20.6.14

Cinco razones y una serie para amar al sheriff Longmire

Los amantes de ese hombre rudo, tierno, lleno de dilemas, sencillo y honesto llamado Walter Longmire estamos de enhorabuena

Robert Taylor como el  Sheriff Walt Longmire./elpais.com
La publicación de Castigo para los buenos (Siruela, traducción de María Porras) en la que la acción se aleja de Wyoming para trasladarse a las calles de Filadelfia, es una excelente oportunidad para recordar a un personaje único en la novela negra contemporánea, un soldado de la verdad que tiene lo mejor de algunos grandes del western y rasgos esenciales del mejor hard boiled.
1.- No ama la violencia, pero la usa sin piedad si lo necesita. Como ya contamos aquí, Longmire es un tipo que odia los golpes, la brutalidad, la muerte. Veterano de Vietnam, prefiere cualquier otro recurso, pero no duda en utilizar la violencia siempre que sea necesario. Armado con un arcaico Colt 45, en esta entrega Walt es atropellado, apaleado, tiroteado.. y responde en consecuencia. Memorable escena en los baños del estadio de los Phillies con alguien (no desvelo nada más) que tuvo la osadía de hacer daño a su hija Cady.
2.- Gran padre, gran esposo. Walt es viudo y le ha costado rehacerse y seguir su vida, pero el recuerdo de su esposa le alimenta y las referencias a ella están llenas de cariño y humanismo. Además, es un padre entregado, que sufre a lo bestia cuando su hija sufre, que trata de superar todas las diferencias que los separan, que es capaz de matar, literalmente, por ella.
3.- Henry Oso Pequeño. Su amigo del alma, el gran secundario que necesita una buena novela negra. Henry puede llegar a ser desesperante, pero es un contrapunto perfecto a Walt y le enriquece. La actitud del sheriff hacia la comunidad india, hacia sus problemas, excesos y errores, está llena de sentido común y alejada de cualquier tono condescendiente. Leer las aventuras de Longmire nos hace a todos un poco mejores.
4.- Un gentleman del Oeste. Ya no se conserva como cuando jugaba en la Universidad South California en la línea ofensiva del equipo de fútbol americano, pero este grandullón deja huella cuando pasea por Filadelfia con sus botas y su inseparable sombrero, cuando liga sin querer con mujeres de dos generaciones, cuando hace gestos de caballerosidad propios de otro tiempo o lugar. En Castigo para los buenos hay sorpresa. No diré más.
5.- Habla poco, pero cuando habla… Como otros grandes personajes del género, este hombre no es muy locuaz, pero sus diálogos tienen grandes momentos. Al estar narrado en primera persona, los comentarios se complementan con jugosos pensamientos del personaje. Fíjense si no en este con un prepotente ayudante del fiscal en una instalación de práctica de tiro.
- Hice un gesto en dirección a su Glock.34. Eres bastante bueno con ese trasto.
- Es algo que va con la profesión.
Me pregunté cómo sería el ejercicio de la jurisprudencia en Filadelfia y recogí mi Colt.
- ¿Vas a disparar otra vez?
- Oh, sí. ¿y tú qué?
Dejé que mirara mientras recargaba el 45 y luego lo guardaba en la pistolera de la espalda.
- No gracias.
El sonrió y movió la cabeza de un lado a otro.
- Supongo que tú también serás bastante bueno ¿no?
Lo bastante bueno como para tener el arma amartillada y asegurada con un cargador repleto y con una bala en la recámara. Lo bastante como para saber que a él no le quedaba ninguna.
6.- La serie, esa gran serie. Creada por John Coveny y Hunt Baldwin y protagonizada por Robert Taylor (excelente en su papel) Katee Sackhoff y Lou Diamond Phillips es un producto que consigue algo mágico: cuando leo las novelas pienso en los personajes de la serie. Y vale que Vic es rubia en vez de morena y no tan atractiva, por ejemplo, pero esos detalles quedan en nada cuando ves que son capaces de adaptar los silencios, de llegar al alma del personaje.
Lean, vean y disfruten.
 

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