No hay nada que hacerle: mucho policial nórdico de helados paisajes, pero la costa oeste de los Estados Unidos sigue siendo un imbatible escenario para poner en marcha la maquinaria de acción, corrupción del poder y rubias platino que arrancó en los años 50. Indudablemente, Don Winslow es uno de los mejores exponentes de la novela negra actual
Don Winslow, ¿renovador de la novela negra gringa?./pagina12.com.ar |
No
hay caso: los norteamericanos siguen siendo los grandes renovadores de
la novela negra. Si uno quiere saber en qué anda el género, no tiene que
leer mucho a los nórdicos, ni a los islandeses, ni a nada ni nadie que
tenga que ver con el frío, porque no tiene tanto que ver con las
condiciones meteorológicas: o sí, tiene que volver, mal que le pese, al
calor de las playas, a los policías grasosos comiendo comida chatarra,
es decir, a los americanos del norte, y tiene que leer ahora, por
supuesto, a Don Winslow.
Y Winslow ya se ganó tantas licencias para narrar (y sobre todo
respeto gracias a su megalómana y genial “narconovela” El poder del
perro) que en Los Reyes de lo Cool se permite ir hacia atrás y generar
una precuela de su novela Salvajes (que fuera llevada al cine con un
éxito relativo por Oliver Stone). Si bien se puede leer con cierta
autonomía, lo cierto es que la trama de esta precuela encaja a la
perfección con la historia de personajes ya bien delineados; esos
surfistas inconformistas, que buscan con cierta holgura otro modo de
ganarse y por ende, de entender la vida. Así volvemos al famoso trío de
Chon (marine profesional ansioso por desembarcar por la zona del Golfo),
Ben (un tipo tranquilo y pacifista, cuando las cosas no se le ponen
complicadas) y O (Ofelia, el tres en cuestión, pero que no se hace mucho
problema). Y el trío funciona tanto aquí como en su anterior versión.
Los Reyes de lo Cool narra entonces ese momento en el que los tres
amigos se separan (guerra de Irak mediante) y pierden la zona
conquistada de compraventa de marihuana a manos de unos pandilleros
mexicanos.
Los Reyes de lo Cool. Don Winslow Roja & Negra Mondadori 336 páginas
En esta suerte de precuela, Winslow tiende un puente hacia finales
de la década del ’70, ya que O va en busca de su padre. Al hacerlo, se
narra el idealismo de una juventud que creyó en la paz del mundo y
terminó vendiendo cocaína en la década siguiente para lograr vivir en
mansiones de lujo. Winslow traza toda una genealogía del narcotráfico
específicamente en la zona de la frontera.
Lo que resulta increíble es verificar una vez más que la novela
negra, cuando busca renovarse, parece siempre tener que volver al mismo
lugar geográfico: la frontera, la costa oeste, el punto en donde todo
parece desbarrancarse y los ideales americanos se hunden en la
profundidad de sus propias entrañas. Cambian los tiempos, pasan las
décadas, las rubias y los hombres duros pasan por el gimnasio y los
quirófanos, pero siempre se vuelve a ese escenario fundacional.
Resultaría bastante tedioso contar la trama, porque la trama se va
narrando a sí misma sobre la marcha; lo que es llamativo (para quienes
no acostumbran frecuentar la prosa de Winslow) es el desparpajo y la
velocidad que tiene en esta novela para narrar; esta vez lo consigue
hacer poniéndose más allá de todas las convenciones de la novela negra.
Con un narrador que cancherea con las comparaciones, rompe los párrafos
cuando quiere, y hasta se permite licencias poéticas (y buenas) en el
medio de una vertiginosa situación de tiros, alcohol y fugas.
Winslow se permite una cosa que no todos se pueden permitir en estos
primeros tramos del siglo XXI: hacer pulp de una manera inteligente. Y
tampoco pierde de vista su objetivo básico, que es el de entretener. Y
lo hace con gracia, soltura, y hasta elegancia. Algo que por supuesto le
seguimos agradeciendo en cada nueva lectura al viejo y querido Don.
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