'No sé por qué escribo novela negra. Nunca me planteo escribir una novela negra, me sale así', afirma.Harlan Coben, en un parque de Nueva York.foto.fuente:elmundo.es
Harlan Coben tiene una caricatura psicotrópica del presidente Nixon junto a la ventana de su apartamento con aspecto de barco del Upper West Side de Manhattan.
Dice que el anterior propietario del piso fue un violinista fascinado por las historias de alta mar y que reconstruyó su interior de manera que pareciera lo que hoy parece: un humilde salón de transatlántico (la ventana del baño es un círculo por el que se otea parte de Central Park). Él está sentado en un taburete, junto a la barra y come cacahuetes. La estatuilla que consiguió por su última novela, 'Alta tensión', descansa junto al cuenco de frutos secos.
La estatuilla es en realidad el Premio Internacional de Novela Negra RBA, el mejor dotado del mundo en dicho género. Harlan sonríe y dice que Myron Bolitar iba a ser "el típico tío raro" pero que acabó convirtiéndose en un familiar agente de deportistas convertido a menudo (accidentalmente) en detective. "Myron odia estar solo. Eso es algo que no comparto con él. A mí me encanta estar solo. Tengo cuatro hijos, me encanta pasar tiempo con ellos, pero también, de vez en cuando, me gusta estar solo", dice el escritor, que siempre está hablando de la familia. "Mis novelas hablan básicamente de la familia, porque la familia es lo más importante que tenemos, establecemos los vínculos más fuertes con ellos y sólo pueden destruirnos, destruyéndolos. Mis novelas a menudo son eso: la devastación del orden familiar", cuenta. Hay mucho de eso en 'Alta tensión'. La vida del inseguro y desaliñado Myron Bolitar está a punto de dar un giro inesperado que cambiará para siempre al personaje.
'No me gustas la novela enigma'
"Es algo que me gusta del tipo de novela negra que escribo: que mis personajes crecen con cada nueva entrega, no son estáticos. Por eso no me gusta la novela enigma, porque a menudo la novela enigma está vacía, los personajes no tienen sentimientos, se limitan a existir para que la trama tenga sentido", asegura Coben. Sigue comiendo cacahuetes y a veces mira por la ventana. Lo único que puede ver con rascacielos como gigantes empañados por la lluvia.
Lo que pasa en 'Alta tensión' es que Suzze T está embarazada de ocho meses. La ex tenista y ex clienta de Myron Bolitar acude al despacho del agente para pedirle que encuentre a su chico, Lex, estrella de rock en horas bajas desde la disolución de Horsepower, su banda.
Alguien ha dejado un comentario en el perfil de Facebook de Suzze asegurando que el hijo que espera no es de Lex y la ex tenista tiene miedo de que se haya marchado por eso. Así que Myron intervendrá, una vez más, a favor de una de sus ex clientas. Y luego se arrepentirá de haberlo hecho. Porque la búsqueda de Lex removerá buena parte de su pasado y le pondrá tras la pista de su hermano, también desaparecido, y curiosamente vinculado a Suzze por Kitty, su mujer, también ex tenista, y no embarazada, sino heroinómana. Un cóctel explosivo, con la ciudad de Nueva York y sus fiestas sin hora de vuelta a casa, de fondo.
"No sé por qué escribo novela negra. Sí, es un reflejo de la América contemporánea, pero no lo hago a propósito. Nunca me planteo escribir una novela negra, me sale así. Porque lo quiero es mantener al lector pegado a la página. Dejarlo despierto hasta las tres de la madrugada. Atraparlo y que me maldiga por eso", confiesa el escritor, que, aunque ha colocado a dos ex luchadoras de wrestling en el despacho de Myron (Big Cindy y Esperanza), como expertas ayudantes, nunca ha sido muy amante de la lucha libre. De lo que sí ha sido amante es del baloncesto.
Harlan Coben fue jugador antes que escritor, y de cierto nivel, pero una lesión lo apartó para siempre de la cancha. "Hasta hace dos años aún jugaba de vez en cuando, pero ahora ya no puedo", dice, señalándose la rodilla. Quizá por eso sus novelas están repletas de jugadores que vieron interrumpidas sus carreras cuando estaban en el mejor momento. Como Suzze T, o Kitty, las protagonistas de 'Alta tensión', que reflexionan sobre la maldición del talento.
"Ellas quieren jugar por jugar, porque saben que el talento será utilizado para hacer que alguien fracase, no se piensa en la victoria por sí misma sino en el fracaso del otro, y eso no les gusta", dice el escritor, que compartió cuarto en la universidad con David Foster Wallace.
"Siempre estaba preocupado por cómo debía acabar sus historias, no sabía cómo hacerlo, y envidiaba eso de mí. Yo de él envidiaba todo lo demás", confiesa.
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