26.5.11

Muere Agatha Christie, reina de la intriga

La madre literaria de 'miss Marple' fallecía en 1976 a los 85 años y, aunque cueste de creer, su muerte no tuvo nada de misterio
Agatha Christie, fallecía el 12 de enero de 1976 y dejaba el trono del misterio e intriga vacío.foto.fuente:lavanguardia.com

Si consideramos a Alfred Hitchcock el rey del suspense en el cine, su consorte en la literatura no puede ser otra que Agatha Christie. La madre de Hercules Poirot y miss Marple fallecía el 12 de enero de 1976 y dejaba el trono del misterio e intriga vacío. Aún hoy ningún substituto parece estar a la altura.

Agatha Mary Clarisa Miller había nacido en el seno de una familia de la alta burguesía inglesa un 15 de septiembre de 1890. Una vida cómoda que le permitió dedicarse a lo que más le gustaba, leer, y que incluso -aunque quizá sorprenda- le sirvió de inspiración en su obra. Agatha se casó, adoptó el apellido de su marido y se convirtió en Agatha Christie, nombre con el que se haría literariamente famosa.

Pero su primer matrimonio fue corto y su separación estuvo rodeada de intriga: en el momento en que su entonces marido le comunicó que se quería separar la escritora sufrió una crisis nerviosa y desapareció durante varias semanas. Cuando la encontraron no recordaba nada. Así lo explicaba en 1990 Salvador Vázquez de Praga en el centenario del nacimiento de la reina de las novelas policíacas. Poco después de este misterioso episodio, cambió de marido, aunque no de profesión, y continuó firmando sus novelas con el sobrenombre que le había dado la fama: Christie.

Y tras su aspecto de anciana venerable que aseguraba no soportar la violencia se escondía una prolífica escritora del crímen que intrigó a medio mundo con un estilo sencillo. Publicó casi 100 novelas a lo largo de sus más de ocho décadas de vida, algunas tan míticas como 'Asesinato en el Orient Express'. Hercules Poirot y miss Marple nacieron también de su mente y ellos también quisieron recordar a su creadora cuando se cumplían 100 años de su nacimiento. Christie destacó además en la creación de obras teatrales. Sobre todo en una: La ratonera, que batió todos los récords de permanencia en cartel en Londres.

Los viajes con su segundo marido, arqueólogo de profesión, le proporcionaron a Agatha gran cantidad de documentación. Aún así, en una visita a España en 1967 la escritora aseguraba que "jamás" había escrito un libro que tuviese "de fondo" sus viajes como turista.

Por delante de Shakespeare
Ser una gran escritora inglesa, cuya obra ha sido traducida a más idiomas que la de su compatriota William Shakespeare, le valió a una ya anciana Agatha Christie el título de Dama del Imperio Británico en 1971. Una condecoración que en aquellos tiempos estaba reservada a unos pocos privilegiados.

Muerte sin misterio
La reina de la novela policíaca moría en 1976 a los 85 años de edad en su casa de campo y, aunque cueste de creer, su muerte no tuvo nada de misterio. Su deceso se anunció en la portada de La Vanguardia del 13 de enero. Y días más tarde Baltasar Porcel escribió sobre la extensa obra de Christie.

Pero más allá de su prolífica carrera, con obras inéditas incluidas, y de sus matrimonios, poco más se supo de una maestra de la intriga que convirtió su vida en un misterio.

Visite la tumba de la escritora.

23.5.11

Alfajores a bala

Una experiencia original, audaz y que parece haber nacido para seguir acaba de tener lugar en la ciudad de Mar del Plata. Hace una semana se llevó a cabo el Primer Festival Azabache, centrado en lo negro y policial en la literatura
Hubo mesas redondas, presentaciones de libros, debates e infaltables polémicas entre policial negro y blanco, deductivo o duro, y muchísimo público. Aquí se publica una crónica sobre el evento y una síntesis sobre los principales ejes de la convocatoria: víctimas, inocentes, pistas, culpables, enigmas y crímenes

Cuando el caso se cerró, siete días atrás, luego de tres jornadas de mesas redondas, películas, exposiciones fotográficas, música y talleres, hubo un brindis alegre y festejón: la sangre no había llegado al mar en el Primer Festival Azabache, lo negro y policial en Literatura que se hizo el fin de semana pasado en Mar del Plata, en el que participaron escritores, periodistas, editores, académicos y, según estimación de los organizadores, unos diez mil asistentes. Expectativas superadas en varios sentidos, paisaje de continuidad para años venideros y debates varios, de mesa a mesa, sin víctimas fatales. Ni siquiera violencia física.

