testamento usted podría haberlo heredado...

-¿Un testamento? ¡Si no teníamos nada! Sólo nuestro departamento, de 56 metros cuadrados y que después de cuatro años de enfrentamientos con su padre y hermano está a mi nombre.

Eva da una pitada larga a su cigarrillo. "Soy una buena pagadora de impuestos", dice secamente, como para no dejar lugar a ninguna pregunta, y mira los anillos de su anular izquierdo: una alianza de oro común y otra más grande, con un diseño. "Era de Stieg", dice, triste.

-¿Stieg estaba enfermo?

-No que él supiera. O yo. En su familia materna es común morir jóvenes: la madre murió a los 56 años. Había tenido cáncer de mama, pero murió de un derrame cerebral. El día en que Stieg murió había tenido que subir los siete pisos de Expo por escalera; no funcionaba el ascensor. Creo que eso, más el estrés, lo aceleró. Pero no iba a llegar a viejo. Estaba escrito en sus genes.

Un amigo kurdo
Stieg Larsson lo hace aparecer con su nombre y apellido en el tercer libro. La relación que unía a Larsson con el periodista y escritor kurdo Kurdo Baksi, refugiado en Suecia desde su adolescencia (llegó a los 14 y tiene 44), parece ser muy cercana y estrecha, y de eso dará cuenta el libro que Baksi publicará, a principios del próximo año, por el mismo sello que editó a su malogrado amigo. "Se titulará Mi amigo Stieg", dice orgulloso Kurdo en su simpático español, que afirma haber aprendido cuando vivió en Cuba -también asegura haber estado en Buenos Aires, aunque nunca contará ni cuándo ni para qué.

Kurdo y Larsson se conocieron a principios de la década del 90, cuando un delincuente racista, "el Hombre del Láser", asesinaba gente de cabello oscuro por las calles de Estocolmo con una pistola láser. "Como representante de los inmigrantes convoqué a reuniones y hasta a un paro, para expresar nuestra preocupación -recuerda Kurdo-. Stieg fue uno de los que propusieron que también adhirieran todos los suecos, rubios o no... (se ríe)."

En 1995, la bancarrota amenazó a Expo. Entonces Kurdo, que editaba la revista Blanco y Negro, sobre temas de inmigración y minorías, incluyó Expo dentro de su propia revista. Y la salvó del derrumbe, dice.

"Stieg siempre quiso escribir, pero trabajó desde 1978 hasta 1999 en la agencia T y T como dibujante y gráfico, el mismo trabajo que hizo su papá, Erland -recuerda-. No pudo ingresar en la facultad de periodismo porque no tenía las calificaciones y creyó que entrando en una agencia como gráfico tendría la posibilidad de escribir: fueron 23 artículos en 21 años. Los tengo en mi poder. Después pidió el retiro voluntario y desde el año 2000 se concentró en Expo y en sus novelas. Nunca tuvo demasiado dinero: hasta dejó de fumar cigarrillos de marca para comprar tabaco y hacérselos él mismo."

Kurdo dice que a fines de este año va a casarse. "Lo decidí después de ver lo que le pasó a Stieg -asegura-. Toda la vida medié entre la gente, pero nunca me tocó que una parte no quisiera venir a la mesa de discusión -explica-. La mujer de Stieg quiere todo. Es muy difícil. Los periodistas me dicen «ayuda a esa mujer, ayúdala». Pero ¿cómo voy a ayudarla si no quiere hablar?"

Una coescritora
"Kurdo no es malo; tan sólo un oportunista. Necesita dinero y utiliza la historia de Stieg para lograrlo", afirma Eva Gabrielsson. "Puede que, para él, Stieg fuera su mejor amigo, pero no era lo que Stieg sentía por él. Sus verdaderos amigos no salieron a promocionarse."

-Algunos dicen que en la computadora que usted tiene (y que en realidad es propiedad de Expo, la revista donde Stieg trabajaba) está el cuarto libro de la saga...

-No puedo responder. Protección de fuentes.

-¿Pero algo de eso formará parte del libro que usted piensa publicar?

-Tampoco puedo responder. Mi libro está terminado y relata todos estos años sin Stieg.

Otra vez, Eva Gabrielsson se refugia en el ritual del cigarrillo. Después de apagarlo con firmeza, toma la colilla y la guarda en el atado. Curiosa fumadora, preocupada por el medio ambiente. Y vuelve a navegar en sus pensamientos.

