El escritor cubano habló acerca de su país y las figuras de Donald Trump y Vladimir Putin. Para él existe la necesidad de buscar una nueva utopía
Leonardo Padura es Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015. Foto: León Darío Peláez/Semana.com |
Netflix estrenó en diciembre ‘Cuatro estaciones en La Habana’, una miniserie basada en cuatro novelas de Padura protagonizadas por el detective Mario Conde: Pasado Perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras y Paisaje de otoño.
Así se convirtió en realidad uno de los grandes anhelos de los amantes de la novela negra y de un personaje que, como nadie, ha puesto el dedo en la llaga de la realidad cubana. El Mario Conde cinematográfico es una realidad.
¿Le gustó lo que vio en ‘Cuatro estaciones en La Habana’?
Con mi esposa, Lucía López Coll, estuvimos involucrados en el guión y por eso no tengo la opción, como otros autores, de decir que fue mal adaptada. Aunque no tengo cifras, sé que ha sido notable su recepción. Y la crítica no ha sido mala.
Muchos de sus seguidores querían ver a Mario Conde, pero en el cine…
La televisión hoy trabaja con la misma dignidad del cine. De hecho, el primer capítulo, Vientos de La Habana (como se llamó para la serie Vientos de cuaresma), tiene una versión para el cine que se presentó en el festival de San Sebastián. Pero sí, la mató la aparición en Netflix.
¿Qué siente cuando ve a Conde, su gran creación, en pantalla?
Hay un momento de extrañamiento. Tienes que adaptarte a verlo y a oírlo distinto a como lo tienes en la cabeza. Pero hay que decir que Jorge Perugorría, el actor que lo interpreta, se preparó por años y lo concibió muy bien.
¿No le han dicho aún que está mejor el Mario Conde de la serie que el de sus novelas?
Yo creo que la opinión de la gente tiene que ver con la formación y con los gustos que tiene. Yo prefiero, por supuesto, leer un libro, muy a pesar de ser un cinéfilo empedernido. Si al lector le gusta la novela, felicidades; si al espectador le gusta la película, pues felicidades. Y si no es ninguna de las dos, trataremos de hacerlo mejor la próxima vez.
¿Al tenerlo en imágenes, no teme de que se pierda el Mario Conde literario?
Las adaptaciones hacen parte de la promoción del escritor: llega al público que conoce las novelas y llega al que no. Puede que el público busque los libros o no, pero igual conocerá al autor. La fuerza del audiovisual en el mundo contemporáneo es muy grande y el tránsito hacia el cine siempre beneficiará al escritor.
Se dice que desde William Faulkner los escritores escriben pensando en el cine…
Tal vez haya escritores que lo hagan, pero yo no. Pasó algo simpático: cuando hacía los guiones me decían que mis libros eran muy cinematográficos, pero no lo son para nada. Mis libros son ‘palabreros’: todo ocurre en la cabeza de Conde. Y si los adaptábamos así serían unas películas largas y aburridas. Entonces, fue necesario hacer una relectura de las novelas para llevarlas al cine. Igual, yo seguiré escribiendo como siempre: rompiendo el ritmo narrativo con reflexiones de Conde, nada cinematográficas, pero sí muy literarias.
¿Qué tan complejo es adaptar una novela negra?
Siempre tratamos de que fueran películas de serie negra y este género tiene unas condiciones precisas. Y al hacer el guión fuimos, hasta cierto punto, opresivos con el desarrollo de la historia, que debe seguir una lógica para que se entienda por qué hay una investigación, cómo se hace y hasta dónde llega. Se sacrificaron cosas de los libros para ceñirnos al guión por el género y por el cine.
Hay buenos ejemplos de adaptaciones…
Sí, hay dos muy grandes: El halcón maltes, de Dashiell Hammett, dirigida por John Houston en 1941. Los diálogos son copiados exactamente de la novela. Lo mismo ocurrió con Tener y no tener, libro de Ernest Hemingway, que dirigió en 1944 Howard Hawks con guion de William Faulkner. Sí, es posible mantenerse cerca de la literatura en obras específicas, pero no en todas.
Algún crítico dijo que había muchos clisés…
La gente entiende ciertas expresiones de la realidad cubana como clisés. Y yo soy el escritor más anti clisé de la realidad cubana: en mis novelas no hay jineteras, ni balseros, pues trato de que haya siempre una visión abierta e inclusiva. Y eso se refleja tanto en las películas como en la literatura.
A propósito, Conde sigue mostrando el desencanto de la realidad cubana...
