El autor no fue el primer borracho del oficio ni la noticia de su sed es
nueva. Pero el nuevo relato de su vida viene especialmente empapado en
licor
Raymond Chandler, creador de Philip Marlowe, el duro y cínico detective de sus novelas, ahora revisitado en una nueva biografía.foto.fuente:elmundo.es |
A veces los grandes novelistas surgen detrás de la desgastada
ventanilla de un banco, o del marginal escritorio de una oficina de
burócratas de provincia, tipos grises de carcasa destilando genio
abandonado, a punto de explotar con la debida combinación de nudillos en
la puerta y un trago del whisky más amargo.
A Raymond Chandler no le fueron a llamar para reconocerle su inmenso
talento aquella mañana sino para echarle a la calle de forma impúdica,
ex ejecutivo del mundo del petróleo desde entonces y afiliado a una
máquina de escribir poco después. La depresión del 29 le acercó a su
verdadero motivo en la vida y a una botella, siempre con el trago en la
mesa hasta alcanzar ese punto álgido de embriaguez que le diera la
brillantez suficientes a sus textos.
Dicen que así parió su primera gran novela policiaca, negra, o la
primera simplemente, cuando ya parecía demasiado tarde. Cuesta creer que
un genio sarcástico y endemoniado, de frases rotundas continuas,
tardase 51 años en publicar su primer novela, El sueño eterno, de
1939, un hecho histórico del que da fe Tom Williams en una biografía
sobre el escritor, angelino empedernido aunque nacido en Chicago.
Williams aporta algunos nuevos detalles a lo ya conocido sobre la
vida de Chandler en los trabajos biográficos anteriores dedicados al
autor, 'The life of Raymond Chandler', de 1976, y 'Raymond Chandler', de
1997. Cuestiones como el hecho de que su padre fuera un borracho
maligno, y que esa querencia también fue la suya durante mucho tiempo.
Cuenta el libro de Williams que una vez descubierto, Chandler se
volvió un ser cotizado en Hollywood en labores de adaptación de guiones,
y que llegaron a aceptar sus condiciones excéntricas. En abril de 1945,
semanas después de que la Paramount le hubiera encargado el guión de
'La dalia azul' para el mítico Fritz Lang, el escritor solicitó tener a
su disposición a dos secretarias dispuestas a escribir al dictado sus
ideas, una que vez que hubiera alcanzado el punto exacto de borrachera
para inspirarle como era debido.
Pidió además dos Cadillacs aparcados en la puerta de su casa y
operativos las 24 horas del día para poder hacer sus recados y los
pertinentes intercambios de notas sobre la marcha del guión con el
estudio. Chandler abusó de su posición de fuerza como uno de los seres
más cotizados de aquella meca del cine en pleno esplendor, justo un año
después de haber firmado una obra maestra, el guión de 'Perdición' para
otro maestro, Billy Wilder.
Mucho antes había dejado constancia de su don literario construyendo
la figura histórica del detective Marlowe, aquel ser bajito, intrigante y
de seguridad aplastante que encarnó Humphrey Bogart junto al gran amor
de vida, la flaca Lauren Bacall.
Curioso además por el hecho de la relación dubitativa que mantuvo
Chandler con las mujeres durante toda su vida, virgen hasta mediados los
30 y protector al máximo del sexo opuesto, siempre en busca de una
figura materna como Florence, la irlandesa que le dio a luz en julio de
1888 después de haber emigrado a Estados Unidos en 1886.
Sus progenitores y después su esposa, Pearl Cecily Bowen, marcaron la
vida del oscuro y brillante Chandler, una vida ahora resucitada con
este nuevo trabajo indagatorio. Bienvenido sea.
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