22.2.11

Forsyth: "¿Y si creamos un Guantánamo para narcotraficantes?"

Dénia: "Viví un año allí para que el fisco inglés no me auitara el 85% de mis ingresos" | Armas: "España vendía, per la editorial me pidió que lo cambiara por Grecia" | Traficantes: "Sólo si los haces desaparecer evitas que los reemplacen fácilmente" "La obra de Dan Brown es basura"

El autor de El Chacal, fotografiado en un salón del hotel madrileño donde se hospeda.foto: Dani Duch.fuente:lavanguardia.es

El británico Frederick Forsyth, uno de los grandes del thriller contemporáneo, ha vuelto al hotel Villa Real, en la madrileña Plaza de las Cortes, frente al Congreso. Allí transcurren varias escenas de su última novela, Cobra (Plaza y Janés). En general su relación con España ha sido bastante continuada. "Vine por primera vez en 1966, con diecisiete años –cuenta con su aire de gentleman y su sonrisa sutilmente socarrona-. Yo había dejado los estudios porque quería alistarme en las Fuerzas Aéreas y mi padre insistió en que antes aprendiera algo útil, como idiomas. Me decidí por el español. Conseguí una pequeña beca y me instalé en Málaga durante tres meses, en casa de una señora que alquilaba habitaciones. Era viuda, su marido había sido ejecutado durante la guerra civil. Durante mi estancia allí no fui mucho a clase que digamos. Pero antes de irme mi profesor me reconoció que había aprendido bien el español de la calle".

Regresó varias veces en los años siguientes, hasta que en 1974 tuvo "un problema" en su país con los impuestos. "Me dijeron –recuerda- que el gobierno laborista iba a quitarme el 85% de lo que había ganado con mis tres primeros libros si no residía un año fuera de Gran Bretaña. Yo me acababa de casar. Con mi mujer buscamos un lugar tranquilo y alguien me recomendó Denia, que era más barata que Marbella. Compramos una casa histórica, con una hectárea de terreno con naranjos, y nos dedicamos a restaurarla, hasta que pasó el año que nos habíamos fijado, regresamos a Inglaterra y al cabo de un tiempo la vendimos.

"Como el país nos seguía tirando adquirimos un apartamento en Puerto Banús, que mantuvimos seis o siete años, durante los ochenta. Después he ido regresando para investigar temas de mis libros, aunque ahora hacía cerca de diez años que no venía.

¿Qué es exactamente lo que ha investigado en España?
Lo primero fue para mi novela sobre mercenarios "Los perros de la guerra". Resulta que en la última época de Franco, España exportaba armas, lo hacía el propio Ministerio de Defensa, pero de una forma casi clandestina. En la versión original de mi libro los mercenarios adquieren todo su armamento a instancias oficiales españolas. Pero en mi editorial, Plaza y Janés, me dijeron que mejor lo quitara porque podríamos tener problemas. Rehice un capítulo y medio para esta versión, y puse que los personajes compraban en Grecia. Creo que es la que aún se encuentra en la edición española de bolsillo de "Los perros de la guerra".

Usted siempre ha tenido fama de contar con muy buenas fuentes. ¿Cómo ha cambiado su sistema de documentación desde que publicó "Chacal" hace ahora cuarenta años? ¿Recurre a Google?
Aunque me llaman conservador yo soy más bien un tradicionalista. Una práctica no se convierte en tradición hasta que se ha prolongado algunos años, y puede comprobarse que funciona. Google me da la versión oficial de los hechos. Yo en cambio voy a hablar con personas que han pasado su vida entera en las fuerzas especiales inglesas o en la policía española. Esta gente me brinda historias de superiores incompetentes, anécdotas de primera mano y cosas que no deberían haber ocurrido. Todo eso no está en Internet. Si encuentras a una persona que vivió un momento histórico, pongamos por caso el asesinato de Kennedy, su testimonio le da a tu libro un aroma especial.

Además de policías, ¿qué tipo de personas constituyen sus fuentes más habituales?
Soldados, agentes de aduanas… Tengo un amigo espía que me dijo "durante muchos años tuve que guardar silencio, pero ahora ya no". A la gente que ha vivido cosas interesantes le gusta hablar.

¿Les paga?
Solo lo he hecho dos o tres veces en toda mi carrera. Para escribir "Los perros de la guerra" tuve que pagar a un mercenario por su información, y la verdad es que me dio un material extraordinario que de otro modo nunca hubiera encontrado. Pero usualmente no lo necesito.

Sus novelas parten, por lo general, de una pregunta o una hipotesis que usted busca confirmar o desmentir.
Sí, suelo trabajar con dos tipos de pregunta. La primera es "¿que sucedería sí…?". Por ejemplo, si la KGB desarrolla una bomba atómica que se puede llevar en una maleta. Es el tema de mi novela "El cuarto protocolo". La segunda es "¿sería posible que…?". A veces la pregunta se refiere a una posibilidad para los malvados, por ejemplo, ¿sería posible que un mercenario se acercara lo bastante al presidente de Francia para atentar contra su vida? Es el tema de "Chacal", mi primera obra. Otras veces se trata de una posibilidad para los buenos, por ejemplo, ¿sería posible acabar con el narcotráfico? Es el tema de "Cobra".

Usted plantea que para acabar con el narcotráfico hay que cambiar la legislación, equiparando a narcotraficantes con terroristas, y además hay que entablar con ellos una batalla naval sin piedad.
Sí, la cocaína se envía a EE.UU. y a Europa desde Colombia básicamente por mar. Si impides que la mercancía llegue, el comercio se colapsa. Ahora bien, hay una segunda parte importante en mi propuesta, que es hacer desaparecer a los traficantes. Si creas la incertidumbre sobre lo que les ha pasado, les impides reclutar nuevos voluntarios porque tienen miedo. Hoy se captura a un traficante y sus jefes de los cárteles dicen: "OK, no pasa nada, mandamos otro en el próximo avión…"

Pero hacerles desaparecer sin juicio, como usted propone, no suena muy legal ni muy correcto.
Yo en mi novela he imaginado un espacio de reclusión donde los detenidos no están muertos, ni se les trata mal, simplemente están retenidos en un lugar apartado y nadie sabe nada de ellos. Eso desmoraliza decisivamente a sus compañeros. Ya sé que no se va a hacer nunca, pero si EE.UU. creó un Guantánamo en Cuba para sospechosos de terrorismo, ¿por qué no crear un Guantánamo para los narcos?

En su investigación para "Cobra", ¿habló directamente con traficantes?
Lo intenté, pero la policía colombiana me avisó que si lo hacía, los narcos me matarían. Así que me entrevisté con gente que había trabajado para esa industria, pero ya lo había dejado.

La hipótesis de legalizar la droga para acabar con el comercio ilegal ¿no le parece viable?
Plantea muchos problemas, cuando un producto ilegal se hace legal su consumo aumenta exponencialmente, para la juventud puede tener unos efectos aniquiliadores. En Suecia se intentó liberalizar y el resultado fue catastrófico. El gran problema actual radica, según los expertos de la DEA, sobre todo en la cocaína, que se está mezclando para la distribución con sustancias muy tóxicas y causa unos efectos devastadores.

De todas las novelas que ha publicado, ¿cuál es su favorita?
Quizás El puño de Dios. La guerra de Kuwait fue la primera transmitida en directo por TV, que podíamos ver desde el salón de casa. Aparentemente todo estaba a la vista. Yo pensé "aquí hay algo que no nos están diciendo". Y tras investigar mucho escribí esta novela para revelar de qué se trataba. En 1982 Saddam Hussein era el héroe de Occidente porque se enfrentaba a Irán, y nosotros le armamos y le animamos a crear una gran máquina de guerra. Pocos años más tarde era nuestro enemigo. ¿Qué extraño, no? Y la clave de todo radicaba en el petróleo.

Frederick Forsyth no se muerde la lengua. De la última adaptación al cine de su novela "Chacal", protagonizada por Bruce Willis, dice que fue "un robo, se quedaron con un título que había contratado Fred Zinemann muchos años antes, pero la trama no tenía nada que ver con mi libro. Fue un abuso de confianza de cara a los espectadores, que la castigaron negándose a verla. Por suerte fue un fracaso".

