Un ménage à trois, una fábrica en ruinas, un asesinato y un policía loco puesto a resolverlo son algunos ingredientes de Blanco nocturno, la primera novela en 13 años del autor de Plata quemada.Ricardo Piglia.foto:Daniel Mordszinki
Imagen de la portada de la última novela de Ricardo Piglia.foto:archivo.
Precedida por una variada y copiosa gama de entrevistas al autor de la obra, Ricardo Piglia, pude ya satisfacer la curiosidad ansiosa de leer su última novela Blanco nocturno.
Un ménage à trois, una fábrica en ruinas, un asesinato y un policía loco puesto a resolverlo son algunos ingredientes de Blanco nocturno, la primera novela en 13 años del autor de Plata quemada.
La novela, como en anteriores textos suyos, se vale del esquema policial, donde una víctima; en este caso, Tony Durán, es asesinado, y por tanto hay que hallar el victimario.El relato desarrolla, valiéndose de un policía loco, Croce la investigación exhaustiva por encontrar el culpable del asesinato de Tony.Y hay culpables que no lo son como inocentes que son culpables.Piglia ha construido una portentosa novela, donde además realiza sutiles homenajes a sus más caros escritores que lo han influenciado. En el camino van apareciendo los motivos, que se convierten, en las maestras manos de la prosa pigliana, en un asunto de verdadera literatura.Un triangulo entre la víctima, Tony Durán y las gemelas Ada y Sofía Belladona, niñas bien del lugar, con apellido y talante de alcaloide, tan idénticas entre sí que tienen "igual hasta la letra", haran las delicias.
"Novela de personajes", según él mismo autor la define.Piglia recupera en Blanco nocturno a Emilio Renzi, alter ego que lo acompaña desde sus primeros cuentos en La invasión (1967), quien llega al pueblo enviado como cronista de El Mundo, que como cualquier reportero lo pone a escribir notas sobre ese asesinato que ha conmovido a una comunidad de provincias, donde adquiere trascendencia aquel refrán manido de que pueblo pequeño infierno grande.
y que para ratificar su fetichismo por las pelirrojas cae "enamoradísimo" de Sofía. La novela: 299 páginas que pueden leerse simultáneamente, como la investigación de un crimen, como una historia de amor imposible, como una reflexión sobre la verdad y la imposibilidad de conocerla del todo o como la tragedia de un hombre, Luca, que quiso salvar un sueño y descubrió el precio agrio de hacerlo a costa de los propios principios.
Ese triángulo erótico aceitará los engranajes del chisme y servirá de "motor" para contar el resto de la historia familiar que incluye un abuelo coronel, dos hermanos varones, Lucio y Luca, dueños de una fábrica en ruinas y tatuados por la tragedia, un padre ovillado en una silla de ruedas y abandonado por dos mujeres –la primera huyó con un director de teatro; la segunda se ha encerrado a leer de matiné a trasnoche–, y las versiones aumentadas y corregidas de sus andanzas, relatadas por los parroquianos en el Club Social o en el almacén de Madariaga. Los Belladona atraerán la atención de los medios nacionales cuando Durán es asesinado y la investigación queda en manos del comisario Croce, pesquisa a juicio de muchos "un poco tocado".
Después de terminar de leer Blanco nocturno, juego paradojico de palabras, uno agradece que aún haya escritores como Ricardo Piglia, que construye sus novelas con rigor de verdadero novelista de raza, sin los sobresaltos mediáticos de tantísimos escritores del montón que publican tanto y dicen nada en sus textos mediocres.
Blanco nocturno
Ricardo Piglia
Editorial Anagrama
Barcelona. España
299 páginas
$65.000
Un ménage à trois, una fábrica en ruinas, un asesinato y un policía loco puesto a resolverlo son algunos ingredientes de Blanco nocturno, la primera novela en 13 años del autor de Plata quemada.
La novela, como en anteriores textos suyos, se vale del esquema policial, donde una víctima; en este caso, Tony Durán, es asesinado, y por tanto hay que hallar el victimario.El relato desarrolla, valiéndose de un policía loco, Croce la investigación exhaustiva por encontrar el culpable del asesinato de Tony.Y hay culpables que no lo son como inocentes que son culpables.Piglia ha construido una portentosa novela, donde además realiza sutiles homenajes a sus más caros escritores que lo han influenciado. En el camino van apareciendo los motivos, que se convierten, en las maestras manos de la prosa pigliana, en un asunto de verdadera literatura.Un triangulo entre la víctima, Tony Durán y las gemelas Ada y Sofía Belladona, niñas bien del lugar, con apellido y talante de alcaloide, tan idénticas entre sí que tienen "igual hasta la letra", haran las delicias.
"Novela de personajes", según él mismo autor la define.Piglia recupera en Blanco nocturno a Emilio Renzi, alter ego que lo acompaña desde sus primeros cuentos en La invasión (1967), quien llega al pueblo enviado como cronista de El Mundo, que como cualquier reportero lo pone a escribir notas sobre ese asesinato que ha conmovido a una comunidad de provincias, donde adquiere trascendencia aquel refrán manido de que pueblo pequeño infierno grande.
y que para ratificar su fetichismo por las pelirrojas cae "enamoradísimo" de Sofía. La novela: 299 páginas que pueden leerse simultáneamente, como la investigación de un crimen, como una historia de amor imposible, como una reflexión sobre la verdad y la imposibilidad de conocerla del todo o como la tragedia de un hombre, Luca, que quiso salvar un sueño y descubrió el precio agrio de hacerlo a costa de los propios principios.
Ese triángulo erótico aceitará los engranajes del chisme y servirá de "motor" para contar el resto de la historia familiar que incluye un abuelo coronel, dos hermanos varones, Lucio y Luca, dueños de una fábrica en ruinas y tatuados por la tragedia, un padre ovillado en una silla de ruedas y abandonado por dos mujeres –la primera huyó con un director de teatro; la segunda se ha encerrado a leer de matiné a trasnoche–, y las versiones aumentadas y corregidas de sus andanzas, relatadas por los parroquianos en el Club Social o en el almacén de Madariaga. Los Belladona atraerán la atención de los medios nacionales cuando Durán es asesinado y la investigación queda en manos del comisario Croce, pesquisa a juicio de muchos "un poco tocado".
Después de terminar de leer Blanco nocturno, juego paradojico de palabras, uno agradece que aún haya escritores como Ricardo Piglia, que construye sus novelas con rigor de verdadero novelista de raza, sin los sobresaltos mediáticos de tantísimos escritores del montón que publican tanto y dicen nada en sus textos mediocres.
Blanco nocturno
Ricardo Piglia
Editorial Anagrama
Barcelona. España
299 páginas
$65.000
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