29.12.10

España logra los derechos del libro sobre Larsson

La autobiografía de Eva Gabrielsson, la mujer que compartió durante 32 años la vida con el escritor, verá la luz el próximo 5 de abril

Eva Gabrielsson, viuda de Larsson.foto:archivo.fuente:lavanguardia.es

La autobiografía de Eva Gabrielsson, la mujer que compartió durante 32 años la vida del escritor de "Millenium", Stieg Larsson, verá la luz en España el próximo 5 de abril, editada por Destino, el mismo sello que ha publicado la trilogía que ya ha vendido 30 millones de copias en el mundo.

La autobiografía, "Millenium, Stieg et moi ("Millenium, Stieg y yo"), la publicará el 5 de enero en Francia Actes Sud y no estaba previsto que se editara en ningún otro idioma hasta que Destino ha logrado los derechos para España, según han explicado a Efe fuentes de la editorial.

En su libro, de apenas 150 páginas, Gabrielsson da detalles acerca de sus discrepancias con el hermano (Joakim) y padre (Erland) de Larsson, con quienes el autor no se hablaba pero que han acabado heredando las decenas de millones de euros que han generado los exitosos libros, porque la ley sueca no reconoce derechos a los supervivientes de las parejas que no se hayan casado.

En la autobiografía, según explicó recientemente a Efe Kurdo Baksi, amigo de Larsson, la viuda insiste en el enfrentamiento con el hermano y el padre de Larsson por los derechos generados por "Los hombres que no amaban a las mujeres", "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" y "La reina en el palacio de las corrientes de aire".

La familia de Larsson, fallecido de un infarto en 2004, recién cumplidos los 50, advirtió que si se publicaba este libro jamás daría su autorización para que el manuscrito con el "IV Millenium", del que el autor dejó escritas 320 páginas, vea la luz.

Baksi explicaba que es muy difícil que el volumen que cerraría la saga se publique antes de 2015 y eso en el caso de que Gabrielsson no editara la autobiografía y aceptara firmar el "IV Millenium", precisando que se inspira en una obra del fallecido y repartiera los beneficios con la revista "Expo".

Sin embargo, Gabrielsson quiere publicarlo sólo con el nombre del que fue su pareja, a pesar de que sería ella la que concluiría el tercio, aproximadamente, de novela que falta, y ser la única titular de los derechos que genere.

Gabrielsson ha señalado siempre que su compañero consideraba los manuscritos de sus libros como el plan de pensiones de ambos.

Lo cierto es que la arquitecta ha decidido seguir adelante con su proyecto y ha elegido Francia para editar las memorias, en las que relata también el trabajo como periodista de Larsson contra el fascismo desde "Expo", la revista que él fundó y a la que quería donar todos los beneficios del "IV Millenium".

No está previsto, por el momento, que "Millenium, Stieg y yo" aparezca en ningún otro idioma, excepto en francés y en español, aunque es posible que, "quizá", se edite en noruego, aunque no en inglés ni en sueco.

Hace cerca de un año, Gabrielsson rechazó una oferta de Erland y Joakim Larsson para zanjar la polémica por 20 millones de coronas suecas (algo menos de 2 millones de euros y cerca de 2,7 millones de dólares).

13.12.10

Territorio Highsmith

Patricia Highsmith adoraba manejar y elaborar mapas, tablas, planos, listas y esquemas

Pat en el Circle Line en los años 40.foto:Swiss Literary Archives.fuente:papelesperdidos.com

Nadie dijo que fuera una mujer fácil. No era simpática, rara vez era educada y adoraba los caracoles. Patricia Highsmith (1921 Texas-1995 Lucarno) poseía un talento excepcional pero solía decir lo que pensaba abiertamente, lo que no resultaba fácil de digerir. "Creo que mis libros no deberían estar en las bibliotecas de las cárceles", escribió con prudencia en 1956 la creadora de Mr. Ripley, su personaje más emblemático. La autora de Extraños en un tren llenó casi 8000 páginas, escritas en cuadernos y diarios, redactados en cinco idiomas, en las que describió con pelos y señales a sus amantes comparándolas entre sí, apuntó sus opiniones siempre polémicas, los martinis que bebía y hasta las cuentas mínimas del supermercado. Highsmith adoraba manejar y elaborar mapas, tablas, planos, listas y esquemas. Con todo ese material, Joan Schenkar (Seatle, 1952) ha construido Patricia Hignsmith (Circe), una biografía atípica juntando lo que escribía con lo que vivía. Siguiendo los pasos de Virginia Woolf, que definió la biografía como un arte impuro que habría que escribir separando las dos clases de verdades: la cáscara (los hecho) y el átomo (la vida interior), ha unido en casi 800 páginas los detalles concretos de la vida de la escritora con una cronología comentada de su vida y obra. En los anexos se encuentra también el Nueva York de la escritora con las direcciones de su vida y los domicilios donde alojaba a sus asesinos que no eran otros que los que usaba ella o sus amantes.

Highsmith fue una creadora increiblemente prolífica. "Tengo ideas con tanta frecuencia como las ratas tienen orgasmos", contó, Las ideas llegaban en forma diversas; además de las obras publicadas, dejó más de doscientos manuscritos, 38 cuadernos de apuntes, y al menos 18 diarios. Fabricaba muebles, esculpía figuras, confeccionaba sus propias tarjetas de Navidad.... "Discutir con Pat", cuenta una de sus amantes, "era como discutir con un perro rabioso. Podía morderte. Pero no era el miedo a que te mordiera, era el miedo a darte cuenta de que habría sido mejor no hacerlo. (...) Cuando llegué a entenderla sentí lástima por ella. Me pareció que estaba apartada del amor en su forma más sencilla: el amor a los padres". Odiaba a su padrastro y las relaciones con su madre no podían ser peores. "Quiere recibir atención como una actriz", escribió Pat cuando su madre, languideciendo en una residencia de ancianos de Texas, le suponía un gasto extra en pañales para adultos. Unos años antes, Mary Highsmith le había escrito a su hija: "Estoy segura de que, si pudieras, con mucho gusto me meterías en Dachau sin pensártelo ni un minuto". Sin duda el territorio Highsmith es otro mundo.

10.12.10

Hijo de tigre

Paco Ignacio Taibo II, el escritor español-mexicano que revitalizó el policial en castellano y creó la Semana Negra de Gijón, se atreve a algo que muchos podrían considerar un sacrilegio: escribir una continuación de la saga de Sandokán de Emilio Salgari

Taibo II, revitaliza el género de aventuras.foto.fuente:pagina12.com.ar

Y con El retorno de los tigres de la Malasia no sólo sale bien parado, burlándose de los límites genéricos, sino que se atreve a introducir el sexo y la política, temas que, para quien supiera leer, ya latían en el anticolonial y sensual original.

Uno de los argumentos más inesperados para desarmar la rígida separación entre literatura para jóvenes y literatura para adultos es reconocer la influencia que pueden tener en una persona los primeros libros que lee en su vida. "Me daba tentación traer estos personajes a un público de jóvenes y lectores adultos, porque en las novelas que leía a los seis o siete años, había valores como la honra, el valor y el aprecio de la palabra dada", aseguró Paco Ignacio Taibo II, escritor español con gracia de nobleza pero mucha vocación de trabajo que creó el festival multicultural Semana Negra de Gijón por el que han pasado miles de escritores de novelas policiales. Y con esas palabras Taibo II se refiere a los motivos por los que se largó a escribir algo que muchos podrían tomar como una herejía, una continuación de Los tigres de la Malasia, el más extenso y exitoso ciclo de novelas del prolífico Emilio Salgari que va desde Los misterios de la jungla negra (1895) hasta El desquite de Yáñez (1913). Siguiendo esa rara tradición de continuadores de clásicos, como es el caso de Maxime Benoît-Jeannin con Mademoiselle Bovary o Jean Rhys con El ancho mar de los sargazos, notable saga de Jane Eyre, Paco Ignacio Taibo II tomó el toro por las astas y decidió que, así como no pueden elegirse los libros que se leen en la infancia, al menos sí es factible continuar o reescribir los que más gustaron, y de paso encontrar nuevas razones para legitimar esa preferencia. Aquellos que empezaron leyendo a Salgari, por ejemplo, pueden vanagloriarse de que, justo en la época en que la narrativa británica glorificaba sin pruritos su política colonialista, él elegía como protagonista de sus novelas a Sandokán, un resistente anticolonialista extremo. De hecho, los británicos eran los principales enemigos del héroe, quien para combatirlos contaba con el apoyo de su gran amigo el portugués Yáñez.

El retorno de los tigres de la Malasia. Paco Ignacio Taibo II Planeta 330 páginas

Si El retorno de los tigres de la Malasia vale la pena es porque, lejos de tratarse de un capricho, no se limita a ser una mera continuación de la saga de Salgari. Este libro parece, por el contrario, resignificar la carrera literaria del multifacético Taibo II: así como aportó su personaje Héctor Belascoarán Shayne para insuflar con nuevo aire la novela negra en español –entre sus premios se cuentan tres Dashiell Hammett–, con esta obra también propone una vuelta de tuerca al género de aventuras, a la vez que se ríe de las clasificaciones entre literatura juvenil y literatura adulta. La historia se sitúa en 1876 cuando el lugar donde permanecen en exilio los ya avejentados Yáñez y el príncipe malayo Sandokán es atacado por una extraña fuerza maligna rodeada de niebla verde, por lo que se ven obligados a abandonar el retiro y convocar nuevamente a los Tigres de la Malasia para iniciar un descenso a los infiernos; esos raros atentados nuevos que arrojan varios muertos tienen así alguna similitud con el nunca bien explicado humo de Lost.