También contundente se muestra en su opinión respecto a algunos colegas. De la exitosa obra de Dan Brown "El código Da Vinci" opina que es "basura absoluta de principio a fin. ¿Cómo alguien que se está desangrando puede dedicarse a dibujar con su sangre complicadas figuras inspiradas en Leonardo da Vinci? No tiene ningún sentido. Además Brown no tiene ni idea de cómo funcionan las policías europeas: deja a sus protagonistas que salten tranquilamente de un país a otro y presenta a alguien tan poco discreto como un monje albino con heridas en el cuerpo paseándose por París sin que nadie le diga nada".

En cuanto a los estadounidenses John Grisham y Tom Clancy, le parecen "más que autores, equipos de trabajo, seguro que trabajan con colaboradores para producir libro tras libro a un ritmo tan rápido, es un fenómeno muy americano":

Defiende a Ken Follett, "un buen amigo y un escritor compulsivo, cosa que yo no soy. Investiga, escribe y promociona al mismo tiempo. Además su último libro es larguísimo, no me veo con capacidad de conseguir semejantes extensiones". A J. K. Rowling y a Stieg Larsson "aún no los he leído".

Una última pregunta: ¿cuál es su secreto para escribir libros de éxito?
Despertar la curiosidad del lector por una pregunta: ¿qué sucede ahora? Y evitar que su respuesta sea "me importa un pimiento".

19.2.11

Un clásico por partida doble: 'La noche del cazador'

Hasta los hermanísimos Coen se han rendido ante la versión de Laughton.Se basta en una novela del 53 de Davis Grubb que fue un best seller

Robert Mitchum en un fotograma de la película 'La noche del cazador'.foto.fuente:elmundo.es

Es lógico. Hasta los hermanísimos Coen de 'True Grit' (¡no me resigno a escribir la lamentable traducción del título en español!), hasta los Coen, decía, se han declarado rendidos admiradores de la versión peliculera de 'La noche del cazador' que, publicada originalmente en 1953 y convertida en inmediato 'best-seller', escribió un tal Davis Grubb de cuyo nombre hoy apenas nadie se acuerda. Autor de otras siete obras largas y más de 50 relatos, Grubb plasmó como nadie la horripilante pesadilla que, durante la Depresión, dio punto final al apacible sueño americano. A otro más. Poco tardó, de hecho, Charles Laughton en trasladar a la pantalla grande una inquietante versión que, vista incluso a día de hoy, es una de las películas más perturbadoras, atípicas y a la vez redondas de la historia del cine.

Clásico en blanco y negro nacido de otro clásico del negro sobre blanco. Publicado en España por la editorial Anagrama. Clásico al cuadrado. De ahí que, ya se sea lector o espectador, resulte complicado elegir un formato cuando a uno le dan a elegir.

Se trata de una mezcla de 'thriller' gótico (aunque ambientado en la América profunda) con referencias a los 'desfases' infantiles de otros dos hermanísimos, los Grimm ('Hansel y Gretel' incluido), o al fanatismo religioso y la crueldad extrema. Todos estos temas se suceden en apenas hora y media de cine o a lo largo de 284 páginas de novela negra negrísima, brillante y con momentos de completo terror. Un relato perturbador, en definitiva, donde Grubb puso a tender la ropa sucia de su infancia y hizo, precisamente, en el margen izquierdo del río Ohio, en el estado de Virginia Occidental, lugar donde nació.

En resumen: "una novela excepcional que ha dado lugar a una película excepcional", como escribió en su día Magie Gee, del 'Times Literary Supplement, "pero en el balance final, debemos decir que el libro es aún mejor que la película", añadió. Amén. ¿Y por qué cerrar filas ante tal y tan rotunda afirmación? Porque su lectura le agarra a uno del pescuezo como si el mismísimo espíritu burlón de Faulkner hubiese poseído desde su infierno de bourbon el portátil en el que escribe un James Ellroy sin miedo a bucear en los rincones oscuros de los demás. Relato negrísimo como el sobaco de un grillo que -para su desgracia o redención, eso nunca se sabrá- tuvo que sucumbir ante el éxito desmesurado de su adaptación cinematográfica. Novela de culto que ha sido arrumbada en la periferia del género al que pertenece a causa de su extraña condición.

¿Lo mejor? Su personaje protagonista. De hecho, es el propio Davis Grubb quien añade un peculiar IVA a su historia al ofrecernos el retrato de Harry Powell, más conocido como el Predicador, un 'hijoputa' de largo recorrido que lleva tatuadas las palabras 'amor' en los dedos de una mano y 'odio' en la otra. Uno de esos paletos con instintos de psicópata veterano que, sin lugar a dudas, puede escupir a la cara -o tratar de tú a tú- al Nick Corey que nunca se cansa de patear culos en el '1.280 almas' 'jimthompsonianas' o al Popeye 'amante' de las hortalizas del 'Santuario faulkneriano'.

Bastardo surreal, enajenado villano, experto estafador, iluminado sin muchas luces, 'serial killer' tomado demasiado en serio, diabólico ogro que no muestra ningún reparo en aterrorizar de modo despiadado y atroz a dos niños pequeños a cambio de un fajo de billetes. Diabólico reverendo cuyo concepto de Dios y del pecado muestran lagunas imposibles de drenar. Su interpretación de la biblia va más allá de lo literal. Mucho más allá. Basta con conocerlo un poco.

"Su nombre era Harry Powell, pero todos lo llamaban Predicador, y a veces ésa era la única palabra que garabateaba en los pringosos registros de los hoteles. La primavera lo encontraba siempre de vuelta en Louisville, porque esa era la ciudad donde nació y porque le encantaba el renacimiento de la vida en el curso del río, ya que le hacía sentir que su espíritu se animaba gracias al fervor divino y al odio hacia las asquerosas masas de prostitutas y rufianes que veía en las noches abrileñas por las calles de aquella bulliciosa Sodoma ribereña. Pagaba la entrada de algún espectáculo de variedades y se sentaba en primera fila para poder observarlo todo mientras acariciaba la navaja que llevaba en el bolsillo con sus dedos sudorosos."

15.2.11

Drvenkar:"Me siento cómodo imprimiendo el caos"

El croata Zoran Drvenkar rompe moldes temáticos y estilísticos en la novela negra con Sorry

"No soy un escritor de novela negra.dice el autor de Sorry.fotoilustración:archivo.fuente:elpais.com

Zoran Drvenkar (Krizevci, Croacia, 1967) tuvo un sueño. Noble pero extraño como es él mismo, escritor de madre serbia y padre croata instalados en Alemania desde que cumplió los tres años. El sueño: "Estaba con tres amigos jóvenes y les decía que podrían abrir una agencia para pedir perdón en nombre de otros; me medio desperté y me apunté el nombre de la empresa en la mano; al día siguiente me pareció que era una buena idea para una novela con una crítica social sobre las condiciones laborales de los jóvenes treintañeros de hoy". El nombre de la agencia es hoy el título de la obra, Sorry (Seix Barral), rompedora e impactante en forma y fondo: la imparable firma berlinesa acabará recibiendo el encargo de pedir perdón a una mujer torturada hasta la muerte. Su tarjeta de presentación: 100.000 ejemplares vendidos en su país, premio Friedrich Glauser 2010 a la mejor novela negra de Alemania, Suiza y Austria y seleccionada en el último Festival de Berlín entre los 12 mejores libros para ser llevados al cine.

Que alguien pague para disculparse o, aún más, sólo que piense en hacerlo, suena hoy en este mundo más absurdo que nunca. "Sería bonito pensar que una agencia así funcionara, cierto, pero creo que la gente común sí tiene sensación de culpa; quienes no siente esa necesidad son los que tienen mucho dinero; es un sentimiento incompatible con ellos". ¿Hace la agencia de sucedáneo laico de la religión? "Los cuatro chicos de Sorry son mejores que la Iglesia porque ante ellos nadie se tiene que arrodillar; se trata de un tema de comprensión y no tanto de decir: 'Rece 20 oraciones y ya está perdonado': en ese proceso allí no hay nadie cuando lo que la gente necesita es descansar, apoyarse en alguien. Nunca he pensado que la religión funcionara: se basa en el miedo y la culpa, una gran excusa para no hacer las cosas por ti mismo".

