11.8.14

La historia de una de las pocas librerías de novela negra en el mundo

 Negra y Criminal ofrece una decoración muy singular, con la silueta de un cadáver en el sótano y otros aspectos que la hacen única

 
Paco Camarasa, librero español./elespectador.com
Justo en el corazón de La Barceloneta, a pocos metros de la playa, está la Librería Negra y Criminal fundada y comandada por Paco Camarasa. Un lugar mágico situado en el número 3 del Carrer de la Sal, donde los sábados a mediodía se puede tomar vino tinto de la casa acompañado de mejillones, y encontrarse con personajes de la talla de Andrea Camillieri o Leonardo Padura. Paco Camarasa es el comisario de la Semana Negra de Barcelona, donde cada febrero se dan cita los mejores escritores de novela negra, tanto del mundo anglosajón como del mundo hispano, un festival literario que además concede anualmente el premio Pepe Carvalho a los grandes del género y que sirve de homenaje al famoso detective privado creado por Manuel Vázquez Montalbán durante la década de los setentas, y que representa un clásico dentro de los amantes de la novela negra y policial.
Pero lo más fascinante de todo es entrar a la librería. Y no por las joyas literarias que se pueden encontrar en primeras ediciones o por las camisetas negras que se venden con la frase: “Negra y Criminal”. Lo realmente especial es la decoración del lugar con la silueta de un cadáver en el sótano y el desorden típico de la habitación del crimen con ropa femenina colgando de los estantes y revólveres en el piso.
¿Cómo nace la Librería?
Después de trabajar casi 50 años en el mundo del libro un día me quedé sin trabajo. Entonces apareció un amigo alemán al que le propusimos la idea de una librería especializada, y en vista de que yo no conseguía trabajo a pesar de que me quisieron contratar para vender libros como chorizos, abrimos la librería el 4 de diciembre de 2002.
¿Por qué en La Barceloneta?
Teníamos tres opciones: Ciutat Vella con el antiguo Barrio Chino; Gràcia a donde han ido a parar muchas librerías hoy en día; y La Barcelona por aquello de tener el mar tan cerca, así no vayamos a verlo seguido. Sabíamos que Barcelona se estaba convirtiendo en un lugar para ser consumido por turistas y no vivida por ciudadanos y ese ritmo no nos gustaba. Por eso nos vinimos a un antiguo barrio de pescadores. Nos gustaron las puertas de madera y nos encantó que no tuviera escaparates y debas entrar a ver lo que hay dentro, pero lo más maravilloso es que el local tenía un sótano con historia, ya que después de la guerra acá se guardaba el contrabando de nylon, transistores y tabaco que llegaba a la ciudad.
¿Por qué negra y criminal?
Desde siempre me ha gustado la novela negra. Y hoy en día no tiene sentido una librería general a menos que seas una cadena. Además vimos que podíamos especializarnos aprovechando Internet sabiendo que había un gran vacío de novela negra. Yo tenía muy buena relación con Paco Ignacio Taibo II y asistía a la Semana Negra de Gijón desde finales de los ochenta, cuando empezaron a desaparecer las colecciones. La gente leía novela negra pero estaba la cosa de que la novela negra era un subgénero, y estaba desprestigiada. Y nos propusimos crear un punto de encuentro para difundirla. En ese entonces se decía que Agatha Christie escribía novela negra y no es así, ella hace novela policíaca. Es decir, todo es novela pero hay matices: una cosa es la novela enigma policíaca y otra, la negra a lo James Ellroy, con su bisturí a la sociedad norteamericana. Por eso había que orientar dentro de lo que había ya que los únicos referentes eran Donna Leon y Mankell. Había autores que estaban desaparecidos, y nos dimos a la tarea de buscar ediciones antiguas y ofrecimos libros de primera y segunda mano: libro nuevo y libro descatalogado.
¿Y el auge de los festivales literarios va de la mano?
Cuando empezamos solo estaba la semana negra de Gijón. Nosotros organizamos desde la librería la Barcelona Negra y hoy en día hay casi 10 festivales, muy lejos de los 80 que hay en Francia. La gente lee novela negra pero no habla novela negra en público. Acá se hacen públicas las lecturas de verano de muchos políticos donde muestran cosas que no van a leer solo para quedar bien. Yo sé de políticos que son grandes lectores de novela policíaca pero no lo dirán en público porque es como si la novela negra, al igual que pasa con la novela de género, fuera una novela poco valorada y solo de entrenamiento. Entonces es necesario hacer una reflexión, porque por ejemplo, el Halcón Maltés se sigue leyendo hoy en día. Es una gran novela porque habla de los grandes temas de la literatura: ambición, deseo...etc. Fue escrita en el 30 y se sigue leyendo. ¿Pero quién lee al premio nobel del año 30?
¿Qué tiene de especial la novela negra mediterránea frente a la escandinava?
En Sicilia o en Barcelona se vive y se mata de forma diferente a Oslo o Estocolomo. Por ejemplo: en la religión católica nos quitamos de encima la culpa en un confesionario y no con un psiquiatra como los norteamericanos. Y nosotros matamos en el bar al primer ministro o al entrenador de fútbol tomando dos cervezas y unos vinos con su tapa correspondiente. Los escandinavos matan con unos estallidos de violencia muy fuertes porque acumulan muchas cosas que nosotros en el mediterráneo podemos liberar en el bar. Allá arriba no existe el escape de la violencia verbal. La novela mediterránea también pasa por la comida. En Chile hay una expresión: conversarse una botella de vino. Los nórdicos no beben sino que se emborrachan directamente consumiendo alcohol en el ferry que va desde Estocolmo a Helsinki porque ese es su objetivo. En el Mediterráneo se emborracha el que no sabe beber porque lo importante es beber y conversar. Nadie bebe solo porque eso es ser alcohólico. Por eso el dicho: no me digas cuántas copas te tomaste anoche, dime con quién te las tomaste. Porque lo que sienta mal no es la copa sino la conversación. Y por eso un nórdico no entiende que un siciliano se mate por honor o por cuernos. Un nórdico se divorcia ya.

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