Por su parte, al público adulto este libro lo seduce con una proliferación impresionante de citas literarias que van desde la poesía española (se filtran en los diálogos rimas de Francisco de Quevedo y Angel González) hasta William Blake, pasando por Ray Bradbury, Verne, Arthur Conan Doyle y Kipling; una especie de exhibición de su propia educación sentimental que se enlaza con otro terreno fundamental de la carrera de Taibo II, el de biógrafo del Che y autor del prólogo al fascinante Cuaderno verde que también mostraba los gustos literarios de Guevara: Pablo Neruda, Nicolás Guillén, León Felipe y César Vallejo. También hay lugar en sus páginas para escenas de sexo y distintas referencias a la política, entre las cuales se destaca una carta que les escribe Engels a los protagonistas al momento de escribir El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre (1876). Si bien da la sensación de que tarda demasiadas páginas en despegar, El retorno de los tigres de la Malasia tiene la virtud de esconder, bajo el gesto trillado y algo ingenuo de continuar un clásico, un experimento literario valioso: hacer un libro que sea para jóvenes y adultos al mismo tiempo, un libro capaz de mostrar explícitamente que, en los libros leídos en la infancia, el mundo de los adultos –el sexo y la política, sobre todo– brilla y late en su engañosa ausencia.

6.12.10

Elizabeth Subercaseaux habla de su primera novela negra e internacional

No había escrito antes un thriller y, pese a llevar dos décadas viviendo en EE.UU., nunca había acudido a personajes de otras nacionalidades. A ambas cosas la escritora accede en su nuevo libro, Las confidentes

Elizabeth Subercaseaux, escritora chilena que debuta en la novela negra.foto.fuente:emol.com

Todo se inicia en Pennsylvania, en 2008, y continúa en Santiago, en 1999. Dos historias de amores y frustraciones, cerradas como un cuento, pero que no son más que el punto de partida para una novela que no es romántica, sino negra.
Así comienza "Las confidentes" (Suma de Letras), la última entrega de la escritora chilena Elizabeth Subercaseaux, quien enfrenta de manera polifónica los asesinatos de dos mujeres ocurridos el mismo día, a la misma hora y del mismo modo, pero a un hemisferio de distancia: Uno fue en Connecticut, el otro en Quillota.

Claro que ésos no son los únicos escenarios: Francia y la India también son algunos de los entornos en que se mueven las historias, que saltan en el mapa, pero también en el tiempo. "Como se trata de una novela polifónica donde se entrecruzan dos historias paralelas, pero muy similares, y estas historias son contadas diez años después de que ocurren, fue necesario dar esos saltos", explica la autora.

Este factor además determina un tono "multicultural" que marca a la obra, y que no sólo tiene que ver con el relato, sino también con la propia biografía de la escritora. "Vivo en dos culturas muy distintas, la chilena y la estadounidense, y como vivo en ambos países y además paso mucho tiempo en Francia, no fue difícil hilar esas historias. Conozco muy bien las tres culturas, sobre todo la norteamericana, porque vivo hace más de veinte años allí. Es la primera vez que me atrevo a trabajar con personajes de otras nacionalidades", recalca.

Entre las protagonistas femeninas de "Las confidentes" resalta sobre todo Prudencia, una mujer altamente conservadora, que actúa como policía de los estándares morales y religiosos que cree adecuados. "Ella representa un sector muy conservador de la sociedad chilena, generalmente ligado al latifundio", aclara Subercaseux.

De este modo, el personaje establece el puente más claro entre la novela y una realidad particular que se grafica, preocupación que la escritora define como permanente en su obra. "Yo nunca he escrito nada que no tenga que ver con las sociedades donde vivo", dice, aludiendo a una obra marcada por la la exposición de temas sociales y de género, en los que se filtra una mirada que define de una sola forma: "Bastante crítica".

3.12.10

Ha nacido otra estrella 'negra' escandinava

Es el abismo entre el paradisíaco paisaje y la turbia realidad. A todas luces, una Suecia extraña y oscura, y repleta de McDonald's

Ann Rosman, autora de novela negra escandinava para seguirle la pista.foto.fuente:elmundo.es

Todo lo que hay en la nevera de Karin Adler es un trozo de queso y un tubo aplastado de caviar. Karin Adler es agente de policía en la comisaría de la pequeña localidad de Marstrand y a ratos se preocupa por lo que un café y un par de bollos pueden hacerle a su cada vez menos envidiable figura. Karin pasa sus días poniendo lavadoras y esperando su primer caso criminal. El día que llega lo hace en forma de anillo de boda. La primera novela de Ann Rosman, 'La mujer del faro' (Salamandra), pretende acabar con el reinado de Camilla Läckberg, en lo que a dama del crimen escandinavo se refiere.

La historia de 'La mujer del faro' es la siguiente. Aparece un cadáver frente al viejo faro de un islote cercano a la peculiar villa de Marstrand (donde reside la inspector Karin Adler, que acaba de aterrizar en Homicidios), en plan Laura Palmer, la desafortunada protagonista de 'Twin Peaks', la serie de David Lynch. La investigación cae en manos de Adler y su puntilloso compañero, el agente Folke. Al principio, lo único que tienen es un breve listado de desaparecidos y un anillo de boda. Pero cuanto más profundizan en la historia de los habitantes de la localidad, mayor es el abismo entre el paradisíaco paisaje y la turbia realidad. A todas luces, una Suecia extraña y oscura, y repleta de McDonald's .

Karin adora el café de McDonald's pero Folke no. Su primera discusión tiene lugar en el coche patrulla, mientras se dirigen al lugar en el que se ha hallado el cadáver. Karin le pide que se detenga frente a un McDonald's para comprar un café y Folke se niega, porque desde que leyó un reportaje sobre la comida basura se prometió que jamás volvería a entrar en uno de ellos. Folke es un ávido lector de la revista 'Consejos y Hallazgos' y de 'Cuerpo y Alma', y se sabe de memoria los horarios de todos los ferrys que unen Marstrand con los pequeños islotes vacacionales.

Con la maestría de cualquier dama del crimen que se precie (empezando por la gran Agatha Christie y cerrando el círculo con Patricia Cornwell, y poniéndole especial atención al trabajo de Sue Grafton, a quien Rosman parece más cercana), la nueva estrella 'negra' escandinava construye una retorcida trama que, sin alejarse de lo cotidiano (después de todo Karin Adler es sólo una chica en plena crisis de identidad, aquejada de todos los complejos que rodean a las chicas de su edad), explora los rincones más oscuros de la sociedad sueca contemporánea.

Porque Marstrand, y sus habitantes, son algo así como lobos disfrazados de corderos. Al menos en las novelas de esta joven e intrépida escritora que curiosamente reside en la localidad de la que tan siniestramente habla. Lo de intrépida viene de que ella misma, como Karin, es navegante (y como ella también tiene un barco de vela, de ahí que pose embutida en un anorak amarillo en la solapa de la novela), algo habitual en la tierra de los fiordos helados, pero ciertamente algo sorprendentemente raro entre las escritoras de novela negra. Habrá que seguirle la pista.

1.12.10

El hombre ilustrado

Después de ganar el Booker Prize con El mar en 2005, John Banville se tomó unas vacaciones bajo el nombre de Benjamin Black, autor de novelas policiales que salió mucho más indemne y contento de la experiencia de lo que podía imaginar a priori

John Banville descanza cuando escribe novela policial y negra.foto.fuente:pagina12.com.ar
El regreso con Infinitos es espléndido y vital, una novela protagonizada tanto por hombres (uno de ellos agonizante) como por dioses antiguos. En este diálogo que mantuvo con Rodrigo Fresán durante la presentación del libro en Madrid, se pasa revista a estos últimos años del autor irlandés que, atrapado entre Joyce y Beckett, supo llevar adelante su propio camino.
Hace un tiempo le pregunté a John Banville qué estaba escribiendo. Por entonces, el escritor parecía poseído por su alter ego policial Benjamin Black: uno y dos y tres thrillers veloces y a quemarropa. Pero Banville (antes de la publicación de Elegy for April, otro caso para el patólogo Quirke by Black) acechaba en las sombras y ponía a punto a Infinitos, su primera obra estrictamente banvilleana desde El mar (ganadora de el Booker Prize). "Transcurre a lo largo de un día de verano, en una casa en el campo en la que un anciano en coma agoniza. Su familia se ha reunido para despedirlo y, con ellos, también acuden los dioses junto al lecho del moribundo. Espero, como mínimo, que sea una obra maestra, un éxito de ventas y que me lleve hasta las puertas del Nobel, ja", me contestó por mail.

