Enlaza el pasado con el presente a través de su personaje principal, la abogada Rebecka Martinsson, fiscal del distrito de Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, cerca del Círculo Polar Ártico, donde Larsson nació en 1966
Asa Larsson en Barcelona en 2012./Massimiliano Minocri./elpais.com/elemental |
La escritora sueca Asa Larsson abordó en su anterior novela (Cuando pase tu ira)
la presunta neutralidad de su país durante la II Guerra Mundial; en Sacrificio
a Mólek (Seix Barral y Columna en catalán) se remonta a principios del siglo XX
y la I Guerra Mundial, y, como en la anterior, enlaza el pasado con el presente
a través de su personaje principal, la abogada Rebecka Martinsson, fiscal del
distrito de Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, cerca del Círculo
Polar Ártico, donde Larsson nació en 1966.
Ahora nos desvela en esta entrevista algunas de las claves de su obra.
Narra en esta novela el nacimiento de Kiruna cuando empezó a explotarse las minas de
hierro, industria que aún se mantiene y del hombre que la construyó, Hjalmar
Lundbohm. “Es un periodo muy interesante. Había esperanza de futuro, movimientos
obreros y feministas, la gente dejó de emigrar a Estados Unidos, incluso la
guerra, en la que Suecia se mantuvo neutral, no parecía algo tan espantoso.
Esos anhelos de futuro y de la posibilidad de lograr un Estado de bienestar
ocurrieron también en otros países, solo que yo lo he concentrado en una
pequeña población. Lundbohm existió realmente. Me he inventado su amor con Elina,
la maestra. En realidad ese amorío lo tuvo con una periodista”, explica la
escritora.
La codicia como motor
Rebecka Martinsson ha conseguido dominar sus pesadillas. En la primera novela de
Larsson, Aurora boreal, mata en defensa propia a dos pastores eclesiásticos. En
la segunda, Sangre derramada, se siente responsable del suicidio de un hombre,
e ingresa en un psiquiátrico. En Sacrificio a Mólek (traducción de Mayte
Giménez y Pontus Sánchez), vive en la casa de su abuela en Kurravaara, no lejos
de Kiruna, con su dos perros, la compañía de su octogenario vecino y la amistad
de Krister Eriksson, un policía entrenador canino.
Sol-Britt,una mujer que vive con su nieto, es asesinada con una horca para la paja. En la
cabecera su cama aparece escrita la palabra PUTA. Rebecka averigua que el hijo
de Sol murió atropellado y que al padre de la mujer se lo había comido un oso y
que el nieto, Markus, también corre peligro. Demasiadas muertes
accidentales en una familia, concluye. Pero es apartada del caso en beneficio
de un colega fiscal resentido y desastroso, Carl Von Post, conocido como La Peste. “Me gusta
odiarlo. Tener a un tipo tan deleznable en una novela es genial”, asegura la autora.
Enfurecida y decepcionada, Martinsson continúa investigando por su cuenta. Las muertes
accidentales no eran tan accidentales y tienen su inicio en ese pasado. La
codicia es uno de los motivos de tanta violencia. “Pero no solo la codicia que
genera el dinero, sino como pecado humano. Por eso explotamos la naturaleza o
por eso no juntamos con gente que creemos que nos conviene. La codicia es una
manera de vivir”.
Un hombre detenido por el asesinato de Sol-Britt es interrogado por el nefasto
fiscal Von Post. Después se suicida. En la conferencia de prensa, La Peste se
refiere a él continuamente como el asesino.
Otro de los personajes de Larsson,
Mans, el abogado de Estocolmo novio de Rebecka, ve la noticia por Internet,
reflexiona: “Le llaman asesino antes de ser juzgado. ¿Qué pasa con lo de inocente
hasta que se demuestre lo contrario? Creía que Suecia todavía era un Estado de
derecho”.
¿Es un hecho aislado? “Han pasado estas cosas y peores. Recientemente hemos tenido
un escándalo muy fuerte. Un hombre mentalmente inestable fue condenado por una
serie de asesinatos en serie. Durante un interrogatorio se confesó culpable a
pesar de que no había pruebas en contra de él y la policía no siguió
investigando, ya le pareció bien”.
Suecia idílica
Entre Asa Larsson y sus colegas suecos están desmontando la imagen más o menos
idílica de Suecia.
“¿Estáis pensando si querernos u odiarnos? Cada país carga con sus propios tópicos. Como los que tenemos nosotros sobre España, de familias grandes, donde todo el mundo se conoce, donde se vive más relajadamente, donde hay mucho sol y grandes cocineros”.
Ni Suecia es tan idílica ni España tan relajada.
Por cierto, Rebecka Martinsson parece un poco aburrida de su importante novio de
Estocolmo y tiene sus escarceos con el policía Krister Eriksson. “En Suecia,
los lectores votan. Es muy significativo: ningún hombre vota por abogado, todos
prefieren al policía. En cambio, las mujeres están divididas”.
Como en las anteriores novelas de la escritora, el factor religión está muy
presente. “La Biblia es una fuente de inspiración para la novela negra: crimen,
castigo, culpa, venganza”. Mólek es un dios que otorga riqueza, buenas cosechas
y victorias en la guerra y para tenerlo contento se le ofrece el sacrificio de
niños. “La presencia de Mólek no es demasiado patente en el libro, subyace en
la vida de la gente”.
Larsson tuvo dificultades con esta novela. “La pesadilla de todo escritor: el bloqueo.
Los personajes empezaron a importarme poco y todo me daba igual y me salía mal”.
Estuvo cuatro años sin publicar novela en Suecia, aunque en España pasó
desapercibido porque se traducen con cierto retraso. Lo superó. “Seguí una
terapia y, sobre todo, monté a caballo. Gracias a mis historias de Kiruna pude
comprarme un caballo”.
Desde Sjöwal y Wahlöö, Henning Mankell y Stieg Larsson, los escritores suecos de
novela negra parecen haberse multiplicado. “Yo tengo mi propia teoría, que
seguramente no es cierta. En los años setenta se publicó en Suecia mucha novela
policiaca juvenil y todo lo que leímos está saliendo a la superficie. Creo que
dentro de 10 o 15 años habrá mucha literatura fantástica, porque se lee mucho
los libros de Harry Potter o los de la saga Crepúsculo”.
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