9.10.09

150 años Conan Doyle


Me sorprende lo desapercibido que pasó el sesquicentenario del nacimiento
de sir Arthur Conan Doyle, creador del inmortal Sherlock Holmes, cuyos métodos deductivos fueron calcados por nadie menos que el Dr. Freud, inventor del sicoanálisis.


Ricardo Bada

Los puristas seguramente se emperrarán en seguir afirmando que el padre de los detectives modernos es el Auguste Dupin de Edgar Allan Poe, y en parte se sentirán apoyados por el propio Conan Doyle, el cual dijo alguna vez que «si cada autor de una historia en algo deudora de Poe, pagase una décima parte de los honorarios que recibe por ella para un monumento al maestro, se podría hacer una pirámide tan alta como la de Keops». Y es cierto que Sherlock Holmes le debe a su colega francés la listeza sin par y la brillantez deductiva, además de una incuestionable superioridad intelectual y mental respecto de la policía común y silvestre. Pero por las razones que sean, Auguste Dupin no es un mito: y Sherlock sí que lo es.
Borges lo dejó dicho de manera indeleble: «No salió de una madre ni supo de mayores. / Idéntico es el caso de Adán y de Quijano». No «lo soñó un irlandés» como quiere Borges más adelante en ese mismo formidable poema de Los conjurados: aunque hijo de madre irlandesa, Conan Doyle era escocés. Pero sí acierta al final, Borges, con unos alejandrinos de desarmante naturalidad: «Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una / de las buenas costumbres que nos quedan. La muerte / y la siesta son otras. También es nuestra suerte / convalecer en un jardín o mirar la luna».
Y como es lógico, esta columna no puede terminar sin una aventura –más o menos inédita– de Sherlock Holmes.
Sherlock Holmes y el Dr. Watson se fueron a pasar unos días de camping. Tras una buena cena y una botella de vino, se desearon buenas noches y se acostaron en sus respectivos sacos. Horas más tarde, Holmes se despertó y sacudió con el codo a su fiel amigo:
– Watson, mire hacia arriba y dígame qué ve.
Watson contestó:
– Veo miles y miles y miles y miles de estrellas...
– Y éso ¿qué le dice? –quiso saber Holmes.
Watson pensó por un minuto y decidió impresionar al detective empleando su propio método deductivo:
– Desde un punto de vista astronómico –dijo–, me dice que existen miles de galaxias y por lo tanto, potencialmente, millones de planetas. Astrológicamente, me dice que Saturno está en conjunción con Leo. Teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y que nosotros somos pequeños e insignificantes. Cronológicamente, deduzco que deben de ser alrededor de las 3:15 a.m.. Y meteorólogicamente, intuyo que mañana tendremos un hermoso y soleado día. ¿Y a usted qué le dice, mi querido Holmes?
Tras un corto silencio, Holmes repuso:
– Lo elemental, querido Watson: que cada día es usted más necio. A mí ese cielo estrellado sólo me dice que nos han robado la carpa».

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