Lo que sigue es un fragmento de la transcripción de un diálogo en público en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, mientras Infinitos se presenta ahora en castellano y su autor –ya metido a fondo en su próximo desafío, donde convergerán personajes de novelas anteriores– entra y sale de libros y de librerías.

Una vez me dijiste que una de tus fantasías es entrar en una librería, chasquear los dedos y hacer desaparecer todos tus libros para poder empezar de nuevo.

–Sí, seguro que tú también conoces esa sensación. Odiamos a nuestros hijos, bizcos y desdentados; nos encerramos en una habitación durante uno o dos años haciendo estos objetos y, para cuando los acabamos, los detestamos por completo. Toda mi obra anterior está ahí como testimonio evidente de mi falta de talento, aunque también es cierto –lo he dicho muchas veces– que considero que mi obra es mejor que la de los demás, sólo que no es lo suficientemente buena para mí. Soy de esa clase de perfeccionistas. Y me atormenta no ser capaz de hacerlo bien. Una vez le preguntaron a Iris Murdoch por qué escribía tanto y respondió que pensaba que cada nueva novela la exculparía de todas las anteriores. Yo pienso lo mismo.

Pero al menos sentirás que hay algún tipo de mejora con cada libro... ¿O es sólo otro libro de John Banville?

–Siempre he envidiado a los poetas, que revisan su obra anterior con profundo placer. Tengo amigos que leen poemas que escribieron a los diecisiete, hace cincuenta años, y les encantan. Yo eso lo encuentro muy extraño. Parece que los poetas no mejoran; de hecho, la mayoría empeora. Uno puede hacer poesía excelente de joven, pero no creo que sea el caso de los novelistas. Supongo que uno aprende a usar el lenguaje de un modo más fluido y con más sensibilidad a medida que pasa el tiempo. Pero, por supuesto, nuestras ideas y nuestra ignorancia sobre el mundo son tan densas como siempre. De joven pensaba que cuando envejeciera me volvería más sabio, pero la edad no trae sabiduría, sólo confusión. Aunque a veces la confusión puede resultar interesante. Ahora dejo que en mis libros pase lo que tenga que pasar con mayor frecuencia que en los viejos tiempos; me gusta la idea del azar. Pero, ¿mejoro?

Me pregunto si parte del problema no tendrá que ver con ser un escritor irlandés. En cierta ocasión dijiste que sientes que todos tus antepasados son como "estatuas gigantes de la Isla de Pascua".

–Sí, es difícil ser un novelista irlandés. Es un país pequeño con un número extraordinario de escritores de una estatura enorme. No parece que tengamos muchos escritores mediocres, sólo maravillosos o realmente horribles. Joyce lo metió todo, Beckett lo sacó todo, y los demás nos movemos en el terreno que dejaron en medio sin saber muy bien qué hacer. Mi amigo Neil Jordan, por ejemplo, decidió dedicarse al cine porque sentía que no podía competir con los escritores del pasado. Por mi parte, he tratado de forjar un nuevo tipo de ficción que es en buena medida un tanto pedestre... Se trata de buscar nuevos modos de avanzar. ¿Por qué sentimos que tenemos que hacerlo? No lo sé. Creo que uno de los peores consejos que se pueden dar es el de Ezra Pound: "Que sea nuevo". Un buen día, cuando tenía unos cuarenta años, me pregunté: ¿por qué, qué hay de maravilloso en que algo sea nuevo? Lo que valoramos y apreciamos más en el arte es el elemento tradicional que contiene. De manera que me he transformado en un antivanguardista. Es decir, soy el líder de la retroguardia.

Has dicho que el libro que te abrió los ojos como novelista fue Dublineses, de James Joyce, y que, con los años, te has ido acercando mucho más a Beckett. Lo cual me extraña mucho. Sí reconozco en tu escritura una voz sonámbula en primera persona que intenta relatar el universo entero, pero en cuanto a la prosa me parece que estás mucho más cerca de un Proust, por ejemplo, en el aspecto sensorial.

–Sí, hay una distinción muy práctica, de mi propia cosecha, según la cual los escritores irlandeses de ficción pueden tomar dos caminos: el joyceano y el beckettiano, y supongo que en mi caso –en un sentido muy amplio– sigo el camino de Beckett, aunque no soy un escritor como él. Su proyecto era, desde el principio, un asalto al lenguaje, un esfuerzo por negarlo. En cambio, a mí el lenguaje me resulta peligrosamente atractivo. Gozo con él, aunque intento evitarlo.

Acabas de mencionar a Frank Kermode. ¿Qué te parece la crítica literaria? ¿Crees que los escritores tienen algo que aprender de los críticos académicos?

–George Steiner me dijo hace años que los especialistas son los carteros del futuro. Me parece una excelente justificación de su trabajo, pero lo cierto es que no suelo leer obras académicas. No es que no me gusten: es que no son para mí. No puedo leer textos sobre mi propia obra, al igual que no puedo leer mi propia obra. Me sorprendió un día, hace relativamente poco, darme cuenta de que la única persona que no puede leer mis libros soy yo. Porque ya los conozco, y conozco asimismo todas las versiones anteriores, y eso los ensucia. Mientras que para un lector que llega a ellos por primera vez, todo es nuevo. Un buen especialista siempre da la sensación de llegar al libro por primera vez. Por otro lado, quedan muy pocos críticos realmente estimulantes, como Edmund Wilson, personas que estaban fuera de la academia, pero también absolutamente comprometidas y eruditas. Y erudito, a mi parecer, suele ser algo completamente distinto de académico.

No contento con crear personajes, creaste un escritor de novelas policiales: Benjamin Black.

–Benjamin Black está a medio camino entre John Banville y el tipo de periodista literario que soy desde hace unos treinta o cuarenta años. Si yo me pongo a escribir un texto para The New York Review tardo un día, lo hago de un tirón. Benjamin Black también escribe de modo muy rápido, muy fluido. Mientras que el pobre Banville escribe como un caracol que cruza la página, dejando esa horrible baba... Así que son dos métodos de escritura completamente distintos. Empecé a ser Benjamin Black hace unos cinco años porque en aquel momento pensé que sería divertido, y que además podía ganar algo de dinero. Tenía un guión para la televisión que no se iba a hacer, así que decidí convertirlo en una novela. Pero, si lo pienso, ahora me doy cuenta de que me hacía falta: Banville necesitaba un empujón para salir del camino en el que se sentía encerrado.

Volviendo al tema del estilo y a la trama, una vez me comentaste que el estilo avanza con zancadas triunfantes mientras que la trama arrastra los pies.

–Sí, como somos novelistas, no nos podemos librar de la trama, una novela tiene que tener historia. Si no, no es ficción. Yo he tratado de trabajar dentro de las reglas y de la tradición de la ficción.

¿Y cómo relacionas la idea de la trama y la de estilo? Para mí, el párrafo más revelador de toda tu obra está en El libro de las pruebas, cuando Frederick Montgomery dice: "Nuestro destino no era estar en este planeta, esto es un error". ¿Cómo te enfrentas a eso, a estar en el planeta equivocado y tratar de encontrar estilo y trama aquí?

–Se trata de un párrafo de El libro de las pruebas, que escribí hace veinte años, en el que un personaje dice: "Nunca me he acostumbrado a estar en esta Tierra. Siento que nuestra presencia aquí es un error cósmico, y que nuestro destino era otro planeta". Y luego se pregunta cómo les irá a esos terrícolas delicados, a los que iban a venir aquí, en el otro lado del Universo, y se dice: "No, hace mucho que deben de haberse extinguido, cómo habrían podido sobrevivir los delicados terrícolas en un mundo hecho para contenernos a nosotros". Y creo que es verdad. Me siento, como todos nosotros, un extraño en la Tierra. Este es un mundo absolutamente exquisito, no hay más que mirarlo, tan distinto de nosotros. Hemos adquirido un conocimiento que las otras criaturas no tienen, la conciencia de la muerte, y hemos pagado un precio enorme por ello; sólo hay que ir a cualquier sala de espera de un hospital psiquiátrico para entender el daño que la conciencia nos ha infligido. Se trata de un regalo muy valioso, pero también muy difícil. Un don que nos ha distanciado del mundo, de los animales, lo cual me consterna profundamente. ¿Sabes cómo nos miran los animales? No me refiero sólo a los animales domésticos sino también a los salvajes. Nos miran con perplejidad, y constantemente tratan de comprendernos. Como dice Nietzsche, los animales nos miran como el animal que ríe, el animal infeliz, el animal loco. Por eso, supongo, es por lo que escribo, a causa de esa sensación de distanciamiento, e intento encontrar el camino de vuelta al mundo mediante oraciones. No creo que sea algo excepcional, es lo que todos hacemos cuando hablamos, cuando tratamos de expresarnos ante un ser amado u odiado.

Tus libros están llenos de pintores y de cuadros. He leído que intentaste ser pintor, pero no te gustaba lo que pintabas. Dijiste al respecto algo muy interesante: que intentar pintar te enseñó mucho sobre la escritura y sobre la manera de mirar las cosas. Si alguien bajase del cielo, uno de los dioses de tu última novela, y te dijese que podrías pintar el cuadro que quisieras, ¿cuál sería?