La novela destila dosis notables de violencia tácita y explícita, quizá fruto de la genética del escritor. "Sí, quizá haya rabia balcánica en mi sangre pero no viene tanto por las guerras como por mi carácter formado en un ambiente familiar donde mis padres se enfadaban enseguida entre ellos y con el mundo; la guerra de mi ex país ya lo exorcicé en otra novela, Yugoslavia gigoló, donde un joven de 22 años reclutado por el ejército decide desertar y huir a Alemania y para ello se prostituye; pero esa actitud beligerante de mi pueblo está: mi hermano se fue de casa para alistarse en el ejército croata: por suerte, estaba gordito y lo mantuvieron lejos del frente dos años haciendo zanjas".

En Sorry el lector no puede estar tranquilo ni un instante y no sólo por lo que se cuenta: los cambios de punto de vista narrativo y la interpelación al lector son constantes; los flash-backs van y viene a velocidad de vértigo... El registro es osado: "Miremos la música, el cine, Internet..., como escritor me siento parte de esta multidisciplinariedad y por ello empieza a ser aburrido escribir clásico, lineal: aún hay demasiadas novelas hoy en las que te puedes saltar 20 páginas y no pasa nada; yo nunca pienso en el lector, no estoy a su servicio: me gusta crear confusión, dejarle perdido y luego salvarle". En cualquier caso, él mismo, admite, quedó exhausto al acabar la novela. "Siempre escribo por piezas, como un puzzle que debo configurar; tengo escenas que quiero proyectar, pero nunca sé donde voy; en la novela con la que estoy ahora sólo sabía la última palabra del libro, ni tan siquiera la frase... Todos mis libros son así, me siento a gusto imprimiendo el caos y luego poniendo orden y sentido a las cosas y al mundo".

Como cree Drvenkar que un escritor debe mirar a su alrededor siempre e investigar sobre lo que no acaba de comprender, Sorry ofrece también gratamente un sutil retrato de la generación que hoy tiene entre 28 y 35 años, gente faltada de garantías y certezas sobre ellos mismos, poco constantes e inestables en lo emotivo, según el texto. Parece conocerles bien: "Hace 14 años, un chico de 19 vino a verme porque leyó algunas de mis novelas juveniles y él quería ser escritor; me presentó a sus amigos y les he ido tratando; es una generación con unos códigos que no acabo de entender, están como aletargados: tienen demasiado y además han perdido la capacidad de expresar sus sentimientos, son más cerrados que mi generación".

Disfruta haciendo de sociólogo: "No soy un escritor de novela negra. ¿Influencias? Pues unas 200, de las cuales un 20% conforman mi escritura", zanja. Y vuelve a los treintañeros de hoy: "En algún momento se han saltado la etapa rebelde y fingen estar muertos, pasivos, aletargados para que no les afecte demasiado nada; eso se ve bien en lo laboral: han perdido el respeto hacia sí mismos porque saben que son fácilmente intercambiables... Si no lo leyeran así, habría habido ya una revolución". De alguna manera, ni que sea en lo literario, él la ha empezado por ellos.

10.2.11

Blanco nocturno

Un ménage à trois, una fábrica en ruinas, un asesinato y un policía loco puesto a resolverlo son algunos ingredientes de Blanco nocturno, la primera novela en 13 años del autor de Plata quemada.

Ricardo Piglia.foto:Daniel Mordszinki

Imagen de la portada de la última novela de Ricardo Piglia.foto:archivo.

Precedida por una variada y copiosa gama de entrevistas al autor de la obra, Ricardo Piglia, pude ya satisfacer la curiosidad ansiosa de leer su última novela Blanco nocturno.
Un ménage à trois, una fábrica en ruinas, un asesinato y un policía loco puesto a resolverlo son algunos ingredientes de Blanco nocturno, la primera novela en 13 años del autor de Plata quemada.

La novela, como en anteriores textos suyos, se vale del esquema policial, donde una víctima; en este caso, Tony Durán, es asesinado, y por tanto hay que hallar el victimario.El relato desarrolla, valiéndose de un policía loco, Croce la investigación exhaustiva por encontrar el culpable del asesinato de Tony.Y hay culpables que no lo son como inocentes que son culpables.Piglia ha construido una portentosa novela, donde además realiza sutiles homenajes a sus más caros escritores que lo han influenciado. En el camino van apareciendo los motivos, que se convierten, en las maestras manos de la prosa pigliana, en un asunto de verdadera literatura.Un triangulo entre la víctima, Tony Durán y las gemelas Ada y Sofía Belladona, niñas bien del lugar, con apellido y talante de al­caloide, tan idénticas entre sí que tienen "igual hasta la letra", haran las delicias.
"Novela de personajes", según él mismo autor la define.Piglia recupe­ra en Blanco nocturno a Emilio Renzi, alter ego que lo acompaña desde sus primeros cuentos en La invasión (1967), quien llega al pueblo en­viado como cronista de El Mundo, que como cualquier reportero lo pone a escribir notas sobre ese asesinato que ha conmovido a una comunidad de provincias, donde adquiere trascendencia aquel refrán manido de que pueblo pequeño infierno grande.
y que para ratificar su fetichismo por las pelirrojas cae "enamoradí­simo" de Sofía. La nove­la: 299 páginas que pueden leerse simultáneamente, como la inves­tigación de un crimen, como una historia de amor imposible, como una reflexión sobre la verdad y la imposibilidad de conocerla del to­do o como la tragedia de un hombre, Luca, que quiso salvar un sueño y descubrió el precio agrio de hacerlo a costa de los propios principios.

Ese triángulo erótico aceitará los engranajes del chisme y servi­rá de "motor" para contar el resto de la historia familiar que incluye un abuelo coronel, dos hermanos varones, Lucio y Luca, dueños de una fábrica en ruinas y tatuados por la tragedia, un padre ovillado en una silla de ruedas y abando­nado por dos mujeres –la primera huyó con un director de teatro; la segunda se ha encerrado a leer de matiné a trasnoche–, y las versio­nes aumentadas y corregidas de sus andanzas, relatadas por los parroquianos en el Club Social o en el almacén de Madariaga. Los Belladona atraerán la atención de los medios nacionales cuando Du­rán es asesinado y la investigación queda en manos del comisario Croce, pesquisa a juicio de mu­chos "un poco tocado".
Después de terminar de leer Blanco nocturno, juego paradojico de palabras, uno agradece que aún haya escritores como Ricardo Piglia, que construye sus novelas con rigor de verdadero novelista de raza, sin los sobresaltos mediáticos de tantísimos escritores del montón que publican tanto y dicen nada en sus textos mediocres.

Blanco nocturno
Ricardo Piglia
Editorial Anagrama
Barcelona. España
299 páginas
$65.000

La descarnada autoconfesión de Ellroy

Se publica A la caza de la mujer

Imagen de la portada del nuevo libro de James Ellroy.foto:MONDADORI.fuente:elpais.com

Desde los 10 años, a James Ellroy le persigue la sombra de su madre, asesinada en una zona deprimida de Los Ángeles, ciudad en la que éste nació en 1948. En el valle de San Gabriel, "un destierro en unos altos hornos, de blancos incultos y espaldas mojadas empapados, un paraíso de pacotilla", lo recuerda en A la caza de la mujer. "Escribo historias para consolarla a Ella como fantasma. Ella es ubicua y nunca es familiar". En su madre está su origen como narrador "desde que deseé verla muerta y decreté su asesinato" después de que ésta le propinara una torta al saber que prefería vivir con su atípico padre tras su divorcio. Un progenitor de imaginación desmedida -aseguraba haber sido amante de Rita Hayworth o amigo del inexistente Perry Mason de la serie-, que el pastor de la iglesia describía como "el blanco más holgazán del mundo", capaz de espiar a su mujer "para demostrar su relajo moral". Una práctica que enseñó a su hijo y que éste confiesa haber repetido sin dejar marcas desde una década después. Lo ha reconocido en su último libro, A la caza de la mujer (Mondadori), unas memorias lúcidas, crudas, descarnadas y sin censuras previas de un hombre exhibicionista que se bautiza a sí mismo como "el mejor autor de novela policíaca" y "de todo menos un liberal".