-Stieg y yo teníamos planes. Muchos planes. El iba a escribir diez libros. Los primeros tres serían económicamente para nosotros. El cuarto, para Expo; el quinto, para grupos de defensa de mujeres abusadas y maltratadas. Y también queríamos construir nuestro cottage en Sandham (N. de la R: una isla distante hora y media de navegación de Estocolmo, y donde transcurre parte de la historia de Millennium). Ya están los planos, yo misma los diseñé. Una casa totalmente ecológica. No dejo de soñarla...

Eva dice que Stieg tenía una voz melodiosa y firme y ojos color miel, que era bromista y nada tímido: "Caía muy bien a las mujeres, pero nada que ver con su personaje".

Eva agrega que tanto Stieg como ella fueron criados por sus abuelos. "Mis padres se divorciaron cuando yo era muy chica. Los padres de Stieg eran jóvenes y no podían ocuparse de él, aunque enseguida tuvieron otro hijo; entonces, él se fue a vivir con sus abuelos maternos hasta los 9 años -recuerda-. El abuelo Severino era un militante trotskista torturado en un campo de concentración nazi. Cuando murió Severino, Stieg se fue a vivir con su padre, su madre y su hermano, pero no tenía nada en común con ellos. Es muy difícil tratarlos. ¿Qué quiero? La plena posibilidad de manejar el legado literario y un porcentaje de los derechos de su obra. Esto significa evitar que los editores y la familia vendan todo sólo por dinero, que es lo que están haciendo, incluidas las películas, algo que Stieg no quería hacer, al menos no de una manera tan inmediata y no con esta compañía, sino con gente más capacitada y que cuidara realmente el producto. Pero nadie pone freno a esto: los personajes ya se vendieron para continuar la historia."

El departamento que Eva y Stieg ocupaban en la isla de Reimersholmer, a 15 minutos del centro de Estocolmo, es inaccesible para los desconocidos, incluida la prensa. "Estrictas razones de seguridad -vuelve a explicar Eva, mientras acepta la cita en el puente que une la pequeña isla con Södermalm-. Vinimos a vivir aquí porque la isla tiene una sola salida y, ante algún atentado, era posible cerrar ese puente (algo que le habría dado a Larsson la idea para su primera novela).

Buena parte de la historia se desarrolla en Estocolmo, en lugares reales. "Stieg no tuvo tiempo para investigar -dice Eva-. Y usó parte de la investigación que yo estaba haciendo sobre la ciudad. Además, discutíamos siempre los contenidos de sus historias; yo estaba familiarizada con todos sus textos."

Nordstedts, la elegida
Stieg Larsson y Eva Gedin no se conocían hasta que él, aconsejado por un amigo en común, fue a verla con los manuscritos de los dos primeros tomos de Millennium a las elegantes oficinas de la editorial Nordstedts en el centro de Estocolmo.

Gedin, de 46 años, está a cargo del departamento de Ficción de la casa, y confiesa que el negocio editorial le corre por las venas, ya que es sobrina de un editor muy conocido en Suecia e hija de una traductora también muy vinculada al mundo editorial. "La obra de Larsson, desde el inicio, fue algo poco común -explica-. Es muy raro que un escritor novel venga con los manuscritos de dos libros y también es raro que en una semana se decida editarlo, sabiendo que aún faltaba concluir un tercero. Pero así fue con él. De golpe nos encontramos con un autor muy maduro, con buenos argumentos y buena narrativa. Y una persona de muy buen carácter."

Desde que Stieg fue a Nordstedts por primera vez hasta su muerte pasaron 9 meses. "Cuando murió fue un shock tremendo -recuerda-. Y también un caso muy difícil como negocio. ¿Cómo vender un libro póstumo de un autor desconocido?"

El primer libro fue publicado en agosto de 2005. Y los dos siguientes siempre en agosto, de 2006 y de 2007, respectivamente, porque es buen mes para editar libros en Europa según las sagradas reglas del marketing. Eva Gedin no quiere hablar de ganancias, pero el fenómeno Larsson, dice, es único en la literatura sueca.

-¿Cuál es su posición respecto de la herencia y los derechos de Larsson?

-La ley es mala; la relación que tenían Eva Gabrielsson y Stieg era igual a un matrimonio. Pero la ley es clara y yo soy la editora; no puedo quebrarla: sus herederos son el padre y el hermano.

-¿Larsson firmó contrato para las películas?