–Cualquiera de la serie de La baigneuse del último Bonnard, de los estudios de su mujer en el baño, hay seis u ocho, cualquiera de ellos, sobre todo el último, uno de los mejores... Por cierto, las enseñanzas de la pintura también se pueden apreciar en la obra de John Updike, que tenía formación artística.

Sí, intentó hacer dibujos animados, con Walt Disney...

–... y estudió dibujo en Londres, en la Ruskin School. No diré que la pintura te haga percibir el mundo de una manera diferente, pero sí te proporciona una mirada más aguda, miras los detalles de otro modo, de una forma más minuciosa. ¡Desgraciadamente yo no tenía ningún talento! No sabía dibujar, no tenía sentido del color, ni conocimiento del oficio. Era un adolescente, y creo que intenté pintar porque las palabras me desesperaban, me parecían un medio demasiado difícil. Y aún me lo parecen. Una de las razones es que son la moneda común de nuestra vida diaria. Como ese personaje de Molière que descubre a los cincuenta años que lleva toda la vida hablando en prosa. El hecho de que hablemos un tipo de prosa no literaria hace doblemente difícil la renovación de este medio común para que parezca nuevo. La pintura me pareció, en aquella época, un medio simple. Estaba equivocado, desde luego.

En todos tus libros, el lenguaje es lo más importante y definitivo, pero también están llenos de ciencia; por ejemplo, los que escribiste sobre Kepler y Copérnico, incluso La carta de Newton y Mefisto. Y ahora, otra vez, la ciencia es parte importante de Infinitos. ¿Cómo llegaste a ello? ¿Has pensado alguna vez en volver al descubrimiento científico como tema literario?

–El protagonista de Infinitos es un matemático. Siempre me ha fascinado la ciencia. Creo que la ciencia del siglo XX ha producido algunas de las ideas, y hasta de las imágenes, más hermosas. Me parece mucho más interesante la física que la filosofía del siglo XX. Por supuesto, de ninguna manera soy un experto; como todo novelista, vergonzosamente, finjo saber cosas que no sé. En los años '70, en Copérnico y Kepler, escribí sobre ciencia como una forma de escribir sobre la creatividad sin escribir sobre el arte. Estoy convencido de que la ciencia y el arte surgen de la misma fuente interior. Adoptan formas muy diferentes –la ciencia tiene rigor y el arte no; uno no puede refutar un soneto, pero sí una teoría científica–, pero creo que el origen es el mismo. Ahora tengo sentimientos muy ambiguos hacia esos libros. Me hicieron perder mucho tiempo dedicándome un poco a la investigación. Hasta un poco de investigación, para un novelista, resulta completamente extenuante... Cuando escribí esos libros era joven, tenía veinte años, había una pequeña serie de libros de bolsillo en aquel tiempo, se llamaba Fontana Modern Masters y tenía cosas tipo George Steiner sobre Heidegger. Yo me imaginaba, en un futuro lejano, mi nombre en el lomo de uno de aquellos libros y el de algún crítico eminente que hubiera escrito sobre mí. Quería ser uno de los grandes novelistas europeos de ideas. Como digo, era joven.

¿Y esa inquietud no tenía que ver con la idea de que la ciencia es exacta y la literatura no?

–No, era más bien que me fascinaban las personas como Copérnico y Kepler. Copérnico sólo fue a ver estrellas tres veces en toda su vida; Kepler tenía doble visión, así que cuando miraba el cielo, lo veía todo doble. Realmente no les interesaban las cosas tal y como son, la realidad efectiva. Lo que querían era concebir un sistema que pudiese, como se decía, "salvar los fenómenos". Era una forma totalmente distinta de hacer ciencia. Ni siquiera se llamaba ciencia, se llamaba filosofía natural. Pero me fascinaba, porque es de hecho lo que hace el artista: trata de imponer un sistema sobre una realidad incoherente.

Y con el ir y venir de tus libros, ¿crees que te estás acercando a una suerte de "teorema Banville"?

–(Risas) No, como he dicho, la edad sólo trae confusión.

Dioses míos

30.11.10

Matute:"Me encantaría escribir novela negra pero no me sale"

Jamás ha sido capaz de escribir una novela negra

Ana María Matute, ganadora del Premio Cervantes de Literatura. foto:AFP.fuente:elmundo.es
Escribe desde los cinco años y, aunque ha jugado con la fantasía y el terror (lo suyo siempre han sido las leyendas, los monstruos, las princesas olvidadas), jamás ha sido capaz de escribir una novela negra. "Me encantaría, pero no me sale", admite Ana María Matute, distinguida esta semana con su adorado Premio Cervantes y sillón K de la Real Academia Española. A sus 84 años mantiene intacta su pasión por el misterio y confiesa que lee más novela negra "que otra cosa".

Entre sus favoritos figura Henning Mankell, el creador del mítico Kurt Wallander, el detective sueco que más corazones (de amantes del género) ha robado en la última década. Inspector al borde de la jubilación, Wallander es una especie de álter ego del propio Mankell: tiene su misma edad, comparte su afición por la naturaleza y la ópera y no lleva nada bien que el mundo se esté convirtiendo en un lugar horrible.

Y si tiene que señalar a una dama del crimen, Ana María Matute elige entre todas a Elizabeth George, una norteamericana que sitúa sus historias en Gran Bretaña (admiradora como es de Agatha Christie), y a la que la crítica maltrata a menudo. Es responsable de las aventuras del detective Thomas Lynley (un aristócrata metido a agente de Scotland Yard), que no se lleva nada bien con su jefa, la sargento Barbara Havers, todo un carácter.

"Aún no he tenido la oportunidad de leer a Larsson, asegura Matute, que sin embargo conoce muy bien la obra de Michael Connelly, otro de sus escritores 'negros' favoritos. Fan de Raymond Chandler, Connelly rinde tributo a El Bosco con su detective Harry Bosch (cuyo nombre completo es el mismo que el del pintor neerlandés: Hieronymus Bosch). Autor de más de una veintena de novelas, la carrera de Connelly arrancó en 1992 con la publicación de 'El Eco Negro'.

"Me gusta la novela negra porque también es crónica social", asegura Matute, para quien las bases del género las acabó de asentar Georges Simenon. "Creo que está todo ahí, pero considero exagerado que lo comparen con los rusos, con Dostoievski y los demás, porque los rusos son mucho mejores", añade la escritora, que no piensa dejar de escribir. Y mucho menos, de leer novela negra.

24.11.10

Escritores españoles y latinos dan su visión del erotismo y la novela negra

La visión de catorce escritores españoles y siete latinoamericanos sobre el erotismo y la novela negra ha quedado plasmada a través de El sabor de tu piel y Antología del relato negro II, un par de libros que muestran "el lado humano que no se suele vender" al público

foto:archivo.fuente:adn.es

El primer libro, conformado por quince relatos, reúne la obra de los autores españoles Andrés Fornells, Caro Verbo, Manuel Villa-Mabela, Pedro Antonio Curto, Manuel A. Vidal, Álvaro Díaz Escobedo, Miguel Ángel de Rus y José Enrique Canabal.

A ellos se unen Juan Patricio Lombera (México) y Nelson Verástegui (Colombia), quienes junto a Fernando Ariel Kosiak (Argentina), Fernando Morote (Perú), Raúl Vallejo (Ecuador), Víctor Montoya (Bolivia) y Gloria Scharetg (EEUU), forman el grupo de escritores americanos del libro.

Estos últimos cinco escritores aparecen en la antología tras haber ganado un concurso organizado por Ediciones Irreverentes (casa editorial que publica los libros) y el programa Sexto Continente de Radio Exterior de España.

"Actualmente existe una manía por lo políticamente correcto. Hay miedo a decir cosas y lo que hemos pretendido es mostrar eso: el lado oscuro humano que no se reconoce públicamente", ha dicho hoy Miguel Ángel de Rus, editor de ambas publicaciones, en rueda de prensa.

El escritor, quien colabora con un relato en la "Antología del relato negro II", considera que actualmente vivimos una época en la que nos censuramos mucho y nos cuesta decir las cosas.

"Hoy no se puede decir prácticamente nada, pues en seguida se piensa que atacas a cualquier grupo por su ideología. Creo que estos libros aportan un punto de vista un poco más escéptico sobre la realidad de nuestro tiempo", ha agregado.

El segundo volumen, titulado "Antología del relato negro II", presenta una serie de historias que indagan "en nuestros odios y el deseo de venganza", una serie de visiones con especial énfasis en "los crímenes masivos" que se suscitan en países como México y Colombia.

Al igual que "El sabor de tu piel", el tomo ofrece quince relatos que van desde autores como Arthur Conan Doyle, Marcel Schwob, Ambrose Bierce y Wilkie Collins, todos ellos escritores de la época en la que comenzó a gestarse el género de la novela negra.

Asimismo, incluye el trabajo de nuevos valores de la literatura en español como Raúl Hernández Garrido, Pedro Amorós, Manuel A. Vidal, Andrés Fornells, Carlos Augusto Casas, José Manuel Fernández Argüelles, Manuel Villa-Mabela, Manuel Amorós, Alvaro Díaz Escobedo, José Enrique Canabal y Miguel Ángel de Rus.

Ambas antologías serán puestas a la venta a partir de hoy en España y serán presentadas durante la celebración de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, que se llevará a cabo del 27 de noviembre al 5 de diciembre.