Las memorias salen a la venta hoy y Babelia ofrece sus primeras páginas. Su leitmotiv, la frase "Agarraré el destino por el cuello" de Ludwig van Beethoven, con quien se compara y a quien dedica un libro titulado en inglés The Hilliker Curse, en alusión al apellido de soltera de su madre. No recuerda sus lágrimas por su muerte, pero sí su obsesión por la lectura policíaca después de leerse todos los informes de la investigación que cayeron en sus manos.

A la caza de la mujer no es el primer texto autobiográfico de Ellroy, que abordó este título tras concluir su trilogía sobre la historia velada de Estados Unidos (América, Seis de los grandes y la última entrega, Sangre vagabunda, en Ediciones B). En 1996 publicó sus memorias Mis rincones oscuros, libro con un aire policial que contrasta con A la caza de la mujer, una auténtica autoconfesión. Pero toda su obra, como La Dalia Negra, está marcada por la violación y brutal asesinato de su madre aún sin resolver.

A la caza de la mujer nació como un serial en primera persona para la edición estadounidense de la revista Playboy, como antes hiciesen los escritores Gabriel García Márquez, Ian Fleming, Ray Bradbury, Haruki Murakami, Jack Kerouac o Norman Mailer. Pero luego tomó forma de libro. Arranca con su madre o la niñera alemana que le descubrió el sexo a los nueve años, pero hace un repaso a las mujeres que han pasado por su vida: la escritora Erika Schikel, su actual pareja ("con la que pienso pasar el resto de mi vida"), además de su ex esposa Helen Knode y otras dos que prefiere no nombrar y que fueron inalcanzables. Unas mujeres que le "dan el mundo y lo mantienen tenuemente seguro" de sí. "Novias, esposas, ligues de una noche, acompañantes de pago", cuenta en A la caza de la mujer. "Cifras modestas al principio. Un frenesí incontable después".

7.2.11

La mejor frase para empezar una novela negra es...

La librería Negra y Criminal cierra la BCNegra2011 con el veredicto del primer y último 'Concurso Florenci Clavé de primeras frases'

Paco Camarasa, comisario oficial de BCNegra2011.foto.fuente:lavanguardia.es

"¡Entre! Ramírez, ayer estuve en el club Panam's. Bebí mucho y hablé demasiado. Averigüe con quién y soluciónelo". Con esta frase el dibujante Florenci Clavé empezó una prometedora novela de intriga, que nunca llegó a terminar. Sin embargo, el hallazgo inspiró a la librería Negra y Criminal, el templo del género policíaco y de misterio en la capital catalana, que conocía de cerca a Clavé porque su obra 'Hombre con sombrero y pistola' es el logotipo del web. Puesto que su propietario, Paco Camarasa, es a la vez comisario del ciclo BCNegra2011, el veredicto se hará público durante el vermut informal de mejillones y firma de libros que tuvo lugar este pasado sábado 4 de febrero.

La cita ejerce de clausura del ciclo y es muy concurrida por los amantes del género negro, que año tras año la aprovechan para intentar hablar en persona con sus autores favoritos y robarles alguna rúbrica o dedicatoria. Pese a que no se ha confirmado la lista definitiva, escritores no faltarán, ya que ellos también son asiduos a este cierre canalla, lúdico y gastronómico del encuentro anual. Los mejillones gratuitos, sin embargo, durarán en poco tiempo.

Negra y Criminal convocó el concurso en noviembre, a través de su blog y como quien no quiere la cosa, en un post de título muy clarificador: "Está todo tan aburrido… que convocamos un concurso". Lo dirigían a "autores, traductores, lectores, correctores, editores, blogueros, twitteros y todo aquel que sepa escribir" y podían enviar frases de entre una y cinco líneas. Han recibido más de trescientas 'primeras frases' inventadas (que sean inéditas es un requisito sine qua non), que les han enviado por correo electrónico desde Catalunya y desde otros países como Argentina, Francia o México. "Muchas de ellas [de las frases] son de un alto nivel, lo que ha hecho que la elección fuera difícil", reconoce un post posterior, al cierre del periodo de recepción. Entre los tres centenares cosechados, este 19 de enero un jurado especializado escogió las seis finalistas. Son éstas:

1) 'Con un "gracias" hubiera bastado; pero la concisión no estaba entre sus virtudes, y yo, la verdad, nunca he soportado el exceso de azúcar.' (José Luis Granada)

2) 'Cuando despertó todo le pareció un mal sueño. Su entrada en el Casino, la rubia despampanante, los trescientos mil euros ganados en el bacarrá, e incluso aquella cena magnífica a la luz de la luna. Por eso no entendió qué hacía enterrado vivo dentro de aquella caja de madera.' (Carlos Estévez)

3) 'Cuesta creer que mi madre, que me pone ahora una tirita sobre la rodilla mientras me canta el cura rana, haya envenenado a tanta gente. Yo lo sé porque yo la ayudo.' (Flor López)

4) 'El día de mi decimoctavo aniversario mi padre me recordó, soltando el más profético de sus constantes desaires, que ya tenía la edad suficiente para entrar en la cárcel. Lo que el viejo cabrón no pudo augurar fue que ingresaría en el trullo después de rajarle el cuello.' (Roger Maese)

5) 'Dicen que a las perdices no les gustan los cuentos con final feliz. A Andrea, la niña gorda, tampoco. No es por amor a los animales. La pequeña obesa siente devoción por la pollera del mercado, adora verla eviscerar y desmembrar un pollo. No, ella sabe bien que a menudo las princesas no son ni guapas ni virtuosas.' (Annabel Díez Guirao)

6) 'Guardaba las cenizas de sus muertos en pastilleros de plata con una flor grabada, eso sí, siempre con una flor diferente. Solamente un botánico experto en Angiospermas podría distinguirlas.' (Cristina Andreu)

El jurado formado por dos escritores, dos lectores, dos periodistas y dos libreros emitirá su veredicto durante el vermut. Si el ganador o ganadora está en la sala, podrá recoger su diploma y un Lote Negro, que todavía no se sabe en qué consiste. Si no está, le será enviado. La Primera Frase ganadora se publicará en el blog de Negra y Criminal y en otros blogs cómplices, nacionales e internacionales.

5.2.11

La novela de la que los del mundillo hablan es L'home que dormía al cotxe y está firmada con un seudónimo

El inspector Daniel Martínez, durante la mesa redonda de BCNegra.- MASSIMILIANO MINOCRI.fuente:elpais.com

¿Has leído el libro ese del que todo el mundo habla? ¿Sabes quién es el autor? Los pasillos de la semana negra barcelonesa son tan interesantes como los actos que se celebran, siempre llenos a reventar. La novela de la que los del mundillo hablan, escrita en catalán, publicada por Ámsterdam, se titula L'home que dormía al cotxe (El hombre que dormía en el coche), firmada con un seudónimo que no pasa desapercibido: Nil Barral, que es también el protagonista de la historia. Dicen sus editores que este presunto Barral es "uno de los escritores más reconocidos" de Cataluña, que esta novela es la primera de una serie y que si oculta el nombre es porque forma parte de la intriga.

Por si el misterio fuera poco, lleva en la mismísima portada una recomendación de un escritor y lector excelente, Andreu Martín: "La novela negra más brillante e ingeniosa que he leído en el último año". A Martín, que ayer recibió el sexto Premio Carvalho, lo tienen frito, incluso hay quien sospecha que él es el autor. Lo niega rotundamente. Todo el mundo sabe que Martín es tan generoso como lo era Manuel Vázquez Montalbán, al que, por cierto, Nil Barral dedica un guiño en su novela.

También le han preguntado a Martín si es él Héctor Malverde, el anónimo autor de la excelente Guía de la novela negra (Errata Naturae). "Pero ni siquiera la he leído", contesta resignado.

