19.5.11

Lecciones del primer festival de novela negra en Mar del Plata

Más de veinte autores participaron del encuentro de literatura policial
Hay equipo.Algunos integrantes del Festival Azabache de Novela Negra.Entre ellos hay dos premios Clarin de Novela:Claudia Piñeiro y Gustavo Nielsen.foto.fuente:Revista Ñ

Se aprenden muchas cosas en un encuentro literario. Por ejemplo, se puede pasar del comentario de un artículo de César Aira sobre la música del azar a una martingala para la ruleta que asegura un treinta por cierto de ganancia. Es cuestión de sentarse al lado de Guillermo Martínez, que además de escritor es matemático, durante la cena, y escucharlo explicar cómo es que el azar está organizado en rachas.

Pero si uno se apersona en una mesa en la que el ganador del último Premio Clarín de Novela, Gustavo Nielsen, da una charla, le puede empezar a sacar ventajas al vicio de leer literatura negra: el escritor arquitecto contó que en algún momento tuvo un socio muy lector, con el que se intercambiaban libros y se la pasaban hablando de lo que habían leído. Durante el concurso para la licitación de una obra importante, ese mismo socio compró todo el estock del material necesario para hacerla. El concurso lo ganó otra empresa, pero no podía llevar adelante el trabajo porque el material lo tenía el socio de Nielsen. Así que tuvieron que adjudicarles la obra a ellos aunque cobraran más caro. Nielsen le dijo al socio, "sos un genio, ¿cómo se te ocurrió hacer esto?" Y el socio le contestó, "¡por todos los policiales y las novelas negras que leemos, así supe cómo hacer estas cosas!".

Y si uno se sienta a tomar un té con leche en La Boston con Claudia Piñeiro, sabrá que hay gente que intenta convencerla de la versión familiar del asesinato de María Marta García Belsunce, aunque Piñeiro no es fiscal, ni abogada, ni juez y no va a poder hacer nada por la suerte de esa familia.

Comer rabas y tomar cerveza con Leonardo Oyola, su mujer y también escritora Alejandra Zina, Santiago Maisonnave e Iñaki Echeverría, autores del libro de relatos gráficos Negro el 10 , es escuchar de boca de Oyola la génesis de uno de sus cuentos, donde relata cómo fue preso junto a su abuelo y su papá: le pasó en serio. Padre e hijo fueron a visitar al abuelo a Tucumán, porque les habían avisado que estaba agonizando. Cuando llegaron a la casa, la mujer del abuelo les dijo que se había ido al baile. Así que fueron. Ahí, el patriarca de los Oyola, que padecía un cáncer terminal pero seguía siendo muy mujeriego, sacó a bailar a una señora que había sido su novia durante la juventud. Y se armó la gresca. Abuelo y nieto terminaron abollados y en el suelo, mirando como el padre seguía boxeando con medio pueblo. Al final, intervino el comisario y se los llevó a la comisaría. Por donde sólo pasaron: el abuelo siguió de largo y salió por la puerta de atrás, seguido por sus descendientes.

Cuando se apagan las risas, Maisonnave y Echeverría, comentan con pesar que Francisco Solano López -uno de los padres de la novela gráfica argentina- está internado y necesita dadores de sangre. Y pasan a recordar a Carlos Trillo, "el más versátil de los historietistas argentinos" y a rememorar a El Loco Chávez, "una tira donde estaba lo que es ser argentino".

Con Vicente Battista, en su charla y su taller, se refrescaron conocimientos sobre el género; contó la historia entera, de Edgar Allan Poe a Stieg Larsson. La platea se fue ilustrada y contenta. También hay quien le encuentra otra vuelta al clásico triángulo policial de asesino–detective–víctima: el editor de Planeta Mariano Valerio explicó: "la víctima es el detective: nunca tiene un centavo, siempre anda penando porque lo dejó alguna mujer y recibe todos los golpes".

De la importancia del punto de vista también hablaron los cronistas Javier Sinay, autor de Sangre Joven , y Rodolfo Palacios – El Angel Negro y Pasiones que matan . Se referían a que, si se quiere hacer periodismo de autor, hay que tener un ángulo propio para mirar. Además de no quedarse con las versiones siempre parecidas a fórmulas de la policía y la justicia, claro.

La salud de la edición en el interior del país también dio noticias: Fernando López y Lucio Yudicello presentaron la novísima colección Tinta Roja, de la editorial cordobesa Eduvim, que acaba de arrancar con 4 títulos publicados hace 10 días.

De las complejidades de priorizar la escritura antes que el trabajo remunerado, habló Guillermo Orsi, quien con su Ciudad Santa ganó Premio Dashiel Hammet de la pasada edición de la Semana Negra de Gijón.

Para que todo eso suceda armoniosamente, trabajan sin parar los organizadores, los escritores Carlos Balmaceda, Fernando del Río y Javier Chiabrando. Anoche brindaron por esta primera edición del Festival Azabache: al calendario literario argentino se le sumó una fiesta. Así que, de aquí en más, a reservarse el fin de semana que siga al final de la Feria del Libro.


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