17.11.10

Aumenta la participación en el Premio Internacional de Novela Negra L'H Confidencial

En esta quinta edición se han recibido veinte originales de Catalunya; 47 del resto de España; dos de Suiza; dos de Holanda; dieciséis de Latinoamérica y uno de Estados Unidos

La obra ganadora del Premio L'H Confidencial 2011 recibirá 12.000 euros de premio.Biblioteca La Bòbila.foto.fuente:lavanguardia.es

L'Hospitalet de Llobregat. (Redacción).- Promovido por la Biblioteca la Bòbila y convocado por el Ayuntamiento de L'Hospitalet y Roca Editorial, el Premio Internacional de Novela Negra L'H Confidencial 2011 ha recibido para concurso un total de 88 originales.
En esta quinta edición se han recibido veinte originales de Catalunya; 47 del resto del Estado español; dos de Suiza; dos de Holanda; dieciséis de Latinoamérica, con autores de Colombia, Chile, Cuba, Argentina, México, Puerto Rico y Uruguay; uno de Estados Unidos y dos de agencias literarias.

El premio está abierto a obras en catalán y castellano, y en esta edición cuenta con siete originales en catalán y ochenta y uno en castellano. La obra ganadora del Premio L'H Confidencial 2011 recibirá 12.000 euros, será publicada en la colección específica "Roca Criminal", y se presentará el 26 de marzo de 2011 en la Biblioteca la Bòbila, en un acto público que contará con la presencia del autor ganador.

El jurado, como viene siendo ya tradicional estará presidido por el teniente de alcalde del Área de Educación y Cultura de L'Hospitalet, y formado por un representante de Roca Editorial, el director de la Biblioteca la Bòbila y dos lectores apasionados por la novela negra.

El veredicto del jurado se hará público a medianos del mes de enero de 2011. En anteriores ediciones el Premio L'H Confidencial —que toma el nombre del fanzine del Club de Lectura de Novela Negra que publica la Biblioteca la Bòbila— ha recaido en Erlantz Gamboa, con Caminos cruzados; Julián Ibáñez, con El baile ha terminado; Raúl Argemí, con Retrato de familia con muerta; y Joaquín Guerrero-Casasola, con Ley garrote.

El Premio L'H Confidencial con sólo cinco ediciones se ha convertido en uno de los más prestigiosos en el ámbito de la novela negra, y la Biblioteca la Bòbila mantiene un fondo especial dedicado al género negro y policiaco que en estos momentos supera los diez mil documentos, además de distintas actividades y publicaciones de difusión del género negro.

El escritor vasco Erlantz Gamboa recibe el IV L'H Confidencial 2010

16.11.10

Confesiones del primer francotirador sueco

El primer francotirador sueco, que aterrorizó a la población inmigrante en el Estocolmo de principios de los 90

El escritor y periodista sueco Gellert Tamas, autor de 'El asesino del láser'. foto:Toni Albir.fuente:elmundo.es

La crisis económica no sólo azota los mercados en Suecia, sino también los cimientos de su perfecta sociedad del bienestar. El domingo era detenido el supuesto responsable de la muerte de una joven de 20 años a la que disparó con un rifle desde una ventana. La joven, como el resto de sus víctimas (a las que causó heridas de diversa consideración) era inmigrante.

El supuesto culpable repetía el patrón de John Ausonius, el primer francotirador sueco, que aterrorizó a la población inmigrante en el Estocolmo de principios de los 90 y que acabó confesando su crimen (asesinó a una persona e hirió gravemente a otras diez) nueve años después de haberlo cometido (en el año 2000). Fue entonces cuando Gellert Tamas, por entonces periodista de sucesos, le escribió una larga carta que daría pie a una serie de entrevistas en la cárcel que le permitieron reconstruir su historia. La que cuenta en 'El asesino del láser' (Debate/La Campana).

El retrato de John Ausonius (hijo de inmigrantes que decide teñirse de rubio y empezar a llevar lentillas azules "para sentirse uno de nosotros", en palabras del periodista que le conoció) se funde en el libro con el de la Suecia que quedó tras la caída del muro del Berlín y la llegada en masa de inmigrantes, una Suecia "incapaz de admitir que es imperfecta, que su fama de paraíso civilizado es sólo eso, fama", según Tamas.

"Lo peor no es que Europa crea que Suecia es perfecta, lo peor es que nosotros también lo creemos y eso nos lleva a tratar de ocultar todo lo malo que tiene nuestra sociedad", dice Tamas, que recuerda en el libro que en su país "se esterilizaba a mujeres por el mero hecho de considerarlas mínimante promiscuas" y que esa práctica, que en otros países se acabó con la Segunda Guerra Mundial, "se alargó hasta 1974 y no se habló de ella hasta finales de los 90".

El de la esterilización es uno de esos "ejemplos macabros" de la manía de la sociedad sueca de esconder bajo la alfombra todo aquello que supuestamente no va con ella. Y John Ausonius no iba con ella. ¿O sí? "Se le trató de desquiciado cuando en realidad representaba a la perfección a la sociedad de la época. Por primera vez teníamos en 1991 representación de un partido de extrema derecha (Nueva Democracia) en el Parlamento y Ausonius aseguraba estar cumpliendo con una misión, hacer realidad las palabras de los políticos", responde Tamas.

Hijo de inmigrantes, de piel y cabello oscuro, Ausonius "había tratado de ser uno de nosotros, y aquella especie de suicidio simbólico que ejecutaba al intentar acabar con sus semejantes, era, en su opinión, la mejor manera de acercarse a los rusos que él consideraba auténticos", dice el periodista, al que le sorprendió "la falta de empatía" del asesino.

"Lo que más me chocó de él fue que no sintiese ningún tipo de remordimiento. Imaginaba que cuando me sentara a entrevistarle estaríamos separados por un cristal, como ocurre en las películas, pero no, estábamos solos, en una celda diminuta, y me daba miedo. Porque todas las relaciones que establecemos entre seres humanos se basan en la empatía, alguien que no la tiene, ¿cómo puede relacionarse?", se pregunta el escritor.

Aunque había sido marginado de pequeño ("me dijo que en el colegio le llamaban negrata", cuenta Tamas), lo cierto es que a Ausionius la vida no le iba del todo mal, era un exitoso agente de Bolsa de 38 años, ex alumno de un colegio de élite. "Estar delante de una persona que habla tres idiomas y es incapaz de pedir perdón por haber matado a alguien asusta", insiste el periodista.

¿Tiene algo que ver con Ausionius la aparición del segundo francotirador? "Hay muchos paralelismos. Vuelve a haber una crisis económica muy fuerte y por primera vez en 19 años un representante de la extrema derecha ha llegado al Parlamento. Debemos recordar que Nueva Democracia apoyaba plenamente las acciones de Ausonius y eso le costó su puesto en el Parlamento a principios de los 90, pero tenemos una memoria histórica tan corta que han bastado 19 años para que vuelvan a formar parte del poder", responde Tamas. "Pero las cosas han cambiado. Cuando llegaron al poder hubo manifestaciones. Hay una parte de la sociedad incómoda. Y los demás partidos no le siguen el juego como se lo seguían hace dos décadas. Algo ha cambiado, aunque seguimos sin ser perfectos", sentencia.

10.11.10

El 'Crimen' de Irvine Welsh

Un detective adicto a la cocaína y al sexo es su nuevo antihéroe

El escritor trabaja en la continuación de Trainspotting, su mayor éxito.foto.Lisbeth Salas.fuente:elmundo.es

Ray Lennox, el soldadito roto, demacrado, pálido, bien afeitado, con su característico flequillo trasquilado en John's, en Broughton Street, el mismo que deja al descubierto una frente estrecha y abombada, no puede creerse que en Miami Beach haya un monumento al Holocausto. Pero, ¿qué hace un detective del Departamento de Policía de Edimburgo en Miami?

Está tomándose un descanso, mientras su novia, Trudi, hace planes de boda. De heco, Trudi va de un lado a otro con una revista llamada 'Perfect Bride' ('Novia Perfecta') y Lennox se está volviendo loco. No puede dejar de pensar en Britney, la niña que subió una furgoneta blanca y jamás regresó. O mejor dicho, regresó (cadáver) en forma de víctima del temible Mr. Confectioner, un pederasta sin escrúpulos. Así arranca 'Crimen' (Anagrama), la nueva novela de Irvine Welsh. Atormentado por todo el trabajo que no tiene más remedio que llevarse a casa e incluso de vacaciones (si Trudi habla de boda, Lennox no puede evitar pensar que habrá al menos una niña que ya nunca podrá casarse porque no pasó de los siete: Britney), el detective saldrá a la calle en busca de algo que alivie su dolor.

El calor fuera es insoportable. Los inviernos en Miami superan los 35 grados. Lennox se está asando. Y bebe una copa tras otra hasta que alguien le consigue polvo blanco. Se suponía que eso no debía pasar. Se suponía que lo había dejado. Pero ahí está, y Lennox ha vuelto. Y las chicas que le han puesto la cocaína en el bolsillo amenazan con llevárselo a casa y no dejar que la fiesta acabe.