Lo de los seudónimos no es nada nuevo. John Banville, por ejemplo, firma como Benjamin Black sus novelas negras, y Ruth Rendell publica sus historias más oscuras con el nombre de Barbara Vine.

L'home que dormía al cotxe, que no llega a los 150 páginas, es una novela policiaca / negra amable. Podría estar vagamente inspirada, pero muy vagamente y a la catalana, en Doble indemnización, del insuperable James M. Cain: una mujer y su esposo, que tiene la irrevocable voluntad de ser un sin techo, se separan, aunque en realidad no, para que él pueda cumplir su sueño de ser un homeless, y ella cobrar un subsidio y poder pagar una póliza mutua.

La Guía de la novela negra, de Héctor Malverde, es una invitación a la lectura, una reivindicación del género, incluso de los autores que no le gustan. Su editor dice: "El autor de este libro es un hombre muy conocido y respetado, deseado a partes iguales por los departamentos universitarios y por los congresos internacionales en el ámbito de la literatura. Como lector, una de las grandes pasiones de Malverde es la novela negra, pero el renombre proviene de sus investigaciones y ensayos en otro terreno, aquél que sus colegas de la academia llamarían la 'Gran Literatura' (piensen en Proust, Kafka, Nabokov, Bernhard, Borges, Pessoa...)".

Malverde lo sabe todo del género negro y lo explica más que bien. Hace un recorrido que se inicia con La piedra lunar, de Wilkie Collins y llega hasta El asesino dentro de mí, de Jim Thompson. Abarca todas las épocas y estilos, desde los clásicos a los nuevos talentos. Entre los españoles que recomienda están Eugenio Fuentes, Juan Madrid, Rafael Reig, Francisco García Pavón, Alicia Giménez Bartlett, Francisco González Ledesma, Manuel Vázquez Montalbán, José María Guelbenzu, Andreu Martín, Domingo Villar, Lorenzo Silva... Leerlo es una gozada.

"I love the cocktail"

De todos los autores que participan en BCNegra, el escocés Craig Russell es el único que tiene un cóctel dedicado, El beso de Glasgow, el mismo título que su reciente novela publicada en España.

Russell lo descubrió en el hotel Casa Fuster, uno de los locales que ofrecen cócteles negros con motivo de la semana negra barcelonesa. "I love the cocktail", dijo cuando lo descubrió. "Es fantástico, se lo he dicho a todo el mundo, a mi familia, a mis agentes, a mis amigos. Lo he puesto también en mi Facebook. Es todo un detalle".

Casa Fuster ha hecho unos tarjetones en los que aparece la portada del libro con la copa del cóctel incorporado, una pequeña biografía del escritor y un resumen de la novela.

Los ingredientes de El beso de Glasgow son zumo de piña, whisky escocés, lima Rose's y granadina. "He tomado un sorbito y está buenísimo, es afrutado". Casa Fuster lo ofrece desde el 2 de enero y proyecta seguir inventado cócteles literarios. ¿Por qué no lo dejáis en la carta?, les sugirió Russell.

Lo más divertido es que en la novela y en la realidad, El beso de Glasgow no tiene nada que ver con una estimulante relación sexual. Es simplemente un buen puñetazo en la frente. "El título original en inglés es The long Glasgow kiss en homenaje a The long goodbay (El largo adiós), de Raymond Chandler".

El juez Garzón y el ex fiscal José María Mena, estrellas de BCNegra 2011

Sospechosos a lápiz y en papel

Comer y beber en negro

4.2.11

La prosa brutal de David Peace golpea en BCNegra

El autor presenta las dos primeras entregas del 'Red Riding Quartet'

El escritor británico David Peace, ayer, frente a La Capella, donde se realizan los actos de BCNegra. foto:SERGIO LAINZ.fuente:elperiodico.com

Se llama David Peace pero lo que escribe, brutal, malsano e inquietante, poco tiene que ver con su apellido. No hay nada pacífico en las historias de este británico nacido en Yorkshire, en el centro de Inglaterra, una zona degradada y machacada por las crisis económicas de mediados de los 70 y principios de los 80 que propiciaron los años de hierro del tatcherismo. Copiando el modelo del Cuarteto de L. A. de James Ellroy y no poco de su estilo despojado y directo -pero con una voluntad muy literaria- ha escrito una tetralogía, Red Riding Quartet, situada en su tierra natal, cuyos dos primeros títulos, 1974 y 1977, acaba de publicar Alba. Le seguirán 1980 y 1984.

Peace -que ayer intervino en el encuentro BCNegra- creció sintiendo un amor y un odio intensos por su tierra natal, hasta el punto de querer poner tierra por medio. Su conflicto interno le llevó hasta Tokio, solo para darse cuenta de que necesitaba escribir sobre su lugar de origen. Allí nació el primer volumen de la serie, un intento de recuperar algunos acontecimientos que le perturbaron en su infancia, como el lamentablemente famoso Destripador de Yorkshire que operó con impunidad durante más de un lustro en la zona mientras la prensa convertía el caso en un espectáculo : «Él era un psicópata con grandes problemas sexuales y mentales, pero algo en la sociedad de Yorkshire posibilitaba su actuación. Entonces, el ambiente era muy físico y muy masculino y la forma en la que los hombres hablaban de las mujeres, muy dura. No las trataban como seres humanos. Eso afectó a la investigación policial y a la manera en la que los reporteros abordaban la noticia».

La política y la economía -es inevitable no sentir en la actual crisis el eco de aquella deflación- también marcaron el caso: «Entonces se cerraron muchas industrias y se creó terreno baldío. Esos eran los lugares donde precisamente el destripador abandonaba los cadáveres de las mujeres. Es difícil matar prostitutas en lugares luminosos y llenos de vida».

No apta para todos los paladares, la prosa de Peace refleja su propia obsesión por el crimen: «En general, los escritores solemos ser obsesivos y fanáticos respecto a lo que contamos. Y si hablamos de crímenes, el material a veces se nos impone. Puede sonar muy dramático, pero yo mismo he caído en la depresión mientras escribía estas novelas». En el estilo reiterativo y musical de su prosa son fácilmente detectables los ritmos punk -la banda sonora de aquellos años- que le acompañaron durante la escritura. «Oí preferentemente a los Clash, pero también reggae porque en la zona había unas potentes comunidades india y caribeña».

LA MÍTICA DEL CRIMEN / ¿Por qué la sociedad inglesa tiende a convertir en míticos a sus asesinos, llámense Jack el Destripador, Crippen, o el Estrangulador de Rillington Place? «No sé las causas profundas pero siempre ha sido así en mi país. Y creo que debemos tener una responsabilidad al respecto. Al transformar estos casos en narraciones, los convertimos en una especie de diversión. Yo como escritor también tengo que asumir mi parte de culpa».

El desembarco de Peace en las librerías españolas se completará en el futuro con la publicación en Mondadori de otra trilogía criminal, situada en el Tokio posterior a la segunda guerra mundial. En su imparable ascenso, el británico ha llegado a interesar a los prohombres de Hollywood: «Ridley Scott ha comprado los derechos de la tetralogía. Lo malo es que piensa adaptarla a la geografía norteamericana y necesariamente perderá su personalidad y se convertirá en un thriller más».

La prosa brutal de David Peace golpea en BCNegraEl autor presenta las dos primeras entregas del 'Red Riding Quartet'

El escritor británico David Peace, ayer, frente a La Capella, donde ser realizan los actos de BCNegra. foto:SERGIO LAINZ.fuente:elperiodico.com
Se llama David Peace pero lo que escribe, brutal, malsano e inquietante, poco tiene que ver con su apellido. No hay nada pacífico en las historias de este británico nacido en Yorkshire, en el centro de Inglaterra, una zona degradada y machacada por las crisis económicas de mediados de los 70 y principios de los 80 que propiciaron los años de hierro del tatcherismo. Copiando el modelo del Cuarteto de L. A. de James Ellroy y no poco de su estilo despojado y directo -pero con una voluntad muy literaria- ha escrito una tetralogía, Red Riding Quartet, situada en su tierra natal, cuyos dos primeros títulos, 1974 y 1977, acaba de publicar Alba. Le seguirán 1980 y 1984.

