26.3.12

Un héroe policial de historieta

En Mi nombre es Zero Galván, novela que transcurre en una Nueva York frenética y negra, se recupera al protagonista de una tira de los años sesenta

Ray Collins. seudónimo. Escritor argentino. Eugenio Juan Zappietro. autor de Mi nombre es Zero Galván. foto:llavedetinta.blogspot.com.fuente:adncultura.com

"¡Tira, tira de una maldita vez, hijo de puta!" Ésas fueron las últimas palabras que pronunció el detective Sam Powers, dirigidas a su compañero de recorrida, el entonces novato Zero Galván, paralizado ante el ataque a mansalva proveniente de un Chrysler. Varios balazos perforaron el parabrisas de la patrulla y tres hirieron a Powers en el pecho. Junto con su grito, logró matar a dos de los cinco delincuentes, y después se desplomó, muerto, sobre el cuerpo del aterrorizado Galván.

A veces, Galván recuerda el episodio, unido a la falsa versión que dieron los jefes policiales del Precinto 56, necesitados de fabricar un héroe para diluir un poco la fama de ser la dependencia más corrupta de la policía neoyorquina. "Desenfundó su Beretta 9 mm y, pese a que el auto estaba siendo acribillado, intentó defender a Powers y pudo abatir a dos de los criminales", le mintieron a la prensa, y así promovieron a Galván.

En 2004, este portorriqueño, que desde la adolescencia vive en Estados Unidos y que a los 19 ingresó en la policía para tratar de atrapar a los asesinos de sus padres -ultimados en un incendio intencional en Manhattan-, ha evolucionado notoriamente desde aquel trágico ataque de pánico y se ha convertido en un oficial de foja intachable y temperamento y métodos no habituales en la fuerza. "Un hombre extraño, difícil y peligroso", lo define alguien.

Ahora investiga el aparente suicidio de Florence Hutton, una joven hermosa, encontrada en su departamento con un balazo en la sien y otro en un hombro. Para Galván, un par de datos no encajan en la decisión de alguien de quitarse la vida: la belleza y vitalidad de Hutton, sumadas a que acaba de publicar, con gran éxito de crítica y público una novela autobiográfica El dolor es un cazador solitario, título casi idéntico al de un libro de Carson McCullers, su escritora favorita.

De la obra, Galván extrae valiosos datos, algunos que parecen haber sido incluidos para ser descifrados, y los une al hecho de que en poco tiempo y sin motivos muy claros, ha tenido como novios a dos hombres vinculados con el poder. La trama de esta mezcla de pulp fiction y novela negra -que, como manda la ortodoxia literaria de ambos géneros, tiene mucha violencia y un final imprevisto- se despliega en el marco de un singular conjunto de personajes y situaciones: un capomafia italiano con algo de Corleone histérico, o sea, sin el aplomo y la sabiduría del creado por Mario Puzo; un sacerdote de inusual catadura; sirvientes que son a la vez guardaespaldas y matadores por encargo; jueces, fiscales, funcionarios, militares y policías inescrupulosos, y el tráfico de cocaína traída de Bolivia, disfrazada de remedios destinados a países pobres del Caribe. El resuelto teniente se inmiscuye en ese mundillo en el que cada tanto exhibe un curioso sesgo intelectual al citar ante un hampón, por ejemplo, alguna frase de Shakespeare.

Ray Collins es el seudónimo del comisario inspector (R) Eugenio Zappietro, director, desde 1992, del Museo de la Policía Federal. Con este relato, en 2011 obtuvo el primer premio de novela negra de la editorial Del Nuevo Extremo. Tiene una larga trayectoria como guionista de historietas de famosas series que escribió entre las décadas del 60 y del 80, para dibujantes de la talla de Hugo Pratt y Héctor Oesterheld. Pratt fue quien, en 1962, le encargó una historieta para la célebre revista Misterix. La tituló Precinto 56 y su protagonista era Zero Galván. Un día se le ocurrió convertir aquella tira en una novela. El resultado es esta renovada y bien escrita aventura de Galván, con todos los aditamentos del policial negro.

Mi nombre es Zero Galván

Ray Collins

Del Nuevo Extremo

235 páginas

$ 69

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