Fiesta que empieza bien (un presumible trío, la ansiada droga) y que acaba de la peor de las maneras (con Lennox encerrado en la habitación de la hija de diez años de una de las chicas, víctima de una red pedófila). El nombre de la niña es Tianna y Lennox hará todo lo posible para que la historia (de Britney) no se repita.

De lectura deliciosamente compulsiva, 'Crimen' es mucho más que una novela negra de tintes lisérgicos: es una destartalada y soleada carretera al infierno que conduce a lo más profundo del alma humana.

Lennox, uno de esos antihéroes que tan bien se le dan a Welsh, primo lejano del Mark Renton de 'Trainspotting', sólo quiere expiar todos sus pecados, pero para hacerlo tendrá que servir (al lector) su corazón de soldadito roto en bandeja, olvidar todo lo que fue para ser definitivamente el tipo que siempre ha querido ser.

Habrá quien recuerde a Ray Lennox. En especial, todos aquellos que leyeron 'Escoria' (novela sobre un poli corrupto llamado Bruce Robertson). Porque Ray era uno de los compañeros de Bruce, el sargento adicto a la cocaína (sí, también) y a las prostitutas. Esto es algo que ocurre a menudo en el universo (alucinado) de Welsh, sus personajes se cruzan como se cruzan sus lectores sin saber que algún día que convertirán en objeto de una de sus endiabladas historias de sexo, drogas y fútbol. Porque sí, el fútbol también está ahí, por todas partes. Lo primero que ve Lennox cuando entra a una tienda de souvenirs en Miami son camisetas del Real Madrid, del Arsenal, del Barcelona.

Actualmente, Welsh, autor de diez novelas (entre ellas, 'The Acid House', 'Porno', 'Cola' y 'Éxtasis') y un libro de cuentos ('Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo'), trabaja en la precuela de 'Trainspotting', su mayor éxito hasta la fecha, la novela que le convirtió en uno de los nombres a tener en cuenta de la nueva generación de narradores británicos.

Welsh, que dejó la escuela a los 16 años para trabajar de todo tipo de cosas hasta que disparó su primer trallazo literario (la citada 'Trainspotting', publicada en 1993), disfruta sumergiéndose (y sumergiendo al lector) en las aguas más sucias de la sociedad británica. Sus libros son algo así como el reverso macabro y lisérgico del 'british way of life'. Y Ray Lennox es uno de sus protagonistas.

5.11.10

Andreu Martín obtiene el premio Pepe Carvalho de novela negra

El curtido escritor ha abordado el género desde todas las perspectivas y para todas las edades

El escritor Andreu Martín gana el premio Pepe Carvalho de novela negra.foto:EFE.elpais.com

Andreu Martín (Barcelona, 1949) es sinónimo de género negro-criminal en España y, en particular, en Cataluña. Veterano muy curtido del sector, ha abordado la novela negra desde todas las perspectivas y para todas las edades. Esa completa labor, desarrollada de manera casi ininterrumpida desde que en 1979, cuando pocos creían en el género, debutó con su primera novela, Aprende y calla, es la que le ha querido reconocer el jurado del premio Pepe Carvalho, que le haotorgado el galardón en su sexta convocatoria.

Martín se convierte así en el segundo autor español en obtener este galardón auspiciado por el Ayuntamiento de Barcelona después de que un autor aún más clásico, Francisco González Ledesma, lo lograra en la primera edición, en 2005. Si éste ha popularizado la figura del inspector Méndez, Martín, con una notable producción, ha inmortalizado ya a Flanagan y Esquius, personajes sometidos, como la mayoría de los salidos de su imaginación, a unas peripecias, unas tramas y unas técnicas narrativas más próximas a la novela negra norteamericana que a la europea.

La recepción por parte de los lectores ha sido siempre entusiasta, tanto en catalán como en castellano, como demuestran en el currículo del autor obras como Pròtesi (1990, premio Círculo del Crimen), Si és no és (1987, premio, Deutsche Krimi Preis Internacional) y la obtención, por tres veces, del Hammett con Barcelona Connection (1988), El hombre de la navaja (1993) y Bellísimas personas (2001).

Impulsor del género entre los jóvenes

Experimental en la forma y el fondo, Martín es uno de los grandes impulsores del género entre los jóvenes. Así, juntamente con Jaume Ribera, ganó el premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 1989 gracias a No demanis llobarro fora de temporada, (No pidas sardinas fuera de temporada, en su traducción al castellano) donde arranca la trayectoria del joven detective Flanagan, que a pesar de su juventud está rodeado siempre de una crítica social y un humor sarcástico que son marca de la casa en la producción negra de su creador. Su dilatada labor como guionista quizá explique su fructífera riqueza de escenarios y situaciones y la facilidad por compartir la autoría, como volvió a demostrar, ahora para lectores adultos, en Cop a la Virreina (2002), con Carles Quílez.

Martín recibirá el galardón en el marco de la próxima edición de BCNegra, el festival del género de Barcelona, que tendrá lugar del 31 de enero al 5 de febrero de 2011. En años anteriores el reconocimiento fue para Ian Rankin (2009), Michael Connelly (2008), P.D. James (2007) y Henning Mankell (2006).

3.11.10

1279 almas... y media

RBA acaba de publicar en su Serie Negra una cuidada edición de 1280 almas, con una actualizada traducción de Antonio Prometeo Moya

Portada de RBA; actual y de reciente edición.

Edición original del Club del Misterio de Bruguera delmismo traductor.

¡Menudo canalla este Nick Corey! ¡Valiente cabronazo está hecho! Ahí sigue, dale que te mato desde que en 1964 lo pariera ese malnacido de Jim Thompson. Tal para cual; tan iguales, tan cínicos, tan brillantes, tan únicos. Sigue impartiendo justicia en Potts County a todo aquél que infrinja la ley siempre y cuando, claro está, sea un negro o un blanco desgraciado que no tenga donde caerse muerto. No ha cambiado desde entonces: sigue pareciendo igual de bobo cuando en realidad es endemoniadamente listo; sigue pareciendo un vago inútil y desgraciado cuando en realidad es diabólicamente brillante y creativo; sigue pareciendo un buenazo cuando verdaderamente es un hijo de puta redomado que no dudaría en reventarte las pelotas si así lo decidiera papá Thompson; sigue pareciendo inofensivo cuando es capaz de aniquilar a todo el que quiera apartarle de su camino, que no es otro que el que le marca el dedo del Señor para abatir a los pobres pecadores por los que nadie da una mierda.

¡Joder con el sheriff de Potts County! Un pueblo inexistente y a la vez universal, un pueblo de 1280 almas donde nadie es lo que parece, donde nadie absolutamente nadie es inocente, donde Corey deja bien clara su personalidad y la de quienes le rodean muy pronto: "En primer lugar, no soy valiente ni trabajador ni honrado. En segundo lugar, los electores no quieren que lo sea". A partir de ahí la gran farsa a través de un catálogo de buenos ciudadanos depravados y corruptos que para el sheriff –que buscará su reelección a cualquier precio– no son sino un reflejo de la condición humana: "Según la ley, yo debería estar al acecho de los grandes y los poderosos, de los tipos que realmente gobiernan este lugar, pero no se me permite tocarlos, así que me veo forzado a equilibrar la balanza siendo dos veces implacable con la basura blanca, los negros y los individuos como tú, que tienen el cerebro perdido por el culo porque no tienen otro sitio donde utilizarlo…" Y Corey no es peor que los demás y lo demás no son menos culpables que Corey. Todos viven encerrados en una mentira que se sostiene porque todos ponen sus huevos en ella, todos son protagonistas de una doble moral que los abarca, los envuelve, los engulle.

¡Joder que diálogos! Pura mala hostia la de este "Albert Camus del crimen" o este "Dostoievski de las novelas de diez centavos" como también es conocido el bueno de Thompson, para muchos la versión noire y brutal de William Faulkner. Aunque su país le dio la espalda –no gustaba esa sociedad tan enferma y mediocre que reflejaban sus novelas y por eso cuando murió en 1977 toda su obra llevaba descatalogada bastantes años–, Europa se abrió de piernas ante su inmensa literatura provocadora y de cierto mal gusto que él hacía saltar por los aires con unos diálogos salvajes pero insuperables que el tiempo, 46 años desde que esta enternecedora novela se publicó en Estados Unidos, ha mantenido vivos y exclusivos, porque nadie ha logrado igualar ni su violencia ni su belleza.

Marcel Duhamel, editor de la Serie Noire de Gallimard, fue decisivo para esta apertura de piernas, para que se evaporara ese velo de falso pudor, para que esta obra maestra irrumpiera en el viejo continente con la contundencia de los grandes textos. Incluso tuvo la osadía de cambiar el título e introducir en edición francesa esas almas que brillan por su ausencia en este monumento a la amoralidad cotidiana. El original Pop: 1280 –en donde Pop es una contracción de Population– dio paso en la edición francesa no a 1280 âmes que hubiera sido lo lógico sino a 1275 âmes, porque Duhamel descontó a aquellos que mueren en la novela a excepción de un negro, el tío John, en un guiño a uno de los diálogos más sorprendentes de la narración que sólo pretende ahondar en el racismo latente y plenamente vigente por aquel entonces en el Oeste americano; en dicho diálogo el también sheriff Ken y su ayudante Buck dudan de que el cartel de 1280 habitantes esté en lo cierto: "Mira Nick –le espeta Buck-- la cantidad de mil doscientos ochenta comprende también a los negros, porque los leguleyos yanquis nos obligan a contarlos, pero los negros no tienen alma. ¿A que no?" En España, se añadieron las almas blancas y también las negras y se dejó la cifra original.

