12.12.11

Cornwell: "Nadie debe vivir en el miedo"

Cornwell traslada el marco de su nueva novela -que acaba de estrenarse en España como Premio RBA de Novela Negra- a la ciudad sureña de Savannah (Georgia) para someter a su heroína a la máxima presión
La escritora Patricia Cornwell. foto:Toni Albir. fuente:elpais.com

La entrada de Patricia Cornwell en la habitación de un hotel londinense se ajusta, de la cabeza a los pies, a la imagen que la reina del thriller forense viene proyectando a lo largo de dos décadas de éxito. Tan profesional como distante, la mirada fría de los ojos azules destaca en un físico delgado y fibroso, embutido en pantalones, botas y cinturón vaqueros. Como en todos sus desplazamientos, un guardaespaldas le ha escoltado hasta la entrevista de promoción de su último libro, Niebla roja, la entrega número 19 de la saga que protagoniza la doctora Kay Scarpetta. "Nunca me aburro de mi personaje", asegura una de las autoras más vendidas del género de intriga, "porque va cambiando a la par que nuestro mundo, y creo que la forma en que se enfrenta a diferentes situaciones es lo que atrapa al lector, por encima de la trama".

Cornwell traslada el marco de su nueva novela -que acaba de estrenarse en España como Premio RBA de Novela Negra- a la ciudad sureña de Savannah (Georgia) para someter a su heroína a la máxima presión. La patóloga forense afronta una cadena de asesinatos, en la que víctimas y verdugos son mujeres, lejos de los adelantos científicos y tecnológicos que le brinda su habitual laboratorio de Massachusetts. Si la saga de Scarpetta fue precursora de productos tan populares como la serie televisiva CSI, centrada en sofisticadas técnicas forenses para resolver casos criminales, la protagonista de Niebla roja deberá guiarse ahora principalmente por su intuición.

Las concomitancias entre la escritora y su criatura no solo se traducen en el pelo rubio, el color de los ojos o esa seguridad que nace de la convicción en la propia valía profesional. Ambas nacieron en Miami con solo dos años de diferencia (Cornwell, en 1956) y arrastran una biografía difícil que definió sus respectivas singladuras. El lento declive de un padre aquejado por la leucemia marca la infancia de Scarpetta, que acaba convirtiendo la muerte en materia de su oficio. En el caso de Patricia Cornwell, el abandono de su progenitor a temprana edad, la depresión de la madre y la niñez infeliz en otros hogares de acogida, que incluyó la declaración ante un gran jurado contra un guardia que había abusado de ella, forjaron todo un carácter. Ejerció de periodista de sucesos y de analista en la oficina del jefe médico forense de Virginia, para debutar con el primer caso de la patóloga, Postmortem, en 1990.

"Scarpetta es una médica forense que colabora con el estamento militar, y yo soy solo una escritora. Hay la suficiente distancia entre nosotras como para mantenerme interesada en ella, aunque sí tenemos los mismo valores sobre la naturaleza humana", concede. ¿Comparte la autora, cuya fascinación por las armas es bien conocida, el tajante rechazo de su personaje a la pena de muerte? "Es una forma inapropiada de castigar el crimen. Las ejecuciones no lo detienen, son incivilizadas y además el sistema condena a falsos culpables".

Antigua contribuyente del Partido Republicano y otrora amiga de la familia Bush, la evolución de Cornwell hacia postulados más progresistas en lo social ha ido pareja con su exposición a la luz pública como gay en años recientes. Hoy reniega de la agenda conservadora sobre las opciones sexuales o el control de la natalidad, porque "nadie debería imponer a la gente cómo debe ser", y confirma su apoyo al presidente Barack Obama. Cuando ya contaba con millones de seguidores, sacó del armario a uno de los personajes fijos de la saga, la sobrina de la forense (Lucy), sin importarle el impacto que ello pudiera tener. "Ni ella ni nadie debe vivir en el miedo", apostilla la autora, casada desde 2005 con una neuropsicóloga tras el matrimonio fallido con un antiguo profesor suyo.