Amabilidad en los hechos concretos, ahí; pero en fin, las historias, los casos, los de ficción y los reales, concentran muerte. Un extremo, pongamos, Gustavo Nielsen, que contó que tras una pesquisa supo que el cuerpo de una víctima adulta, exprimida con profesionalismo, cabe en un balde y medio, dos a lo sumo. Guillermo Martínez desarrolló cómo la lógica puede aplicarse a tratar de disimular un asesinato entre otros en Crímenes imperceptibles, Claudia Piñeiro diferenció entre su enfoque de los cadáveres en la pileta de Las viudas de los jueves y el que eligió Marcelo Piñeiro al adaptar la historia al cine y ambos, junto al uruguayo Hugo Burel, desgranaron sus experiencias en los caminos que llevan del libro a la película. El periodista Rodolfo Palacios recordó que Robledo Puch, tras las entrevistas para el libro El ángel negro, le mandó unas cartas en las que le propone instalarse en su casa tras salir de la cárcel; otro periodista, Javier Sinay, reunió una serie de asesinatos célebres de los últimos años para señalar un patrón de responsabilidad policial: Bru, Bulacio, masacre de Ramallo, siguen las víctimas. Los cordobeses Lucio Yudicello y Fernando López presentaron Tinta roja, una serie de novelas de autores latinoamericanos editada por la Universidad de Villa María. Gabriela Cabezón Cámara se preguntó si sería posible una literatura sin crimen; Pablo De Santis puso la lupa en el gran Columbo y observó los puntos de contacto en la lectura del fantástico y del policial; Guillermo Orsi todavía no entiende cómo, vistas tantas aberraciones y oscuridades a cargo del ser humano, alguien como Claudio María Domínguez puede seguir diciendo que somos seres de luz.

Tres fueron los organizadores y anfitriones: los escritores y periodistas Carlos Balmaceda, Javier Chiabrando y Fernando Del Río. Qué despliegue de hospitalidad, los tipos: hombres-orquesta, wines que tiran centros y cabecean. Fueron con la propuesta al intendente marplatense, Gustavo Pulti, que se entusiasmó y dio apoyo. Alternativamente, el trío se encargó también de moderar las mesas redondas, articuladas en torno de palabras-clave disparadoras: crimen, víctima, pista, culpable. En torno de esta columna vertebral, lo multidisciplinario distribuido entre las tres sedes en las que se desplegó el Azabache, que también incluyó comics, la publicación de una antología de relatos de alumnos secundarios, el Ensamble I. M. C. tocando jazz en Plaza del Agua, una muestra en paneles de cómo la noticia periodística transita a lo literario, una charla para presentar a Carlos Salem, escritor argentino radicado en Madrid, autor de policiales cargados de humor, radicado en Madrid, que prometió por carta no faltar a la edición del año que viene, que da por descontada.

Tras una primera mesa en la que una lectura posible concluía en la expansión de rasgos de lo policial a buena parte de la narrativa actual (el editor Mariano Valerio, por ejemplo, señaló que "la novela negra lo abarcó todo"), sobrevino una segunda en la que Vicente Battista se plantó: "¿Todo sería policial, entonces? No, el género tiene sus particularidades", dijo, y pasó a describirlas, contrastándolas de paso con las tradicionales novelas de enigma. Hubo después varios pronunciamientos que, tal vez, discutían con lo planteado por Battista y, tal vez también, se entrelean en los apuntes de las charlas que se reproducen en las páginas siguientes. Tanto tal vez, tal vez, tiene que ver con una impronta que quiere ser predominante: a unos días de distancia se fortalece la sensación de que estuvo bárbaro el Azabache. El mexicano Fritz Glockner Corte, que junto a Paco Ignacio Taibo II es uno de los grandes promotores de la Semana Negra de Gijón, abrió su intervención con un apunte: "De pronto me parece curioso que en un encuentro de novela policíaca se debata si es género, subgénero, generito, generote o generalote –dijo–. Tal es uno de los más importantes que aquí están ustedes sentados, cagándose de frío como todos, atentos a estas peroratas, en la última mesa del festival."

Inocente

Enigma

Víctima

Crimen

Pistas

Culpable

20.5.11

Su majestad el detective

Se edita El halcón maltés con otros tres cuentos de Sam Spade
foto.fuente:elmundo.es

¡No iba a ser todo el Agente de la Continental! Este personaje de Dashiell Hammett de nombre y apellido desconocidos, gordo, bajito y con malas pulgas protagonista de 'Cosecha roja' y 'La maldición de los Dain', y de sus relatos breves más famosos, ha acaparado mucha atención. Quizá porque son los únicos títulos de Hammett narrados en primera persona. Los llaneros solitarios y "sin nombre" de películas como 'Yojimbo' y de 'Por un puñado de dólares' perpetuaban la pauta de anonimato chulapo del Agente. Ahora RBA saca 'Todos los casos de Sam Spade', vindicación de un detective privado hammettiano bastante más guaperas. Descrito físicamente como un "Satanás rubio" en su novela principal, 'El halcón maltés'. En esta antología se han añadido además tres cuentos, 'Demasiados han vivido', 'Sólo pueden colgarte una vez' (que daba título a una anterior compilación de relatos breves del autor, en Seix Barral) y 'Un tal Samuel Spade'.

