En la tradición del policial negro norteamericano, Que nadie se
mueva es un relato lleno de disparos, con el trasfondo de una
California áspera, oscura y marginal
Denis Johnson, autor de Que nadie se mueva. foto.fuente: Revista Ñ. |
Denis Johnson se convirtió en escritor de culto al publicar Hijo
de Jesús en 1992, un libro de relatos alimentado con la experiencia
autobiográfica de sus adicciones al alcohol y la heroína. Años más
tarde, en el 2007, Johnson terminó siendo el escritor consagrado por
editores, colegas y críticos al obtener el Nacional Book Award con su
monumental novela sobre Vietman, Arbol de humo , que fue también
finalista del premio Pulitzer de ese mismo año. Entre un libro y otro,
Johnson publicó varias novelas, firmó guiones de cine y obras de teatro y
compiló las crónicas y ensayos que había publicado en diversos medios
como New Yorker o Harper’s Bazar, con el título de Seek: Reports from
the Edges of America & Beyond . Pero antes de todo eso, es decir
antes de 1992, Johnson ya contaba con cuatro libros de poemas y otras
cuatro novelas, entre las que destaca su poderoso debut, Angeles
derrotados (narración que escribió mientras era profesor de escritura
creativa en una prisión estatal en Arizona), u otras novelas con títulos
que parecen salir de su confeso estatus de cristiano no convencional:
Resurección del hombre ahorcado . Jesús, ángeles, resurrecciones:
palabras que remiten a una obra que acoge a los grandes perdedores de la
noche americana, las víctimas-victimarios que suelen llevar consigo el
ambiguo destino del delito y que la pluma de Johnson empuja hacia
universos de libertad salvaje o los hace esclavos de una redención
eventual.
Que nadie se mueva comparte esta exploración por la
oscuridad americana, complementada con la oscuridad de la novela negra y
el ambiente del crimen en California. Se trata de una narración oscura,
disparatada y divertida al mismo tiempo, en la que los personajes se
mueven al filo del ridículo en un mundo atravesado por el vuelo quemante
de las balas.
Road novel policial sin policías ni
detectives, sin atributos investigativos, sin misterios que desentrañar,
sin una ley moral que marque la contratara de unas acciones con
frecuencia irruptivas e intermitentes, siempre al margen de la ley y de
la corrección política e incluso sintáctica, con personajes entregados
al extravío, absorbidos por un código que no responde a la moral ni a la
justicia sino al deseo desbocado e individual, al amor áspero, a la
rebeldía y a la necesidad, siempre frustrada, de superar un futuro que
solo trae amenazas e incertidumbres en una Norteamérica de cartón y
neón.
Un gánster árabe de nombre Juárez, una abnegada y casquivana
médico veterinaria que fue enfermera en la guerra del golfo, un matón a
sueldo (más parecido a un Goliat que a un ser humano en busca de
venganza), una hermosa y alcohólica india proveniente de una reserva que
ha dejado a su esposo encima de un charco de sangre, y un Jimmy Luntz,
protagonista tambaleante, “típico merodeador de estación de autobuses”,
un tipo que trabaja como solista en el coro “Los vagabundos de
Alahambra”, trajeado con esmoquin blanco, chaleco a cuadros y pajarita a
cuadros, y con ganas suficientes de meterse en problemas, pues es un
ludópata perdedor y debe una importante suma de dinero ¿A quién? Al
árabe Juárez, que tiene en Gambol (Goliat) su brazo armado, y que al
escapar conoce a Anita Desilvera, la india “guapa y maldita” escapada de
la reserva, de quien Luntz se enamora (en realidad todos se enamoran de
Anita) para iniciar una sucesión de episodios donde no faltan el hotel
de paso, la escopeta corta con cacha de nácar, los disparos que fogonean
la noche, el restaurante a la orilla de la carretera, el Cadillac
Brougham tapizado en cuero blanco, dos millones de dólares que todos
buscan y nadie encuentra y un río, el río Feather, que corre a lo largo
de estas vidas en peligro, que sigue su rumbo como si fuera la
irreversible marea del destino.
Publicado originalmente como
novela por entregas para la edición norteamericana de la revista
Playboy, Que nadie se mueva puede ser visto como un libro menor dentro
de la densa obra de Johnson, aunque sus personajes nunca se distancian
de esos individuos cautivos de sus propias fragilidades que suelen
gravitar en el resto de su obra, constantemente amenazados por una
irrrefrenable fuerza autodestructiva. La novela ha sido llevada al
teatro por el proyecto teatral Campo Santo, el mismo colectivo teatral
con el que Johnson a puesto en escena casi toda su importante obra
dramatúrgica.
Debemos a Rodrigo Fresán, quien ha sido traductor de
Hijo de Jesús y ahora editor de Johnson para la colección Roja y Negra
de la editorial Mondadori, la constancia en dar a conocer la obra de
uno de los autores americanos más prestigiosos y menos conocidos en
nuestra lengua, un autor que llegó a realizar contratos editoriales no a
cambio de anticipos sino del pago de sus cuantiosas deudas con el fisco
de los Estados Unidos y que ahora, desde el 2011, integra ese olimpo
del patrimonio cultural que es el fichero de documentos originales del
Harry Ransom Center de la Universidad de Austin Texas, el mismo lugar
que alberga los papeles originales de gente como Edgar Allan Poe, Jack
Kerouac o Jorge Luis Borges.
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