1.11.09

Publican en Chile novela de Rubem Fonseca

Lanzamiento Feria del Libro de Santiago
El sábado se presenta "Vastas emociones y pensamientos imperfectos", intriga del escritor brasileño que transcurre entre Río de Janeiro, Minas Gerais, París y Berlín, en tiempos de la perestroika. La cautivante historia gira en torno a un director de cine y la figura del malogrado escritor ruso Isaak Bábel.
Rubem Fonseca Foto Zeca Fonseca
Pedro Pablo Guerrero
En la edición chilena de la novela Vastas emociones y pensamientos imperfectos , de Rubem Fonseca (Juiz de Fora, Minas Gerais, 1925) se reproducen juicios laudatorios de Mario Vargas Llosa, Carlos Monsiváis, Élmer Mendoza y Thomas Pynchon. El del escritor norteamericano, con quien se suele comparar a Fonseca por su carácter huraño y reacio a las entrevistas, es el más elocuente: "Lo mejor de la obra de Rubem Fonseca es no saber adónde nos va a llevar. Siempre que comienzo un libro suyo es como si sonara el teléfono a medianoche: 'Hola, soy yo. No vas a creer lo que está sucediendo'. Su escritura hace milagros, es misteriosa. Cada uno de sus libros es un viaje que vale la pena: es un viaje de algún modo necesario".
Tajamar ya editó el año pasado la novela El gran arte , y prepara otros dos títulos de este narrador brasileño que alguna vez estudió derecho y fue comisario de policía: El cobrador y Novela negra y otras historias . Ahora el sello nacional publica Vastas emociones... , trabajo imprescindible en la no menos vasta obra de Fonseca.
Pocas veces se tiene la oportunidad de asistir en Chile a la aparición de un libro de tal envergadura. El hecho de que su autor no pueda estar presente en el lanzamiento -hace, al menos, dos semanas se excusó de venir a la Feria debido a compromisos en las mismas fechas- es algo lamentable, pero que no resta valor al acontecimiento. Ya es suficiente mérito que un editor local, sin grandes capitales ni despliegue publicitario, sea capaz de esta pequeña hazaña.
Vastas emociones y pensamientos imperfectos es, a pesar de lo que pudiera sugerir el título, un libro perfecto, escrito no sólo por el narrador más importante de su país, sino por uno de los mejores autores de nuestra época, en cualquier idioma. Traducida con mano experta por Mario Merlino -poeta argentino fallecido este año, que resolvió con éxito la nada fácil tarea de trasladar al español casi todos libros de Lobo Antunes-, la novela refleja los principales intereses creativos de Fonseca, quien ha sido crítico de cine, guionista (lo cual se nota en los excelentes diálogos) y uno de los autores brasileños adaptados con mayor frecuencia a la pantalla grande y la televisión, especialmente en series protagonizadas por su famoso abogado-detective Mandrake.
Imposible olvidar a un personaje de Fonseca, por más que el de Vastas emociones... nunca diga su nombre. Escéptico, mordaz, obstinado hasta la temeridad, el protagonista de la novela es un director carioca reconocido mundialmente por una película basada en textos de Euclides da Cunha ("La guerra santa"). A fines de los 80, sin embargo, sobrevive como buenamente puede -a la espera de fondos para un nuevo proyecto- haciendo publicidad a la iglesia de su próspero hermano televangelista. La vida no es fácil. Se acaba de cambiar de casa, sufre por el recuerdo de una mujer y lo acosan sueños perturbadores, que no tienen imágenes. Paradoja inquietante en un cineasta. "Un mundo arcaico de vastas emociones y pensamientos imperfectos", según una definición ajena que memoriza para describir su extraño paisaje onírico.
La existencia del agobiado narrador da un primer vuelco cuando llega hasta su departamento una bailarina de carnaval que le entrega una pequeña caja. La persiguen sujetos tan peligrosos como los de El halcón maltés , de Hammett. El siguiente giro se produce luego de que un productor alemán le pide hacer un film basado en los cuentos de Caballería roja , del escritor ruso Isaak Bábel, autor también de Cuentos de Odessa y de un Diario publicado años después de su fusilamiento, ordenado por Stalin en 1940. Con la ayuda de su amante, una chica bisexual, el cineasta burla el asedio de una banda de hampones y logra irse a Berlín, donde se reúne con sus clientes alemanes y no tarda en descubrir que el encargo de la película es un pretexto para algo más riesgoso. Corren los tiempos de la Perestroika y el Muro tiembla, pero todavía no cae.
¿Hasta dónde es capaz de llegar alguien por una devoción literaria? El personaje de Fonseca descubre que mucho más allá de lo que suponía. No es mejor, en esto, que los contrabandistas que lo esperan en Brasil. Robar, mentir, traicionar los sentimientos propios y ajenos es algo que cualquiera está dispuesto a hacer. Basta encontrar el estímulo apropiado para cada temperamento. En este caso, comprueba, es la búsqueda de la perfección artística. Por mucho que su fogosa amante -de convicciones morales harto más sólidas- intente convencerlo de que no hay nada en el mundo mejor que el sexo, él admite que es cierto, "Pero después que pasaba, no era nada. Daban ganas de hacer otra cosa".
Irónica lección de cinismo post-freudiano que, en su búsqueda de nuevos objetos del deseo, provoca fugas, lecturas, persecuciones, aventuras eróticas y otros desplazamientos de mayor complejidad. Viajes, en el sentido amplio que Pynchon da a esa palabra. Vastas emociones... se convierte así en una huida constante, vertiginosa, llena de suspenso cinematográfico, con guiños a Hitchcock, el género negro y cintas clásicas de la guerra fría, que sitúa al lector no solamente en la posición habitual de voyeur , sino también de lo que el protagonista llama en cierto momento la del "sugestionado-recalcitrante": una visión chocante, como la de un cadáver desnudo en la calle (ejemplo citado en el libro), que repugna y atrae al mismo tiempo.
"En realidad el ser humano tiene esta actitud ambigua frente al sexo, el poder, la locura, la miseria, el dolor, la muerte", reflexiona sin dramatismo el narrador en esta cautivante historia de Rubem Fonseca. Una joya de novela negra y una joya de novela, a secas.
fuente: elmercurio.com

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