19.9.09

El policial argentino,perdido en el tiempo

PASADO QUE ME HICISTE MAL. Aguirre, Terranova, Levín, Gamerro, y Hamilton, entre otros, explican el devenir y la actualidad del policial argentino.


Como lo demuestra una batería de nuevos lanzamientos y reediciones, en los
últimos años, el policial clásico y la novela negra nacional experimentan un
resurgimiento notable. Sin embargo la mayoría de los autores jóvenes o más
maduros decide contextualizarlas en épocas pasadas. Los responsables, sin
vueltas, explican su parecer. Hoy, el testimonio de
Osvaldo
Aguirre
y María Inés Krimer.

¿Por qué una generación de narradores, que –a diferencia de las anteriores- vivió la mayor parte de su vida una Argentina democrática, decide situar sus novelas en contextos represivos del pasado? ¿Y por qué otra generación de narradores, que bien podrían ser los padres (biológicos o literarios) de los anteriores, insiste en recrear sus universos ficticios en una época a la que nadie quiere regresar? Podría suponerse que existen tantos narradores como respuestas y estéticas posibles.
Sin embargo, la mayoría coincide en subrayar la dificultad de hacer apetecible un presente en la que ya no existen códigos, principios ni lógicas posibles. "Borges decía en su apología del cuento policial, que éste está salvando el orden en una época de desorden". Pero a partir de la dictadura ya no hay ninguna idea de orden que pueda asociarse a la policía: salvo la de un orden criminal y delictivo. La única manera de hacer una policial que respete las reglas del género es situarla en el pasado o en el extranjero o en mundos de pura ficción", explica Carlos Gamerro, un cultor del género y acaso el primero que denunció la suerte de crisis de un espacio literario no siempre del todo valorado.
Para Gamerro, la novela negra argentina no está muerta. "Está viva, pero en el pasado", advierte. Y acaso tenga razón cuando sugiere que suponer un sistema distinto al de la corrupción policial e imaginar un agente del orden que no esté en connivencia con el poder político y/o criminal sea atentar directamente contra la verosimilitud, un requisito indispensable, como advertía Barthes, para cualquier género y relato, aunque sea fantástico.
Pero el salto hacia atrás que repiten los más experimentados Juan Sasturain y Guillermo Saccomanno, quienes ficcionalizan los 70 u Osvaldo Aguirre más atrás con la década de 1930, la fuga del policial argentino también se da en el espacio. Así, José Pablo Feinmann quien sí narró casi en directo el clima opresivo de los primeros 80´, inventó a Joe Carter, que tiene más que ver con Jack Bauer –el psicópata protagonista de la serie televisiva 24- que con cualquier héroe local.
La flamante ganadora del Premio Emecé, María Inés Krimer, que llegó "tarde" a la literatura "profesional", decide -igual que Juan Terranova, un exponente de la literatura joven que apareció desde la última crisis- situar sus relatos más atrás en el tiempo. "Las bandas mixtas de policías y ladrones, los presos que muchas veces son obligados a salir a robar no son una excepción sino un modo de funcionamiento. Para no hablar de la simbiosis entre política y delito. En ese contexto, ¿cómo encontrar al detective que, al decir de Chandler, debe ser un hombre de honor, un hombre común y al mismo tipo extraordinario?", se pregunta la autora de Lo que nosotras sabemos, que además prepara una inminente entrega de Negro Absoluto. Para el provocador Terranova, que con Lejos de Berlín, pinta a un espía nazi y simpático en la Argentina del primer peronismo, el salto hacia el pasado se debe en gran medida a la construcción forzada de los editores, más preocupados por vender un producto estereotipado que una buena novela. "Los editores quieren vender en Europa el detective telúrico que usa bota de potro y descifra los enigmas de la argentinidad, llámese semana trágica, peronismo o Belgrano lavando sus calzas blancas", larga el autor de El pornógrafo y Mi nombre es Rufus.
Más sorpresivo y elocuente es la opinión de Alejandro Marinelli, periodista de policiales en Clarín y hacedor de la inminente saga que continuará el disparo inicial del prometedor Cercano Oeste, de Mariano Hamilton. Este segundo padre del detective Roque Centurión sostiene, que el pasado, aún los pesados y cargados de plomo años 70, eran más "románticos", que el sistema corrupto de ahora. "Si tuvieses que escribir sobre la situación actual sin dejar de ser realista, los personajes serían siempre narcos o paqueros", dice. "¿Cuánto tiempo podés leer las notas que yo escribo? Un rato, como mucho, sino, tenés pesadillas, se vuelve insoportable", reconoce Marinelli, dejando entrever cuáles son sus acaso sus peores sueños.
Y no obstante, quizá quepa convenir, a pesar del dolor de quien escriba, que cuanto más perturbador, más válido, justificado y bienvenido se vuelve un texto, policial o cualquiera. Acaso la novela negra contemporánea decidida a retratar la violencia incoherente pero lógica se camufle en el futuro de la crónica; género viejo, marginal, de culto y –quién sabe- del futuro.

fuente:Revista Ñ http://tcuento-minovelanegra.blogspot.com

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