Peace -que ayer intervino en el encuentro BCNegra- creció sintiendo un amor y un odio intensos por su tierra natal, hasta el punto de querer poner tierra por medio. Su conflicto interno le llevó hasta Tokio, solo para darse cuenta de que necesitaba escribir sobre su lugar de origen. Allí nació el primer volumen de la serie, un intento de recuperar algunos acontecimientos que le perturbaron en su infancia, como el lamentablemente famoso Destripador de Yorkshire que operó con impunidad durante más de un lustro en la zona mientras la prensa convertía el caso en un espectáculo : «Él era un psicópata con grandes problemas sexuales y mentales, pero algo en la sociedad de Yorkshire posibilitaba su actuación. Entonces, el ambiente era muy físico y muy masculino y la forma en la que los hombres hablaban de las mujeres, muy dura. No las trataban como seres humanos. Eso afectó a la investigación policial y a la manera en la que los reporteros abordaban la noticia».

La política y la economía -es inevitable no sentir en la actual crisis el eco de aquella deflación- también marcaron el caso: «Entonces se cerraron muchas industrias y se creó terreno baldío. Esos eran los lugares donde precisamente el destripador abandonaba los cadáveres de las mujeres. Es difícil matar prostitutas en lugares luminosos y llenos de vida».

No apta para todos los paladares, la prosa de Peace refleja su propia obsesión por el crimen: «En general, los escritores solemos ser obsesivos y fanáticos respecto a lo que contamos. Y si hablamos de crímenes, el material a veces se nos impone. Puede sonar muy dramático, pero yo mismo he caído en la depresión mientras escribía estas novelas». En el estilo reiterativo y musical de su prosa son fácilmente detectables los ritmos punk -la banda sonora de aquellos años- que le acompañaron durante la escritura. «Oí preferentemente a los Clash, pero también reggae porque en la zona había unas potentes comunidades india y caribeña».

LA MÍTICA DEL CRIMEN / ¿Por qué la sociedad inglesa tiende a convertir en míticos a sus asesinos, llámense Jack el Destripador, Crippen, o el Estrangulador de Rillington Place? «No sé las causas profundas pero siempre ha sido así en mi país. Y creo que debemos tener una responsabilidad al respecto. Al transformar estos casos en narraciones, los convertimos en una especie de diversión. Yo como escritor también tengo que asumir mi parte de culpa».

El desembarco de Peace en las librerías españolas se completará en el futuro con la publicación en Mondadori de otra trilogía criminal, situada en el Tokio posterior a la segunda guerra mundial. En su imparable ascenso, el británico ha llegado a interesar a los prohombres de Hollywood: «Ridley Scott ha comprado los derechos de la tetralogía. Lo malo es que piensa adaptarla a la geografía norteamericana y necesariamente perderá su personalidad y se convertirá en un thriller más». Elena Hevia.BCNegra2011.encuentro.novela negra y criminal.Barcelona.España.David Peace.escritor británico.entrevista.


Martín: "Escribo gracias a Vázquez Montalbán"

El escritor recibe en el marco de BCNegra el VI Premio Pepe Carvalho

El escritor Andreu Martín.foto: CONSUELO BAUTISTA.fuente:elpais.com


El escritor Andreu Martín (Barcelona, 1949) ha obtenido muchos premios, dentro y fuera de España, incluso un Nacional de Literatura Juvenil por No demanis llobarro fora de temporada (No pidas sardina fuera de temporada), pero el que ha recibido esta tarde, en el marco de BCNegra, el VI Premio Pepe Carvalho, le emociona y le llena de recuerdos. "Soy escritor porque Manuel Vázquez Montalbán escribió Tatuaje. Por aquella época yo hacía guiones de cómic, pero después de Tatuaje y también de Joc brut, de Pedrolo, y de Mica en mica s'omple la pica, de Jaume Fuster, empecé mi primera novela, Aprende y calla (Aprende y calla). La presenté a un premio que convocaba Libros de la Frontera y no me lo dieron. Volví a los cómics".

En aquella época trabajaba en la revista Muchas gracias y al otro lado del pasillo estaba Por favor. Un día, un colega le dijo que había alguien que le quería conocer. Martín se fue hacia la puerta y se encontró con Vázquez Montalbán, Marsé y a Perich. "Los tres habían estado en el jurado que no me dio el premio. Manolo me dijo: 'Me gusta mucho tu libro. Cuenta conmigo. Qué generoso era. Perich añadió: 'No sabes dónde te metes'. Y Marsé me cogió por la manga me dio las gracias por el pequeño homenaje que le hacía en Aprende y calla y me dijo: "Tu novela es buena, pero no muy buena. Salí flotando del despacho. Eran mis ídolos. Ese encuentro hizo de mí un escritor".

Aprende y calla se publicó en 1979 y desde entonces Andreu Martín no ha parado de escribir y de publicar. A veces da la sensación, como sucedía con Vázquez Montalbán, que tiene un montón de ordenadores y que en cada uno de ellos escribe una historia diferente".

Una novela de 900 páginas

Ahora mismo, Martín está embarcado en una novela de 900 páginas sobre los pistoleros, desde 1920 hasta 1945, con maquis incluidos, y por la que desfilan personajes como Francesc Seguí o Salvador Seguí, el Noi del sucre. Se titula Cabaret Pompeia y estaba en el Paralelo de Barcelona, donde ahora se ubica la sala porno Bagdad. El Pompeia sufrió un bombazo en 1920 y, cuenta el escritor, en el Bagdad aun llaman Pompeia al almacén de bebidas. "La Barcelona de aquellos años era más dura que Chicago". La novela está narrada a través de tres personajes nacidos en 1900. "Es la historia de una generación. Antes de escribir una novela ya me la sé de memoria".

No es la primera vez que Andreu Martín mezcla historia y género negro. Barcelona trágica, por ejemplo, se desarrolla durante la Semana Trágica de julio de 1909.

El escritor alterna las novelas juveniles con las negras. Entre las primeras, destaca la serie del detective adolescente Flanagan, escrita a cuatro manos con Jaume Ribera, nueve novelas de las que se vendieron dos millones de ejemplares. "La literatura juvenil me gusta, porque da más libertad que la que supuestamente escribes para adultos, pero también puede ser excluyente".

"La violencia no es épica"

Tiene otra serie protagonizada por una joven mossa d'esquadra, se publica simultáneamente en catalán y en castellano y ya han aparecido tres títulos: La nit que Wendy va apendre a volar (La noche que Wendy aprendió a volar), Wendy ataca y Wendy i l'enemic invisible (Wendy y el enemigo invisible). "No quería un policía de élite sino de alguien que patrullara las calles".

A veces cuesta imaginar que estas series, aptas para jóvenes y adultos, llenas de humor y amables, hayan sido escritas por el mismo autor de novelas tan duras como Prótesis, El señor Capone no está en casa, Por amor al arte o El día menos pensado. "Si hablamos de Prótesis, tiene un componente adolescente de rebeldía contra las instituciones. Cuando la escribí hubiera dinamitado muchas cosas. Andreu Martín se ha hecho mayor, ahora, a mi edad, no escribiría Prótesis. La violencia no es épica, no es la solución de nada".

Más maduro, como dice él, escribe también con Jaume Ribera, una saga protagonizada por el investigador privado Ángel Esquius. Han aparecido cuatro títulos: Con la muerte no se juega, La clave de la llave, La monja que perdió la cabeza y Si hay que matar se mata. Y, en solitario, tiene otra serie muy original: Asesinatos en clave de jazz. De la banda sonora, que se incluye en un disquete, se encarga David Nel.lo.

Saxofonista con banda

Martín se divierte mucho con esta colección, cuyo protagonista es un saxofonista que tiene una banda llamada El Signo de los Cuatro (un guiño a Conan Doyle y a Sherlock Holmes), en la que mezcla género negro con metaliteratura. En los diferentes títulos, como El blues del detective inmortal o El blues de la semana negra, rinde homenaje a Vázquez Montalbán, La Semana Negra de Gijón, Juan Madrid, Jorge Martínez Reverte, Julián Ibáñez...

