2.2.10

Princesas de hielo y sangre

BCNEGRA

'Si Dostoievski publicara ahora en Suecia,
dirían que escribe 'thrillers''

La escritora seuca Asa Larsson participa en la edición 2010 de BCNegra  A. Moreno

La escritora seuca Asa Larsson participa en la edición 2010 de BCNegra A. Moreno

"Asa Larsson se acuerda de una antigua entrevista televisiva a Kerstin Ekman, una de las suecas pioneras en esto del negro y criminal. Recuerda, sobre todo, una de las preguntas que le hicieron a la que ahora está considerada como una de las grandes y la reproduce con un cierto retintín en la voz, en la cara y en la pose: "¿Cómo una chica tan mona como tú puede escribir sobre crímenes tan atroces?". Como la memoria es algo muy selectivo, se hace evidente que a Asa Larsson (Uppsala, Suecia, 1966), una mujer menuda y vivaracha, de melena rubia y ojos con chispa, muchos deben haberle preguntado lo mismo. Pero, aunque le duela, debería entenderlo porque en las dos primeras entregas publicadas en España de las aventuras de su heroína, Rebecka Martinsson -Aurora boreal y Sangre derramada (Seix Barral)-, Larsson asesina -eso sí, sobre el papel- a unos cuantos curas y a otros tantos perros.

"Me estoy quitando. En el último libro que he escrito, el cuarto de la serie, ya no mato a ningún perro", bromea Larsson -nada que ver con Stieg, el de Millennium-, una de las últimas revelaciones del crimen nórdico, una de las estrellas del BCNegra -que ayer abrió sus puertas-; una mujer que hecha mano de su pasado para reinventarlo en sus libros. Lo de la religión no es baladí: Asa la sufrió. Explica que sus abuelos, tanto los de la rama materna como los de la paterna, eran ultrareligiosos -laestadianistas, para más señas, seguidores de una de las corrientes más conservadoras de la Iglesia Luterana-; y que ella, en la tardía adolescencia y la primera juventud- también tuvo sus escarceos, aunque se quitó. "Así, que sí, que en las referencias a la religión hay algo personal", admite.

Pero no sólo en eso, porque el cura asesinado es Mildred, una mujer. Y, aunque casada con un hombre, mantiene una relación extramatrimonial con otra mujer. Como la madre de Asa, que dejó a su marido por una mujer con la que convivió cerca de dos décadas.

Y para redondear los tintes autobiográficos, otro detalle: la acción de sus novelas transcurre en Kiruna, un pueblo en el remoto norte sueco, donde la propia Asa Larsson creció.

Hasta aquí las coincidencias. Pero Asa Larsson no es igual que su heroína, aunque ambas estudiaran Derecho y hayan practicado la abogacía. «¿Qué pensaría Rebecka si se encontrara conmigo? Yo no le gustaría», admite Asa, «pensaría que soy demasiado charlatana, que tengo demasiado afán por gustar a los demás. Ella es una persona mucho más íntegra que yo», añade la escritora que ha creado a una heroína con ciertas similitudes a la Lisbeth Salander de Millennium, aunque nadie pueda acusarla de plagio porque la concibió antes. Rebecka Martinsson -juego con Martin Beck, el detective de la gran pareja del negro nórdico: Per Wahlöö y Maj Sjöwall- es una mujer dura, aunque herida, una mujer que, en cierta manera, ha perdido su camino y ha quedado excluida de su grupo. Y es un mal que corren otros de los personajes que aparecen en los libros de Asa. «Todos tenemos problemas con las relaciones, con dar y recibir cariño, pero es cierto que en el Norte de Suecia se acentúa esa cultura del no saber expresar las emociones».

¿Más rasgos característicos del negro nórdico? Asa no sabe. ¿Por qué gusta tanto en climas mediterráneos? Asa no contesta. ¿Es cierto, como dijo el mexicano Jorge Moch, que los nórdicos inventan la violencia porque en su país no existe? Asa recibe la afirmación con una risotada tan estentórea como le permite su pequeña figura. «¿Cómo que no hay violencia?», rechaza entre jajás, «os invito a que vengáis a comprobarlo», añade. Y, última pregunta, ¿por qué se escribe tanta novela negra en los países nórdicos? «No puedo dar respuesta», empieza pero, poco a poco, la da: «Si Dostoievski publicara ahora Crimen y castigo en Suecia, muchos dirían que se trata de novela negra, de thriller», apunta. Y a buen entendedor pocas palabras bastan. Pero Asa da razones. Y ahí es donde entra en juego Kerstin Ekman, la chica mona que escribía negro y que, ahora, forma parte de la Academia Sueca de las Artes y las Letras.

«La novela negra ya no es un gueto. Así que escriben thrillers autores de nivel», apunta y explica que Ekman, ya consagrada, volvió al negro, «porque es un lugar al que ahora se puede volver y, al regresar, en cierta manera, se dignifica el género. Es cierto que no todos los que escriben thrillers son buenos autores, pero tampoco son buenos todos los que escriben poesía», concluye."

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