La perversidad de todas sus páginas no tiene límite, y Corey, el cándido e infernal Nick Corey, insiste en que él sólo tiene que hacer su trabajo, que es seguir siendo sheriff, la mayor autoridad de Potts County, y que tiene que seguir siéndolo porque ha sido creado, "singular y característicamente", para eso y no va a renunciar a ello, ya lo creo que no. Esta cansado de todos lo que le rodean: una mujer a la que detesta y a la que quiere ver muerta, un cuñado subnormal, una amante que le agobia, además de una retahíla de corruptos, facinerosos, usureros, amorales, desaprensivos… sin olvidarnos de todos los chulo putas que creen que la orina se les volverá limonada.

Y si Gallimard tuvo los santos huevos de cambiarle el título original yo no voy a ser menos… y lo voy a dejar en 1279 almas… y media porque esas son las almas que verdaderamente había en Potts County, ¡sí señor, y que me cuelguen si no es cierto lo que digo!, ya que el malvado sheriff, como ustedes podrán comprender, no podía tener tener más allá de media alma, el muy mamón, porque el pedazo restante se lo arrebató para siempre ese asesino dentro de sí mismo, ese maldito genio de sangre cherokee y talento tan devastador como irrepetible que era, es y siempre será Jim Thompson.

Que descanse en paz, o que se joda, es el epitafio que seguramente hubiera escrito en su tumba el irrepetible Nicholas Corey. Grabado queda.

RBA acaba de publicar en su Serie Negra una cuidada edición de 1280 almas, con una actualizada traducción de Antonio Prometeo Moya, que también fue el traductor de la edición original de Bruguera, la primera que llegó a España.

fuente:elmundo.es/blogs

foto:elmundo.

foto:archivo particular

30.10.10

Un nuevo detective literario para el Berlín prenazi

Gereon Rath. Retengan ese nombre. Es el del detective de la Brigada de Costumbres de la Policía Criminal de Berlín
Calle de Berlín en los años de la República de Weimar.foto.fuente:elpais.com

Se dedica a investigar delitos sexuales, que se ha inventado Volker Kutscher (Colonia, 1962) como protagonista de una serie de novelas ambientadas en la época de la República de Weimar y el ascenso del nazismo que causan furor en Alemania.
Acaba de publicarse en España el primer título de las tres escritas hasta ahora, Sombras sobre Berlín (Ediciones B), que se abre con una redada de pornógrafos que distribuyen fotos de dobles de prominentes prusianos -Hindenburg, Bismarck, Federico II- practicando el sexo a lo grande. Un asesinato brutal, el mundo de los refugiados rusos y el oro de Moscú (el de una familia de seguidores de Kérenski que persigue Stalin) aparecen en el horizonte del detective mientras los comunistas tratan de tomar la calle y la bestia parda comienza a estirar los músculos. "La época de entreguerras en Alemania es fascinante", señala Kutscher, historiador de formación. "La gran pregunta es cómo pasamos de una democracia a una dictadura bárbara".
El escritor es un gran conocedor de la República de Weimar, cuyas libertades, considera, no se volvieron a ver en Europa hasta los años sesenta. "No creo que hubiera nada negativo en ella, el problema es que había demasiados pocos demócratas. Con unos cuantos más la historia hubiera sido muy diferente". Cuando se habla de detectives en el Berlín prenazi y nazi, la referencia es Bernie Gunther, el personaje de Philip Kerr. "He leído sus novelas, su detective a lo Bogart es muy diferente del mío". Las aventuras del suyo, advierte, acabarán en 1936 para que no tenga que vivir la total apropiación de la policía por los nazis.
A Kutcher le interesaba mezclar la época con los gánsteres y su novela se abre con la cita de Walther Rathenau, ministro de la república: "Berlín ha muerto, en su lugar crece Chicago".

29.10.10

Malverde: "El género negro es un género mayor, literatura de alto rango en muchas de sus vertientes"

El autor de una Guía de la novela negra que elude los tópicos, oculto tras un seudónimo, dice que en España hay sucesores de Vázquez Montalbán del tamaño del Coloso de Rodas

Malverde ha elaborado una detallada guía de novela negra. foto:Marc Arias.fuente:lavanguardia.es

En pleno boom de la literatura policíaca, una Guía de la novela negra como la que ahora publica Errata naturae es un utilísimo mapa para evitar perderse entre las novedades que atiborran las mesas de las librerías. Pero es además una lectura sabrosa y apasionante. Primero, porque está escrita con tanta gracia como erudición.

Es ecléctica, refractaria a los lugares comunes y original, sugerente en sus apreciaciones. Y segundo, porque a la vez que guía es también, a su manera, un libro de misterio. O, al menos, que esconde un misterio. El de su autor, "un hombre conocido y respetado, deseado a partes iguales por los departamentos universitarios y por los organizadores de congresos internacionales en el ámbito de la literatura", según se dice de él en la solapa de la cubierta. Aunque es un apasionado de la novela negra, "su renombre proviene de sus investigaciones y ensayos en otro terreno: aquél que sus colegas de la academia llamarían "la Gran Literatura" (piensen en Proust, Kafka, Nabokov, Beckett, Bernhard, Borges, Pessoa…)". Por eso, se añade, firma con el seudónimo de Héctor Malverde. Y por eso esta entrevista no es tal, sino un cuestionario que ha sido remitido al autor, y devuelto una vez respondido por éste, utilizando la editorial como correa de transmisión para preservar el secreto.

-Dice que no ha querido ser exhaustivo, pero no sé si creerle, por la cantidad de obras y autores reseñados.
-Claro que sabe si creerme o no, y hace Usted muy bien… En todo caso, la cantidad de obras y autores no debería nunca determinar el rigor de una investigación, un trayecto o una aventura. Una cantidad no es más que un puñado. La escritura es una cuestión de estilo, como la acción, el gesto, la vida o la apuesta.

-Al hablar de novela negra, ¿no metemos a menudo demasiadas cosas en el mismo saco?
-No sólo al hablar de novela negra: al hablar, en general, al pensar, al clasificar. Volvamos al puñado y al estilo: la vida, como la literatura o el pensamiento, trabaja con puñados informes: el resto no es silencio, sino decisión, trazo y gesto que discrimina. Abrir espacios de sentido e insinuar mapas o conjuntos implica, en efecto, el riesgo de asumir demasiados componentes, el riesgo de los intrusos y los indeseables. Es un riesgo lingüístico, ético y político que demanda honestidad y precisión con el arco: Borges asume ese riesgo y lo lleva hasta sus últimas consecuencias en El idioma analítico de John Wilkins; Foucault fusila ese texto y comienza así Las palabras y las cosas; Nietzsche insinúa que no dejaremos de creer en Dios hasta que no dejemos de creer en la gramática. Clasificar para mostrar el colapso potencial de toda clasificación y, simultáneamente, su belleza, su precisión, su (im)pertinencia.

-Usted categoriza con un criterio bastante clásico, pero después se permite algunas excentricidades, como incluir From Hell, el cómic de Alan Moore y Eddie Campbell.
¿Excentricidades? ¿Quién está siendo "bastante clásico" ahora? Parto de una idea muy simple: la desorientación, la ausencia de claves, la desactivación del centro como categoría inmutable. Toda propuesta de orden y, por tanto, todo canal expresivo es un mecanismo narrativo de donación de sentido. Los formatos se metamorfosean con el tiempo. La ficción crece y evoluciona a través de los formatos. Sin duda, la jurisdicción del saber cretácico seguirá tratando de convencernos de que el formato no es más que cáscara y que no todas las cáscaras están a la altura de la pureza del contenido, que la calidad brilla en el interior, que si el arte y la esencia y la pamplina hegeliana… Walter Benjamin lo ha dicho despacio y sin contemplaciones en La obra de arte en la era de su reproducción tecnológica. From Hell es una pieza magistral, entre otras cosas, por la apuesta del formato. Sería curioso que la novela negra, históricamente asediada por la etiqueta del género menor, comenzara a lucir su aura, a mostrar remilgos y a designar excentricidades.

-A un lego en el género, ¿por donde le recomendaría empezar?
Por Homero.

-¿Los mejores autores son los americanos?
Pregunta-trampa-de-oso: si respondiera afirmativa o negativamente a esa pregunta, me quedaría tirado y dolorido en mitad del bosque hasta que viniera un cazador furtivo y me pegara un tiro en el lomo. Hay autores. Hay autores americanos. Hay buenos autores americanos de novela negra. Algunos de ellos son mejores que otros. Algunos, incluso, son mejores que ciertos autores europeos. Me encantan los autores americanos. No sé quienes son los mejores. El día que lo sepa espero dejar de escribir y, si sigo escribiendo, espero que nadie me haga el más mínimo caso.