"No importa quién quiere a quién; no pienso hacer el bobo por ti. No voy a seguir los pasos de Thursby y de sabe Dios quién más. Asesinaste a Miles y vas a pagar por ello. Yo podría haberte ayudado dejando que se fueran los otros y manteniendo a distancia a la poli con alguna argucia. Es tarde para eso: ya no puedo ayudarte. Y aunque pudiera, no lo haría", dice Spade, en una parte culminante en esa intriga señera del año 30, ambientada en el turbio y portuario San Francisco, llamada 'El halcón maltés' Por ahí andan el señor Cairo y El Gordo, y una mujer que no acabamos de calar del todo. La secretaria Effie Perine (quien también se asoma por unos de los relatos cortos) hace pasar al cliente de la sala de espera a ver al detective, con su corazoncito a buen resguardo al otro lado del escritorio. Esto también lo hemos visto en las pantallas.

Después de dos versiones cinematográficas fallidas de este título, Bogart hizo su primer gran papel protagonista (junto con 'El último refugio', de ese mismo año) en la famosa producción Warner Bros (firma que había comprado los derechos a su editor, Alfred Konpf, nada más salir la novela). Conocido también, este tercer intento de película, por ser una de las óperas primas más perdurables de la Historia, firmada por John Huston, por entonces un guionista en alza. Pero Bogart encaja tan poco fielmente en el canon físico de Spade, como en el de Marlowe (a quien también encarnaría después). No se parecía mucho al original, realmente. Aunque fumaba bien sus cigarrillos. Con todo, los derechos cinematográficos constituyeron un buen colchón para el día a día de "Dash" Hammett.

Estilo y traducción

Vayamos pues al original. Se trata además, esta antología de RBA, de una nueva traducción, de Luis Murillo Fort, que sustituye a la mítica de Alianza, firmada por Fernando Calleja, quien pasó al castellano casi toda la Biblioteca Hammett. Un estilo muy particular, el de Hammett, que Luis Cernuda (así como Gide oyMalraux) comparó alegremente con Hemingway o con Faulkner. Un ejemplo, sacado de 'Sólo pueden colgarte una vez': "Era una mujer alta y morena de veinticuatro o veinticinco años, con los ojos azules, buenas espaldas y un cuerpo fuerte pero esbelto. Sus facciones, aunque carentes de armonía, eran cálidas. Llevaba puesto un pijama azul de raso con las perneras anchas". En saraos de novela negra ningún autor es tan citado como Hammett, "el padre fundador". Aparece con él la novela callejera y los tipos duros. Acción y descripción fundidos en la misma carrera con volatines y mucha prisa en las pesquisas. Veracidad fruto del trabajo de campo del propio Hammett en la famosa agencia de detectives Pinkerton.

Se ha dicho mucho de su alcoholismo, de la marca espiritual de dos guerras mundiales (trauma de su generación, la "generación perdida") y una caza de brujas, de sus curritos temporales múltiples en los inicios y de su trabajo de sabueso profesional (véase la película 'El hombre de Chinatown', de Win Wenders). Sus primeros relatos salen en revistas populares como 'Smart Set' y 'Black Mask' desde 1922, en los que aparece enseguida el Agente de la Continental (de hecho, las dos primeras novelas mentadas con este protagonista son la fusión de relatos por entregas). Famosa igualmente es su tuberculosis o su amour fou con Lillian Hellman, a quien conoció en una noche beoda de noviembre, en Hollywood, o su familia abandonada (su hija pequeña, Jo, escribiría una memoria/biografía/ homenaje de su padre, por cierto).

El top

Los relatos de aquí, en cualquier caso, no están a la altura de 'El halcón maltés'. Pues, en realidad, pocas novelas del mismo autor (fueron pocas en total) son comparables. Generalmente, los aficionados prefieren entre 'El halcón maltés', 'La llave de cristal' y 'Cosecha roja'. Es el top 3. Spade es acaso su héroe más entrañable, junto con Nick Charles "El griego" (de 'El hombre delgado', que investiga con su mujer Nora. Holmes nunca se implicó tanto en sus propios casos como estos recios e insolentes hombres de acción, que siempre tienen que tener la última palabra en las discusiones.

'Todos los casos de Sam Spade', de Dashiell Hammett. Traducción de Luis Murillo Fort. RBA, 2011. 333 páginas.