Mario Conde es un perdedor aunque no un derrotado. ¿Que cuál es la diferencia? un perdedor es consciente de ello y no lucha; Conde es un derrotado porque lucha y pierde. Él hace crítica social y debe tener una altura moral: puede trasgredir límites, pero no los esenciales como el sentido de humanidad, la decencia, la justicia y la solidaridad. Y en las películas había que mantener ese espíritu.
¿Qué películas vio para meterse en estas adaptaciones?
Tengo gustos eclécticos en el cine, pero siempre pido que las películas me cuenten una buena historia. Al escribir los guiones, mi esposa y yo vimos mucho cine negro, el de mayor calidad, como El tercer hombre (Carol Reed, 1949) Chinatown (Roman Polansky, 1974) y Los sospechosos de siempre (Bryan Singer, 1995), entre otras. Pensamos que si mis novelas, de alguna forma, son un homenaje a la tradición de la literatura policíaca, las películas debían ser un homenaje al cine negro, siempre muy subestimado.
¿’Herejes’ y otros libros donde aparece Mario Conde también irán a la pantalla en algún momento?
Hay un proyecto de hacer una gran serie por temporadas con todas las novelas de Conde, pero aún existen temas por resolver. Hoy el guionista es el trompo que sostiene una película, pero debe asumir que está al servicio del productor, que hace exigencias por el dinero que invierte, y del director, que pone su estética y también hace exigencias. Te cuento un simple detalle: en el guión de una de las novelas, Conde recoge a un perro en la calle y se lo lleva a su casa. Una acción que tiene que ver mucho con el carácter del personaje. Pero no se pudo filmar porque no se pudo contratar a un entrenador de perros que llevara al animal. Conde se quedó sin perro.
Hablando de perros, no parece muy viable llevar al cine ‘El hombre que amaba a los perros’…
El proyecto ya está en manos de unos productores españoles y franceses. Discutimos mucho cómo podría hacerse y decidimos que debe ser una serie: una novela de estas solo es posible adaptarla en ese formato, pues en el cine el argumento sufriría muchísimo y yo sí quiero aquí conservar las características del libro, que recorre un periodo histórico dilatado, un tránsito biográfico diverso, con personajes tan diferentes como León Troski, Ramón Mercader o Iván. No queremos sintetizarla y que pierda su carácter épico.
A Leonardo Padura, aunque responde cuando se le pregunta, no le gusta hablar de política. Sin ir muy lejos, en la charla que sostuvo en el Hay Festival Cartagena con Héctor Abad Faciolince este último dijo públicamente que se abstendría de preguntarle por la muerte de Fidel Castro. Aún así, hubo alusiones a Stalin y al socialismo.
¿Por tres preguntas aceptaría saltar del cine a la política?
Dale…
¿Qué cree que pasará en Cuba con el gobierno de Donald Trump?
Imprevisible. Hay que esperar los próximos meses, aún no hay señales directas, no hay pronunciamientos. Creo que Trump es un problema de carácter universal y lo más complicado ahora es para México, pero se puede extender a otros países. Ojalá con Trump no haya un retroceso en las relaciones de Cuba con Estados Unidos que nos lleve de nuevo a un periodo de hostilidad y de enfrentamientos, que complique económicamente a Cuba: la hostilidad y los enfrentamientos, ya está comprobado, no cambian al sistema cubano y el que sufre es el pueblo.
Como tantos otros intelectuales, ¿levanta la cabeza y le preocupa lo que ve alrededor?
Alguien dijo hace poco en el Hay Festival que aspiraba a que su pasaporte no dijera ciudadano británico o de la Unión Europea, que prefería que dijera ciudadano del mundo. Sí, en estos momentos debemos pensar como ciudadanos del mundo: hoy el aleteo de una mariposa en Afganistán puede ocasionar un huracán en el Caribe. Lo sabemos. Las crisis hoy son globales: de economía, de política, de inmigración, de terrorismo, de cambio climático. Hoy esa conciencia ciudadana universal se necesita más que nunca: el mundo se volvió más pequeño que nunca.
Y Putin también está por ahí…
Noam Chomsky dijo hace poco que “lo predecible de Trump es que es impredecible”. Y yo digo que lo predecible de Putin es que quiere mucho poder. Al respecto, con Cuba sostiene más que comercial, una buena relación política.
¿Celebrará los 100 años de La revolución bolchevique?
Habría que celebrarla pensando en que grandes ideales pueden pervertirse y llegar a ser justamente lo contrario. Como cuando cayeron en manos de Stalin que pervirtió la utopía hasta el punto de hacerla desaparecer y convertirla en uno de los grandes fracasos del siglo XX. Habría que pensar en una nueva utopía, no sé de qué carácter, pero el mundo que estamos viviendo está muy jodido y necesitamos mejorarlo.