Andreu Martín tiene mucha experiencia acumulada. Lo que más valora ahora es la "imaginación de la ficción"."El realismo es como una bola de hierro enganchada al pie. Cuando escribí Prótesis no me preocupé por el sistema de investigación policial de entonces y Philip Marlowe nunca intentó acercarse a la realidad. Nos rompemos los cuernos para que la ficción supere a la realidad, porque la realidad es inverosímil y la ficción por definición tiene que ser verosímil".

Andreu Martín obtiene el premio Pepe Carvalho de novela negra

3.2.11

Un invierno en la isla maldita

Lo importante no es quién era el asesino en aquella historia sino dónde se desarrollaba: en una isla. En la isla de El Negro

El escritor sueco Johan Theorin. foto:Quique García.fuente:elmundo.es

Johan Theorin es sueco, pero antes de leer a los clásicos suecos (el matrimonio que formaron Maj Sjöwall y Per Wahlöö), leyó a Agatha Christie. Su novela favorita era 'Los diez negritos'. "Nunca me planteé que pudiera descubrir al asesino, y casi mejor porque nunca lo hubiera adivinado", dice. Pero lo importante no es quién era el asesino en aquella historia sino dónde se desarrollaba: en una isla. En la isla de El Negro, para más señas. Porque por entonces Theorin aún no lo sabía pero acabaría obsesionándose con la isla de Öland. Hasta el punto de viajar con un mapa encima.

"Siempre me pareció un misterio. Las islas siempre lo parecen. Están ahí, aisladas y cuando estás en tierra firme te preguntas qué pueden estar haciendo sus habitantes en ese preciso instante", asegura el escritor, dedicado a escribir una tetralogía criminal (con familia de fondo) situada en Öland, la isla maldita. "No sé si los fantasmas existen, pero sé que hay una leyenda que asegura que vuelven a casa por Navidad", dice Theorin. Esa leyenda es precisamente la que abre el libro.

Pero todo empieza cuando los Westin deciden mudarse a Öland. A un caserón de los que a Theorin le dan miedo. "Si hay algo que me dé más miedo que la oscuridad son las casas grandes. En Suecia parece que si tienes una casa grande todos tus problemas se han acabado, pero para mí no sería así", asegura el escritor. El caso es que los Westin se mudan a la isla, en la que prácticamente no vive nadie durante el invierno (es una isla de casitas de veraneo), y Katrine, la chica, no tarda en morir, dejando a su marido solo con sus dos hijas.

"Joakim se queda en la isla porque no quiere abandonar el sueño que ambos tenían de vivir allí, y tampoco quiere abandonar a Katrine, porque siente que en cierto sentido ella sigue viva allí", cuenta Theorin. La encargada de investigar el supuesto asesinato de Katrine es una chica recién llegada de la ciudad, menuda y poco convincente (en tanto que agente de la policía), que tiene que reabrir la comisaría (pues estaba cerrada). "De hecho, la verdadera comisaría de Öland aún permanece cerrada", dice el escritor.

Además de Joakim, sus hijas y la policía, en la isla mora una banda de atracadores que invocan al espíritu del satanista Aleister Crowley cada vez que planean desvalijar una casa para preguntarle si deben o no hacerlo. "Es como el espíritu guía. Crowley era un materialista, así que siempre lo he visto como una especie de santo para los ladrones", dice el autor, que en cierto sentido a exorcizado su propio dolor a través del del protagonista.

"El duelo por la muerte de mis padres está en la novela, porque ambos murieron mientras la escribía y no pude evitar dejarme llevar", explica Theorin, que dice que las historias que cuenta "no podrían suceder en ningún otro lugar". "Ningún otro lugar podría resultar tan desolador en invierno", añade el escritor, que dedica cada uno de sus libros a una estación. El anterior correspondía al otoño y este, al frío invierno.

2.2.11

Los británicos también matan (literariamente)

BCNegra descubre la potencia de los escritores del género en Reino Unido

Dibujo de Eva Vázquez.fuente:elpais.com

La potencia de los nuevos escritores británicos de novela negra se deja sentir en BCNegra desde las mismas entrañas de esta cita con el suspense y el mistero. Cuatro de ellos participaron en el encuentro inaugural. Son David Peace, R. J. Ellory, Peter May y Craig Russell. Los cuatro estrenan novela y los cuatro destacan entre la nueva armada literaria. Como muestra, un hecho; en la anterior edición mandaron los nórdicos, en esta sólo participan dos: Johan Theorin y Mari Jungstedt, pero se abordará un tema que nos tiene a todos un poco descolocados: ¿por qué se mata tanto en Suecia?

En Reino Unido también se asesina (literariamente), pero no como se solía. La nueva generación ha roto con la tradición detectivesca inglesa para cultivar el género negro más negro, muchos de ellos inspirados en la mejor escuela norteamericana. Un buen ejemplo es David Peace (Osset, West Yorkshire, 1967), cuya tetralogía Red riding quartet está inspirada en los crímenes del Destripador de Yorkshire. La primera novela, 1974, se publicó en 2010 y ahora acaba de aparecer 1977 (Alba). De él ha dicho su colega Ian Rankin que es "el James Ellroy británico. Un talento fantástico". Desde luego, tiene don para el crimen y ciertamente se inspiró en el cuarteto de Los Ángeles del escritor estadounidense.

El destripador mató a una de sus víctimas a 10 kilómetros de la casa de Peace. Quedó marcado, como el resto de la región, para siempre. 1977 tiene dos narradores: el sargento Bob Fraser, desesperadamente enamorado de una prostituta, y Jack Whitehead, veterano periodista de sucesos que bebe desaforadamente Escocia, como él dice. Si en 1974, también protagonizada por un periodista, se violaba y asesinaba a niñas; en 1977 las víctimas son prostitutas. A Peace le importa un bledo si el lector sigue o no el hilo de su argumento. No lo pone fácil, pero atrapa con un ritmo de mil demonios en el que hay poesía, diálogos, monólogos, repeticiones de frases... El lector que entra en su juego espera impaciente la publicación de la siguiente historia, 1980. En ella, el autor nos sumerge en el Yorkshire de los años setenta a un ritmo de vértigo. A Peace le costó publicar, pero su padre consiguió que lo fichase una pequeña editorial; en 2003 fue elegido uno de los 20 mejores escritores británicos del año de Granta; luego Channel 4 hizo una serie... y se desbordó el reconocimiento y el éxito.

R. J. Ellory (Birmingham, 1965) también tuvo dificultades para empezar. Hasta 22 novelas se tuvo que tragar antes de ver la luz literaria. ¿Un inglés que publica libros ambientados en Estados Unidos? No, gracias, respondían los editores. Paró de escribir unos años y volvió. Sólo silencio (RBA) es una historia tremenda: más de 60 años de la vida de un hombre que lleva sombras oscuras de Georgia en el corazón. Joseph Waughan, el protagonista, cuenta desde el presente intentando comprender su trágico pasado. Cuando tenía 11 años murió su padre y meses después apareció asesinada la primera niña, una compañera de clase. Luego vinieron muchas más muertes. Ellory hace un retrato espléndido de Augusta Falls (Georgia), del miedo, de la intolerancia, de los 14 años que pasó en la cárcel por un crimen que no cometió, de su obsesión por los asesinatos de niñas, de su infancia perdida, de un sentimiento de culpa del que no se puede desprender.

La isla de los cazadores de pájaros, de Peter May (Glasgow, 1951), es la primera novela del escritor escocés que se traduce al español. Su protagonista es el policía Fin Macleod, un tipo torturado por la muerte de su hijo. En estas circunstancias viaja a Lewis, una isla perdida al norte de Escocia, donde nació, para investigar un sangriento asesinato. Se encuentra con su pasado. Nada de lo que le hizo huir ha cambiado: la falta de oportunidades, el alcoholismo, los suicidios.