Cornwell aclara que esa Lucy bisexual, aficionada como ella a los helicópteros, las motos de alta cilindrada y los deportes de riesgo, no ejerce de su alter ego, sino más bien al contrario. "Aprendí a volar y a bucear para que ella pudiera hacerlo en mis novelas. Quiero escribir con autenticidad", subraya una novelista que planea minuciosamente la idea general de sus libros, pero luego se deja "llevar sobre la marcha porque funciona mejor para el suspense". Hasta las últimas páginas, ni ella misma sabe cuál va a ser el desenlace. El éxito comercial de la doctora Scarpetta va a trasladarse a la gran pantalla con los rasgos de la actriz Angelina Jolie, una elección sorprendente (para empezar ambas se llevan 20 años) que, según Cornwell, "aportará una nueva dimensión al personaje". Hollywood ha llamado finalmente a la puerta de una autora que publica un título cada año, es presencia habitual en la televisión como experta en temas forenses y se sienta en el consejo directivo de varios hospitales psiquiátricos. Aunque famosa y muy rica, Cornwell nunca da el éxito por sentado: "Incluso si eres una autora superventas, siempre te sientes insegura y sufres con el nuevo libro".

10.12.11

Espadas italianas

Los detectives de Andrea Camilleri y Carlo Lucarelli se unen en una novela
Andrea Camilleri y Carlo Lucarelli. Escriben a cuatro manos: Por la boca muere el pez. foto.fuente:elmundo.es

Una partida de ajedrez que concluye en tablas. Duelo de ingenios sin ganador final. Un divertimento brillante escrito a cuatro manos. Andrea Camilleri y Carlo Lucarelli, dos de los grandes de la novela negra italiana, se citaron en 2005 en un estudio de televisión para participar en un documental y de aquella cita nació 'Por la boca muere el pez', un relato protagonizado por Salvo Montalbano y Grazia Negro, que vio la luz en 2010 y acaba de llegar a las librerías españolas de la mano de Ediciones Papel de liar.

Pero ¿cómo conseguir que estos dos grandes detectives trabajaran juntos en un mismo caso sin tener que sentarse sus padres putativos ante la misma máquina de escribir?

Camilleri se saco un libro de la manga. 'Murder off Miami (A murder mistery)' de Dennis Wheatly, una obra de 1936 que narra la resolución de un caso mediante cartas, fotos diversas, informes forenses, documentos policiales... No tendría nada de extraño el método literario elegido si no fuera porque aquí los escribanos serían dos y ninguno sabría de antemano lo que iba a escribir el otro hasta que lo recibiera por correo. Y así capítulo a capítulo, sin saber uno lo que va a escribir en el siguiente que le toque hasta que no le llegue lo que ha escrito su rival y ponerse otra vez delante del folio en blanco para continuar el juego.

Duelo de dagas florentinas. Lucarelli/Negro atacó primero; Camilleri/Montalbano replicó como un caballero. Y así hasta el final. Talento y sentido del humor a raudales. Y este es el caso que los une: encuentran un hombre muerto en Bolonia con un solo zapato, que además no es de su número, y una bolsa de plástico embutida en su cabeza mientras tres peces rojos, de nombre Betta Splendens, yacen a su vera; el caso recae en la inspectora Negro que pide ayuda a su colega Montalbano cuando le dicen que el muerto es siciliano y se da cuenta de que le están empezando a tocar los ovarios por la investigación; las primeras averiguaciones llevan a Salvo a ver la mano de los servicios secretos italianos detrás de todo, lo que justifica que a Grazia le hayan prohibido continuar con el caso y que él le eche todas las manos posibles sin que lo sepan ni sus jefes ni sus subordinados.

A partir de entonces, intercambio de correspondencia, también de canolis de requesón rellenos de misteriosas notas, tortelinis hechos a mano siguiendo la más añeja tradición boloñesa y casatinas que no desmerecen nada de los canolis. Toca sumar: más asesinados y algún que otro suicidado se vienen a unir al ya mencionado; algunos ataques de celos, cabreos monumentales de las respectivas jefaturas, muchos interrogantes, algunas respuestas, una exterminadora de lunar inquietante y sobrenombre esclarecedor y hasta un intento de eliminación de la inspectora boloñesa.