19.5.11

Lecciones del primer festival de novela negra en Mar del Plata

Más de veinte autores participaron del encuentro de literatura policial
Hay equipo.Algunos integrantes del Festival Azabache de Novela Negra.Entre ellos hay dos premios Clarin de Novela:Claudia Piñeiro y Gustavo Nielsen.foto.fuente:Revista Ñ

Se aprenden muchas cosas en un encuentro literario. Por ejemplo, se puede pasar del comentario de un artículo de César Aira sobre la música del azar a una martingala para la ruleta que asegura un treinta por cierto de ganancia. Es cuestión de sentarse al lado de Guillermo Martínez, que además de escritor es matemático, durante la cena, y escucharlo explicar cómo es que el azar está organizado en rachas.

Pero si uno se apersona en una mesa en la que el ganador del último Premio Clarín de Novela, Gustavo Nielsen, da una charla, le puede empezar a sacar ventajas al vicio de leer literatura negra: el escritor arquitecto contó que en algún momento tuvo un socio muy lector, con el que se intercambiaban libros y se la pasaban hablando de lo que habían leído. Durante el concurso para la licitación de una obra importante, ese mismo socio compró todo el estock del material necesario para hacerla. El concurso lo ganó otra empresa, pero no podía llevar adelante el trabajo porque el material lo tenía el socio de Nielsen. Así que tuvieron que adjudicarles la obra a ellos aunque cobraran más caro. Nielsen le dijo al socio, "sos un genio, ¿cómo se te ocurrió hacer esto?" Y el socio le contestó, "¡por todos los policiales y las novelas negras que leemos, así supe cómo hacer estas cosas!".

Y si uno se sienta a tomar un té con leche en La Boston con Claudia Piñeiro, sabrá que hay gente que intenta convencerla de la versión familiar del asesinato de María Marta García Belsunce, aunque Piñeiro no es fiscal, ni abogada, ni juez y no va a poder hacer nada por la suerte de esa familia.

Comer rabas y tomar cerveza con Leonardo Oyola, su mujer y también escritora Alejandra Zina, Santiago Maisonnave e Iñaki Echeverría, autores del libro de relatos gráficos Negro el 10 , es escuchar de boca de Oyola la génesis de uno de sus cuentos, donde relata cómo fue preso junto a su abuelo y su papá: le pasó en serio. Padre e hijo fueron a visitar al abuelo a Tucumán, porque les habían avisado que estaba agonizando. Cuando llegaron a la casa, la mujer del abuelo les dijo que se había ido al baile. Así que fueron. Ahí, el patriarca de los Oyola, que padecía un cáncer terminal pero seguía siendo muy mujeriego, sacó a bailar a una señora que había sido su novia durante la juventud. Y se armó la gresca. Abuelo y nieto terminaron abollados y en el suelo, mirando como el padre seguía boxeando con medio pueblo. Al final, intervino el comisario y se los llevó a la comisaría. Por donde sólo pasaron: el abuelo siguió de largo y salió por la puerta de atrás, seguido por sus descendientes.

Cuando se apagan las risas, Maisonnave y Echeverría, comentan con pesar que Francisco Solano López -uno de los padres de la novela gráfica argentina- está internado y necesita dadores de sangre. Y pasan a recordar a Carlos Trillo, "el más versátil de los historietistas argentinos" y a rememorar a El Loco Chávez, "una tira donde estaba lo que es ser argentino".

Con Vicente Battista, en su charla y su taller, se refrescaron conocimientos sobre el género; contó la historia entera, de Edgar Allan Poe a Stieg Larsson. La platea se fue ilustrada y contenta. También hay quien le encuentra otra vuelta al clásico triángulo policial de asesino–detective–víctima: el editor de Planeta Mariano Valerio explicó: "la víctima es el detective: nunca tiene un centavo, siempre anda penando porque lo dejó alguna mujer y recibe todos los golpes".

De la importancia del punto de vista también hablaron los cronistas Javier Sinay, autor de Sangre Joven , y Rodolfo Palacios – El Angel Negro y Pasiones que matan . Se referían a que, si se quiere hacer periodismo de autor, hay que tener un ángulo propio para mirar. Además de no quedarse con las versiones siempre parecidas a fórmulas de la policía y la justicia, claro.

La salud de la edición en el interior del país también dio noticias: Fernando López y Lucio Yudicello presentaron la novísima colección Tinta Roja, de la editorial cordobesa Eduvim, que acaba de arrancar con 4 títulos publicados hace 10 días.

De las complejidades de priorizar la escritura antes que el trabajo remunerado, habló Guillermo Orsi, quien con su Ciudad Santa ganó Premio Dashiel Hammet de la pasada edición de la Semana Negra de Gijón.