-No, para los tres libros. Pero desde muy temprano discutió los planes sobre las películas, porque Nordstedts vende derechos de libros, de films y de obras de teatro. De hecho, tuvo una reunión con los productores. De todos modos, sus herederos son el padre y el hermano, y con ellos hemos firmado esos contratos.

-¿Conoce a Eva Gabrielsson?

-Claro. Y traté de integrarla; le he enviado originales. Pero ella se rehusó a mantener trato que no fuera a través de sus abogados. Comprendo su situación, es terrible.

-¿Existe un cuarto libro?

-No sé, nunca lo vi. Pero si existiera, los derechos les pertenecerían al padre y al hermano.

Encuentro en Estocolmo
La cita con el padre de Stieg, Erland Larsson, en el lobby de uno de los más lujosos hoteles de Estocolmo. Erland, de 74 años, llegó esta mañana de Umea, la ciudad a 1200 km al norte de la capital sueca donde vive junto Gun Aberg, la mujer que lo acompaña desde 1993, después de enviudar de la madre de Stieg, Vivian, una activa sindicalista que militaba para la socialdemocracia sueca.

Erland Larsson cuenta que Stieg nació cuando él y Vivian tenían sólo 19 años y, como eran tan jóvenes y les faltaba casa y buen trabajo, el primogénito quedó al cuidado de sus abuelos. "Pero nos veíamos todo lo a menudo que podíamos; varias veces al año", asegura Erland, que fue decorador de vidrieras y dibujante, como Stieg.

Cuando la familia se reunió nuevamente, ya en Umea, dice Erland que a Stieg le resultó muy fácil integrarse y que siempre fue muy buen alumno. "Cuando tenía 14 años le regalamos una máquina de escribir -recuerda-. Pero como hacía mucho ruido porque se quedaba escribiendo hasta bien tarde le rentamos un ático para que nos dejara dormir a nosotros... Tenía 17 cuando conoció a Eva. El padre de ella, Alvar, era alcohólico y la maltrataba. Eva vino a vivir con nosotros; lo descubrimos porque la cuenta de la comida era más grande... Yo traté de ayudar a su padre, que tenía problemas financieros, varias veces..."

El relato de Erland Larsson se hace ininteligible. Y comienza a hablar en sueco con Kurdo Baksi, que acompaña la charla. Quedamos fuera de una conversación que los mantendrá dialogando por unos 5 minutos. ¿Qué dirán? Imposible saberlo.

-¿Le parece justa la situación de Eva Gabrielsson?

-La ley es lo que es. Se puede discutir, pero es así. Todos los años, mi esposa y yo le pedíamos a Stieg que se casara. O que tuviera un hijo. Vamos a ver, si Eva tuviera la herencia, ¿sabe a quién iría cuando ella muriera? A su hermana. Porque Stieg no dejó ni siquiera un testamento. Yo no estoy casado con mi actual mujer: no quiero que cuando muera mi herencia pase a sus nietos. Mi otro hijo, Joakim, también quedó viudo y no está interesado en volver a casarse. Cuando nosotros no estemos, la herencia quedará dentro de la familia, para mis nietos, los hijos de Joakim: Matías y Therese.

Erland dice que él y Stieg se llevaban muy bien, pero que él siempre fue más moderado: "Stieg era demasiado zurdo", comenta, haciendo un gesto de exageración. Los libros que escribió su hijo, confiesa, le han gustado mucho, aunque "tienen demasiado sexo". Y que no hay más películas previstas: las tres que se han filmado.

-¿Ha pensado qué hará con tanto dinero? Porque es millonario...

-Es cierto, pero hay que aprender a serlo; no se crea que es fácil (risas). Dimos algunos millones de euros a Expo, la revista donde trabajaba Stieg; también, a una institución para discapacitados; me compré un auto... (piensa). No necesito ese dinero. Es sólo dinero.

-¿Entonces? ¿Estaría dispuesto a compartirlo con Eva Gabrielsson?

-Sí, y lo hemos dicho. Pero ella dice que no quiere ningún dinero.

-¿Qué quiere Eva?

-Los derechos sobre la obra.

-¿Y se los otorgará?

-No.

-¿Por qué?

-Eva parece tener algún problema mental. Su padre, su madre y su abuelo, todos terminaron en el manicomio. Ella no es una persona capacitada para esa tarea.

Para saber más: http://www.visitsweden.com/sweden/Regions--Cities/Stockholm/Culture/The-Millenium-tour , http://www.stieglarsson.com

fuente:lanacion.com.ar


http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com