-Ellroy es el único que aparece dos veces. ¿Su favorito?
-No, no es mi favorito, pero casi.

-¿Quién lo es y por qué?
-Es una pregunta difícil, pero se puede responder plagiando un plagio de Roberto Bolaño: mi autor favorito en realidad son dos y sus nombres son: David Goodis, Walter Mosley y Sjöwall-Wahlöö. Las razones son las de siempre: el azar y el desánimo. En mi caso, las predilecciones literarias se miden por coyunturas vitales bien definidas. Un libro es un eje biográfico. La intensidad con la que me acompañan estos nombres va más allá de los criterios estéticos.

-De los clásicos, ¿con cual se queda?
-Con Chandler.

-¿Y de la última hornada?
-Con Silva.

-¿A qué atribuye el actual boom de la novela negra?
Al empeño mediático y propagandístico de reciclar la maquinaria consumista y generar una y otra vez la peligrosa ilusión de que todo es importante.

-Y con el auge de la literatura policial en general y de la escandinava en particular, ¿no nos cuelan mucha morralla?
Veo que le preocupan la morralla y los sacos espaciosos…

-Mójese. Stieg Larsson, por ejemplo, no es santo de su devoción.
La morralla apesta y se infiltra, de eso no hay duda. Pero la morralla no es una categoría exclusivamente literaria. Larsson, por ejemplo. No, no es santo de mi devoción. Ni siquiera me parece un autor imprescindible. Casi nada es imprescindible. Lo que convierte a un autor mediano en morralla también es la tentación mediática, el sometimiento a los canales comerciales, la obsesión por la espectacularidad. La calidad de un autor y su apuesta literaria también residen en su modo de manejar esa tentación, en lo que uno esté dispuesto a hacer y a dejarse hacer. Quienes en la actualidad opten por una ficción detectivesca ágil y sin piedad, por una reflexión narrativa y por una ética del francotirador, seguirán produciendo calidad además de cantidad. Quienes, por el contrario, sucumban a las imposiciones comerciales y a los índices de audiencia, pasarán de largo, es decir, creerán que triunfan. La fuerza y el valor del género deben seguir midiéndose por su relación con los dictados del contexto: someterse o morir matando, es decir, pensando. La literatura es una forma de pensamiento crítico. La morralla no.

-Fred Vargas tampoco le gusta, pero también la salva. De algún modo salva a todos los que cita. ¿Peca de benévolo?
-Peco de envidioso, de impaciente, de lujurioso y de vanidoso, pero no de benévolo. Tendemos a identificar las propuestas de orientación con tribunales inquisitoriales o instancias de legitimación absoluta. No he querido salvar ni condenar a nadie. Esa es tarea de dioses y Revertes. Lo dije en su momento: ésta es mi apuesta personal en mitad de la jungla. Hay una diferencia entre la geografía política y la geografía lúdica, es decir, entre la palabra sagrada y el relato mundano, pero excelente.

-¿En España hay dignos sucesores de Vázquez Montalbán?
En España hay escritores del tamaño del Coloso de Rodas. El coloso de Carabanchel, por ejemplo, el señor Lorenzo Silva. O Domingo Villar, que es un regalo del océano. Tal vez Borges tenga razón y sean Silva y Villar los que han creado a sus precursores.

-Hay alguna ausencia significativa. La de Westlake, por ejemplo. ¿Es un lapsus o es a conciencia?
-Dicen los romanos que tener alma es tener un secreto. Yo tengo tres almas: la mayor se llama McBain; la mediana se llama Donald Westlake; la pequeña se llama Woodsworth.

-Tampoco sale Don Winslow. Todo el mundo habla de su El poder del perro, y casi todo el mundo habla bien.
No sé quién es todo el mundo y mucho menos casi todo el mundo, pero seguro que tienen razón.

-Tras escribir la guía, ¿ha descubierto algo más que ahora añadiría?
-No. He descubierto cosas que leería, pero el camino ya está recorrido. Como decía, no he pretendido elaborar una propuesta de cierre, no siento el aguijón de lo que ha quedado fuera ni el peso de lo que habita en el interior.

-Usted justifica su anonimato en un supuesto miedo a ser arrinconado en los cenáculos literarios por su afición a un género considerado menor al lado de lo que se da en llamar "la Gran Literatura". El libro está trufado de vinculaciones y referencias que dejan claro que usted no cree en esa división. No me diga que a estas alturas no se puede decir a cara descubierta que la gran novela negra es gran literatura.
¿Qué es una cara descubierta? ¿Las caras descubiertas no llevan máscara? Dice un hombre sabio que no hay que fiarse de nadie que no tenga un personaje. O al menos una máscara. Al comienzo de La linterna mágica, Ingmar Bergman habla de sus hermanos, de la escuela, la infancia, la educación y el circo. Cuenta que era travieso y que se enamoró de una artista, que su padre les castigaba con frecuencia. Cuenta que los castigos eran tan severos y físicamente dolorosos que él y su hermano mayor tuvieron que aprender a mentir rápidamente y con habilidad. Ingmar se convirtió en un mentiroso excepcional y, años después, en un genio de la ficción. Bergman escribe una frase que leí hace años en el norte de Europa y que no olvidaré jamás: en el fondo, los que nos hemos pasado la vida mintiendo sentimos un gran amor por la verdad. Malverde es un pseudónimo porque esconde un profundo amor a la verdad y a la convicción de que el género negro es un género mayor, literatura de alto rango en muchas de sus vertientes. El seudónimo es un juego y una máscara y, tal vez, lejos de esconder una vergüenza, esconda devoción, respeto y exhuberancia.

-Bioy Casares, Borges, Boris Vian o John Banville –entre muchos otros-, han escrito novela negra con seudónimo. ¿Lo siguiente suyo no será una novela negra firmada como Héctor Malverde?
-Malverde es un francotirador, no duraría ni un asalto en una pelea con cuchillos.

-Ha sembrado el libro de pistas, y debe de haber tantos detectives intentando desenmascararle como lectores tiene la guía. ¿Está deseando que le descubran?
Desde niño.

26.10.10

John Verdon solo piensa en "divertir al lector"

Sé lo que estás pensando es una de las novelas que más se han leído este verano

Portada de la novela.foto:papelenblanco.com.fuente:elpais.com

Mark Mellery recibe una carta de su asesino. El sobre contiene una hoja escrita a pluma con tinta roja y un sobrecito. "Piensa cualquier número del uno al mil, el primero que se te ocurra. Imagínatelo. Ahora verás lo bien que conozco tus secretos. Abre el sobrecito". Mellery piensa un número al azar, el 658. Es el que aparece en el sobrecito. Este es el quid de Sé lo que estás pensando (Roca Editorial) del escritor estadounidense John Verdon. Es una de las novelas que más se han leído este verano y sigue en la lista de las más vendidas. A principios de diciembre, Proa la publicará en catalán

"Pensé en la mejor manera de provocar el terror absoluto", explica Verdon. "Que el asesino convenza a la víctima de que sabe todo lo que está pensando, que conoce su pasado, cosas que ni siquiera recuerda". El psicópata asesina a cinco personas y planea una venganza mayúscula. Deja montones de pistas que no llevan a ninguna parte, ningún rastro válido. Enigmas aparentemente insolubles. Dave Gurney, policía retirado (a los 47 años) y experto en asesinos en serie es encargado por el fiscal de resolver el caso.

Sé lo que estás pensando es la primera novela de Verdón, que cumplirá 69 años en enero próximo. Desde los 15 años quiso ser escritor. Supo pronto que no podría vivir de ello y optó por la publicidad. Se retiró hace unos años para dedicarse a lo que le gustaba, "escribir una novela de misterio por diversión, sin pensar en publicar". "Me conformaba con que le gustara a mi mujer", añade. Le gustó y le animó a que la llevara a un agente. "La envié a 54; 20 no me respondieron, 30 me dieron las gracias pero dijeron que no y cuatro se interesaron. Uno me llamó y me dijo que no hablara de ella con nadie más. La publicó Random House".

Rompecabezas

La novela plantea tantos enigmas que se convierte en un rompecabezas. El psicópata juega con los policías y el escritor, con los lectores. "Yo juego a divertir al lector. El juego del asesino es sádico".

Verdon explica que le gusta mucho Conan Doyle y algo de Sherlok Holmes tiene Dave Gurney, el policía retirado que investiga el caso cuya mujer . Su mujer, Madeleine, es una especie de Watson, "pero cien veces más inteligenteque Watson; también es más inteligente que Gurney". Entre la pareja hay tensión. Ella preferiría que no trabajase y menos le gusta que se dedique a retocar fotografías de los asesinos que ha detenido. Madeleine es quien da las mejores pistas para resolver el caso. "Ella es la luz que ilumina a Gurney".

La novela, llena de guiños, rinde homenaje a El resplandor, de Kubrick, realizada a partir de la novela homónimade Stephen King. La madre del psicópata recuerda a la de Psicosis de Hitchcock... "Lo hice de manera inconsciente. Me gustan autores como Raymond Chandler y Ross MacDonald, que crearon en California un espacio propio. Intento hacer lo mismo".

Verdon acaba de entregar a su editor norteamericanola segunda novela de lo que, en principio, prevé como una trilogía protagonizada por el investigador.