Para que todo eso suceda armoniosamente, trabajan sin parar los organizadores, los escritores Carlos Balmaceda, Fernando del Río y Javier Chiabrando. Anoche brindaron por esta primera edición del Festival Azabache: al calendario literario argentino se le sumó una fiesta. Así que, de aquí en más, a reservarse el fin de semana que siga al final de la Feria del Libro.


15.5.11

La rabia como motor literario

Encuentro con el escritor estadounidense Dennis Lehane, que acaba de publicar en España su nueva novela negra, La última causa perdida
El escritor Dennis Lehane, en una fotografía tomada en 2009.foto:Philippe Matsas.fuente:elpais.com

Dorchester, en Boston, fue hasta los años 50 un barrio judío; después de eso irlandeses y afroamericanos se las tuvieron por razones fáciles de imaginar y un poco más tarde asiáticos e hispanos añadieron un poco más de pólvora a la caldera. Durante esos años nadie se atrevía a encender una cerilla por miedo a que todo volara por los aires. Los nativos de la zona adquirieron entonces reputación de ser lo peorcito de una ciudad burguesa que seguía presumiendo de pasado colonial. En esa olla a presión creció Dennis Lehane (Boston, 1965).

La cita con el autor de Mystic River, Shutter Island o Cualquier otro día, uno de los mejores novelistas estadounidenses de la última década, se produce sin embargo en un lugar alejado de sus coordenadas vitales: Florida. "¿Que qué hago aquí? Es por mi mujer, ella no soporta el frío y yo no soporto el calor, así que tenemos esta especie de trato", dice nada más entrar por la puerta. El escritor, un tipo robusto y de manos grandes que luce un anillo con motivos célticos y tiene pinta de no tener miedo a nada, se encuentra con el periodista en St. Petersburg, localidad de 250.000 habitantes a tiro de piedra de Tampa.

Leído el último libro de Lehane, La última causa perdida (publicado en España por RBA), todo aquello parece una escena de un planeta distinto. "Hay otra razón para vivir aquí: fue en este sitio donde tomé mi primer seminario de escritura y donde decidí que viviría de esto. Me trae buenos recuerdos... aunque no soporte esta temperatura", ríe Lehane.

La última causa perdida es la sexta entrega en la saga de los dos personajes que le han conseguido fama y fortuna, Patrick Kenzie y Angie Gennaro, y es además una suerte de secuela con tintes crepusculares de Desapareció una noche, que fue llevada a la gran pantalla por Ben Affleck con el título de Adiós, pequeña, adiós.

Estos dos detectives privados, más bostonianos que los Celtics, llevan ya tres lustros repartiendo bofetadas a ambos lados de la ley, con consecuencias funestas a veces: "Patrick se rige por un código, una serie de valores que para él son sagrados. Es un tipo de clase obrera cuyos principios son inquebrantables. Sus decisiones puede que no gusten a todo el mundo pero es alguien coherente.¿Que de dónde sale? La verdad es que cuando escribo sobre él escribo sobre mi padre. Si estuviera vivo ahora no estaría satisfecho con lo que está pasando, todos esos desgraciados robando a manos llenas y echando la culpa a los sindicatos y a la regulación excesiva de los mercados financieros. ¿Quién coño nos ha metido en esta crisis?, ¿los sindicatos?, ¿la regulación?". Resulta casi obvio preguntarle por el cabreo como motor creativo: "sí, este es un libro producto de la rabia, es un libro donde quiero reflexionar sobre lo que está pasando... nunca pensé en seguir donde dejé Desapareció una noche, pero un día ellos volvieron a mi cabeza y me arrastraron hasta aquí. Pensé cómo iba a retomar a Patrick y Angie, ya no son los de antes, han madurado y se enfrentan a una situación horrible: el contexto surgió por sí mismo".

La reciente muerte del padre de Lehane enlaza directamente con el alma del escritor: "necesito volver a casa algunas veces, ver a mis amigos. Cuando enterramos a mi padre y me reencontré con toda ese gente que hacía siglos que no veía y que venía a presentar sus respetos recordé por qué sin Dorchester nunca habría sido escritor. Esas calles forjaron mi carácter, me obligaron a tomar decisiones, a luchar por lo que creía. Y puedes estar seguro si te digo que no era un sitio bonito".

