29.6.12

Bang, bang: estás liquidado

En la tradición del policial negro norteamericano, Que nadie se mueva es un relato lleno de disparos, con el trasfondo de una California áspera, oscura y marginal
Denis Johnson, autor de Que nadie se mueva. foto.fuente: Revista Ñ.
Denis Johnson se convirtió en escritor de culto al publicar Hijo de Jesús en 1992, un libro de relatos alimentado con la experiencia autobiográfica de sus adicciones al alcohol y la heroína. Años más tarde, en el 2007, Johnson terminó siendo el escritor consagrado por editores, colegas y críticos al obtener el Nacional Book Award con su monumental novela sobre Vietman, Arbol de humo , que fue también finalista del premio Pulitzer de ese mismo año. Entre un libro y otro, Johnson publicó varias novelas, firmó guiones de cine y obras de teatro y compiló las crónicas y ensayos que había publicado en diversos medios como New Yorker o Harper’s Bazar, con el título de Seek: Reports from the Edges of America & Beyond . Pero antes de todo eso, es decir antes de 1992, Johnson ya contaba con cuatro libros de poemas y otras cuatro novelas, entre las que destaca su poderoso debut, Angeles derrotados (narración que escribió mientras era profesor de escritura creativa en una prisión estatal en Arizona), u otras novelas con títulos que parecen salir de su confeso estatus de cristiano no convencional: Resurección del hombre ahorcado . Jesús, ángeles, resurrecciones: palabras que remiten a una obra que acoge a los grandes perdedores de la noche americana, las víctimas-victimarios que suelen llevar consigo el ambiguo destino del delito y que la pluma de Johnson empuja hacia universos de libertad salvaje o los hace esclavos de una redención eventual.
Que nadie se mueva comparte esta exploración por la oscuridad americana, complementada con la oscuridad de la novela negra y el ambiente del crimen en California. Se trata de una narración oscura, disparatada y divertida al mismo tiempo, en la que los personajes se mueven al filo del ridículo en un mundo atravesado por el vuelo quemante de las balas.
Road novel policial sin policías ni detectives, sin atributos investigativos, sin misterios que desentrañar, sin una ley moral que marque la contratara de unas acciones con frecuencia irruptivas e intermitentes, siempre al margen de la ley y de la corrección política e incluso sintáctica, con personajes entregados al extravío, absorbidos por un código que no responde a la moral ni a la justicia sino al deseo desbocado e individual, al amor áspero, a la rebeldía y a la necesidad, siempre frustrada, de superar un futuro que solo trae amenazas e incertidumbres en una Norteamérica de cartón y neón.
Un gánster árabe de nombre Juárez, una abnegada y casquivana médico veterinaria que fue enfermera en la guerra del golfo, un matón a sueldo (más parecido a un Goliat que a un ser humano en busca de venganza), una hermosa y alcohólica india proveniente de una reserva que ha dejado a su esposo encima de un charco de sangre, y un Jimmy Luntz, protagonista tambaleante, “típico merodeador de estación de autobuses”, un tipo que trabaja como solista en el coro “Los vagabundos de Alahambra”, trajeado con esmoquin blanco, chaleco a cuadros y pajarita a cuadros, y con ganas suficientes de meterse en problemas, pues es un ludópata perdedor y debe una importante suma de dinero ¿A quién? Al árabe Juárez, que tiene en Gambol (Goliat) su brazo armado, y que al escapar conoce a Anita Desilvera, la india “guapa y maldita” escapada de la reserva, de quien Luntz se enamora (en realidad todos se enamoran de Anita) para iniciar una sucesión de episodios donde no faltan el hotel de paso, la escopeta corta con cacha de nácar, los disparos que fogonean la noche, el restaurante a la orilla de la carretera, el Cadillac Brougham tapizado en cuero blanco, dos millones de dólares que todos buscan y nadie encuentra y un río, el río Feather, que corre a lo largo de estas vidas en peligro, que sigue su rumbo como si fuera la irreversible marea del destino.
Publicado originalmente como novela por entregas para la edición norteamericana de la revista Playboy, Que nadie se mueva puede ser visto como un libro menor dentro de la densa obra de Johnson, aunque sus personajes nunca se distancian de esos individuos cautivos de sus propias fragilidades que suelen gravitar en el resto de su obra, constantemente amenazados por una irrrefrenable fuerza autodestructiva. La novela ha sido llevada al teatro por el proyecto teatral Campo Santo, el mismo colectivo teatral con el que Johnson a puesto en escena casi toda su importante obra dramatúrgica.
Debemos a Rodrigo Fresán, quien ha sido traductor de Hijo de Jesús y ahora editor de Johnson para la colección Roja y Negra de la editorial Mondadori, la constancia en dar a conocer la obra de uno de los autores americanos más prestigiosos y menos conocidos en nuestra lengua, un autor que llegó a realizar contratos editoriales no a cambio de anticipos sino del pago de sus cuantiosas deudas con el fisco de los Estados Unidos y que ahora, desde el 2011, integra ese olimpo del patrimonio cultural que es el fichero de documentos originales del Harry Ransom Center de la Universidad de Austin Texas, el mismo lugar que alberga los papeles originales de gente como Edgar Allan Poe, Jack Kerouac o Jorge Luis Borges.

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