Y, por supuesto, peces, muchos más peces hasta el desenlace final, en terreno neutral 'of course', donde por fin se reúnen Grazia y Salvo para llegar y darse cuenta de que no solo los peces mueren por la boca. Todo esto sin olvidarnos de los universos de Montalbano y Negro donde Livia, Ingrid, Fazio, Mimí y Catarella, por una parte; y Simone, Balbo y la hermana, cuñado y sobrina de esta, por la otra, realizan fugaces apariciones que se convierten en estelares, especialmente en el viaje sin retorno del ínclito Catarella, que al final es rescatado con el auxilio de la policía ferroviaria.

Antológico desenlace el que le espera al sorprendido lector, suma de la audacia de sus mentores, del sableado fino de sus descendientes literarios y del gusto por el humor vitriólico y ácido de Montalbano para hacer, al final, lo que él cree que hay que hacerse pero sin que parezca que se ha hecho.

La trama viajó a lomos de correos porque en estas páginas la vida y la historia se tutean. Carta a carta creció la novelita. Así durante los cinco años que fue lo que tardaron Camilleri y Lucarelli en acabar el juego sin haber podido acabar con el contrario. Cinco años intentado poner de rodillas al remitente sin conseguirlo. Puso el primer sello Lucarelli y acusó recibo Camilleri... y así fue creciendo, retándose mutuamente, entre el desconocimiento del contrario y la inteligencia de los dos, esta historia con final acorde a la estocada mortal de tamaños espadachines.

5.12.11

La hechicera de novelas de misterio

La autora se encerró con un ordenador en Normandía para escribir en tan solo 21 días El ejército furioso, el nuevo enigma del comisario Adamsberg
Fred Vargas, entre las tumbas del cementerio de Montparnasse. foto:Daniel Morzinski. fuente:elpais.com

Dicen que es una mujer difícil a la que no le gusta hablar de su trabajo. Pero la sensación dura solo un momento. Basta citar el nombre de Cesare Battisti y Fred Vargas se convierte en un torrente. Lleva años apoyando la causa de este exmilitante de la extrema izquierda italiana, que se fugó a Francia y luego a Brasil y que hace unos meses se libró de ser extraditado a Italia gracias al expresidente Lula da Silva.

Durante media hora, esta novelista de arrollador éxito mundial -seis millones de libros vendidos en 20 idiomas- cuenta cómo renunció a su vida y su rutina familiar para defender a Battisti, sus continuos viajes a Brasil, sus gestiones con abogados y políticos, su enfado con los medios que a su juicio tomaron partido contra el exterrorista, condenado en rebeldía por cuatro asesinatos en los años de plomo que siempre negó haber cometido.

Una vez zanjado el asunto -"ahora Battisti está mejor, se va a mudar a Río y publicará su libro en febrero"-, Vargas, de 54 años, sonrisa dulce y cara de niña, está lista para hablar de su último libro, El ejército furioso (Siruela), un nuevo caso que sitúa a su comisario, el ecologista y desgarbado Adamsberg, en medio de una leyenda medieval que amenaza a los habitantes de Ordebec, un pueblo ficticio situado en Calvados (Normandía), la zona donde la autora vivió de niña.

Es el último enigma urdido por Vargas, una arqueóloga especializada en zoología que se llama en realidad Frédérique Audoin-Rouzeau. El seudónimo se lo copió a su hermana gemela, Jo, que lo tomó de María Vargas (La condesa descalza) y que además de pintora es la correctora de sus novelas. "Tenemos una relación especial, como todos los gemelos. Nuestra identidad no está completa sin la otra. Juntas formamos un ocho. Yo corrijo sus cuadros, ella mis libros. Jo conoce mejor la música de mis diálogos que yo misma. Sabe lo que funciona y lo que no. Y hasta que ella no cambia las disonancias, la novela no está terminada".