Lehane está ahora metido en fregados de todas clases: "Sam Raimi quiere llevar al cine Cualquier otro día pero la cosa no acaba de funcionar; cuando tome una decisión ya me llamará. Es curioso que tengamos que ir con mucho cuidado para que el resultado no se parezca en nada a The Boardwalk Empire, cuando la novela acaba el mismo día que empieza esa serie... Aparte de eso, mi próximo libro será una secuela o más bien una historia que también parte de Cualquier otro día, con un personaje secundario del original como protagonista de la narración. Y, bueno, George P. Pelecanos y yo estamos preparando una adaptación del libro The fence, de Dick Lehr, basado en uno de los escándalos más grandes en la historia del departamento de policía de Boston. Lo estamos desarrollando para HBO y veremos qué pasa. Trabajar con Pelecanos es increíble, ya coincidimos en The Wire y nos llevamos muy bien. Con él si algo no funciona, no funciona, no le gustan los rodeos y le importa un pito que la idea sea de tu padre, de tu mujer o de tu mejor amigo" .

Lehane recuerda así su paso por The Wire, serie en la que estuvo involucrado durante tres temporadas: "Cuando entré allí la serie, en la tercera temporada, no era ni fu ni fa. Nadie la miraba y la presión era cero. Es mas, antes de que se empezará a emitir la cuarta temporada, David [Simon, creador de la serie] recibió una llamada de arriba diciéndole que si las críticas no eran la hostia que se olvidará de seguir con ello. Ni siquiera sé como llegamos a la cuarta temporada. Lo demás se me escapa: su éxito fue un auténtico milagro". Y si The Wire se fue con las espadas en alto ("ninguna serie debería durar más de cinco temporadas", dice) parece que sucederá lo mismo con la saga McKenzie-Genaro: "¿Una despedida definitiva? Bueno, ya sabes lo que dicen: "Nunca digas nunca jamás". Palabra de un tipo de Dorchester.


Sucios ríos de tinta

- Mystic river (RBA). Una historia de secretos de infancia llevada al cine en 2003 por Clint Eastwood y protagonizada por Sean Penn y Tim Robbins, que ganaron sendos Oscar.

- Desapareció una noche (RBA). Otra novela de éxito convertida en película. Esta vez por Ben Affleck en 2007 con el título de Adiós, pequeña, adiós.

- La última causa perdida (RBA). La nueva novela de Lehane retoma a los dos detectives bostonianos -Patrick Kenzie y Angie Gennaro- que protagonizaron la anterior entrega. Y van seis.

Calles de barrio irlandés

11.5.11

Mankell: "Ahora mismo el centro de Europa está en Lampedusa"

El escritor sueco, premiado en Santiago de Compostela por los alumnos de un instituto

Henning Mankell, durante la rueda de prensa en el Instituto Rosalía de Castro al recibir el premio San Juan de Clemente.foto:Anxo Iglesias.fuente:elpais.com

Henning Mankell está acostumbrado a los premios -en 2007 recibió el Pepe Carvalho de novela negra- pero esta vez quienes lo han galardonado han sido los jóvenes lectores del instituto compostelano Rosalía de Castro, que cada año convocan el Premio San Clemente para traer al centro a tres escritores de culto, uno gallego, otro español y un tercero extranjero. En las 16 ediciones que acumula el premio, han pasado por este instituto público autores como Mario Vargas Llosa, Antonio Tabucchi, José Saramago o Haruki Murakami. Al reconocimiento de los jóvenes -que escogen una obra entre varias propuestas- se suman 3.000 euros de premio y una cena con los estudiantes en el Hostal dos Reis Católicos, en plena Praza do Obradoiro.

Este martes por la tarde, Mankell charlaba con periodistas y alumnos sobre su faceta de escritor de novela negra e intelectual comprometido. Se nota que ninguna obra suya le hace sentir más orgullo que el Teatro Avenida de Maputo la compañía teatral que dirige en Mozambique y con la que que ha llevado a escena a Brecht, a Shakespeare o a Lorca, ante un público en su mayor parte analfabeto. Henning Mankell nació en 1948 muy lejos de África, aunque desde hace 25 años pasa largas temporadas en Maputo.

"Fui a África por primera vez en 1971 porque quería ver el mundo desde una perspectiva distinta a la europea. Gracias a eso estoy entendiendo mejor la condición humana", asegura en portugués. Mankell era el único escritor a bordo de la flotilla humanitaria que en 2010 fue atacada por el ejército israelí cuando intentaba romper el bloqueo a Gaza. "Como intelectual tengo una responsabilidad y hago todo lo que puedo", dice ahora, aunque todavía no sabe si participará en la acción de este año. Se confiesa entusiasmado ante los cambios democráticos de los países árabes y llama a vigilar su evolución en los próximos meses. "Cuando me preguntan dónde está el centro de Europa, yo digo que ahora mismo está en Lampedusa. Tenemos un grave problema en el sur de Europa que hay que solucionar".