Craig Russell (Fife, Escocia, 1956) es el más conocido de los cuatro. Se han publicado en España cuatro novelas protagonizadas por el policía Jan Faber y situadas en la Alemania contemporánea. Presenta ahora El beso de Glasgow (Roca Editorial), la segunda del ex soldado e investigador privado Lennox y que, como la anterior, se desarrolla en el Glasgow de los años cincuenta. Lennox, pendenciero, bebedor y mujeriego, cae muy bien y sus historias resultan más cercanas y reales que las de Fabel.

A estos cuatro autores hay que añadir dos nombres bien conocidos. Ian Rankin (Cardenen, Escocia, 1960), que, con su policía John Rebus, nos ha descubierto Edimburgo en clave negra. Y John Connolly (Dublin, 1968), creador del investigador Charlie Parker, que sitúa sus novelas en Estados Unidos. Connolly ha logrado un cóctel cuyos principales ingredientes son el género negro y los elementos sobrenaturales. Es muy adictivo. Hay que añadir a la estadounidense Tana French (Vermont, Estados Unidos, 1973) que vive en Dublín desde 1990. Todos ellos son renovadores.

Un detective en faldas

El autor escocés se pone el kilt para presentar a su detective Fin MacLeod
Peter May. foto: RHM.fuente:elmundo.es

Fin MacLeod está deprimido. Es un policía deprimido enterrado entre sus libros. Fin estudia por correo. Nunca fue a la universidad. Cuando era un chaval, era demasiado estúpido. Creía que perdía el tiempo estudiando. Como creía que perdía el tiempo viviendo en la claustrofóbica isla de Lewis, pequeño y rocoso paraíso de infernales condiciones climatológicas escocés. Por eso se fue. Pero ahora tiene que volver. La prisa lo convirtió en policía y hay un asesinato sin resolver en su viejo pueblo. 'La isla de los cazadores de pájaros' (Grijalbo), primera entrega de la trilogía Lewis, es la carta de presentación del sonriente Peter May en España.

Ataviado con una falda escocesa ("no es que la lleve habitualmente, pero sí en las ocasiones especiales", admite), May dice que el bueno de Fin tiene mucho de sí mismo. "Yo también tuve una especie de novia en la escuela primaria. Fuimos novios durante siete años. Y en el baile de fin de curso no se me ocurrió otra cosa que invitar a otra chica. Ella me escribió una larga carta que es la misma carta que Marsaili le escribe a Fin", cuenta. De hecho, May trató de encontrar a la chica, que se llamaba Jennifer, y descubrió que se había casado dos veces y había tenido dos hijos y que, para cuando la novela se publicó, llevaba ocho años muerta. "Fue un auténtico 'shock'. Sólo quería decirle que me había inspirado uno de los personajes clave de la novela. Pero ya nunca lo haré", asegura el escritor.

Fin debe volver a Lewis porque ha aparecido un cadáver que supuestamente ha sido asesinado con el mismo 'modus operandi' que el usado para acabar con la vida de un ciudadano de Glasgow, cuyo muerte investigaba antes de que ocurriera lo que ocurrió (su hijo pequeño murió) y el detective dejara el trabajo por un tiempo. Volver a la isla no le hará ningún bien, aunque le permitirá reecontrarse consigo mismo, en el momento en el que aún no había cometido ninguno de los errores que han marcado su vida. "He pasado mucho tiempo en la isla y he conocido a personas que crecieron allí y sé lo que sienten. Todos ellos sintieron en algún momento la necesidad de huir, pero también, en otro momento, sintieron la necesidad de regresar, para sentirse a salvo, pero también para recordar quiénes fueron y descubrir quién son", dice May, que no creció en una isla sino en la ciudad (Glasgow) pero pasó la mayor parte de sus vacaciones de infancia en islas como Lewis. Y la luna de miel en Ibiza.

"El ambiente de la isla es claustrofóbico, ideal para construir un thriller", dice May, que esta semana participa en BCNegra, el encuentro para amantes del género criminal que tiene lugar en Barcelona. Los cazadores de pájaros de los que habla el título de la historia, por cierto, son reales. "Una vez al año, un grupo de 12 hombres, en realidad, 12 jóvenes, vive durante dos semanas en una roca en mitad del mar, cazando una rara especie de ave, para reproducir el ritual que se lleva celebrando desde hace 400 años. Les arrancan las plumas, las tuestan de una determinada manera y regresan con un botín que es 'delicatessen' para el pueblo. Es una especie de rito de paso que convierte a sus participantes en elegidos, en hombres a los que respetar en un futuro", cuenta el escritor, que pasó una larga noche con cuatro de estos hombres en un pub de la misma isla de Lewis. "Sus historias me inspiraron", dice.

1.2.11

La mala fama de los espías españoles

"Los agentes sirven a un organismo público que se encarga de conseguir información. Al extracto de esa información que se suministra al jefe de estado que tomará la decisión final se le llama 'inteligencia"

El escritor Fernando Martínez Laínez en el encuentro de Getafe Negro, el pasado octubre. foto:Roberto Cardenas.fuente:elmundo.es

Los espías españoles no revientan puertas, como James Bond. ¿Y por qué no? Pues porque no lo necesitan. No es que sean más educados que el educadísimo agente secreto que luchará eternamente contra el Doctor No, es que los espías, en España, "se compran y se venden, y están dentro del despacho, por eso no tienen por qué reventar la puerta". El que habla es Eduardo Martín de Pozuelo, coautor de 'Sin cobertura', una novela de espías centrada en la participación española en la guerra de Irak.

De hecho, un 80% de la información que recoge hoy el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) "proviene de fuentes abiertas", dice José Luis Caballero, autor de 'El espía imperfecto', la historia de un agente de inteligencia español que intenta proteger a un etarra que está a punto de traicionar a su grupo. ¿Y qué son las fuentes abiertas? "Correos electrónicos, internet, trabajo que puede hacerse desde la oficina", aclara Caballero, que dice que debe diferenciarse "entre agente y espía".

"Los agentes sirven a un organismo público que se encarga de conseguir información. Al extracto de esa información que se suministra al jefe de estado que tomará la decisión final se le llama 'inteligencia'. Por eso son agentes de inteligencia. Y ellos son quienes contratan espías para conseguir esa información", explica Caballero, que dice no ser uno de ellos. Agente, no espía. Porque entorno a los escritores de este tipo de novela siempre corren los rumores. "Lo que sí puedo decir es que he conocido a algunos y que todos tienen una ética muy particular, que no se corresponde con la nuestra. Para empezar, ellos dicen mentiras. Engañan si con eso consiguen algo", dice el escritor.

Pero, como el resto de mortales, están sometidos a una burocracia infinita. "Lo que mucha gente no sabe es que los servicios de inteligencia son instituciones muy burocráticas, y que tienes que pasar por muchos despachos hasta que algo se pone en marcha", dice , un 'thriller' en que arranca con un terremoto en Granada y que, como particularidad, incluye un departamento "inventado" para el que se contratan agentes asesinos. "Le Carré es el que mejor lo ha hecho en ese sentido. En sus novelas, los héroes acaban generalmente malparados por culpa de la burocracia, que siempre está conectada con el poder político", dice Lainez.

En cualquier caso, como apunta el periodista Jose Luis Ibáñez en la primera de las charlas que tienen lugar en la sexta edición de BCNegra, el encuentro de amantes del género policíaco que tiene lugar en Barcelona durante esta semana, "España no reivindica a sus espías". "Lo que pasa es que de los servicios secretos sólo trascienden los fracasos", aclara Eduardo Martín de Pozuelo. "Cuanto mejor es el servicio secreto menos se sabe de él", añade Martín de Pozuelo. ¿Y qué hay de Wikileaks? "Wikileaks está publicando información de actas que no son tan secretas como parece", dice Martín de Pozuelo.

Lo que le extraña a Martínez Lainez es que la existencia de ETA en España no haya dado lugar a un subgénero literario. "Es la organización terrorista más antigua de Europa y apenas tenemos novelas que hablen de su relación con los servicios secretos, de agentes infiltrados y demás", dice el escritor. ¿Existen amenazas de la banda terrorista a los escritores? Caballero, que ha escrito sobre el tema, asegura no haber recibido ninguna. Lo que dice al respecto es que el CNI "no cree que ETA vaya a desaparecer".