La acción de El ejército furioso arranca en un París muy caluroso, con un crimen insólito -un anciano asfixia a su mujer con migas de pan- y una imagen: una paloma con las patas atadas por un alambre. Adamsberg resuelve el primer crimen en cinco minutos, pero enseguida se ve metido en una vorágine de superstición, altas finanzas y asesinatos en serie: cadáveres vivientes vuelven de la Edad Media, y los viejos fantasmas infantiles determinan el presente.

"Oí hablar de la armada furiosa en los libros y me gustó el sonido", explica Vargas. "Pero, como siempre, la novela empezó con una imagen. En este caso vi a una anciana tumbada en un camino, cruzada como un tronco de árbol. Me puse a escribir sin saber quién era. 'Mierda, ¿quién es? Ah, una condesa. No, es imposible porque es pobre como una rata...'. Ese hilo me sirvió para relacionar la aristocracia del lugar con los financieros, y me fue llevando... Al empezar tampoco sabía quién era el asesino. El 80% de las cosas que suceden en mis libros son imprevistas. No tengo mucha imaginación, pero una palabra me lleva a una imagen, y esa imagen a otras palabras... Las imágenes van pasando ante mí mientras escribo, como en el cine. Y es siempre un lío controlarlas. Por eso tengo que escribir muy deprisa, porque me da miedo olvidar las cosas que veo...".

Como por arte de magia, esa insensata mezcla de apariciones, mitos, realidad y espectros va haciéndose tangible ante el lector, a medida que lo atrapa. Ayudan unos diálogos magníficos, unos personajes dibujados con chispazos de genio, la relación entre la historia central y los enigmas colaterales... Hasta que, de repente, lo increíble se torna creíble, impepinable... Y todo encaja.

¿Cómo se las arregla para cerrar todas las historias al final? "¡Sufro lo mío! A mitad me suelo parar y me hago un mapa que me ayuda a orientarme. De pronto recupero a un personaje de un libro anterior, o escribo a un amigo pidiendo ayuda... Lo que más me cuesta es encontrar los móviles del asesino, eso es lo más difícil. Racionalizo poco, si lo hiciera no me pondría a hacer una historia de muertos vivientes. Y soy incapaz de programar un guion, porque de pronto me viene algo real que se mete en la intriga a la fuerza. El palomo con las patas atadas, por ejemplo, lo vi realmente un día desde un café mientras hablaba con una periodista. Me afectó mucho ese sadismo absoluto, tan gratuito. Ella lo recogió y lo curó en casa. Luego lo soltó, y un día volvió y tocó en su ventana con el pico...".

Estamos al lado del cementerio de Montparnasse. Las ventanas de la casa de Fred Vargas dan sobre las tumbas. La luz de París agoniza, y el fotógrafo Daniel Mordzinski sugiere dar un paseo entre los muertos. La foto parece estar hecha en Normandía. Son los misterios de Fred Vargas, que tiene cara de hada pero escribe como una hechicera. Como las anteriores, esta novela fue terminada en 21 días. Ni uno más ni uno menos, asegura: "Me fui a Normandía con una mesa y un ordenador. Y todo el tiempo escribí con la misma intensidad. No es escritura automática, para que el arte parezca verdad y no un folletón hay que trabajar mucho. Cuando acabé, 21 días justos después, lloré de lo mala que era. Los diálogos eran horribles y había salido larguísima. Por suerte, Jo me ayudó a cortar y a corregir la melodía".

25 años de carrera

- En 25 años de escritura, Fred Vargas ha publicado ensayos, obras científicas y, sobre todo, novelas. Los juegos del amor y de la muerte (1986) fue su ópera prima.

- En 1991 debutaba el comisario Adamsberg (El hombre de los círculos azules, Siruela), protagonista de 10 novelas de Vargas, siendo la última El ejército furioso.

- Su novela Huye rápido, vete lejos (Siruela) fue llevada al cine por Régis Wargnier en 2007.