Las historias de violencia que ha novelado ?cuyos móviles enrevesados acaban destapando una lucha feroz por la dignidad? son inseparables de su faceta de autor comprometido. También El Chino, la obra que le ha valido el reconocimiento de los alumnos gallegos, puede entenderse así. El brutal asesinato de 19 personas en un pueblo casi deshabitado de Suecia acaba comprometiendo la estrategia de una China que se abre al capitalismo y a la conquista de África. La novela nace de la preocupación de Mankell por la toma de posición del gigante asiático en el continente africano. "Tenemos que estar atentos para que China no inicie una nueva posición colonialista en el mundo", advierte el sueco.

El sueco insobornable

9.5.11

J.M. Guelbenzu, escritor de novela policíaca por amor a un personaje

Su condición de juez de instrucción le permitió convertirla en detective al estilo de la novela policíaca clásica, por la que Guelbenzu siente un gran afecto, a diferencia de lo que le ocurre con la novela negra, "que tiene menos de juego y más de realidad social"

El escritor J.M.Guelbenzu.foto.fuente.lainformación.com

José María Guelbenzu se acercó a la literatura policíaca para llenar el vacío de escritura al que parecía condenarle la obra que tenía entre manos, y acabó embarcado en una serie que ya va por su quinta novela, "El hermano pequeño", y todo, porque se enamoró de un personaje, Mariana de Marco

"Sigo escribiendo por el personaje, si no, no haría novela policíaca", dice el autor, que confía en llegar con ella a las diez novelas. "Es mi intención, salvo que el personaje se agote".

El cadáver de una exmodelo erótica es el punto de partida del nuevo caso de la juez de instrucción de la ciudad cántabra de G., que recibirá, además, la visita de su hermano, del que hacía tiempo que no sabía nada y cuya aparición arrojará luz sobre un caso en el que todo el mundo parece tener algo que esconder.

El ambiente cada vez más asfixiante de la ciudad y las presiones que recibirá Mariana de Marco para que acelere la investigación en una dirección, harán mella en la juez, que "se enfrenta además a una humillación brutal por pasarse de lista".

"Hay que ser muy cruel con los personajes si quieres sacar todo lo que llevan dentro", dice el autor, que descubrió las posibilidades de Mariana de Marco cuando terminó su primera novela policíaca, "No acosen al asesino", "en la que era un personaje más".

Su condición de juez de instrucción le permitió convertirla en detective al estilo de la novela policíaca clásica, por la que Guelbenzu siente un gran afecto, a diferencia de lo que le ocurre con la novela negra, "que tiene menos de juego y más de realidad social".

"En la novela policíaca, el escritor plantea un juego al lector con un detective que se enfrenta a un asesino sofisticado. En la novela negra, el juego se abre a la sordidez y a la dureza de las calles", sostiene el escritor.

Y aunque la Gran Depresión fue un excelente caldo de cultivo para la novela negra en Estados Unidos, Guelbenzu no cree que en España acabe por surgir "una literatura que muestre una conciencia crítica ante la crisis social", aunque admite que hay una novela negra española que insiste en denunciar la corrupción del poder, "aunque más para culpabilizar a los corruptos que para otra cosa".

Por eso, reduce la "invasión" de novela negra "a una moda que irá pasando y de la que quedarán las obras más consistentes".

Guelbenzu, que ganó con "El hermano pequeño" el premio Torrente Ballester 2010, está convencido de que una novela policíaca de gran calidad literaria puede competir con cualquier novela, y por eso las escribe "con todo rigor" e intenta darles "una dignidad literaria".

El escritor y crítico literario se considera, sin embargo, autor de novela, y no de género, aunque reconoce que éstas "exigen menos esfuerzo al tener que someterse a unas reglas marcadas y, por eso mismo, la gratificación llega antes".

"La intriga es la parte de juego que tiene la novela policíaca y eso la hace más fácil que la novela de alta densidad, pero la verdad es que ambas me sirven para escribir de temas que me importan, y las de intriga llegan a un público más general", asegura.

El autor de "La noche en casa" y "El río de la luna" compara los procesos de escritura con dos formas de emprender un viaje. "Puedes ir a Katmandú siguiendo una ruta, sabiendo dónde vas a parar y qué medio coger, o puedes internarte en una selva con un machete. El esfuerzo es mayor, pero esto no desmerece el viaje en coche o en tren".

Guelbenzu, que reconoce que no publica una obra si no la considera "superior a la anterior", se ha entregado a Mariana de Marco por completo tras "echar todo lo que tenía en el armario" en "El amor verdadero" y, mientras vuelve a llenarlo, ha escrito la novela que hoy se presenta y ya está inmerso en una nueva aventura de la juez.

Con "El hermano pequeño", Guelbenzu cierra el ciclo de la juez en el norte de España, pues su próxima aventura la sorprenderá de vacaciones por el Nilo antes de incorporarse a la Audiencia Provincial en Madrid.

