La realidad latinoamericana, conformada durante décadas por gobiernos dictatoriales, respaldados por fuerzas de seguridad represivas, obligó a reinventar las reglas de la novela negra en esta región, donde las fuerzas del orden eran los villanos, según el escritor peruano Diego Trelles Paz
Trelles Paz asegura que la realidad obligó a reinventar la novela negra en Latinoamérica./lainformacion.com |
"Ya en el 73, Carlos Monsiváis, escritor mexicano,
decía que la novela policíaca no era posible en América Latina, que si
el culpable tiene dinero no va preso, punto", explicó Trelles en una
entrevista con motivo de la presentación en Bolivia de su libro El círculo de los escritores asesinos.
De
esta idea partió el autor para escribir uno de sus próximos libros, un
ensayo sobre la novela policíaca "atípica" en Latinoamérica que se
publicará en esta región y en España el año que viene.
Según este autor, doctor en literatura
hispanoamericana, dentro de América Latina "el modelo policíaco es
conflictivo", por lo que los escritores reformularon los postulados del
género.
"En una típica novela policial que sigue la fórmula vamos a
encontrar que se resuelve el enigma y el criminal o asesino va a ser
encontrado culpable y pagar por ello. ¿Cómo adaptar eso en nuestras
realidades latinoamericanas donde probablemente eso no ocurra si es que
el culpable es alguien con dinero, con poder?", consideró.
Trelles
Paz aludió a la extensa "tradición dictatorial" de la región, a épocas
no tan lejanas en que el pueblo no identificaba a las fuerzas de la ley
con el protector, "sino muchas veces con el torturador, el que asesina,
el que hace desaparecer a personas".
Así las cosas, la novela policial, "se ha ido adaptando a la realidad latinoamericana y se ha seguido produciendo".
El escritor citó al chileno Roberto Bolaño, el argentino
Guillermo Pilia o los mexicanos Jorge Ibargüengoitia y Vicente Leñero
como ejemplo de autores que se acercaron a la novela policial "para
subvertirla, para darle una vuelta de tuerca", creando novelas con
estructura policíaca, pero no necesariamente de género negro.
Estos
escritores alteraron, según el peruano, la fórmula del clásico hard
boiled estadounidense, el género detectivesco acuñado por Dashiell
Hammet y al que siguieron Raymond Chandler o Ross Macdonald.
"En
el hard boiled y la clásica británica, más allá de que el detective
sea un outsider, un mujeriego, un alcohólico, al final restituye el
status quo. ¿Cómo hacemos en unos países donde esa figura es
inverosímil? Eso significó un reto para muchos autores", argumentó el
escritor peruano.
Mencionó también cómo durante la dictadura en
Argentina los escritores también debían sortear el filtro de la censura,
en una época en la que el orden representaba "todo lo que consideramos
lo criminal, la desaparición, la tortura, el asesinato".
"Los detectives en la hard boiled son un desastre, pero no son corruptos. Aquí, lo primero que serían es corruptos", ironizó.
Trelles
precisó que a pesar de estos autores atípicos, también existen en
Latinoamérica autores que sí están más cerca de la novela negra clásica,
como Leonardo Padura o Paco Ignacio Taibo.
Galardonado en el 2012 con el premio español Francisco Casavella por la novela Bioy,
el escritor afirmó que la realidad "hace personajes muy ricos y muy
contradictorios", la mayoría de ellos villanos "porque no hay personajes
ni muy buenos ni muy malos".
Frente al abuso de los estereotipos,
defendió la riqueza de matices en los personajes: "me molestan mucho
esas novelas del bien y el mal", aseguró.
Además del análisis
sobre la novela negra latinoamericana "atípica" y un libro de cuentos
que publicará en el 2014, Trelles Paz trabaja en su próxima novela,
aunque con calma.
"No soy un escritor prolífico y no quiero serlo.
Tengo mucho respeto por la bibliografía, y como el escritor y el
artista en general es un ser insatisfecho, y yo soy obsesivo, lo
complico más", aseguró este autor "desordenado" que escribe a mano el
final de sus libros.
Tras ser comparado el año pasado con el
premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa por uno de los miembros
del jurado del Francisco Casavella, Trelles reconoció que esta
equiparación "impone y asusta, pero te pone -dice- un cierto reto".
Aseveró
que "cuando uno está aprendiendo el oficio, ha de tener claro que tiene
que encontrar su propia voz apagando la del maestro. La comparación me
halagó pero a la vez me hizo darme cuenta de que tenía que seguir
escribiendo lo mío".
"Los relevos son importantes en la literatura, eso hay que tenerlo claro", concluyó.
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