- Sus obras han sido traducidas a 20 idiomas y han vendido más de seis millones de ejemplares

1.12.11

La generación Zeta de la nueva novela negra mexicana

Una nueva generación de escritores irrumpe con fuerza con irónicas ficciones sociales influenciadas por el cine y el cómic
Grupo de escritores en torno a los 40 años con las ideas muy claras. Sciammarella.fuente:elpais.com

Seis matones asaltan un laboratorio, dejan 12 muertos y se llevan dos toneladas de seudoefedrina; un detective es contratado para proteger a Johnny Weissmuller en el festival de cine de Los Ángeles; un exconvicto, Elvis Infante, tiene el don de capturar demonios y hay quien le paga por sus servicios... Así arrancan algunas de las novelas de una nueva generación de jóvenes escritores mexicanos decididos a romper con los padres de la literatura de su país. Se sienten mucho más cerca del terror de Stephen King, el humor de los hermanos Cohen y la tenebrosidad de Frank Miller que de Juan Rulfo, Octavio Paz o Carlos Fuentes.

Es una generación aún sin nombre, tal vez generación Z, pese a la maldición que pesa sobre esta letra por el cartel narcotraficante, o generación Riteline por el medicamento que se les da a los niños hiperactivos, pero forman un grupo de escritores en torno a los 40 años con las ideas muy claras.

Bernardo Fernández Bef (Ciudad de México, 1972), flamante ganador del Premio Grijalbo de Novela con Hielo negro, define algunas de sus características comunes: "Compartimos un gusto por los subgéneros, la novela policiaca, la de terror, el thriller, la ciencia-ficción... Sentimos cercanía con los autores anglosajones, integramos referentes mediáticos en nuestras novelas como el cine, la televisión y el cómic y tenemos una vocación narrativa que busca la amenidad y la diversión".

Francisco G. Haghenbeck (Ciudad de México, 1965), autor de El diablo me obligó (Suma de Letras), subraya su reivindicación de la novela. "Miras las novedades y todo son ensayos políticos o libros de autoayuda. La ficción es un animal en peligro de extinción". Alberto Chimal, con Los esclavos (Almadía), e Iris García Cuevas, con 36 toneladas (Ediciones B), son otros miembros del grupo. "Queremos que la novela sea divertida, original y que enseñe algo", añade Haghenbeck. "Nosotros hacemos realismo mágico sucio".

Si bien han roto con las vacas sagradas de la literatura mexicana y se rebelan contra el poder de las élites intelectuales, cuentan con dos hermanos mayores -Élmer Mendoza y Paco Ignacio Taibo II- y reivindican la ironía del malogrado Jorge Ibargüengoitia.

Escriben novela negra con vocación social e inevitablemente no puede faltar el trasfondo de la violencia que azota México en los últimos años. Pero es una novela cargada de humor porque, como dice Haghenbeck, "es la forma de hacer frente a una realidad tan dura como la que tenemos, algo que pareció congelárseles a los novelistas suecos que están tan de moda".

Bef señala una doble aproximación hacia la violencia del crimen organizado. "Por una parte hay que evitar el oportunismo y por otra, en la medida que eres capaz de nombrar aquello que temes, puede servir para ayudar a entendernos dentro de unos años". El autor de Hielo negro, que al igual que Haghenbeck tiene por primera vocación el cómic y presenta estos días en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara la novela gráfica La calavera de cristal, considera que México está en un callejón sin salida. "La guerra frontal contra el narcotráfico ha sumergido al país en un mar de sangre. Creo en la despenalización de las drogas, pero es demasiado buen negocio para que se quiera arreglar".

Tampoco es muy optimista en el plano político ante las próximas elecciones presidenciales en las que parte como favorito el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante 70 años. "Vamos a convertirnos en el único país que salimos pacíficamente de una dictadura para volver a ella 12 años después".

Entretanto, los niños hiperactivos de la nueva novela mexicana reivindican la ficción en esa ciudad infinita que es el DF, y que por una vez en la literatura escrita en español los molinos puedan ser verdaderos gigantes.

Toda la cobertura de la FIL de Guadalajara en el blog Papeles Perdidos