4.5.11

El hombre que se negó a hablar

Interrogatorios reúne los valientes testimonios de Dashiell Hammett durante la caza de brujas - Otro libro recopila los casos de su personaje Sam Spade

Dashiell Hammett, fue perseguido por el macartismo de los cincuentas.foto:internet.fuente:elpais.com

Como su popular detective Sam Spade, Dashiell Hammet también tenía un aire ligeramente diabólico. Era por su cara, en forma de V, diría él. Las cejas muy pobladas, la mirada altiva, el gesto cínico concentrado en las aletas de la nariz y una sabiduría a ras del suelo que le permitía desenvolverse con soltura por los peores ambientes de su tiempo. Por lo demás, Hammett -exdetective de la agencia Pinkerton que también presumía de no saber nada de las mujeres mientras se las metía sistemáticamente en el bolsillo- demostró en su vida que además de inventarse junto a Raymond Chandler la novela negra tenía una personalidad compleja que se sostenía sobre firmes convicciones.

La entereza moral que demostró durante los años que fue hostigado de manera implacable por la caza de brujas se respira hasta el ahogo en las páginas del libro Interrogatorios (Errata Naturae), que recoge por vez primera en castellano los testimonios de los dos juicios (el primero en 1949 y el segundo en 1953) a los que fue sometido por sus supuestas actividades antiamericanas, el último de ellos con el propio Joseph McCarthy contra él. Lacónico como su célebre detective (cuyas andanzas recopila RBA también ahora en el volumen Todos los casos de Sam Spade), Hammett se acogió una y otra vez a la Quinta Enmienda de la Constitución al verse acorralado ("Rehúso responder a la pregunta porque la respuesta podría incriminarme", repite como un extenuante leitmotiv a lo largo de las páginas del libro). El tribunal se empeñaba en que se confesase comunista y delatase a otros.

Hammett fue juzgado y enviado a la cárcel en 1951 por negarse a declarar. Tenía 57 años. Salió de ella prematuramente envejecido, pero resistió un segundo embate contra los tribunales.

Hammett. Fue por no responder a esa pregunta por lo que fui a la cárcel, sí.

Elsa Fernández-Santos.artículo.Dashiell Hammet.escritor estadounidense.autor de novela negra.macartismo. persecusión política.Mcarthy.eeuu.

Sr. Cohn. Bien, déjeme preguntarle otra vez, ¿era usted fiduciario del fondo de fianza del Congreso por los Derechos Civiles?

Hammett. Rehúso responder a la pregunta porque la respuesta podría incriminarme.

Desde finales de los años treinta, Hammett era un objetivo del FBI. Entre 1938 y 1941 el escritor (que ya había publicado La llave de cristal, El halcón maltés, El hombre delgado y Cosecha roja) no solo apoyó públicamente el derecho al voto de los negros, también lo hizo por una mayor acción y presencia social de los sindicatos, iniciativas contra el despido de trabajadores por su ideología, los programas de acogidas de refugiados políticos, actúo activamente contra el fascismo y el nazismo, participó en protestas contra el Dies Committe (un grupo vinculado al Ku Klux Klan), firmó las protestas contra el trato recibido por los refugiados judíos en Gran Bretaña o un texto por la libertad de prensa en la radio impulsado por Dorothy Parker. En resumen, participó en decenas y decenas de actividades por los derechos civiles que el FBI recopiló en las 278 páginas del Archivo Hammett. Curiosamente su filiación política nació como consecuencia de la Guerra Civil española. En 1937, Hammett era un escritor famoso y rico que ayudaba a financiar con los beneficios de sus libros películas antifranquistas como The Spanish Earth y que firmaba "en nombre de la decencia y la humanidad" y contra el fascismo manifiestos de los Amigos Americanos de la Democracia Española.

Todas esas actividades le convirtieron en un peligroso sospechoso y arruinaron su vida. Pasó los últimos años acorralado por los tribunales, las penurias económicas y la enfermedad. En su terrible recta final le acompañó su compañera intermitente a lo largo de más de tres décadas, la escritora Lillian Hellman. Hammett fallecía de un cáncer en 1961 en el hospital Lenox Hill. El Archivo Hammett del FBI se cerraba con una página que hacía alusión a una última llamada, la de un agente al camposanto para confirmar que el escritor había sido enterrado.

Nada más lejos de la verdad. Hammett fue un ejemplo de una inquebrantable ética que hoy está por encima de los avatares políticos de la historia. Su heroica figura no ha hecho más que crecer con el tiempo. Sencillamente porque hay suficientes grandes escritores pero faltan los hombres capaces de perderlo todo por defender hasta las últimas consecuencias sus principios.